- ¡Tienes que complacerme! -Dijo Jean a su hija menor de edad en la cama mientras la tocaba y se abalanzaba sobre ella.
- ¡Yo no quiero, eres mi padre y no tengo que hacerlo! -Respondía Frida sin entender nada.

Corrían los años 50, Jean y Lenna eran un matrimonio que tenían que migrar como muchas personas por motivos laborales.
Fue allí, en Bélgica, donde decidieron seguir sus trabajos y comenzarían una nueva familia con un niño, Erineto, dos mellizas, Frida y Meghan y el pequeño Paul.

Si nos posicionamos en el año 1961, año en el que nacieron estas dos pequeñas, podremos imaginar las dificultades como mujer que tendrían en aquella casa para tener los mismos juguetes que sus hermanos varones o su misma libertad para salir con sus amigos. Además del acoso y maltrato recibido en casa por dominio masculino a través de su padre.

Cuando las niñas tenían 5 años, la familia tuvo que regresar a su vieja residencia y comenzar de nuevo su vida en España.

El tiempo pasaba y los enfrentamientos en casa de Frida con Jean aumentaban:

- ¿Ya vienes de zorrear por ahí? ¡Puta! Eres una puta, vas por ahí buscando tíos... a saber lo que harás. - Intentaba señalar Jean con tal de volver a discutir con su hija una vez más.

- Mira, yo a ti no tengo que darte ninguna explicación, si no te gusta que salga, no te preocupes que no lo tendrás que volver a ver. -Dijo Frida cansada de aguantar siempre el mismo panorama.

Cogió el bolso que llevaba para salir con únicamente sus llaves de aquella casa, las cuales ya no volvería a necesitar y su libreta de banco. Esas fueron todas sus pertenencias tras haber tenido su última discusión en casa y marcharse a empezar una nueva vida. Aún no sabía cómo ni dónde pero era joven, podría salir adelante con su lucha y fortaleza.

1978.
A punto de cumplir su mayoría de edad y pensando que ya llevaba algún tiempo con Franc, su pareja la cual conoció en una obra de ballet que organizaba el instituto donde ella inició su curso de administración y sin prepararse ninguna mudanza, intentaron comenzar una vida juntos en casa de Dory, madre de Franc y futura suegra, con quien tampoco tuvo muy buen pulso al caer.

Franc era considerado el chico más guapo en aquel instituto. Todas las chicas babeaban con él excepto Frida que tampoco le pareció nada del otro mundo.
Entre que no cumplía la regla de sus gustos físicos y que él lo potenciaba haciendo el 'gallito' con sus amigos piropeando a las chicas, la única palabra que salió de la boca de la joven hacia Franc fue un comentario que le hizo a su compañera tras un vulgar piropo de éste:

- Qué gilipollas.

Otra pista de patinaje. Risas y burlas por parte de la familia de Franc. Otra casa con una vida lamentable y su chico sin mostrar acción ni reacción alguna. El machismo seguía de moda y ella debía obedecer las órdenes que le daban en aquella casa y de aquellas maneras pero esta vez, no duraría mucho.

Frida era una mujer fuerte y autosuficiente como para poder buscarse la vida para salir adelante. 

Tras largas noches de insomnio, Frida recurrió a su pilar más fuerte, su hermana Meghan. Una larga conversación explicando la situación que estaba viviendo en casa de Dory le expuso la verdadera necesidad que tenía por encontrar un trabajo y volar de allí en cuanto antes. Quizá esa pudiese ser la solución a su problema.