Capítulo 15
—¿Cómo estás cariño?
—Bien mami. Un poco ocupada con un pedido grande, pero todo ha estado bien. ¿Cómo está papá? ¿Tú?
—Bien cariño, tu padre como siempre, con sus cosas. Hoy le dio por ser carpintero. Ha estado puliendo un trozo de madera que, según él, se convertirá en una hermosa silla para el jardín.
Me rio entre dientes imaginando a papá. Cada mes tiene un proyecto nuevo, ya sea crear un nuevo artefacto para ahorrarnos alguna tarea de la casa o convirtiéndose en algún profesional de la madera, la pintura, la cocina, etc. El mes pasado era un excelente decorador y contratista e intentó remodelar la casa de huéspedes. Dañó la tubería de la cocina e inundó toda la casa.
—¿Y cómo va con ello?
—No va, sigo viendo el mismo trozo, sólo que más deforme ahora.
—Pobre papá.
—Ay que dejarlo que sea feliz, cariño. Si él quiere improvisar, que lo haga.
—Tienes razón.
—Entonces, alguien me contó que andas saliendo con un chico.
Jennifer Cruz y su bocota.
—¿Alguien? Mami, sólo una persona pudo habértelo dicho.
—¿Es cierto?
Suspiro y maldigo a mi hermana. Ahora mi mamá empezará a acosarme para que le permita conocer a mí... novio.
—Apenas estamos conociéndonos.
—Oh, qué maravilla. Ya era hora de que alguna de ustedes dos sentara cabeza.
—No estoy confirmando un matrimonio mamá, sólo salgo con alguien.
—Bueno, eso es perfecto. Estaba esperando esta noticia, creí que ibas a seguir en los mismos pasos de tu loca hermana.
—Jenny también es tu hija —murmuro rodando los ojos.
—Sí, pero Jenny es Jenny. Es más fácil domar a un león que a tu escurridiza hermana.
—Vuelves a tener razón.
—De todas maneras, ¿Cuánto lo conoceremos? Espera a que tu padre se entere. Sacará la parrilla y te exigirá que lo invites el próximo domingo.
—Mamá, espera...
—Oh, deberíamos hacer un almuerzo familiar, podría traer a su familia y así todos nos conocemos...
¿Ven?, es por eso que a mi madre no se le puede decir algo como esto. Ella y mi padre nos tendrán casados en menos de un mes, y si por ellos fuera, embarazados a los quince días.
—¡Mamá!
—¿Qué pasa cariño?
—Mami, sabes que te amo pero... estás apresurándote con todo. Pablo y yo apenas estamos empezando a conocernos. No creo que sea conveniente organizar una fiesta familiar todavía.
—¿Se llama Pablo? Me gusta ese nombre, ¿te dije que una vez pensamos en ese nombre si teníamos un niño?
Oh por favor... mátenme ahora. Maldita Jenny.
—Mamá, en serio, estás yendo más allá. Sólo déjalo estar ¿sí?, cuando sea el momento de presentárselo, lo haré.
—Está bien hija.
—Y no se te ocurra decirle a Jenny que te ayude a acosarlo, ni busques su dirección ni pidas su teléfono.
Mi madre hace un sonido de jadeo y murmura—: ¿Cómo puedes creer eso de mí? Jamás tendría tal comportamiento.
—¿Quieres que recuerde a cada una de mis citas y lo que hiciste con cada una de ellas? Especialmente esa vez en que hiciste una incursión dentro de la casa de uno de mis novios.
—Tenía el presentimiento de que ese chico era algo diferente. Tenía que asegurarme que era el correcto para ti.
—¿Y por eso te escondiste en su baño?
—Bueno...
—Ya mami, es todo. Confiaré en que dejaras que mi relación crezca son intervenir.
—Puedes confiar en mí.
Eso espero.
—Gracias mami.
—¿Vienes mañana al almuerzo?, tus tíos están en la ciudad y quieren verlas a ambas.
—Sí mami, mañana iré a almorzar.
Mamá me entretiene en el teléfono unos minutos más, mientras termino el ramo que me pidieron para una fiesta de quince años. Me despido y le vuelvo a recalcar que deje a Pablo en paz. Sólo espero que me escuche y obedezca.
