Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Meto la basura en el contenedor antes de que pase el camión de la basura.

7:00 a.m.

Llovizna y por esa misma razón traigo puesta una de mis sudaderas favoritas con gorro, todas color negro o gris oscuro, obviamente.

Camino a mi bebé estacionada y me recargo en ella, en dirección a la casa. Saco mi cajetilla de cigarrillos, la abro y me quedo quieta contando cuantos quedan.

Tres.

Levanto la mirada.

Ya se había calmado un poco mi asunto, pero creo que ha regresado.

Hace meses lo había dejado e iba bastante bien, parecía ir bien, pero de nuevo estoy cayendo.

Cierro los ojos para alejar los pensamientos y me llevo un cigarro a la boca, encendiéndolo. Suelto el humo llevando a la cabeza para atrás. No es un buen hábito, lo sé, pero ayuda. Al final qué más da, de algo moriremos.

Tomo respiro y suelto el aire en una exhalación de satisfacción. Escondo mi labio inferior entre mis dientes. Y termino abriendo los ojos al sentir unas pequeñas gotas de agua caer sobre mi rostro.

Regreso mi atención al frente, sin embargo, no dura mucho ahí y la llevo hacía aquella ventana que queda frente a la mía. Doy otra calada a mi cigarro y suelto el humo despacio. La luz está apagada. Me pregunto dónde estará el dueño. Es muy temprano aun, de seguro sigue durmiendo o...

—Ey —escucho aquel grito suave en forma de saludo a mi lado derecho. Quito con rapidez la mirada de la ventana, como si alguien me hubiera descubierto.

Y ahí está.

Noah.

Que novedad.

Parece que lo atraje.

Desvío mi cara de él, restándole importancia. Y de nueva cuenta escondo mi labio inferior entre mis labios.

—Hola —dice, acercándose—. No creí verte tan temprano, ¿vas al trabajo?

Le doy una leve mirada.

¿Cómo sabe que trabajo?

—Tu madre menciono algo sobre ellos.

Vaya, aparte de habliche, también lee mentes.

—¿Estas tomando un año sabático o...?

—¿Por qué estás hablándome? —lo interrumpo.

Noto su rostro un poco confundido, creo que mi tono frio y golpeado lo ha tomado por sorpresa. Poco me importa, la gente se acostumbra, o eso creo.

—Oh, bueno, ayer no pudimos platicar bien, y ya que seremos vecinos, no sé—se encogió de hombros.

Y he ahí otra vez esa sonrisa.

¿Nunca deja de sonreír?

¿Tú nunca sonríes?

Parece que mi actitud distante y desinteresada no le afecta mucho.

Recorre su mirada de mis ojos a mis manos. Específicamente a la derecha. Y es cuando me vuelvo a dar cuenta del cigarro, por un momento lo he olvidado.

—¿Qué? —sale de mi boca ganándome de vuelta su mirada.

—¿Fumas?

—No, solo lo encendí por diversión —ironizo.

—¿Lo haces muy a menudo?

Lo ignoro.

No estoy para un interrogatorio, y menos de mi nuevo vecino que ni conozco.

Llevo de vuelta la cajetilla de cigarros a mi bolsa y apago el que tengo en mi mano. Me alejo de mi moto. Aún falta mucho para el trabajo, pero tengo que organizar mis cosas.

Sin más, paso por su lado.

—Ok, Ela, talvez no es algo que me incumbe pero seremos vecinos —su voz me detiene—. Soy nuevo en la ciudad y no conozco a nadie, y al parecer somos casi de la edad, así que ¿no crees que deberíamos conocernos, aunque sea un poco?

Me giro.

Sus cejas están un poco alzadas, mientras espera de mi parte.

—No —contesto, finalmente a su pregunta.

Sonríe.

¿Por qué sonríe?

Definitivamente es raro.

—Yo creo que sí, Ellie.

—Es Ela, no Ellie —corrijo, con un tono de disgusto en la voz.

—Me gusta más Ellie, aunque no te queda —se lleva las manos detrás de su espalda.

Al parecer a don sonriente le gusta hacer chistes.

—Te crees gracioso ¿no?

—Algo —se encoge de hombros.

Para mí no lo es, en absoluto. No puedo ni podría tenerlo ni un segundo más cerca de mí.

Doy un paso adelante con su mirada analizando cada uno de mis movimientos, y digo:

—Escucha don sonriente, no tengo interés en hablarte, o conocerte, o ser tu amiga, o tu intento de querer conocerme —muevo mis manos a la par que explico—. Hay una línea entre nosotros y cada uno debe quedarse en su lado, ¿ok? Nada de querer volverse cercanos.

Sigo mi camino sin esperar a que responda.

—Los apodos son un buen comienzo, Ellie —lo escucho gritar aun cuando he avanzado mucho.

Me detengo en la puerta luego de entrar, me giro. Lo observo en el mismo lugar donde lo dejé. Y sin más, cierro la puerta de una.

***

Mi mente se siente perdida.

Las palabras de papá siguen dando vueltas una y otra vez en mi cabeza. No puedo enfocarme. Mi jefa se dio cuenta de ello y por esa misma razón me ha mandado a preparar los cafés y bebidas de los clientes y ha puesto a otra chica en mi lugar.

—Dos cafés late, señorita —dice Lucas parándose a mi lado.

Lucas es mi mejor y único amigo, bueno esta Chloe, pero ella es chica. El punto es que Lucas y yo nos conocemos desde niños y hemos estado juntos en las mismas escuelas. Cuando terminamos la carrera ambos no logramos conseguir trabajos de lo que estudiamos. Y terminamos aquí, en la misma cafetería.

Él ha hecho que todo esto se sienta como un logro pequeño y no como un fracaso, pero que aun podemos aspirar a algo más.

Gracias a él es que me siento acompañada, pero nunca lo diría.

—¿Por qué esa cara? —pregunta.

Lucas es el único aparte de mamá que puede leerme fácilmente a pesar de no expresarme mucho que digamos y eso no me gusta.

Me siento exhibida.

—No puedo cambiarla —digo, terminando de apretar el botón de la máquina.

—Sabes a lo que me refiero.

—Ha estado así desde hace como 10 minutos —habla Chloe a mi lado. Le doy una mirada rápida.

Estos son un dolor en el trasero cuando se lo proponen, ahora no lo son, pero son tal para cual.

Chloe es como un Lucas versión mujer, pero con el tornillo más ajustado, Lucas si ya no tiene tornillo.

Lucas le da una sonrisa antes de recargarse en la barra donde preparamos las bebidas.

—¿Sí?

Chloe toma los dos vasos del pedido previo que preparaba y se marcha. Siento la mirada penetrante de mi mejor amigo.

—Puedes decirme, quedamos en tener más confianza.

—¿Sí? ¿Exactamente de que confianza hablamos? —pregunto echándole una mirada a su mano derecha.

Aquella misma que siempre cubre del mundo con un guante, dejando solo a la vista la parte superior de sus dedos.

Aunque lo comprendo al cien por ciento, es una confianza totalmente distinta y ambas son difíciles en cada uno.

Confianza en su aspecto.

Confianza para expresarse.

Totalmente distintas, pero igual de complejas.

Estiro hacia él, dos vasos.

—Orden lista.

Me da una breve y rápida sonrisa.

—Ya entendí.

Ladeo mi cabeza y alzo las cejas.

***

Le doy una mirada más a la maleta mientras repiqueteo el pie izquierdo en el suelo. Con esta ya sería el doceavo vistazo que le doy.

Ha sido lo único que he hecho desde que llegue del trabajo.

Pensar, pensar y pensar.

Cuestionarme.

Dudar.

Arrepentirme.

¿Debo irme?

Tomar mis cosas y solo huir. Alejarme de todos y todo.

Desaparecer.

Encontrar un mundo en el que solo sea yo.

No reglas ni estigmas estúpidos.

Solo yo.

¿A dónde iría? No tengo ni la menor idea, pero siento unas ganas inmensas de solo desaparecer y sentirme en paz.

Tengo mis ahorros.

No hay nada aquí que me haga quedarme.

La pantalla de mi celular a un lado mío, se enciende ante la llegada de un mensaje y provoca que desvíe la mirada por primera vez de la maleta desde que llegué.

Lucas: Estoy afuera. Sal.

Aviento de vuelta el celular a la cama.

***

—¿Qué haces aquí? —le pregunto en cuanto salgo y me detengo frente a él.

—Uy, no seas tan fría que me lastima —bromea agarrando una bolsa de uno de los manubrios de su moto. Reconozco la bolsa donde eche las nuevas pinturas y pinceles que compre antes de llegar al trabajo. Mi rostro no transmite sorpresa, pero sí que la siento—. Se te olvido —la tomo enseguida antes de que termine. Se sorprende un poco por mi arrebate.

—Gracias.

—De nada —dice muy sonriente—. ¿Puedo saber qué es?

—No.

Coloca sus manos enfrente de él, rodeando su muñeca izquierda con su mano derecha.

—¿Por qué no? ¿Qué ocultas?

—Nada.

—Gim —suelta esa expresión, que provoca que su pecho y hombros se muevan. No insiste, me conoce bien—. Ok, aparte de traer eso que no me quieres decir que es, también vine porque está noche habrá show, por si quieres ir.

Eso de "por si quieres ir" es realidad un "ven"

—Carrera —corrijo/afirmo.

—Exacto.

—¿Por qué no me lo dijiste por mensaje?

—Bueno, por dos grandes razones. Uno: NO ves los mensajes, y dos: La conversación más larga que he tenido contigo ha sido de tres mensajes. Dos por parte mía para aclarar.

—¿Qué tiene que ver eso último?

—Mucho porque yo te mandaría un "Hola", tu responderías un "¿Qué?" y de ahí te diría la razón del mensaje y ya no obtendría respuesta tuya porque ya no verías el mensaje, en conclusión: para decirte algo debe ser en persona.

Tiene razón.

Aparte de que no suelo usar mucho teléfono.

No me interesa mucho que digamos.

—Tienes que ir, necesitas ver a tu amigo ganar.

Lamo mis labios y entre abro mis labios antes de decirle mi preocupación:

—Lucas no me gusta que participes en esas carreras te lo he dicho, si quieres ir a verlas está bien, pero que estés dentro de una me preocupa que algo salga mal —lo miro directo a la cara.

Sonríe. Revuelve mi cabello provocando que me haga a un lado. Suele hacer eso, porque aparte de molestarme es una "muestra de cariño"

Coloca esa mano con la que revolvió mi cabello, en mi hombro derecho.

—Siendo sincero aún se me es raro ver este lado de ti rara vez, pero no tienes de que preocuparte, siempre gano.

—Pero no siempre puede ser así.

—Tranquila Dixon, todo estará bien, lo prometo —y entonces su mirada se desvía atrás de mí, mirando algo en específico.

Giro la cabeza hacia esa dirección. Noah viene hacia acá con un pequeño traste de pasteles en sus manos, y vestido con ropa casual.

Su ropa o más bien su estilo esta fuera de lo norma a lo que he notado las pocas veces que lo he visto. Es un estilo muy "delicado" y elegante.

Su mirada esta ya sobre nosotros. Sonríe a forma de saludo y yo solo espero a que termine de acercarse.

—Hey, ¿está tu mama? —cuestiona, deteniéndose frente a mí y con un tono de voz más ligero que de costumbre.

Noto algo raro en su voz, no es muy bien que es.

