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Capítulo 35. Mascarada Parte 3

Capítulo 35. Mascarada Parte 3

—Creo que deberíamos volver, ¿no tenías que presentar otra canción con los chicos? —dijo Selene con dificultad, parando el beso para poder respirar.

—Sabrán comprender si no termino la presentación con ellos —dijo Alex, volviendo a besarla.

Fue entonces cuando retumbó en el cielo un trueno que hizo que la chica se asustara, provocando que él la cargara entre sus brazos y la bajara a la planta baja.

El grupo seguía tocando mientras ellos se dirigían a su mesa reservada.

—¿Se largó a llover? —preguntó Fede, viéndolos empapados.

—Un poco —dijo Selene, sonriendo.

—Estuvo hermosa su presentación, chicos. No sabía que habían planeado algo tan hermoso —decía Ro, viéndolos tiernamente.

—No estaba así tan planeado, pero resultó mejor de lo que pensé —dijo Alex, dándole un beso en la mejilla a Selene, que se sonrojó por el gesto.

—Si ya vemos, mira cómo le pasaste todo el maquillaje al rostro de Selene. No estaban precisamente jugando con los charcos de lluvia ustedes arriba —dijo Fede, riéndose, y se tentó más cuando vio la cara de sorprendida y avergonzada de Selene, que tomó su teléfono y comenzó a verse con su cámara.

—Ya basta, Fede. Déjalos en paz, ya se reconciliaron. Ya sabía yo que traían algo ustedes dos.

—No se te escapa nada, ¿no es cierto, Ro? —dijo Alex, sonriendo. No podía ocultar lo hinchado de felicidad que se encontraba.

—No, pero es que eran más obvios ustedes. Si aquella casi le da un paro cardíaco cuando te escuchó llegar al primer ensayo.

—Ay, Dios, qué vergüenza ese día. Soy muy torpe.

Todos, incluso Selene, comenzaron a reír. Alex la sujetó de la mano y así pasaron el resto de la presentación, intercambiando chistes y comentarios con sus compañeros, mientras se acariciaban la mano con sutiles roces los tórtolos.

Al finalizar la presentación, Alex se despidió de la banda. Selene pudo notar lo ridículo de sus celos cuando vio que Flor tenía pareja.

《Tengo que dejar de hacerme historias e ir a hablar directo cuando suceda algo》 pensaba mientras se despedía de los chicos.

Tomaron un taxi hacia la residencia. Cuando llegaron a esta, Selene agradeció que, por la hora, no estaba Anahí en la recepción; se la veía atacándolos con preguntas a ambos por verlos como iban, todos mojados y andando de la mano.

Cuando llegaron al tercer piso, Alex la acompañó hasta su puerta y se despidió de ella con un tierno beso en los labios.

—Gracias por darme el mejor de los cumpleaños.

—Debería decir yo eso. Hiciste de esta noche la mejor de todas —dijo esta, abrazándolo.

—Buenas noches, mi Musa.

—Buenas noches, mi Arlequín Trovador.

Entró a su departamento, teniendo en la mente la cara afligida del chico cuando se despidió. Ella misma no podía procesar todo lo que había pasado, pero aun así se sintió un poco afligida también. No sabía cómo describir ese sentimiento que estaba sintiendo en esos momentos.

Por un momento resonó en su cabeza las palabras de la escena del balcón de Romeo y Julieta cuando este dice: "¿Me dejarás así de insatisfecho?" y Julieta le responde: "¿Qué satisfacción puedes tener esta noche?", a lo que Romeo contesta: "El intercambio de tu promesa de amor eterno por la mía".

Ahí fue cuando vio en su mesita de luz un paquete que se le olvidó darle al chico de pelo negro. Había comprado una caja musical con la canción "Masquerade", como el mono del Fantasma de la Ópera que tocaba esa canción también. No lo pensó ni un segundo más; sabía muy bien que si se ponía a meditar entre hacerlo o no, no tendría el coraje para hacer lo que deseaba hacer en esos momentos.

Tomó el regalo de la mesita y se fue casi corriendo a la puerta del chico. Cuando iba a tocar la puerta, esta se abrió repentinamente.

—¡Alex! —dijo esta sorprendida—. T-te venía a traer tu regalo de cumpleaños.

Estaba muy nerviosa y las palabras salieron torpemente de su boca, al mismo tiempo que casi se le cae el regalo al dárselo. Con todo y eso, se adentró al departamento mientras este le recibía el regaño y cerraba la puerta a sus espaldas.

El corazón le palpitaba a mil por hora. Fue dirigiéndose a donde estaba el piano de este, para calmar sus nervios, aunque sea dando unos pasos, dándole la espalda al chico que iba abriendo el paquete envuelto. Al ver que era una caja musical, le dio el máximo de cuerda que pudo y la colocó arriba del piano para que se escuchara la canción.

Esta canción quedaría marcada para siempre en la memoria de los dos chicos. Alex presentía que Selene no había venido solo para darle ese regalo, así que, imitando nuevamente al fantasma, le rodeó el cuello a esta con su brazo mientras sentía cómo la chica temblaba por su contacto.

《Ya veo que no era actuación cuando pasaba eso en el escenario》, pensó este, triunfante de comprobar que eran reales todas esas reacciones que le daba la chica desde hace tiempo.

Iba a acunarla al ritmo de la cajita musical cuando, de repente, esta se volteó y lo besó apasionadamente, retirándole delicadamente la peluca rubia al chico, parando el beso en un punto para poder respirar y hablarle al oído, casi en un susurro por su respiración agitada.

