Esta es buena, definitivamente lo es. Está llena de recuerdos, es la primer canción que sé que comparto con alguien más.

Mi chica ruda, repleta de cicatrices. Un ángel caído del cielo. Mi serendipia de primavera.

Por primera vez después de un tiempo hablaré sobre ella.

Era un día súper caluroso de febrero cuando iba con mi amiga Aranza caminando hacia la salida de la universidad para comprar una paleta de hielo (porque siempre hace un maldito calor en ese mes), en fin, la cosa es que yo iba muy en lo mío cuando veo que Aranza saluda efusivamente a alguien que venía entrando, hasta recuerdo donde; frente a la jardinera que tiene el busto de nuestro señor Hahnemann, la otra chica la abrazó tiernamente diciéndole "Mi Arancita, tiempo sin verte." Recuerdo que lo que me cautivó más que su apariencia fue su voz, áspera, ronca, creo que esa vez mi espalda se puso tan derecha...

Entonces nos presentó. Y ese fue el comienzo de mi perdición.

Me saludó tan propia, tomando la iniciativa con su mano igual de áspera que su voz, sosteniendo la mía y agitándola mientras me acercaba para un beso en la mejilla (uno bien dado debo decir).

Les juro que esa chica tiene una energía que te cautiva.

De inmediato, después de que se fuera, y habiendo pasado seis meses desde que me fijé en alguien más, lo impensable ocurrió (y si, porque soy demasiado selectiva), le dije a Aranza que me contara todo sobre ella, yo solo no podía pasar esta vida sin saber quien era.

Lo que descubrí mientras Aranza hablaba y hablaba de ella me dejó triste, pensé que la había pasado mal.

Pero esta canción es más especial que el simple hecho de que me la dedicara y la volviera nuestra cosa. Esta canción lleva grabada la noche que me quedé con ella en la escuela antes de ir a la fiesta de mis amigos, donde me planché el pelo y me vestí mejor de lo que suelo hacerlo otros días. Ese día ella me habló de su herida más profunda, algo que sospechaba pero jamás quise materializar en ella; la razón por la que ella evitaba el contacto físico con otras personas y se ponía tan ansiosa.

Diablos, ese día mientras el sol se escondía, la abracé por minutos contra mi pecho, lloré con ella y le dejé saber que yo jamás querría aprovecharme de ella o la lastimaría, que mis intenciones eran genuinamente buenas.

Entonces después de ese fallido intento de besarme los labios antes de contármelo todo, ella lo hizo.

Un beso no me había sabido tan ligero, los de ella si, sus labios a diferencia de sus manos o su voz eran suaves, como algodón de azúcar que se deshace en tu boca.

Y después de ese vinieron más esa noche, yo prendida de su cuello y ella tomándome de la cintura, besándome todo el rostro y los labios cada tanto, mientras paradas detrás de las gradas esa noche solo sucedía lo impensable (yo ya había dado por hecho muchas noches atrás qué tal vez lo nuestro no llegaría a nada como eso). Incluso mientras me besaba sacó su teléfono y me dijo "Espera, quiero besarte con esta canción." Y entonces la puso, y mi mundo giró a mil kilómetros por segundo.

¿Saben? Esa maldita fiesta ni siquiera era tan atractiva cuando la tenía contra mi balanceandonos para llegar al pasillo rumbo a la salida, diciéndome lo bien que olía cada dos segundos y olfateandome cual perro toda la noche (creo que voy a extrañar eso de ella). Llegamos tomadas de la mano hasta la cafetería al lado del gimnasio, compré un chocolate caliente que compartí con ella y al final en la parada del autobús, mientras ella de tanto en tanto besaba el dorso de mi mano (gesto que ahora es de mis preferidos para hacerle a tu pareja), decidí qué corto o largo, el tiempo que pasara con Claudia Aguilar iba a cambiar mi vida.

Y así fue.

Pedí ayuda desde mi penumbra.

Y dios me la trajo a ella con una linternita.

I don't believe that anybody
Feels the way I do, about you now