Así que solo asiento.

Imita mi gesto y luego sus ojos dan con el bicho a mi lado, luego a mí y por último a la mano de Lucas que tiene sobre mi hombro.

—Lo siento no quería interrumpir.

—No pasa nada —responde, Lucas, alejando su mano de mi hombro y centrándose en Noah —. ¿Eres nuevo por aquí? No recuerdo haberte visto y eso que vengo muy a menudo.

Las cejas de Noah se juntan un poco al escuchar eso ultimo de Lucas, aun así, no borra su sonrisa, pero la relaja un poco.

—Si, acabo de mudarme. Justo en aquella casa —señala con su pulgar hacia su hogar.

—Vaya —las comisuras de sus labios dan hacia abajo dándome una mirada rápida—. Así que eres vecino de Ela.

—Si, mucho gusto soy Noah su amigo —ofrece su mano a Lucas.

—No somos amigos —corrijo yo.

Lucas ríe, aceptando el gesto de Noah.

—Lucas, el mejor amigo de toda la vida de doña seria.

Los ojos de Don sociable brillan al escuchar a Lucas, me mira y sonríe como normalmente lo hace a la par que toma un respiro que alza sus hombros. Y vaya que parece que el destino quiere torturarme al juntar a estos.

—Me alegra que Dixon vaya a tener vecinos de su edad, le vendrá bien.

¿Por qué habla como si no estuviera?

¿Y para que me vendría bien? No soy una niña.

Me toma por los hombros con su brazo.

—No es muy buena haciendo amigos como pudiste haberte dado cuenta. Y me gustaría que la ayudaras.

Lo miro como si quisiera matarlo. A pesar de que siempre sea la misma expresión para las demás personas, Lucas puede descifrar cada una.

—No necesito que me ayude en nada.

Ríe soltándome y acomodándose en su moto, cruzando los brazos.

—¿Qué es eso que traes ahí? —le pregunta. Deslizo mi mirada de él a Noah.

Este último mira el traste, rápido y luego a Lucas.

—Oh, es un panque de avellana que mamá preparó —explica—. Hizo un par y me pidió que le trajera este a tu madre.

Asiento.

—Que amable, ¿No, Ela? —Lucas me echa una mirada junto con una sonrisa.

—Si, muy amable, gracias.

—No hay de que—responde él. Mira a la puerta de mi casa y abre un poco su boca antes de decir—: Creo que debería llevarlo.

—Oh, sí, pero espera, aprovechando que estas aquí—dice Lucas—, ¿estarás ocupado esta noche?

Nos mira a ambos, pareciendo ligeramente curioso.

—No, ¿por qué?

—¿Qué estás haciendo? —le susurro.

Me ignora descaradamente y continua.

—Ya que eres nuevo en la ciudad y necesitas conocer nuevos lugares, convivir, conocer gente y esas cosas, te invito esta noche a mi show —dice muy feliz.

—¿Tu show? ¿cantas o algo así? —confundido pasa su mirada de Lucas a mí como si buscara una explicación de mi parte.

—Algo así, puedes venir con Dixotin para que sea fácil para ti, ella puede explicarte.

—Nunca dije que iría, y no me digas así.

—Claro que iras, Noah necesitara un guía, yo audiencia y Dixotin te queda prefecto.

—¿Dixotin? —Noah repite el tonto apodo.

—Shhh —musito en su dirección y eso solo provoca una mirada que expresa satisfacción por parte de él.

—Es una mezcla de Dixon y Tontín, Dixotin —Lucas da su no necesaria explicación.

—La mía será mi puño con tu cara si no dejas de molestarme —le digo y él levanta sus manos lado a lado en una expresión de "me rindo"

—Ándale ven esta noche ¿sí? Hazlo por Noah—lo señala, le echo una mirada, aburrida y me vuelvo a centrar en mi mejor amigo— O ¿acaso serias capar de dejar que vaya solo? ¿sin conocer nada? ¿y corra el riesgo de perderse? —dice todo con un tono de "pobrecito"

No suena mal.

De reojo percibo como Noah sonríe disfrutando del chantaje nada disfrazado de Lucas.

Exhalo y cierro mis ojos.

Espero no arrepentirme.

—Bien.

—Gracias, gracias —se lanza sobre mí, Lucas, rodeando sus brazos por mi cuello, abrazándome y acercándome a él. De inmediato llevo mis manos a sus brazos frunciendo mis cejas y cierro mis ojos apretándolos.

—Ah, aléjate.

—Sabes que no lo haré.

Con dificultad logro apartarlo de mí. Acomodo mi pelo y Lucas sonríe, divertido.

—No es gracioso.

—Claro que sí, ¿cierto, Noah?

Lo miro y él se encoge de hombros sin perder su sonrisa.

—Creo que debo llevar el panque a tu madre antes de que se enfrié y mamá me mate —Noah se dirige hacia a mí. Da un paso hacia un lado y luego otro, girándose poco a poco.

—Claro, huye —le grita en forma de broma Lucas cuando ya ha avanzado un poco. Noah se gira.

—Nos vemos esta noche —dice dándonos una última sonrisa antes de seguir hacia mi casa.

Veo seria a Lucas. Me cambio de mano la bolsa con mis materiales de pintura y le doy un pequeño y doloroso golpe en su brazo.

—Auch —exclama, sobándose.

—Ese es por abrazarme y este...—le doy otro—, es para que lo que sea que este pasando por tu mente, lo olvides

Las comisuras de sus labios dan hacia abajo, reteniendo una sonrisa.

—No tengo nada en mente, tranquila. Solo una corazonada se le llama —guiña un ojo y yo rodeo los ojos, cansada.

***

Termino de alistarme. Doy una última vista a mis jeans negros, a mi camisa de mangas largas color blanca y a mis botas del mismo color que mi chaqueta de cuero.

Apago la lampara de noche y experta en no hacer ruido, levanto la ventana.

Ya he hecho esto varias veces antes.

Me subo en la ventana y sin miedo me inclino a mi derecha colocando mi pierna izquierda seguido de mi mano izquierdo en la escalera que hay ahí. Es como una escalera de emergencia.

Bajo.

Una vez toco el pasto, me suelto y saco las llaves de la motocicleta. Camino hacia la parte de enfrente de la casa. Y en otro momento me hubiera montado en Doroti y me habría puesto en marcha, pero esta vez tengo que esperar a Noah porque Lucas me puso de su niñera prácticamente.

Tu aceptaste.

Y si dicen que las chicas se tardan en arreglar, es porque no han conocido a Noah. Ese hombre tardo en salir.

Lo veo cerrar la puerta de su casa, despacio. Mientras estoy inclinada en mi moto.

Camina temiendo a que vayan a descubrirlo. Y mientras lo hace, no puedo evitar darle un vistazo a como viene vestido.

Una camisa de vestir verde militar con las mangas dobladas hasta los codos, pantalones negros y tenis blancos.

Tiene buen estilo, he de admitir.

—Tardas demasiado —le reclamo en susurro en cuanto llega.

—Lo siento es la primera vez que salgo sin permiso —susurra de vuelta.

—Perfecto, somos la mala influencia —exclamo, sarcásticamente.

—Un poco si —bromea.

Exhalo y me coloco recta.

—Sube ya, o no llegaremos a tiempo —le pido. Enciendo la motocicleta a la aparte que se monta. Por uno de los espejos noto como mira a los lados no sabiendo de que agarrarse.—. Puedes sujetarte de mí o te vas a caer.

—Oh, claro.

Tímidamente siento sus manos grandes y delgadas posarse en mi cintura. Suelto un breve media sonrisa que quito en cuanto me pongo en marcha.

***

Miro el lugar lleno de carros y motocicletas.

Dios detesto esto.

Con suerte encuentro un lugar decente para dejar a Doroti.

—Ey, Dixon —me saluda uno de los chicos que cuidan los carros y motos mientras vamos dejando el lugar.

—¿Qué onda? —le contesto—. Ya sabes, cuídala —meto mis manos en las bolsas de mi chaqueta y continuo mi camino.

Mientras más avanzo más extraño me es que Noah no hable. No ha dicho nada desde que llegamos, y eso es de preocuparse.

Giro mi cabeza para verlo.

Lo encuentro mirando su alrededor con sorpresa.

—¿Qué pasa? ¿Nunca has venido a una carrera de autos? ¿Te da miedo? —obtengo su mirada enseguida que me escucha. Apresura su paso para llegar a mi lado.

—No es eso, es solo que solo he visto carreras de autos en televisión y no en persona. Al parecer viene bastante gente —dice.

Demasiada gente.

Si soy sincera, no es mi lugar favorito, pero estoy aquí por Lucas y nada más.

—Bastante —contesto—. Y lo primero que debes aprender es que aquí No todos son tus amigos, asique no te alejes mucho—aparto mi mirada y apresuro mi paso—. Sígueme.

Caminamos hacia donde se supone que inicia la carrera.

—Creo que de verdad les gusta esto —lo escucho decir.

No contesto, solo me dedico a continuar caminando. Diviso a lo lejos a uno de los chicos que ayuda a prepararse a Lucas. Nos guio hasta él. Lo saludo y él ya no tiene que esperar a que le pregunte por mi amigo, en su lugar solo nos lleva hasta donde está.

Antes de llegar a la carpa donde espera el corredor estrella, Noah vuelve a hablar:

—Si soy sincero, creí que Lucas cantaba.

Rio mentalmente.

Lucas ¿cantar?

Por el bien del mundo y de mis oídos agradezco que no lo haga.

—Lucas puede hacer todo, menos cantar —contesto, sin mirarlo. Puedo sentir su mirada intensa sobre mí.

—Nunca creí que él se dedicara a estas carreras.

—No se dedica a esto, viene muy escasas veces, James —detengo el paso al llegar a la entrada de la carpa, levanto mi mano derecha al chico y este se larga. Veo a Noah— ¿Por qué mejor no le das un abrazo, unas palabras de aliento o yo que se a nuestro corredor estrella? —abro la carpa antes de que conteste.

Lucas está sentado frente a un espejo, con los ojos cerrados como si estuviera meditando y en cuanto escucha el ruido, mira hacia acá y se pone de pie sin dudar.

—Ela, James —sonríe, tanto que creo que las mejillas se le pueden romper—. Creí que no los iba a ver antes de la carrera, mejor dicho, creí que no llegarían.

—Prometimos que vendríamos —dice, Noah.

—Lo sé, pero con Ela —bromea. De verdad, no llevo ni un minuto que llegue. Ambos ríen—. Es broma. Gracias, de verdad por venir, me dan más ánimos para salir.

—Aja, si —digo, solo para molestarlo—. Solo sal y gana esa carrera, ¿escuchaste?

—Claro —revuelve mi pelo, alejo su mano de mala manera—. Ya, ven aquí—me jala y me abraza de la misma manera que en la tarde y sin pedirme permiso alguno, otra vez. Yo apenas coloco mis manos en su cadera.

El contacto físico no es lo mío ni tampoco expresar tanto cariño.

Mientras pueda evitarlo, mejor.

Me suelta por fin y ahora se dirige a Noah.

—Tal vez todo sea algo...impresionante para ti, pero estarás bien con Ela— palmea su brazo izquierdo.

No debería confiármelo tanto, solo digo.

***

—No traigo dinero —escucho decir a Noah. Doy una mirada en su dirección. Un hombre se va alejando de él cuchichiando cosas no muy gratas. Es el tercero que le ofrece apostar en lo que va de la noche, pero digamos que son de esos no muy confiables y no cantidades pequeñas.

