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Capítulo 31. Revelaciones

Capítulo 31. Revelaciones

《Necesito verificar bien si Selene sigue junto al idiota aquel. La he estado notando un poco extraña conmigo y no quiero confundir las cosas. Pensé que ya me había quedado claro que su corazón tiene dueño, pero no sé por qué sigo empeñado en conquistarlo de cualquier forma.》

Se decía el chico mientras cerraba la puerta del departamento. Lo que quedaba de tarde lo utilizó para dejar preparada comida para el día siguiente y, luego de cenar, se fue a reunirse a la plaza con sus nuevos amigos.

—¡Amor! ¿Cómo estás? —le dijo Flor emocionada al verlo, dándole un fuerte abrazo.

—Un poco confuso, pero bien.

—Oye, Alex, ¿no te gustaría cantar en medio de nuestro recital? —le preguntó el rubio al chico.

—No estaría mal; creo que me expreso mejor cantando que con las palabras.

—Está dicho, ¿escuchaste alguna vez a Rata Blanca?

—Mmm, no he tenido el placer.

—Bueno, Flor, pásame el disco, así se lo regalamos a Alex.

Este recibió en sus manos un disco con una portada vinotinto y letras en color dorado que decía "Rata Blanca - El reino olvidado".

—Estuvimos hablando con Flor en estos días y creemos que va contigo. Escúchalos, son muy buenos y no lo digo porque sea rock nacional.

—Sé que hay bandas muy buenas acá; gracias por el detalle.

—Tómalo como un regalo de cumpleaños adelantado —decía Flor sonriente.

Los tres chicos continuaron hablando, tocando y cantando canciones para pasar el rato. Cuando ya se fue haciendo medianoche, el peli negro se despidió del grupo y se dirigió al departamento. Para esa hora, ya no estaba Anahí en el recibidor, así que subió las escaleras, deteniéndose en su puerta y volteando al ver al frente, como a lo lejos podía ver la puerta de la chica que lo estaba llevando al borde de la locura.

Al día siguiente, se fue al ensayo con Selene, que estaba muy dispuesta a que siguieran yéndose juntos. A él le agradaba su compañía, pero todavía tenía sus dudas al respecto sobre cómo manejar sus sentimientos.

Hoy ensayarían la escena donde el fantasma se da cuenta de que el hijo de Christine también es suyo, por lo que se muestra ante el niño sin su máscara, pensando que este aceptará su deformidad, pero él solo sale huyendo del miedo.

En esta escena, participaban Alex y David. Ambos chicos tenían un parecido que encajaba perfectamente para los papeles; con un poco de maquillaje, Alex se vería algo mayor y parecerían padre e hijo. Ambos eran pálidos, con sus cabellos oscuros; lo único que los diferenciaba eran los ojos claros del pequeño David. Hasta parecían hermanos.

Se le vieron los ojos llorosos a Gigi durante este ensayo; se le desbordaba el amor y la ternura por su pequeño y también pensaba en lo similares que eran en apariencia él y Alex.

—Parecen hermanitos —se escuchó a Romina decir cuando terminaron la escena.

Ese día, al finalizar el ensayo, vinieron buscando a Alex al teatro. Eran Flor, Maxi y otra chica que los acompañaba. Flor, siempre amorosa, saludó a Alex con un fuerte abrazo.

—Amor, te dejaste el cuaderno de canciones anoche —dijo, entregándole un cuaderno.

Selene, que se encontraba al lado de él, se puso tensa al ver la escena y al escuchar sus palabras.

Alex deshizo el abrazo, agradeciendo el gesto de traerle el cuaderno, y presentó a Selene.

—Les presento a Selene —dijo, señalándola. La chica se puso toda colorada. Todos la saludaron con un abrazo.

—Así que tú eres la coprotagonista del musical, ¡qué linda que eres! —le dijo Flor a Selene.

—Un placer a todos —dijo esta tímidamente; todavía seguía en shock y confusa.

—Sele, ellos son Juglaris, la banda que se va a presentar en la mascarada que te comenté.