Cerca de las cinco de la tarde, decido regresar a casa y dejar en manos de Yami y de Simón, la tienda. Estoy demasiado exhausta. Llego a mi habitación y me preparo un delicioso baño relajante. Decido depilar mi cuerpo y consentirlo con algo de cremas y lociones humectantes, armonizando el ambiente con la música de Prince Royce.
Pablo me envío un mensaje al medio día, quiere que salgamos a un evento esta noche. Es la presentación de una obra teatral de un amigo suyo, y quiso que fuera su acompañante. Cabe resaltar que Pablo odia totalmente la idea de la obra, pero su amigo fue algo insistente y al tenerme cerca —sus palabras— sería un buen motivo para tener otra cita.
Busco en mi armario el vestido de color salmón que llega un poco por encina de la rodilla, y unos tacones a juego. Aplico el maquillaje adecuado y rizo totalmente mi cabello corto, con este peinado me llega hasta la barbilla.
A las siete en punto, tocan a la puerta de mi casa. Mi cita ha llegado.
—Dios, te ves... mucho más hermosa que siempre.
—Gracias —murmuro con las mejillas encendidas, y no por el cumplido, Pablo se ve lo suficientemente comestible en ese traje azul oscuro. Ha peinado su cabello hacia atrás y su rostro luce una hermosa y radiante sonrisa—. Tú te ves increíblemente guapo.
—Creo que tú eres quien me hace ver bien, esto es sólo un traje —dice, ofreciéndome su codo. Me desilusiona un poco el que no me hale para un beso—. Lamento haberte pedido salir sobre el tiempo, pero tenía otros planes para hoy. Cesar es realmente molesto cuando quiere que hagamos algo por él.
—No te preocupes, estoy entusiasmada por ir al teatro. De verdad. —Sonrío y permito que me lleve hasta el auto. Muerdo mi labio, y me pregunto el por qué no me ha besado. Está siendo demasiado formal.
—¿Sucede algo? —pregunta cuando no me muevo para entrar al auto.
—No, lo siento. —Me subo y abrocho mi cinturón. Pablo me mira por unos segundos y luego camina hasta la puerta del conductor.
Diviso a las niñas fuera de la puerta de casa de Pablo, bajo el vidrio del auto y les doy un saludo. Sonríen y agitan sus manitas. Pablo enciende el auto y nos conduce al centro de la cuidad.
No hablamos durante los casi cuarenta minutos que toma llegar al lugar, cada poco, mis ojos se desviaban al impresionante hombre a mi lado; y esas ganas de lanzarme sobre él empiezan a cobrar más fuerza. Pablo me da una pequeña sonrisa de vez en cuando, peor sus manos y su boca permanecen para sí mismo. Frunzo el ceño y me concentro en el paisaje que pasa por mi ventana.
Llegamos al teatro y Pablo abre la puerta del auto para mí, le sonrío agradecida y me corresponde con un pequeña curva de su labio; me toma de la mano y nos conduce hacia la entrada y luego de pasar las boletas, somos dirigidos a uno de los palcos privados del teatro.
—La obra se llama "Ni en invierno, ni en verano" —dice Pablo, me volteo hacia él y le doy toda mi atención—. Es un drama, creo. —Hace una mueca como si estuviéramos a punto de ver algún tipo de inquisición y tengo que reír entre dientes.
—Interesante —digo y lo veo sacudir su cabeza con duda. Muerdo mi labio para ahogar mi sonrisa.
En el palco hay otras dos parejas, al entrar, una de ellas se dirige a nosotros. Saludan a Pablo con efusividad y éste a su vez se muestra más y más estoico. Sus duros ojos y boca apretada regresan.
—Susana, ellos son Albeiro Manrique y Ximena Cantor, los padres de Cesar.
—Mucho gusto. —Ambos se ven sorprendidos por verme en brazos de Pablo, pero sonríen y me saludan con calidez.
—Es un placer conocerte, querida.
—Qué hermosa eres —dice la señora y se lanza para darme un beso. Les sonrío, Pablo murmura que debemos sentarnos y me hala a su lado.