James me ve y sonríe poco.

—Es por tu ropa —digo.

—¿Qué? —mira su ropa—. ¿Qué tiene de malo?

—Digamos que llama la atención, por eso esos hombres te ofrecen apostar.

—Oh, no sabía que había código de vestimenta.

Esto apunto de responderle cuando los gritos de la gente me dejan sorda. Veo hacia enfrente.

El presentador hace que la gente se vuelva aún más eufórica.

—¡¿Están listos para la última carrera de esta noche?! —exclama el señor por el micrófono.

Y como respuesta la gente grita.

—¡No los escucho, carajo! —la gente grita aún más—. ¡¿Quién va ganar?!

Unos gritan el nombre de Lucas y otros el del contrincante. Aquí hay de todo.

—Denle la bienvenida después de tanto tiempo, a nuestro devorador, el que siempre trae la mejor cara, ¡GREFT!

Las luces delanteras del auto de Lucas parpadean varias veces provocado por el mismo. El presentador hace lo mismo con el otro corredor.

El viento sopla con mayor intensidad mi pelo y hace que meta las manos a mi chaqueta y me dedique a observar con mayor detenimiento lo que pasa.

Varios minutos después, se comienza una cuenta atrás y al llegar al 0, aquella chica en medio de ambos carros, baja la bandera y los corredores salen dando inicio a la carrera. Lucas es—por algo mínimo— el primero en salir.

Mi corazón late rápido, aunque parezca que no tengo sentimientos siempre que lo vengo a ver, está ese pequeño sentimiento de preocupación. Y en el fondo pido porque todo salga bien.

—Ela —escucho a Noah, parado justo a mi lado.

—¿Qué? —no quito la mirada de la dirección por donde se fueron los autos.

—Jamás creí venir a un lugar como este, y mucho menos que sería a la semana de llegar aquí.

—Lo sé.

—Gracias.

Volteo a verlo. Me ha sacado de onda. ¿Por qué agradece?

Me le quedo viendo un rato y él a mí.

Me sonríe y lo siento tan extraño que lo haga tan directo que me hace desviar la mirada.

—Concéntrate, en cualquier momento Lucas pasara la línea de meta.

Lo escucho soltar una risilla y acomodarse en su lugar.

***

La adrenalina y la emociono invaden mi cuerpo, aunque mi rostro no lo aparente, al ver venir a lo lejos un auto.

La gente grita y grita y no se detienen.

No es hasta que el auto pasa la línea de meta, que todo se descontrola y se provoca un festín.

El auto se detiene y de él sale su conductor. Se quita el casco, lo levanta y grita:

—Woooo.

La gente le hace par.

Se nota el apoyo que tiene Lucas. No me es extraño, él tiene ese algo que le encanta a la gente.

—Wooo—escucho ese grito con cierto tono que reconozco.

Miro a mi lado disimuladamente y Don sonriente está muy feliz aplaudiendo y gritando. Parece que disfruta más que nadie esto. Me centro de vuelta en mi mejor amigo y saco las manos de mi chaqueta y comienzo a aplaudir.

***

La gente va retirándose poco a poco, unos a sus casas, otros a alguna fiesta. Todo ha salido bien, esta vez no llegó la policía, así que punto para nosotros.

Estamos parados a un lado de la carretera esperando a Lucas. No tiene para cuando.

—Y ha ganado —Noah empieza la conversación.

Se me había hecho raro que no estuviera hablando desde hace un rato, pero ha vuelto.

—Si.

—¿Estás feliz? —mis ojos conectan con los suyos. Él tiene esa breve y amable sonrisa, que tiene todo el tiempo. Mete las manos a los bolsillos de su pantalón—. Digo, es que no te he visto sonreír.

No soy mucho de sonreír.

No me gusta.

—Estoy feliz —miro hacia donde está Lucas.

—Se nota.

Rio mentalmente.

Mi mejor amigo se despide con una sonrisa y dándoles la mano a los chicos con los que hablaba. Camina hasta nosotros.

Sigue con su traje de corredor de carreras y su casco quien sabe dónde lo dejo porque no lo trae.

—Felicidades, Lucas —Noah es el primero en hablar al estar los tres.

—Gracias, amigo —me mira y ahí está esa sonrisilla traviesa—. Y.... ¿Quién es el mejor? —canta mientras hace un bailecito—. ¿Quién es el ganador? ¿Quién es el mejor? oh, yes, oh yes, ese soy yo.

Suelto apenas un breve suspiro ante su baile ridículo y desvío la mirada.

—Aja te hice reír —me señala.

—No me he reído —corrijo. Me mira, levanta sus cejas y sonríe sin llegar a mostrar sus dientes. Rodeo los ojos e inhalo profundo—. Felicidades —le pego en su brazo izquierdo y ríe alegremente.

Miro hacia mi derecha y me topo con que Noah me está mirando.

—¿Te gusta la mirada?

Un ligero color carmis llena sus mejillas.

—Ah, no, yo solo...

—¿Quieren ir a tomar algo? Yo invito —interviene, Lucas.

Noah ve su celular y hace una mueca. En cambio, yo miro a Lucas.

—Lo siento, tengo que llegar a casa antes de que mi madre se dé cuenta que me escape.

—Oh, entiendo, talvez en otra ocasión —don sonriente asiente. Lucas me mira—. ¿Tú qué dices, pequeña?

Lo pienso. No es como que me importe que mi nuevo vecino que no sabe moverse por la ciudad, regrese solo a casa, pero yo lo traje así que por lógica yo lo debo llevar.

No soy mala gente.

—Me gustaría, pero voy a llevar Noah.

—No se preocupen por mí, puedo tomar un taxi.

—Yo te traje, yo te regreso —digo, firmemente.

Lucas alterna su mirada entre nosotros. Chasquea su lengua y se acerca más a nosotros.

—Bueno, fue muy lindo tenerlos aquí, una vez más gracias por venir —nos dice.

—No hay de que, fue divertido —aclara, Noah.

—Hubiera sido más divertido si hubiera llegado la policía.

—¿Sí? —responde no tan seguro.

—Solo cuídate, tonto—finalizo.

—Igual, ustedes.

Soy la primera en girarse y caminar en dirección a donde estaba mi moto.

***

Apago el motor estacionándome. Siento segundos después a Noah bajarse.

Aparco mejor la moto y le hago segunda.

Camino en dirección al árbol que había entre ambas casas para ir hacia la escalera de emergencia de la casa. Sin embargo, no me esperaba que Noah hablara.

—Ela

Lo miro, enseguida. Teniendo una mano en la chaqueta.

—Gracias, por llevarme. Fue divertido.

—Solo no te emociones, Lucas dice que hubiera sido más divertido si hubiera llegado la policía, pero créeme que tuviste suerte de que esta vez no llegara.

—Ambos la tuvimos entonces.

Nos quedamos callados un largo rato.

—Bueno —mira sus zapatos—. Entonces, ¿nos vemos luego?

Tal vez.

—Buenas noches, don sonriente —me despido y me giro para subir la escalera.

Levanto despacio la ventana y con sumo cuidado entro. Me preparo para ir a dormir y, antes de ir a la cama, echo una última mirada hacia afuera por mi ventana. Justo como si lo hubiera llamado, Noah aparece con su ropa para dormir. Alza su mano a forma de despedida.

Hago lo mismo, y para cuando desparece, me quedo con la mano aun arriba, mirando fijamente su ventana.

Hoy fue diferente. Como una nueva ecuación que de alguna manera siento que no es del todo mala.

No lo sé, talvez esté equivocada. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro