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Capítulo 39. Madre e hijo


Capítulo 39. Madre e hijo

A la mañana siguiente, Alex tenía el teléfono abarrotado de mensajes de su padre y de Gigi. Le mandó un mensaje a Gigi donde le dijo que quería encontrarse a solas con ella en Puerto Madero para poder hablar mejor del asunto.

Así fue como se reunieron para la hora del almuerzo en el Puente de la Mujer. Ambos, madre e hijo, se notaban muy ansiosos y nerviosos. Parecía que, aunque no convivieron nunca en el pasado, la sangre traía incluidos algunos aspectos de la personalidad de la madre.

Así fue como se saludaron solo con la palabra, mientras se quedaron viéndose por unos instantes hasta que Gigi rompió el silencio.

—Alex, mi historia es la de una chica de 26 años devastada por la pérdida de su primer hijo, tan devastada y desconsolada que regresó con su familia, a la que tenía aproximadamente 6 años sin ver, con una crisis y depresión tan severa que la tuvieron que internar en un psiquiatra por 5 años hasta que pudiera recobrar conciencia y superar dicha pérdida.

El chico solo escuchaba atentamente mientras la observaba fijamente a los ojos, los cuales eran muy parecidos a los de él, oscuros, tan oscuros que se veía reflejado en ellos.

—Sé que pude ser una pelotuda al simplemente irme corriendo al aeropuerto al escuchar las palabras más fuertes que pude haber escuchado, y las cuales fueron "su hijo ha muerto", y sé que ese error, ese impulso estúpido por querer desvanecer todo fue mi error, pero no puedo volver el tiempo atrás.

—Luego de darme de alta, el psiquiatra retomé el canto, volví a los escenarios e incluso comencé a sacar la pedagogía. Allí fue donde conocí a la persona que me mostraría que en la vida existen las segundas oportunidades, y así, años después, tendría a David. Pasaban los años y veía en David no solo a mi tierno niño de ahora, sino que también me imaginaba con mucha pena lo que pudo haber sido de mi pequeño Alex si no se hubiese ido al cielo. Eras mi angelito en el cielo, y muchas veces canté deseando que mi canto llegara a lo más alto entre las nubes y lo pudieras escuchar —decía Gigi, a quien los ojos ya se le estaban cristalizando con lágrimas que amenazaban con descender de sus mejillas.

—Así fue como, por las redes, vi un cartel publicitario de uno de los musicales que más me gustó interpretar en mi juventud, El fantasma de la ópera, y ¿qué crees? La producía y dirigía un querido amigo de la infancia, amigo que compartía con aquel amor abandonado, y para más sorpresa mía, el joven que interpretaba al fantasma no solo tenía el apellido de ese viejo amor, sino que tenía muchos rasgos similares a él.

—Un deseo enorme por conocer quién era ese chico se apoderó de mi corazón. Creí que eras un nuevo hijo de Alberto y eso me hizo muy feliz, imaginarme que pudo seguir con su vida después de haberme desaparecido, pero como tenía mucha vergüenza, mandé a Guillermo, que también estudió con Eliot, a traerte para Buenos Aires.

—Jamás me imaginé que mi propio hijo, mi pequeño ángel en el cielo, sería aquel chico que mandé a traer. Cuando supe eso, caí en colapso de nuevo y tuve que contactar a tu padre y, bueno, henos aquí hoy. Sé que es toda una locura esto, y sé que no merezco tu perdón, pero aún así aclamo por él. Si no me quieres ver como tu madre, lo comprenderé, pero por lo menos déjame ser una conocida, una profesora o alguien en tu vida. Más si no quieres que esté en ella, también lo comprenderé y no reclamaré, ya te he hecho suficiente daño como para seguir causándotelo.

Alex solo podía sentir cómo su cabeza era golpeada con cada palabra, dejándolo aturdido sin poder pensar. Pero en su cabeza llena de caos, de repente se escuchó una vocesita que retumbó dentro de él: "tienes la oportunidad de conocerla y crear recuerdos con ella", eran las palabras de su pequeña Musa, y, tal como su madre, en ese momento sus ojos se volvieron de cristal también.

