Hoy es sábado y estoy sola en casa, no me he levantado hasta casi las dos de la tarde, anoche me quedé viendo un maratón de "breaking bad", empezó a las nueve de la noche y duró hasta casi las seis de la mañana. Me encanta esa serie.

Me he hecho de comer macarrones a la carbonara, eran tus favoritos. He recordado aquella vez que fuimos a comer las dos a un pequeño restaurante del centro comercial. Las dos pedimos a la vez macarrones a la carbonara, nos dio un ataque de risa. Tus ojos parecían despeñarse lentamente por tus mejillas, rodando por ellas mientras seguías riéndote. Ese fue el momento preciso en el que me enamoraste, me encantaban los pequeños hoyuelos de tus mejillas al sonreír, y la expresión inocente de tus ojos. Aquel día fuimos al cine, al salir me cogiste de la mano por primera vez, te miré pero tu seguiste mirando al frente, como si nada. Sentí cosquillas desde la punta de los dedos de los pies hasta los de las manos. Hacía frío, íbamos tapadas prácticamente hasta los ojos. Yo llevaba una fina bufanda negra y morada que me había comprado mi madre en las fiestas del pueblo, son un par de semanas antes de navidad y yo iba siempre pasando frío porque no tenía bufanda y ya sabes que soy muy friolera. Tú llevabas una enorme bufanda, de esas que son un círculo cerrado y parecen hechas de cuerda de lo gordas que son, de color amarillo oscuro. Solamente se nos veían los ojos y asomaban levemente nuestros labios. Fuimos de la mano hasta el portal de mi casa, ¿Recuerdas? Y cuando nos despedíamos me diste un beso en la mejilla, y luego me diste otro muy tierno en los labios, un pico. Las dos nos enrojecimos, nos despedimos rápidamente y entré en el portal. Tenía ganas de gritar y saltar, y subí las escaleras corriendo con una sonrisa de oreja a oreja y saltando en los rellanos. La vecina de abajo me vio justo cuando salía de casa, me sonrió y dijo: "Que bonito es el amor, ¿verdad?". Asentí con la cabeza sin detenerme hasta llegar a mi casa.

Mi padre estaba en casa, cosa que me extrañó mucho. Pero fue como si no estuviera, cuando fui a abrazarle me dijo un simple hola, sin siquiera apartar la mirada de su portátil. Tenía mucho trabajo.

Para cuando me he dado cuenta eran ya las cuatro de la tarde y no había ni comido, cada vez que recuerdo nuestros momentos juntas el tiempo parece detenerse.

He salido a dar un paseo, he llevado el paraguas morado que me dejaste aquella vez que estuvimos en tu casa y justo cuando me iba empezó a llover y a granizar, y eso que había estado soleado todo el día, y no tenía paraguas y tú me dejaste el tuyo, que te encantaba. Nunca te lo devolví, ahora es uno de los pocos recuerdos físicos que tengo de ti. Ha empezado a hacer un viento muy fuerte, el paraguas se me ha dado la vuelta y la tela se ha ido volando, he tenido que tirarlo y he vuelto a casa mojándome y llorando como una tonta. Solamente era un paraguas, pero era tú paraguas.

Al llegar me he desnudado, tenía calado hasta el sujetador y estaba helada. Me he llenado la bañera con agua casi en ebullición y me he metido. He estado hasta que el agua prácticamente estaba fría, al secarme me he puesto frente al espejo, hacía mucho que no me ponía desnuda frente a un espejo, y he visto el tatuaje tan pequeño que tú y yo nos hicimos en nuestro viaje al sur.

La última vez que lo había visto fue en tu cuerpo, justo debajo del pecho derecho, donde las dos lo tenemos.

He vuelto a llorar, me he preparado un sándwich mixto, me he envuelto en mantas y me he tumbado en el sofá a ver la tele. O a llorar con ella alumbrando mi rostro, pues me gusta más la luz tenue que desprende que encender las bombillas.