—Sí, cariño, tienes que ir a escucharnos. Si tienes los mismos gustos que Alex, te va a encantar la presentación —dijo esta, despeinándole el pelo al chico, quien no hizo su habitual gesto de apartarse ante cualquier contacto.

—Sí, vamos a ir con unos amigos del teatro a verlos. Deben ser muy buenos para que Alex esté siempre con ustedes —dijo la chica, un poco cabizbaja.

—Sí, es un amor. Seguramente, luego de su obra, nos lo robamos para nuestra banda, claro, si él se deja —dijo, guiñando un ojo al chico.

—Vivamos en el presente y luego vemos qué pasa en el futuro —respondió este.

—¿Vienes esta noche a vernos? Nos presentamos en un bar de Palermo —dijo el chico rubio.

—No, esta noche salgo con los chicos del teatro.

—Bueno, chicos, yo me tengo que ir, quedé en encontrarme con alguien ahorita y tengo que alistarme para lo de esta noche. Nos vemos luego, Alex. Fue un placer conocerlos a todos —dijo Selene, quien se alejó casi corriendo del lugar.

—Es tímida tu chica, Alex —le dijo Flor.

—Digamos que sí —dijo este, viéndola marchar.

—Ella es Margarita, mi novia —dijo, presentando a la chica que la acompañaba.

《Dios, pero ese maldito nombre, ¿por qué?》 pensó, saludando a la chica.

—Un placer, Margarita —dijo este, estrechándole la mano.

—Me han hablado muy bien de ti; ya quiero escucharlos el día de la mascarada.

—Espero poder presentar una nueva canción que los chicos me ayudaron a componer y que cierta musa la pueda escuchar.

—Ya veo que era verdad lo que decía Flor de ti; eres un romántico. Espero que puedas estar bien con tu chica pronto.

—Eso espero —dijo este, suspirando, y luego se despidió de los chicos y se fue al departamento.

En la tarde salió a comprar algunas cosas para comer y cuando regresó, Anahí lo detuvo en la recepción.

—Buenas tardes, nene. Tengo una mala noticia: se averió la conexión de gas en el lado del edificio. Vas a tener que pedirle a tu compañera que te preste la cocina y el baño si no quieres bañarte con agua fría.

—Dale, Anahí, gracias por avisar —y así se dirigió al patio. Iba a tocar la puerta de Selene al llegar al tercer piso para ver si esta se encontraba, pero prefirió preguntarle a la encargada si la había visto salir.

En ese momento, cuando se devuelve para preguntarle a Anahí, se abrió la puerta principal del edificio y entró Selene con su novio detrás.

Este sostiene la puerta y se despide de la chica, besándola en los labios, acto que hace que esta se separara inmediatamente de él, diciéndole:

—Por favor, Néstor, ya te dije, necesito mi tiempo para procesar esto. Ya lo nuestro terminó, no puedo creer lo que me acabas de confesar. Todo este tiempo yo sintiéndome mal por... —hizo una pausa y al darse cuenta de que Anahí estaba en la recepción, solo pudo terminar de decir: —No quiero volverte a ver, de verdad, lo nuestro terminó, solo déjame en paz.

El moreno dijo unas palabras que no pudo escuchar Alex porque lo hizo en una voz muy baja y, cabizbajo, cerró la puerta de la entrada. La chica terminó de pasar a la recepción. Alex, que no quería que Selene se enterara de que había presenciado esa escena, subió rápido las escaleras hasta su departamento.

No sabía qué hacer; ya sabía que los chicos no eran nada, Selene lo rechazó completamente, pero sabía que estaba en un momento muy vulnerable y no quería ser un egoísta apresurando las cosas con ella.

《Dame tiempo para que tu corazón sane, pero te demostraré que puedo ser yo quien realmente lo pueda cuidar sin destrozarlo.》

Así fue como subió a su departamento y se preparó para la salida de esta noche. Tuvo que bañarse con agua fría ya que no se atrevía a molestar a Selene en esos momentos. Para su sorpresa, cuando ya estuvo del todo arreglado, escuchó cómo llamaban a su puerta.

—Alex, ¿nos vamos juntos al bar karaoke? —le decía Selene, quien esperaba con una expresión un poco melancólica en su mirada, pero aun así preciosa ante los ojos del chico. Esta llevaba puesta una falda larga negra acompañada de una camisa del mismo color con un gran escote en la espalda.

—Claro, dame un momento. Si quieres, espérame aquí en la sala. Pasa —dijo este, invitándola a entrar.

Sele esperó silenciosa mientras Alex terminaba de arreglarse en el baño, quedando embriagada por el perfume del chico cuando llegó junto a ella, listo para comenzar su travesía. Se había puesto un jean negro con una camisa del mismo color.

—Así vamos como de concierto, los dos de negro —dijo este, sacándole una pequeña sonrisa a la Sele cabizbaja de esa noche.

Se fueron en taxi al bar para no perderse y se encontraron en la entrada con Ro y Fede, que se percataron del "uniforme negro" de los chicos y también hicieron el mismo chiste, cosa que le causó gracia a Alex.

Dentro del bar, ambas parejas se sentaron una frente a la otra, por lo que en un lado quedaron juntos Ro con Fede y Sele con Alex en el otro lado de la mesa. Pidieron unos tragos y unas entradas mientras charlaban un rato, hasta que comenzaron las rondas de karaoke, y para sorpresa de los presentes, Sele se anotó para una de ellas.

Primero fue Ro quien subió al escenario y cantó un tema de la banda local Tan Biónica. Al rato fue Fede quien cantó una de Charly García, y en medio de ya un poco de embriaguez, subió al escenario Selene y cantó "Traitor" de Olivia Rodrigo.

"Ojos marrones culpables y pequeñas mentiras piadosas. Sí, me hice la tonta, pero siempre lo supe. Que hablaras con ella, tal vez fue incluso peor. Me quedé callada para poder retenerte.

¿Y no es gracioso? Cómo corriste hacia ella al segundo en que nos dejamos. ¿Y no es gracioso? Cómo dijiste que eran amigos. Ahora seguro que no lo parece.

Pero, me traicionaste."

—Alex, ¿sabes qué le pasa a Selene? —preguntó Ro, intrigada por la elección de la canción y porque cantaba la chica ya envuelta en llanto.

—Terminó con su novio...

—¿Quéee? Ustedes no estaban juntos —interrumpió, tomando a Alex del hombro.

—Jajaja, ¿por qué creen que...?

—Dios, pensé que eran pareja ustedes, si se les nota la química.

—Pero Ro, deja que el pibe hable, no lo dejas terminar ni una oración.

—Es que me impactó la revelación, y escúchame una cosa, Alex, ¿a vos te gusta ella?

—Estoy loco por ella.

—Sos más tierno. Bueno, pibe, llegó tu momento. Estoy segura de que ella también siente algo por vos. Veo cómo te mira en los ensayos con ese anhelo y brillo en los ojos.

—Sí, chabón, sabemos que son el uno para el otro, dense una chance.

—No sé, no creo que ella sienta lo mismo.

—Dale tiempo y verás que sí. Ahora está mal porque terminó con el novio, pero sabemos que van a terminar juntos ustedes dos.

"¿No es gracioso? Todos los juegos retorcidos, todas las preguntas que solías evitar.

¿No es gracioso? Me dijiste que estaba paranoica, me traicionaste.

Y sé que nunca te arrepentirás, por la forma en que me duele" —seguía cantando Sele hasta que regresó con los chicos a su mesa.

—Bueno, creo que me han animado a cantar algo antes de que nos vayamos —dijo Alex, parándose a anotarse a la próxima ronda de karaoke.

Los meseros les trajeron la cena a los chicos, pero justo en ese momento llamaron a Alex para que subiera al escenario, el cual fue allí sin hacer caso a sus compañeros que le aconsejaban comer primero para que no se le enfriara su comida.

Alex aprovechó que tenían piano en el escenario y le pidió al organizador si podía utilizarlo en vez de una pista de karaoke. No hubo objeción, así que sin más comenzó a interpretar "Maybe" de James Arthur.

Comenzó a cantar el verso mientras no quitaba la mirada que la tenía fijada en Sele, que ya estaba de por sí enrojecida por el alcohol. Sabía que la chica estaba muy ebria y que posiblemente ni recordara esa canción que él cantaba para ella, pero aun así, tenía los sentimientos a flor de piel y necesitaba cantarlos, seguramente también influenciado por el licor.

"No sé qué está pasando, algo cambió cuando te vi. Oh, mis ojos no pueden mentir.

¿Es demasiado pronto para decir que me estoy enamorando?

Entonces tal vez, tal vez siempre estuvimos destinados a encontrarnos.

Como si esto fuera por el destino.

Como ya sabes, tu corazón nunca será roto por mí."

Podía sentir cómo la chica lo observaba atentamente y lloraba al escucharlo cantar. Este solo esperaba que la letra le llegara al alma; él nunca rompería su corazón como el idiota de su exnovio.

"Así que no te asustes, yo también lo estoy. Porque esta química entre tú y yo es demasiada para simplemente ignorarla. Así que admitiré que ahora me he enamorado."

Al terminar la canción, Alex se volvió a sentar a la mesa y comenzó a comer, aunque la comida estaba fría. De igual forma, le sería difícil comerse los alimentos ya que tenía el estómago cerrado por las cosas que estaban pasando esa noche. Se le partía el alma ver tan triste a Selene y solo quería buscar la forma de que esta pudiera estar de mejor humor, aunque sabía que sería una tarea difícil.

Al terminar todos la cena, vieron que ya era muy tarde y que tendrían que ir al día de mañana a ensayar, por lo que los chicos se despidieron y se fueron a sus hogares. Selene, de regreso, se quedó dormida como de costumbre en el taxi, pero esta vez, seguramente por influencia del alcohol, Alex no la pudo despertar y la tuvo que subir en brazos hasta su departamento.

Tomó del bolso de la chica la llave para poder abrir la puerta y la dejó apoyada en su cama. Cuando la estaba arropando con una manta, al llegar a los hombros de la chica, esta lo sujetó fuertemente del brazo, atrayéndolo hacia ella.

Alex quedó totalmente sorprendido y se puso más nervioso cuando esta se levantó un poco de la cama para morderle con suavidad el lóbulo de su oreja y susurrarle: "Quédate conmigo esta noche". El chico tuvo que controlar sus impulsos y rechazarla, diciéndole que seguramente sobria no se atrevería a decirle esas cosas. La besó en la frente, dejándola sollozando mientras cerraba la puerta del departamento de ella.

"Dios, Selene, no sabía que fuera posible que me pudieras volver más loco."

Así se fue casi huyendo a su departamento a dormir, aunque le fue muy difícil poder conciliar el sueño con ese último suceso de la noche.

Al día siguiente sería el cumpleaños de Gigi y todos se lo celebrarían luego del ensayo, llevándole una torta. Alex fue solo al ensayo; Selene se había despertado tarde y no estaba lista todavía. Era eso o recordó lo que había pasado la noche anterior bajo la influencia del licor. Cuando Alex llegó al teatro, felicitó a Gigi con un abrazo enorme. No sabía por qué, pero le había tomado cierto cariño a la señora y ese abrazo le llenó el alma, como si abrazara a una tía que estuviera de cumpleaños.

—Gracias, Alex —respondió esta, tomándole el rostro con ambas manos—. Sabes, algo, te pareces un montón a tu padre.

Alex estaba totalmente confundido; en ningún momento se imaginó que Gigi conociera a su padre, pero cuando le iba a preguntar de dónde lo conocía, fue interrumpido por los gritos de Fede y Ro, que venían corriendo a abrazar a Gigi.

—¡GIGIIII! ¡FELIZ CUMPLEEE! ¡QUE LOS CUMPLA FELIZ, QUE LOS CUMPLA FELIZ! —cantaron a gritos en unísono los dos chicos.

—Ay, queridos, muchas gracias, siempre tan amorosos —decía, devolviéndoles el abrazo.

—¡Eh! Con cuidado que van a aplastar a mamá —decía celoso el pequeño David a los chicos.

—Ven tú también, pendejito —le decía Fede, agarrándolo de un brazo y uniéndose al abrazo grupal.

Alex solo pudo reír al ver la escena; se sentía como si estuviera en una gran familia.

Cuando llegaron todos, incluida Selene, Graciela les tuvo que contar una noticia.

—Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que ya terminamos hoy el primer acto de la obra y es mi cumpleaños, jeje. Y la mala es que cada año me hago más vieja —dijo, soltando una carcajada.

—La escena que haremos hoy describe cómo el Vizconde Raoul ahoga sus penas en alcohol por el fracaso de su matrimonio con Christine. Meg se encuentra en ese bar y lo alienta a que se vaya con su mujer y su hijo, pero este no le tiene miedo al Fantasma.

—De repente aparece el Fantasma y hace una apuesta con Raoul: si Christine no canta, la familia unida podrá irse. De lo contrario, será Raoul quien regrese solo a París. El Vizconde acepta la apuesta y el Fantasma le hace preguntarse quién es el verdadero padre de Gustave, ya que este tiene más parecido con el Fantasma que con el propio Vizconde.

Así fue como se subieron al escenario Alex, Fede y Ro, quienes representaron la escena, y Gigi estuvo conforme con el resultado. Así que, al finalizar, le trajeron, tapándose los ojos, a la directora una torta de cumpleaños.

Festejaron todos y se quedaron sentados en el suelo del escenario, compartiendo todos. En una de esas tantas charlas que se escuchaban entre la algarabía, Gigi escuchó cómo alguien hablaba de que el próximo cumpleaños era el de Alex.

—Perdón, chicos, pero ¿qué fecha dijeron que cumplía Alex? —preguntó esta.

—El 22 de octubre, Gigi. Son libranos ustedes dos. Además, ese día iremos a un bar a una fiesta de...

—Disculpa, Alex, te quería preguntar si tenías un hermano mayor que falleció al nacer —preguntó con una cara más pálida que de costumbre.

—No, Gigi, me dijeron que podrías ser un poco tétrica, pero no, soy hijo único. No entiendo tu pregun... —no pudo terminar de hablar ya que comenzó a perder el conocimiento al ver que Gigi le sangraba la nariz.

Fue Selene quien lo sostuvo entre sus brazos para que este no cayera al piso y pidió a todos un poco de alcohol y un pedazo de torta. Lo hizo entrar en sí al pobre chico, que se sintió un poco acalorado y se desabrochó un poco los botones de la camisa que llevaba, dejando ver un trozo de su cicatriz en el pecho.

Gigi ya tenía un pañito con el que se sujetaba la nariz y, cuando vio la cicatriz de este en el pecho, no pudo evitar ir y abrazarlo. Tenía el rostro demacrado, pero con una pequeña sonrisa en los labios, casi imperceptible.

—Tranquila, Gigi, esa cicatriz es de hace años. No te sientas mal por verla —dijo Alex mientras era abrazado con fuerza por unos brazos temblorosos.

—Mi niño, lo que tuviste que haber sufrido todo este tiempo —dijo ella, besando la frente del chico.

—Ay, Alex, ¿por qué revelas tu dramática cicatriz? Gigi no aguanta una historia así como para ponerse a llorar —dijo Fede, jugando.

—Bueno, basta, mucho drama por hoy —dijo Gigi, reincorporándose—. Vayamos todos a descansar.

—Gigi, de verdad, no te lamentes. Mi cicatriz es casi como el recuerdo de mi madre. No recuerdo haberla sentido nunca, pero está tatuada en mi piel.

—Me parece que pude conocer a tu padre en la universidad. Cuéntame, ¿y tu madre cómo está? —preguntó ella con los ojos llenos de lágrimas otra vez.

—Mi padre me contó que murió en el parto, así que esta cicatriz es lo mínimo que me merezco por haberle arrebatado su vida.

—No digas eso, mi niño. Esa carga de su partida no es culpa tuya —dijo ella, acariciándole el rostro.

—De igual forma, no sirve de nada lamentarse, como siempre me dijo papá. Bueno, Gigi, mejórate de la nariz. Nos vemos en el próximo ensayo —dijo el chico abrazándola. Le salió de todo corazón ese contacto con ella; no le gustó verla llorar. Ese acto lo había entristecido. Ya la sentía parte de su familia y no quería verla sufrir, y menos si era porque él le dio lástima.

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