—No podría perdonarme a mí mismo si no te perdonara en estos momentos. Pasé toda mi vida tratando de llenar el vacío del rostro de una mujer que no conocí, y hoy la tengo enfrente de mí. Si bien, como dijiste, no podemos cambiar el pasado, nuestro futuro puede cambiar y quiero que mi madre esté presente, en las buenas y en las malas —dijo, y sin más, se lanzó a abrazar a aquella mujer de la que siempre se imaginó cuando alguna señora mayor lo abrazaba. Sintió cómo el calor del abrazo lo llenaba por dentro y soldaba las grietas de su corazón roto.

Así estuvieron un buen rato abrazados, hasta que deshicieron el abrazo para poder secarse las lágrimas ambos. Gigi, con una de sus manos, secó una de las lágrimas de la mejilla de su hijo y, luego, alborotándole un poco el cabello, le dijo:

—Espero que para la próxima solo te vea llorar de felicidad.

—Pues esas fueron lágrimas de felicidad también, mamá —dicho eso, Gigi lo volvió a abrazar, derramando lágrimas de nuevo para luego besarle la frente al chico.

—Bueno, alguien por ahí me había dicho que íbamos a almorzar...

—Claro, claro, te mostraré la mejor milanesa con papas de la ciudad.

Así se fueron sonriendo a un restaurante cercano, donde charlaron de la vida de Alex, sus estudios, sus amigos y, por supuesto, de su novia.

—Sabía que tenía que pasar algo entre ustedes dos, esa química desbordada en el escenario tenía que sobrepasarse a la vida real. Si te contara, lo mismo nos pasaba al principio a tu padre y a mí, y terminamos siendo novios después de interpretar la ópera de Elixir de Amor.

—Hablando de óperas, ¿sabías que nos ofrecieron una vacante en el ISATC a Selene y a mí? Estoy muy entusiasmado, más no sé si podremos seguir viviendo en la residencia donde estamos, más que todo por temas de que el alquiler no va a ser gratuito ahora.

—Eso déjamelo a mí, ya podremos resolver eso, y seguramente podrán trabajar, pero bueno, siempre hay trabajo para músicos en esta ciudad. Les encantará vivir acá, aunque si quisieras quedarte en mi casa...

—Gracias, Gigi, vayamos un paso a la vez.

—Comprendo, Alex, sé que va a llevar tiempo, pero gracias por...

—¿Quieres que te la presente oficialmente, o bueno, quieres que te presente como mi madre a Selene?

—Obviamente, hay que tener una cena familiar.

—Bueno, antes de regresar a Venezuela a acomodar los papeles para poder venir a estudiar el año próximo acá.

—Por supuesto, hijo.

Así terminaron de comer y de charlar sobre el futuro de Alex, donde ahora también venía incluida la palabra madre entre sus planes.

Al llegar a la residencia, fue directo al departamento de Selene para contarle todo lo pasado. Esta se emocionó al saber que había dado una oportunidad a su madre y había abierto su corazón para conocerla. Se la pasaron hablando hasta la noche sobre su nuevo futuro en Buenos Aires y este animó a la pelirroja a que aceptara la oferta del ISATC.

—Ahora que tienes la oportunidad de estudiar canto, ¿por qué dudas tanto para poder aceptar y comenzar a vivir el sueño que siempre quisiste? Sé que cuando nos conocimos me dijiste que la música era solo un hobby para ti, pero mira lo que has logrado todo este tiempo. Además, no me vas a decir que no lo disfrutaste, estar en el escenario, cantar...

—Fue el sentimiento más hermoso e increíble que pude sentir, claro que me encantó, Alex, pero tengo miedo de... —hizo una pausa y luego siguió— tengo miedo de no ser suficiente y terminar cagándola, terminar arruinando todo, y ver la cara de mi madre diciéndome el "te lo dije".

—¿Te parece, Selene Suárez, que después de cantar en el Teresa Carreño, escuchaste bien?, Teresa Carreño, y que te trajeran a Buenos Aires a hacer otro musical, no eres lo suficientemente talentosa para estudiar canto? —decía Alex incrédulo— es que a veces provoca pellizcar esos cachetes rosados hermosos que tienes.

Dicho eso, acto seguido pellizcó una de las mejillas de la chica y luego le despeinó el cabello, pasando una de sus manos por su cabeza.

—Naciste para cantar, Selene, no me jodas. Además, acá nos van a enseñar para mejorar cada día más. Deja ese miedo, además vas a estar conmigo, no puedo hacer música si mi musa no está a mi lado. La vida se trata de tomar riesgos, nadie es perfecto, y todos los días nos vamos conociendo a nosotros mismos un poco más. Arriésgate y entrégate a la aventura —le dijo, extendiendo su mano.

Sele titubeó un poco, pero terminó por tomar su mano con fuerza. Este la abrazó contra su cuerpo, estrechándola hacia él con una mano en su cintura; acto seguido, le plantó un beso en los labios de forma tierna.

—Nada malo te pasará estando a mi lado, y si pasa, lo enfrentamos los dos juntos. Somos un equipo, no estamos solos, no estás sola.

...

Así llegó el momento del regreso a casa. Ya habían enviado el correo al directivo del ISATC para confirmar que vendrían el próximo año a estudiar en el país. Fue una despedida emotiva; se despidieron de Anahí, quien les aseguró que les guardaría sus departamentos hasta que vinieran el año entrante. Con tal, ya faltaba poco; estaban a finales de noviembre y tendrían que regresar, a más tardar, a comienzos de febrero para poder arreglar el papeleo en el ministerio de educación y migraciones para estar legales en el país.

Al aeropuerto los acompañaron Ro y Fede, quienes también se despidieron con entusiasmo y les dijeron que iban a amar el instituto. Ellos estarían un año menos que ellos y propusieron ayudarlos para la elección de profesores en las materias. Así fue como los acompañaron hasta que fue la hora del abordaje. Se despidieron de los chicos y justo cuando casi entran a la sala de abordaje, se escuchó a Gigi que venía corriendo con David, y ambos gritaban.

—¡Alex, Sele, esperen un momento! —decían al unísono.

—Gigi, David, ¡qué sorpresa!

—No podíamos dejar que se vayan sin despedirnos —decía Gigi, agitada por la carrera.

—Tomen, es para ustedes —les entregó David una cajita transparente pequeña a cada uno.

—Gracias, David, ¡qué hermoso presente! —exclamó Selene, viendo el contenido de las cajas. En ambas había un collar plateado; el de ella tenía un dije en forma de rosa y el de Alex tenía forma de la máscara del fantasma de la ópera.

—Es para que recuerden la obra que hicimos juntos. Fue mi idea; los vi en el parque mientras...

—Bueno, bueno, no demos detalles, David. Lo importante es que a los chicos les guste —decía su madre, que conocía cómo se extendía el pequeño en sus historias.

—Sí, nos encantó, David, muchas gracias —le dijo Alex, abrazándolo, siendo correspondido por el pequeño mientras le respondía.

—¡Qué cool que te gustara, hermano! No sabía que te iba a gustar.

Alex se quedó helado; no sabía que Gigi ya le había comentado a David que ambos eran hermanos. Estuvo tan acostumbrado a que su padre le ocultara la verdad que pensó que Gigi haría lo mismo con el pequeño David, y nunca le preguntó en esos días que le quedaban en el país al respecto por miedo a no ser aceptado por este.

—Lo atesoraré, hermanito —fue lo único que pudo decir Alex a su hermano.

Se abrazaron los cuatro para despedirse, escuchando el llamado de nuevo del abordaje, y luego cada quien tomó su camino. Era una mezcla de sentimientos y sensaciones para ambos muy extraña, pero positiva. Estaban nerviosos por regresar a Venezuela, pero ansiosos por regresar y comenzar su nueva aventura en Argentina.

Al llegar al aeropuerto de Maiquetía, los estaban esperando la madre de Selene, junto al padre de Alex y la profesora Berenice. Fueron recibidos cálidamente y, luego de presentarse ambas familias cordialmente y darle la sorpresa a su mamá de que Alex era su nuevo novio, cosa que pareció no agradarle por completo, se despidieron y cada quien tomó su rumbo a casa.

De camino a casa, Selene se la pasó contándole a su mamá la experiencia en el Teatro Avenida, de su estadía en Argentina y de lo mucho que quedó encantada del país, de su cultura, de sus calles, de sus aromas e incluso de su sonido gitano de gran ciudad.

—Parece que no solo te enamoraste del muchachito este, sino también del país.

—Mamá, no comiences.

—¿Y Néstor? ¿Qué pasó con él? Ahora, ¿con qué cara veré a su familia...?

—Tu perfecto pretendiente Néstor me estuvo engañando todo este tiempo con una chica en Argentina, y la verdad no quiero hablar del asunto; es pasado para mí. Mi presente y posiblemente mi futuro ahora están con Alex y lo vas a tener que aceptar. Además, no puedes juzgarlo sin siquiera conocerlo.

Dicho esto, no hablaron más en el camino. Selene tenía esa sensación de que su madre siempre iba a criticar toda decisión que tomara ella por sí sola, pero ya no le importaba porque ahora ella estaba tomando las riendas de su vida, ya que más nadie, sino ella misma, era quien iba a vivirla. No tenía por qué estar complaciéndola a ella ni a nadie más.

Dejó el tema de mudarse a Argentina para la cena; sabía que sería todo un drama poder hablar de eso. Si bien su madre había accedido a que congelara un semestre en la universidad para poder participar de esta producción, sabía que no iba a ser tan fácil convencerla o, por lo menos, que no resongara tanto al decirle que se iba a estudiar a Argentina.

Así, llegada la hora de la cena, a Selene le temblaba el mundo entero, por dentro y por fuera. Las manos las tenía totalmente heladas y podía sentir cómo se hacía presente su ansiedad a la vista, aunque no era percibida por su madre.

—Mamá, tengo que contarte algo y no quiero que te molestes conmigo, sino que, por favor, aceptes mis decisiones, ya que es mi futuro... —fue interrumpida abruptamente por su madre, que golpeó con una mano la mesa y se pasó la otra por el rostro hacia atrás de la cabeza.

—No me digas que el muchachito este te preñó, lo que faltaba.

—No, pero, ¿por quién me tomas? Dios, definitivamente no me conoces en lo absoluto.

—Bueno, si no es eso, entonces, ¿qué es? Porque para hablar con ese tonito...

—Me voy a estudiar a Argentina para el año que viene. Me ofrecieron una vacante en el Instituto Superior Artístico del Teatro Colón para estudiar Canto Lírico, y no voy a desaprovechar la oportunidad.

—Ay, Selene, pero por Dios, las cosas que dices. ¿Cómo vas a dejar la carrera de contabilidad a medias para irte a hacer cánticos? Y dime, ¿de dónde vas a sacar el dinero para hacer eso? ¿Con qué te vas a mantener?

—¡Nunca me gustó ni me va a gustar la contabilidad, mamá! ¡Entiéndelo! Y entiende que la música también es una carrera seria y profesional. ¿No has visto dónde me he presentado? Y con respecto al dinero, tengo lo suficiente ahorrado con lo que gané en el Teresa Carreño y en Teatro Avenida como para mantenerme los primeros seis meses en el país. Lo más seguro es que trabaje.

—Tú eres terca, ¿no? Acá lo tienes todo: una carrera estable, una casa con todas tus comodidades, y vas a ir a perder tu tiempo y a pasar trabajo por allá. No me digas, ¿también el muchachito este va?

—Sí, él también va, pero no es por él que lo hago. Lo hago por mí misma, por mi amor hacia la música y porque sé que tengo lo necesario como para poder vivir de ella. ¿Sabes qué? ¿Para qué te explico si lo único que vas a poner son conjeturas y quejas? Lo voy a hacer y punto. Ya soy grande y puedo tomar mis propias decisiones, y no necesito de tu ayuda económica tampoco. Ya te he podido demostrar que puedo sola. Y no vengas a decirme y sacarme en cara el pasado. Yo te agradezco un montón, mamá; te agradezco haberme dado la vida y la crianza que me diste, pero es momento de que el pájaro salga del nido. Así es la vida.

Así se levantó de la mesa, mientras su madre todavía seguía procesando la información, y antes de que abriera la boca para seguir discutiendo una decisión que ella ya había tomado y que nada de lo que su madre dijera la haría cambiar de opinión.

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