Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8


Camino avergonzada, con la tarta de manzana más grande, hacia la puerta de Pablo. Desde ayer me he sentido mal, más bien me considero una pendeja total y no he dejado de pensar en Pablo.

Soy una horrible persona.

La nota que me entregó ayer con el ramo de flores y luego la de Marcela, me dejó hecha un lío. Él tiene problemas para escribir y aun así lo hace conmigo.

Él me escribe, a mí.

Después de dar mil vueltas en la cama y de maldecirme otras mil veces, decidí llamar a Jenny y contarle. Mi hermana, siendo la idiota que es, me aconsejó que le ofreciera un show por mi ventana. Colgué el teléfono inmediatamente.

Luego de mucho pensarlo, la idea de ofrecerle una de mis tartas como disculpa por mi odioso comportamiento, me pareció una buena idea.

Ahora, justo frente a su puerta, ya no me parece tan adecuado.

¿Y si no le gustan las tartas?

Suspiro y levanto mi mano, para detenerme antes de hacer contacto con la madera. Tomo una profunda respiración y lo intento de nuevo. Fallo. Una tercera vez y es lo mismo; estoy a punto de volverme y esconderme en mi casa, pero la puerta se abre e interrumpe mi huida.

—¿En serio te vas a ir sin enfrentarlo?

Levanto mi mirada hacia la despampanante mujer, que me fue presentada la otra vez como la hermana de Pablo, y me encojo un poco de vergüenza.

—¿Sí?

—¿Preguntas o respondes? —Sonríe y se cruza de brazos.

—¿Ambas? —respondo y ella rueda los ojos

—Ven, sigue, aún no llega. Puedes esperarlo en la sala.

Abro mi boca para decirle que volveré más tarde, pero no me deja hacerlo. Halándome por mí brazo, me lleva dentro de la enorme casa y me arrastra hasta la sala. La señora Edith me saluda desde uno de los sofás, está tejiendo alguna especie de suéter mutante. Marcela salta de su lugar en el suelo cuando me ve y Samanta corre a abrazar mis piernas.

Suchy —susurra y me sonríe. Devuelvo la hermosa sonrisa a Sami y me inclino para besar su mejilla.

—Hola cariño, ¿cómo estás? —Asiente y entiendo que eso quiere decir que está bien. Marcela se acerca y me abraza—. También estoy contenta de verte.

—¿Es para mi papá? —pregunta apuntando a la tarta que balanceo en mi mano libre.

—Sí —Hago una mueca y suspiro—, vengo a disculparme por haber sido tan... tonta.

—Oh no tienes por qué sentirte así querida —dice Edith enviándome una sonrisa cálida—, de vez en cuando es bueno poner a un hombre en su lugar. Créeme, a mí hijo le hace falta eso con frecuencia.

—Sí pero... él me envió una nota.

—¿Y?

—Bueno, eso es algo.

—Sí, lo es. Y si no hubieras hecho lo que hiciste, él no te escribiría. Sigue tal cual, ya has hecho un gran trabajo hasta ahora.

Sus palabras y la diversión que veo en sus ojos me hacen sonrojar. Un brazo se posa en mis hombros y me sobresalto, casi dejando caer la tarta.

—Cuidado ahí, no queremos que la tarta se eche a perder y después no tenga con que fastidiar a mi hermano.

—Lo siento —murmuro.

—Ah no te preocupes. Fue mi culpa por tomarte por sorpresa. Por cierto, soy Claudia.

—Su...

—Ya lo sé, Susana, en esta casa no se habla de otra cosa más que de la increíble, hermosa y fantástica vecina.

—Oh.

—¿A qué no adivinas cuál de esas palabras salió de la boca de mi hermano? —pregunta meneando las cejas.

—Bueno, el hecho de que él haya podido decir cualquiera ya me sorprende.

—Tonterías, de la boca de mi hermano, cuando se abre y decide comunicarse con el mundo, sólo salen bonitas cosas sobre ti. —Levanta su brazo y no muy sutilmente me empuja para sentarme en el sofá libre—. Lo cual es asombroso, por lo general él solo gruñe sobre las personas y siempre son quejas. Es un pecado respirar a su alrededor; excepto por la familia.

—Vaya, eso es... bueno saberlo —comento absorbiendo cada una de sus palabras y guardándolas en mi mente. Mi pecho trata de inflarse con orgullo por haber impresionado a Pablo de esa manera y tener a todos preguntándose que hice para llamar su atención.

Me gustaría también, saber qué fue lo que hice.

Claudia se sienta frete a mí justo cuando el ruido de un auto se escucha desde afuera. Conozco el sonido de ese auto. Mi piel se eriza inmediatamente y mi corazón acelera su ritmo.

Es él.

—Hora del show —murmura Claudia.

Las tres mujeres restantes se ríen. Samanta viene corriendo y se sienta a mi lado. Su pequeña manito se posa en mi mano, como adivinando que estoy a punto de salir corriendo por lo nerviosa que me encuentro. Le miro y sonrío, ella devuelve el gesto.

La puerta se cierra y el murmullo de dos voces llega hasta la sala. Pablo gruñe mientras el otro hombre se carcajea. Lo primero que veo cuando cruzan hacia la sala es su pantalón y zapatos, tal vez se deba a que estoy aterrada mirando hacia el suelo. Ambos hombres se detienen abruptamente, levanto mis ojos al sentir los suyos en mí y mi respiración se atasca por un segundo.

—Mira lo que trajo el viento —bromea Claudia señalándome. Edith sonríe y el hombre al lado de Pablo, que es uno de los apuestos hombres que nos vieron ese día a Jenny y a mí peleando en la tierra, resopla.

—¿Qué no es algo así como "lo que el viento se llevó"? —dice confundido, mira a Pablo y luego a Edith—. ¿Es una película verdad?

—Es una novela histórica de 1936 y una película de 1939 —respondo automáticamente. Quizás por los nervios o por el hecho de que Pablo no ha quitado sus ojos de mí y eso está haciendo algo serio conmigo.

—Bueno al menos acerté un poco —dice el hombre y se adelanta para extenderme su mano—. Soy Saúl, el hermano menor.

—Su...

—Susana. Lo sé. —Sonríe y Claudia deja escapar una risita.

¿Qué tanto hablan de mí en esta familia?

¿Eso es bueno o malo?

—Yo... eh... —Mi mente se queda en blanco. Pablo continua mirándome, mientras camina y se sienta al lado de Samanta.

—Princesa —murmura y besa la cabeza de la niña. Sus ojos se demoran un poco en nuestras manos conectadas.

—Papá. —Soltándome, la pequeña se abalanza sobre su padre. Saúl se une a su madre y empieza a ayudar a desenredar la lana. Claudia se concentra en su teléfono.

Marcela viene y se une al abrazo, Pablo les pregunta sobre su día y cuando está satisfecho con sus respuestas, regresa sus ojos hacia mí. No puede evitar contemplar la cicatriz de su rostro cuando se concentró en sus hijas. Es extraño lo poco que me llama la atención, cada vez que le miro, son sus ojos los que me hipnotizan y no puedo alejar los míos de los suyos.

Tomando aire y sintiéndome valiente, extiendo la tarta y murmuro—: Vine a disculparme por ser tan borde la otra vez.

Pablo mira la tarta y luego a mí. Es el mismo hombre serio y siniestro de siempre. Mis oídos pitan y mi cara se colorea cuando no toma mi ofrenda de paz y continúa observándome como a un animal en estudio.

—Si no la quieres yo si —dice Saúl y se levanta para tomar la tarta. Pablo le gruñe y lo mira amenazadoramente, arrebata la tarta y la lleva a su regazo. El chico levanta sus manos y se rinde.

—Está bien hombre, pensé que la dejarías con la tarta en el aire.

—Creo que deberíamos salir un rato —ofrece Edith—. Vamos niñas, Saúl, Claudia.

—No te preocupes —dice Claudia pero Edith le da una mirada que se me hace muy parecida a la de Pablo y cierra su boca. Se levanta como un resorte y tomando de la mano a Marcela y a Sami, camina detrás de su hermano y su mamá.

Muerdo mi labio y miro a Pablo de nuevo. Su boca está levemente curvada hacia un lado mientras me mira, suspiro aliviada.

—Lo siento —ofrezco.

Niega con la cabeza y su sonrisa crece. —¿Es de manzana?

—Ujum.

—Amo las manzanas.

—Uh, no lo sabía.

—Lo sé. Gracias —dice y se levanta, camina fuera de la sala, dejándome sentada y confundida.

Frunzo el ceño y me debato entre, salir y unirme a la familia o correr a mi casa y esconderme en el baño.

—¿Vas a venir? —La voz de Pablo me sobresalta. Lo miro confundida—. Voy a comer mi tarta favorita, ¿vienes conmigo o te quedas aquí? Yo preferiría que vinieras conmigo.

—Oh, sí, claro.

Me levanto y lo sigo hasta la cocina, claro que observo su trasero en esos pantalones de lino, se ve delicioso en ellos. Tiene una muy buena parte trasera, firme y del tamaño correcto.

—¿Quieres un poco?

De ese trasero, obvio, por supuesto, desde luego, que SÍ.

—¿Susana?

—¿Eh? —levanto mis ojos de su trasero y me encuentro con sus divertidos ojos.

—¿Pregunté si querías compartir la tarta conmigo?

—La tarta, oh, claro. Me gustaría.

Busca platos en el gabinete y yo me siento en uno de los taburetes, me gustaría admirar la cocina, pero este hombre se ve demasiado bien en traje como para no observarlo. Sería el modelo perfecto para esos comerciales o para dar degustaciones, es decir, quien se negaría a un hombre así si te preguntará...

—¿Leche?

—Me encantaría —murmuro soñadora y me pateo mentalmente cuando su sonrisa se ensancha al verme comiéndomelo con los ojos.

¿Puedes ser más obvia, Susana?

Muerdo mi labio nuevamente para evitar dejar salir algo inapropiado. Pablo llena los vasos de leche y parte, como un experto, la tarta en varios trozos. Toma dos para ambos y los trae a la isla.

No pruebo mi pedazo hasta que él no toma el suyo, no sé si estoy alucinando o si realmente se ve emocionado por comerlo. Lo lleva a su boca y espero, espero y espero por su reacción. Mastica y me mira, toma otro pedazo y ladea su cabeza mientras lo come, bebe un poco de leche y con un bigote de la misma sobre su labio superior, sonríe y murmura, llenando por completo mi corazón:

—La mejor tarta del mundo.

_______________________________________________________


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro