Entre tantos vaivenes, con lo que más se entretenía era yendo al locutorio con sus amigos a chatear, o bien en casa, enviándose mensajes de texto románticos con cada chica que conocía y sabía que gustaba, cosa que por aquellos tiempos no era difícil.

De sus relaciones especiales de aquel año destacaban concretamente dos. Comenzando por Fanny, una chica de Madrid que conoció en el chat donde se conectaban niños y niñas en aquella época inocente. Una chica con la que intercambió finalmente su dirección de messenger y número telefónico, tanto móvil, donde una batalla de perdidas significaba que te estabas acordando de esa persona, como de casa, donde se hacían llamadas de horas y horas sin terminarse el saldo. Por aquel entonces Buggie tenía una tarifa donde si no excedías los 60 minutos en la misma llamada solo pagabas el primer minuto, aunque él prefería perder la noción del tiempo y afrontar las broncas mensuales de Frida que llegarían tras ver la factura prometiendo que no volvería a pasar aunque al final el acto se repitiese mes tras mes.

Las conversaciones con Fanny, sin darse cuenta, cada vez se volvían más afectivas. El ego de Eiden, a quien Fanny conocía, no dejaba de aparecer pensando que aquella chica estaba enamorada de él y, por ende, había que seguirle el juego del amor. Eso era el amor en aquel entonces para él: un juego de intercambios de palabras, besos, abrazos y caricias que no tenían más importancia, pues como ya sabéis, él pensaba que podía tener a las que quisiese cuando quisiese ya que eso le habían dado a ver hasta ahora y el juego de verdad comenzaba con internet, teniendo de 5 a 8 novias pese a sus tropiezos sin bajarle el ego. Para él no era nada raro, simplemente no podía elegir solo a una persona, consideraba que cuando se quiere a alguien es por algo y siempre habría alguien que le pudiese ofrecer algo que otra persona no podría, aunque a decir verdad en aquel entonces el amor era siempre igual, muy cariñoso, respetuoso, inocente, etc, nunca había maldad y siempre se cuidaban a las personas. Valores que hoy por hoy, pocos podrán entender o revivir.

La relación con aquella chica de Madrid duró algún tiempo, todo iba bien, incluso en noche vieja se durmieron juntos hablando por teléfono pero todo cambiaría durante el curso, cuando ella se mudó a Tenerife y conoció a una amiga de estilo gótico y le presentó a su novio, Eiden.

Una videollamada por messenger al joven tras salir de clase, una amiga con mucho desparpajo e iniciativa, Emily, fue lo que cambió el destino de Fanny.

La nueva amiga no tardó en agregar a Eiden y ambos comenzaron igual que empezó la pareja en sus inicios, de hecho, ellos cada vez que hablaban coincidían en algo y acabaron por tratarse como hermanos.

Al chico le comenzaba a gustar el rock y empezó a practicar con su nuevo instrumento, el bajo eléctrico por el cual ahorró mucho tiempo para hacerse con él ya que pese a ser hijo único y pedírselo a su madre, esta le respondió enseñándole el real valor del dinero:

- Mamá, mis amigos dicen que como con la guitarra solo hago punteo, me ven como bajista. ¿Me compras uno?

- Vale, yo te compro el bajo pero tendré que quitarte la paga para siempre.

- ¿Por qué?

- Hombre, no querrás que te de dinero y encima te lo pague yo todo.

Esta frase al joven le hizo replantearse su idea de adquirir de forma rápida su nuevo instrumento, era perder su dinero para siempre o dejar de guardar, pagarse sus caprichos pero seguir recibiendo dinero, lo cual quizá así luego podría comprarse más cosas.

Interesante reflexión. Y con una idea totalmente acertada decidió empezar a ahorrar con el fin de conseguir el premio a sus esfuerzos.

Aquí teníamos el nuevo estilo híbrido ya más encarado al rock en un Eiden que deseaba tocar algún instrumento. Una Emily a la que le gustaba aquel estilo pero que sin darse cuenta acabaría por volver 'emito'a su "hermanito". Un chico que compartía una locura y forma de pensar muy similar a la nueva chica, amiga de su pareja, o, al menos, una de ellas.

De ella aprendió frases reflexivas muy interesantes y que, tras analizarlas le daba la razón, como por ejemplo, una de tantas frases aleatorias que remarcaba era que siempre se tienen 5 minutos aunque sea para prestarle atención a alguien cuando realmente te importa.

Eimy, también era repetidora en su clase y, por ello, coincidió con Fanny. Su acento canario, dulce a la vez que borde y travieso se adentraba del oído a la mente del chico sin darse cuenta ya que ambos eran iguales. En algún momento reconocieron estar pasándose de la raya en sus conversaciones y estar haciéndolo mal por su actual pareja y, en el caso de Emily, su amiga.

Estaban seguros de querer cambiar el rol y seguir siendo simplemente amigos pero, por A o por B, la conversación reflexiva que tuvieron les quitó el sentimiento de culpa y comenzaron algo peculiar, algo que su novia no encajaría muy bien.