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Capítulo 21. Miradas evitativas

Capítulo 21. Miradas evitativas

Iban de camino en el auto del novio de Selene. Se conocieron mientras cursaban la secundaria; él estudiaba violonchelo en el CEA y llegaron a formar parte del conjunto de cámara de la institución. Habían entablado una linda amistad que terminó en romance.

Después de la muerte del padre de Selene, la familia del chico se mudaría a Argentina y él comenzaría a estudiar profesionalmente el instrumento en el Conservatorio Superior de Música Astor Piazzolla. Cuando llegaron al Hard Rock Café, ya había varios del elenco en una mesa grande en la que quedaban pocos asientos.

—Querida niña, siéntate a mi lado—le dijo Elizabeth, señalando un puesto al lado de ella—te presento a mi marido Federico—agregó, señalando al hombre que estaba en el otro asiento junto a ella.

—Un placer, Federico. Les presento a Néstor, mi novio—dijo esta, presentando a su acompañante, un poco nerviosa.

—Un placer a ambos—dijo este, estrechando la mano de los dos y sentándose al lado de Selene.

—El placer es nuestro. Qué elegante y guapo compañero te acompaña hoy, querida—dijo, guiñándole el ojo a Selene—. Querida, ¿sabes qué pasa? Que todavía no llegan tus compañeros Nico, Alex y Margarita. Solo faltan ellos para comenzar a pedir. Eliot dijo que él invita la comida, pero que las bebidas corren por cuenta propia.

—Dejamos a Nico en la entrada del teatro y dijo que venía; de los otros dos no tengo idea—dijo fríamente en su última frase, percatándose del tono con que lo decía.

—Bueno, no nos preocupemos, ya llegarán.

—Gente, hoy es noche de karaoke por si se quieren animar a cantar en el mini escenario del bar—dijo Natasha, que se notaba que ya tenía un rato tomando—. ¡Sele! ¡No sabía que tenías novio! Bienvenido, cariño, tienes suerte, te acompaña la próxima prima donna de Venezuela. Aunque pobre Fantasma, ahora sí vamos a escuchar su lamento verdadero.

—Creo que ya estás un poco pasadita de tragos, Natasha—dijo burlescamente Elizabeth.

—¡Jamás! El whisky corre por mis venas.

—Y te intoxica—dijo Eliot, que se sumaba a los de la mesa—. Acompáñame, Nata, vamos a sentarnos.

—Como mande, mi capitán.

—Creo que sí se embriagó un poco—dijo Selene mientras se llevaban al otro lado de la mesa a la asesora.

En eso, entraron saludando los tres faltantes, que se sentaron en las últimas sillas disponibles, al frente de Elizabeth y los demás.

—Bueno, ya llegó la alegría a esta mesa—dijo Nico, que se sentó en medio de Margarita y Alex.

—¿Por qué tardaron tanto? Saben el hambre que tengo—dijo Elizabeth.

—Es que la señorita rubia jugaba a ser Risitos de oro y se perdió entre los camerinos—decía Nico, viendo a Margarita, que se le veía afligida, pero que al ver que Selene tenía un compañero, se le regresó su típica expresión de serpiente al rostro.

—Vaya, vaya. ¿Con que tú eres el famoso novio de Sele?—dijo esta, soltando su veneno en el ambiente.

—Bueno, chicos, agarren su teléfono y escaneen el QR de la mesa y hagan su orden de comida. Recuerden que las bebidas las pagan ustedes—dijo Eliot, sin darle oportunidad a Selene de contestar.

Comenzaron así todos a hacer su pedido. Néstor le iba hablando al oído a Selene de si compartían una pizza como en los viejos tiempos, y esta accedió, respondiendo en el oído de este. Entre el murmullo de todos conversando y la música del lugar, no se llegaba a entender si no hablabas gritando.

El peli negro los veía desde el otro lado de la mesa en una mezcla de confusión, ansiedad y furia. Los celos lo estaban volviendo loco al punto que se le olvidó lo que había pasado en el camerino.

Llegaron los platos de cada uno y comenzaron todos a comer. Para sorpresa de Alex, que pensó que la pecosa chica no tomaba, esta y su acompañante habían pedido bebidas y los veía brindar.

—¡Un brindis por los viejos tiempos, los nuevos que vendrán y una carrera musical en camino!—decía al oído Néstor a Selene, que le correspondía brindando con una sonrisa—. Siempre supe que tu canto te llevaría lejos, solo tenías que dejarlo a la luz.

—Gracias, Néstor. Sí, recuerdo lo mucho que me animaste a que cantara y por eso me creé la cuenta en las redes sociales para dejar mis videos cantando.

—Y mira lo bien que te ha ido.

—Alex, Alex, llamando a Alex a Tierra—le decía del otro lado de la mesa Nico a su amigo—. Amigo, cambia el semblante; tienes la misma cara de loco psicópata que el Fantasma de la Ópera. Disimula un poco, ya salimos de la obra.

—Necesito ir al baño; este ambiente me intoxica—dijo el peli negro, retirándose de la mesa.