Las luces del teatro menguan y la obra empieza a ser presentada. La otra pareja se sienta en el otro extremo del palco, pero siento que nos miran todo el tiempo.
La obra es realmente interesante, trata sobre un grupo de amigos que logran juntarse cada invierno y cada verano. La amistad se ve interrumpida cuando uno de ellos decide confesar su amor por una de las chicas y la situación se vuelve algo incomoda, ya que ella está enamorada de otro de los chicos del grupo. Poco a poco, se enteran de miles de secretos que guardan cada uno de los siete amigos, distanciándolos a todos; pasan algunos años y al final, después de algunos imprevistos la amistad prevalece y el pasado y los errores son personados y olvidados.
A pesar de que la obra es interesante, me doy cuenta que todo el tiempo, Pablo estuvo realmente tenso y molesto. Traté de animarlo a sonreír durante las partes cómicas y comentar aquello que no podía dejar pasar; pero se mantuvo impasible y casi que me ignoró todo el tiempo.
Cuando la obra terminó, me ayudó a levantarme apresuradamente y me llevó hasta la salida. No entendía cuál era su afán por salir de aquí. Llegamos al auto y tire de mi mano un poco molesta por la situación. ¿Qué está pasando aquí? De un momento a otro tengo al antiguo Pablo con su semblante aterrador y su poco interés en mí. Incluso llego a pensar que está incomodo en mi presencia.
No me pasó por alto que cuando las dos parejas del palco quisieron acercarse a nosotros, fue cuando Pablo tiró de mí y luego me arrastró no muy sutilmente hasta aquí.
—¿Qué sucede? —pregunta cuando logro zafarme y pisoteo hacia el auto.
—Eso debería preguntarte yo a ti.
Frunce el ceño y me mira confundido. Resoplo y subo al auto. Camina al lado del conductor y se deja caer en el asiento, cerrando la puerta y arrancando el auto.
—No entiendo a qué te refieres. ¿Pasa algo conmigo?
Le miro como si de verdad estuviera bromeando, su ceño se profundiza y tamborilea los dedos en el volante.
—Sí, pasa algo contigo —respondo ya que continúa mirándome confundido.
—No, no sucede nada conmigo.
—Sí, sí sucede Pablo. ¿Qué demonios es todo esto?
—¿De qué estás hablando? No sucede nada.
Resoplo nuevamente y lo miro furiosa.
—¿Te parece que no? —Me mira impávido—. Te has portado muy extraño conmigo esta noche, has estado molesto, tenso y mal humorado...
—No me gusta el teatro, ni estar en medio de tantas personas —interrumpe.
—¿Por qué vinimos entonces? Y había sólo cuatro personas a nuestro alrededor. Además, ni siquiera me has besado y has estado enfunfurruñado toda la noche, si no querías salir, nos hubiéramos quedado en casa... ¡Ni siquiera me arrinconaste en la puerta de mi casa! —gruño frustrada y molesta.
Pablo se queda viéndome por un segundo, antes de detener el auto a un lado de la carretera y arrojarse por mí boca. Jadeo, cuando sus labios se estrellan con los míos y sus manos se aferran a mi cabello.
El beso que me ofrece es posesivo y me encanta la forma en la que domina mi boca y mi lengua, gimo y lo siento gruñir en su garganta. Cuando el aire falta, se separa de mí y tardo un segundo más en abrir mis ojos.
Cuando le miro de nuevo, me da una pequeña sonrisa y habla—: Lamento no haberte besado apenas y abriste tu puerta —dice y sus mejillas se colorean un poco—, pensé que a las mujeres no les gustaba que les corrieran su lápiz labial.
—¿De dónde sacas eso?
—Mi hermana, siempre se queja de eso cuando sale con sus "novios".
—Bueno, a mí no me importa que corras mi labial, si cada vas a besarme así.
Sonríe abiertamente y muerde mi labio. —Discúlpame por haberme portado así esta noche, sólo... esto no es lo mío. ¿Puedo compensarte?
—¿La compensación incluirá más besos como el anterior? —pregunto correspondiendo a su sonrisa.
—Puedes apostar que sí.
—Adelante.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro