
Undécimo capítulo.
Esta mañana Alba me ha llamado al móvil, acababa de salir de la ducha cuando lo he escuchado. No reconocí que fuera mi móvil porque hace tiempo quité la canción que las dos teníamos como tono de llamada, sé que era tu favorita, precisamente por ello tuve que quitarla.
-¿Si?- Tenía todavía las manos un poco húmedas y el móvil se estaba mojando.
-Buenos días Andrea, soy Alba, unas amigas vamos a irnos a pasar el fin de semana por ahí, vamos a subirnos en el coche de una de ellas e iremos todo lo lejos que queramos hasta cansarnos de viajar. ¿Te apuntas?
Hoy es viernes, y la verdad no tenía ninguna gana de hacer nada, mucho menos de ir a clase. Además el viaje no ha sonado nada mal, tal vez nos iríamos a Madrid a pasarlo, y a mí me encanta Madrid.
-Me parece genial, me apunto. ¿Dónde quedamos?
-En media hora en el portal de tu casa.
Al bajar a la puerta de mi portal unos 25 minutos después de hablar con Alba, tras vestirme y desayunar a toda prisa, me he encontrado con Alba apoyada en un Audi negro. Risueña como siempre me ha abrazado y me ha abierto la puerta de detrás, y se ha subido tras de mí.
-Estas son Marta y Carla-ha señalado a las dos chicas que iban delante- Ella es Andrea-me señaló a mí.
-Encantada-ellas dijeron lo mismo y nos dimos dos besos como pudimos.
-Tenemos pensado irnos hasta Madrid, ¿Te parece bien?- Acababan de arrancar, yo me acomodaba el cinturón, y Alba me estaba mirando.
-Cuanto más lejos mejor.
Durante la mayor parte del trayecto han ido sonando canciones de Marea, Extremoduro, Fito & Fitipaldis, platero y tú... por lo que he disfrutado de la música. Nadie ha hablado, y eso me gusta. Mirando por la ventanilla me he evadido, pensando que podríamos hacer en Madrid. Tengo claro que ir al retiro.
Después de unas tres horas de viaje hemos parado en una gasolinera. Marta era quien conducía, pero todas hemos bajado con ella mientras repostaba.
-¿Alguien quiere conducir un rato?- Marta estaba colocando la manguera del diesel la boquilla del depósito.
-Ya sabes que a mí se me da fatal- Alba giró la cabeza para mirarme- ¿Tú quieres probar a conducir?
Por supuesto yo no tengo carnet. Sin embargo contigo conduje alguna vez, cuando le cogíamos el coche a tu padre para irnos de escapada al monte, a aquel mirador que tantísimo te gustaba.
-No tengo carnet- mi voz sonó un tanto inocente- pero he conducido alguna vez.
Marta me ha lanzado las llaves a las manos, me ha guiñado un ojo mientras colocaba la manguera en el surtidor y se acercaba a pagar a la gasolinera. Me he sentado en el asiento del conductor, he movido un poco el asiento para acomodarme mejor, puesto que soy unos pocos centímetros más baja que Marta.
Al principio he ido un poco nerviosa, pero enseguida le he cogido el truco al coche, se parece mucho al de tu padre. En algunos tramos he llegado a poner el coche a 150 kilometros por hora, pero enseguida me asustaba y volvía a la velocidad máxima permitida, que en alguna ocasión me ha parecido elevada.
No hemos tardado mucho más en llegar, apenas hora y media más. Marta me ha dicho que teníamos que ir al centro de Madrid prácticamente, pues una prima suya tiene una pequeña pensión en la calle Fuencarral y nos tenía guardadas dos habitaciones dobles.
-Tú y yo compartiremos habitación- Alba se me había cogido del brazo al bajar del coche.
Yo he asentido, pero ella ha seguido caminando cogiéndome del brazo. Hemos dejado en las habitaciones una camiseta y un pantalón que llevábamos en el bolso, y nos encontramos en la pequeña sala común de la pensión.
-¿A dónde vamos?- Marta había cogido un mapa callejero de Madrid de color azul, por el otro lado tenía también las líneas de metro clasificadas por colores; La 1 azul clarito, la 2 roja, la 3 amarilla...
-A mí me gustaría ir a ver el Retiro, hace años que quiero visitarlo- Al decirlo estaba recordando todas las veces que tú y yo hablamos de ir a Madrid y pasear por el Retiro, tumbarnos al sol...
Todas han asentido y nos hemos puesto en marcha. Al salir de la pensión hemos bajado Fuencarral hasta Puerta del sol y allí hemos cogido la Línea 2 al Retiro, no hay mucha distancia pero a ninguna nos apetecía ir andando. La boca del metro sale al interior del parque, el suelo estaba húmedo y no había mucha gente por allí. Algún que otro corredor y alguna pareja de ancianos con sus nietos a cuestas.
Después de un rato paseando nos hemos colocado las cuatro frente al estanque, y una anciana muy amable nos ha sacado una foto. Esa foto que tú y yo soñábamos por sacarnos con un beso de por medio. A pesar de haberlo pasado bien recorrerme el Retiro recordándote me ha hecho daño, sin embargo las chicas me han hecho reir y no ha sido tan duro como de costumbre.
Cuando ha empezado a anochecer hemos vuelto a Sol. Marta nos ha llevado a una callejuela secundaria por donde apenas pasaba gente.
-Mirad lo que tengo- Ha sacado una pequeña bolsita transparente con unos polvos blancos dentro.
-¿Es cocaína?- Eso me había parecido a mí, y lo pregunté.
-Heroína- Alba había sacado de su bolso una cuchara de hierro con el culo quemado, y un estuche con un par de jeringuillas dentro, así como una botella de agua. Carla sujetaba la cucharilla y la calentaba con un mechero. Alba puso un poco de agua y Marta unos pocos polvos. Lo removió todo con la jeringuilla y después la llenó, y volvieron a repetir el proceso para llenar la otra.
Primero Marta se pinchó la mitad de una, se la pasó a Carla e hizo lo propio. Luego Alba con la que tenía en su mano, y me la ofreció con la mitad del líquido todavía dentro.
-¿Quieres?- hasta que a principios de semana me había juntado con ella nunca me había drogado, no era algo que me llamara la atención, sin embargo con la marihuana pude comprobar que calmaba el dolor del espíritu, con lo cual la heroína lo haría el doble de efecto.
Me he levantado la manga de la camiseta, y como en alguna ocasión han hecho las enfermeras para sácame sangre me he pinchado en el brazo, en donde el codo se dobla. En unos pocos segundo he notado un cambio, la cabeza se me ha ido nublando, parecía salirme de mi cuerpo y observar mis actos sin poder alguno sobre mi misma, como actuando inconscientemente.
Después no recuerdo mucho más, solamente que hemos entrado en varios bares, de un par de ellos nos han echado al darse cuenta que somos menores, pero en los más abarrotados no se han dado ni cuenta.
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