—Sé que te vi por primera vez bajo el disfraz del Principito, pero me terminé enamorando del peli negro que me robó el corazón solo con su voz. ¿Podrías desprenderte de tu disfraz?

Este solo asintió y ayudó a la chica a quitarle la peluca y el chaleco de Arlequín que tenía puesto. También aprovechó y se quitó los lentes de contacto de color que tenía puestos.

—¿Me permites, mi Musa, acariciar tu verdadero cabello? —dijo Alex, retirándole delicadamente la peluca a Selene, dejando caer sus ondas marrones en los hombros de la chica.

El piano se iba decorando cada vez más con la caja musical y las pelucas a su alrededor.

Los besos iban subiendo cada vez más su temperatura; las mejillas de la chica jamás se vieron tan coloradas como esa noche. Se iba acumulando el calor y esta lo notó y quiso ayudar al peli negro, quitándole el chaleco del arlequín, dejándolo con la camisa de manga larga que tenía una gran abertura en el pecho, dejándole ver su cicatriz.

Selene pudo notar que este se incomodó un poco al ver cómo esta se quedó mirando la cicatriz y más cuando esta le dijo en un susurro al oído del chico mientras le acariciaba la cicatriz.

—De ahora en adelante no voy a permitir que nada lastime tu corazón, cuidaré de ti y de tu herido corazón. —Este se tensó cuando sintió el suave tacto de los dedos de la chica que recorrían su marca de desgracia.

El chico se tensó aún más cuando la chica se inclinó hacia su oído para susurrarle:

—¿Me dejarías curarte con un beso? —Al no recibir respuesta del chico, agregó—: Alex, me parece muy sensual tu cicatriz. Si te incomoda que...

—Oh, querida musa, soy todo tuyo y estoy a tu merced. Puedes hacer conmigo y mi cuerpo todo lo que te plazca.

Así fue como Selene comenzó a besar delicadamente la cicatriz del chico, dándole pequeñas probadas de vez en cuando con su lengua a la misma.

El peli negro no podía aguantar todo el calor que estaba sintiendo y la cargó entre sus brazos y la encaminó a su habitación.

—¡Alex! ¿Dónde me llevas? —dijo esta sorprendida, pero deseosa de lo que vendría. Sabía perfectamente dónde este la estaba llevando.

—Al bosque mágico de Doriath, mi querida Tinuviel. Deseo escucharte cantar la balada de los Valar mientras te demuestro todo el amor que un mortal como yo te puede ofrecer.

La bajó con cuidado para que esta pudiera estar de pie al llegar a la habitación. La chica no perdió tiempo y desprendió a su amado de la camisa que le impedía admirarlo.

Se quedó embobada al ver cómo se le marcaban los abdominales y la pelvis en V al chico. Este solo pudo sonreír maliciosamente al ver la expresión de esta. La acercó a su cuerpo, atrapando su cintura con sus manos, y comenzó a bajar el cierre del vestido de la chica, haciendo que esta soltara pequeños gemidos al sentir su fría mano por la espalda.

La observó sin mesura y no podía estar más satisfecho por lo que observaba. Todavía teniendo su cintura presa entre sus manos, subió con una lentitud maligna su mano nuevamente por su espalda, desprendiendo el sujetador de la chica, que cayó al suelo junto al vestido.

Un pequeño temblor en el cuerpo de esta delató su deseo de tenerlo cerca. De esta manera, Alex comenzó a devorar los labios de su amada mientras la iba acercando cada vez más hacia su cama, dejándola caer delicadamente al llegar a la esquina de esta.

No podría verse más perfecta. Si bien la luz de la habitación estaba apagada, de la ventana de esta entraba luz que, en ese entonces, no importó si era de la luna o del faro de la calle. Simplemente, el peli negro agradecía poder tener algo que iluminara el hermoso y delicado cuerpo que tenía ante sus ojos.

Terminó por despojar a la chica de toda prenda delicada que le podía quedar, mientras él también se mostraba ante ella como un lienzo en blanco con ganas de ser pintado. Y vaya obra de arte que se haría esta noche.

Comenzó a recorrer con sus manos la piel de la chica, subiendo por sus muslos, recorriendo una fina línea que conectaba el ombligo de esta con el centro de sus pechos.

—Tu piel es tan suave y delicada como el terciopelo blanco —le susurró a esta en el oído, colocándose encima de ella con la presión justa para que sus pieles pudieran sentirse sin aplastar a esta.

Comenzó a besarla como si no hubiera un mañana. Estaba embriagado por su suavidad, por lo esponjoso de su pecho, por el aroma de sus cabellos, cuando fue sorprendido por un movimiento de la chica que lo dejó a él atrapado debajo del cuerpo de esta.

《Maldición, es más fuerte de lo que pensé》, pensó, sintiendo cómo esta se acomodaba encima de él, haciendo que su cuerpo temblara de satisfacción.

—Te tengo a mi merced, mi ángel de la música —dijo esta, comenzando a danzar encima de este, quien solo podía disfrutar de la osadía de la chica.

A medida que la danza iba incrementando su velocidad, también lo hacían las respiraciones de los amantes, mientras soltaban gemidos en contrapunto el uno con el otro. Cuando llegó el momento previo al clímax, de la boca del chico salían, además de gemidos de satisfacción, las palabras agitadas y casi a gritos: "Canta para mí, my angel of music". Hasta que la chica alcanzó la nota más alta, desplomándose en el pecho de su fantasma.




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