Selene no pudo evitar, aun estando molesta con el chico, observarlo mientras este se retiraba.

《No lo soporto; claro, como no me vio observándolos besuquearse, se hace el que no ha pasado nada. Pero escúchate, Selene, estás con este ahora, ¿qué te importa lo que pasó o no con Margarita y Alex?》

Mientras en el baño, este se enjuagaba el rostro con agua fría.

《¿Qué se molesta aquella por la escena? Si al fin y al cabo se trajo al novio del extranjero. Bueno, Alex, cálmate un poco; maldición, qué molesta Margarita; se suponía que hoy me confesaría a Selene mis sentimientos, no puedo permitir perderla, no me importa si está con el novio, él se va de nuevo al extranjero y quien se queda acá soy yo.》

Así, reflexionando, salió del baño a la barra. Ahí se quedó solo mientras esperaba otro vaso de Cuba Libre. No solía tomar con frecuencia, pero ese día necesitaba algo fuerte que calmara su ansiedad.

Le trajeron la bebida y se quedó otro rato más bebiendo en la barra mientras veía a lo lejos la cercanía que tenía su chica elfa con el otro chico. Este era mucho más alto que ella, hasta incluso un poco más que él. La gota que derramó el vaso para su ansiedad fue cuando lo vio tomando una servilleta y limpiándole una mancha cerca del labio a la chica.

Estaba enloquecido por los celos y necesitaba hacer algo para que estos se alejaran un poco. Comenzó a caminar hacia la mesa cuando terminó de cantar una chica en el mini escenario y el presentador buscaba a otro valiente que subiera a cantar. Entonces, ahí este, que más que con palabras, se expresaba mucho mejor cantando, levantó la mano y cambió su trayectoria hacia el escenario.

Le dijo al presentador que tenía una guitarra, que él se hacía su propio acompañamiento, y así fue como le dieron una guitarra acústica y fue presentado a los comensales.

—Bueno, gente, esta noche está llena de sorpresas. Aquí el compañero nos va a cantar un acústico, ¡aplausos, por favor!

Así, de esta forma, comenzaron todos a aplaudir y en la mesa del elenco de teatro se quedaron todos sorprendidos con que estuviera el peli negro ahí, sobre todo Margarita, Nico y Selene.

Así comenzó este a tocar la guitarra y a cantar:

"Llegó a mis ojos como un ciclón, tu mirada desde el rincón,

dejando a su paso un mar de neón, humo y licor.

No sé con quién andas; si es tu novio, me da igual."

El mensaje era claro y preciso para una sola persona del público. Selene podía sentir cómo la mirada del chico la perseguía, enfureciéndola aún más por tal acto.

《De verdad, me está reprochando después de su escenita; está loco》—se decía la chica, indignada, aunque su rostro lo que gritaba era vergüenza, ya que se le estaban poniendo las mejillas coloradas.

"Me fui acercando un poco a ti, y me dije sin parpadear:

qué bien se le ve el blue jean. Sin pensarlo, di un paso más,

y en las tripas peces me nadaron. Cuando al fin, supe tu nombre."

Para ese entonces, Néstor se estaba dando cuenta de las miradas conectadas entre su novia y el chico del escenario; creo que era innegable que estos tenían un historial.

"Y el plan del destino empezó a marchar. Qué manera de juntar

a este par de extraños que se empiezan a extrañar.

Pronto tendrás que regresar con aquel fulano y yo,

con botella en mano, no podré olvidar la cita del azar."

Seguía el chico cantando; los comensales estaban embelesados por la voz de este y se fue haciendo un silencio en todo el bar solo para escucharlo cantar.

—Te dije que el fantasma se deprimiría, cariño—le gritó desde el otro lado de la mesa Natasha a Selene, dejándola expuesta ante todos. Ahora, con más vergüenza, se sentía incómoda; algunos en la mesa captaron el mensaje de Natasha, otros simplemente ni prestaron atención y solo escuchaban al chico cantar.

Terminó de cantar el chico y, ya para ese punto, Selene estaba en colapso. Como siempre, lo mejor que sabía hacer frente a algo así era huir, así que le dijo a Néstor que se la llevase a casa. Este accedió y se despidieron de todos mientras se dirigían a la barra a pagar sus bebidas.

En ese momento, mientras pagaban, Alex se les acercó.

—Sele, necesito hablar contigo.

—No tenemos nada de qué hablar.

—Hay cosas que necesito aclararte, por favor—dijo este, tomándola de una mano, la cual rechazó rápidamente la chica, que lo miró con una mezcla de furia, decepción y tristeza.

—Ya te dije, no hay nada de qué hablar ni aclarar. Basta solo la vista para saber qué pasó, y una canción no va a borrar eso de mi memoria. Para la próxima, si quieres más privacidad, colócale seguro a la puerta de tu camerino; nadie quiere sorprenderse con cochinadas—sentenció la chica, marchándose, caminando rápido, siendo perseguida por el moreno a sus espaldas, que iba confuso pero juntando cabos de lo que había pasado.

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