Capítulo 20. Malos Entendidos
Capítulo 20. Malos Entendidos
Después de la función, cada quien se fue a su camerino para quitarse el traje y desmaquillarse con la ayuda del equipo de producción. Selene le pidió a la maquilladora si le podía hacer luego un maquillaje sencillo para poder ir al bar a festejar su cumpleaños; esta, encantada, aceptó.
Margarita, cuyo personaje no tenía tanta ornamentación, estuvo lista mucho antes de que su compañera lo estuviera. Cuando escuchó que el maquillaje de la chica estaba listo y que esta se vestiría para la celebración, salió del camerino y se dirigió al de sus compañeros.
Cuando entró, estaba solo Alex, que estaba con el pecho descubierto y a punto de bajarse el pantalón para cambiarse. Se ve que todavía no había podido cambiarse y seguramente era por todo el trabajo para remover por completo las prótesis del Fantasma.
—Alex, ¿has visto a Nicolás? —dijo esta, cerrando la puerta del camerino al entrar.
—Salió hace rato del camerino; conmigo se tardaron un montón por mi maquillaje. Si me disculpas, necesito privacidad para cambiarme —dijo este fríamente, señalándole la puerta a la chica.
—Te preguntaba por Nicolás porque quería hablar algo importante contigo a solas —dijo esta, acercándose a donde estaba el chico.
—Lo que sea que quieras hablar puede aguardar a que me cambie, así que ¿podrías dejarme solo?
—Pero Alex, ¿cómo quieres que me vaya cuando te encuentro con este aspecto? —se iba acercando cada vez más al chico, dejándolo acorralado entre los peinados del camerino y el cuerpo de esta.
—Es en serio, Margarita, déjame solo —le respondió este, ya obstinado.
—¿Eso es porque no soy tu mosquita muerta? ¿Por eso me tratas así? —decía esta, colocándole una mano en el pecho.
—¿Acaso ella sería capaz de hacer esto? —dijo, estampándole un beso, empujándolo bruscamente hacia el mueble peinador con la mano que tenía en su pecho y descendiendo su otra mano a la entrepierna del chico.
Todo pasó tan rápido que fueron milisegundos en los que ocurrió todo.
Selene abrió la puerta sutilmente, que ni se escuchó que esta se abrió en el momento en que Margarita empujó y besó a Alex.
Ver tal acto, tal escena, fue un balde de agua fría para la chica. En cuestión de segundos, quedó paralizada y salió corriendo, llorando de furia y tristeza, ahogando un grito.
《Pero qué mierd... Debe haber un error, Alex no es así, o por lo menos no fue lo que me dio a entender. Bueno, pero a mí qué me importa si tengo novio, no debería importarme esto, porque, ¿qué mierda entonces estoy llorando? ¡Qué estúpida!》
No podía ni terminar de pensar e iba por los pasillos buscando huir por la salida más cercana.
Mientras, en el camerino, Alex había empujado a Margarita con furia lejos de él. Mientras se la quitaba de encima, pudo ver por un espejo que había en el camerino cómo Selene había visto aquella escena y había salido corriendo al instante.
—¡Pero qué desgraciada eres! ¿No entiendes que no es no? ¡No quiero nada contigo! ¡Ya déjame en paz! ¡LÁRGATE DE AQUÍ! —decía, hecho una fiera, el chico.
Al ver que esta solo permaneció inmóvil en silencio y comenzó a llorar, tomó la camisa blanca del traje del Fantasma, se ajustó el pantalón y fue corriendo por el pasillo, tratando de alcanzar a Selene mientras se colocaba la camisa.
Selene salía hacia las afueras del teatro derramando lágrimas cuando fue sacada de sus pensamientos por la voz de su mejor amiga que la llamaba desde lejos.
—¡Sele! ¡Acá estamos! —le gritaba Betania.
Al percatarse de que era Beta y su mamá, se fue secando las lágrimas a medida que se acercaba a las chicas.
—¡Hija, estuviste estupenda! Quedé totalmente emocionada, pero no te aflijas por esa canción en las tumbas, tu padre estaría orgulloso de ti en estos momentos, tanto como yo lo estoy —le decía su madre, dándole un abrazo y acariciándole la espalda.
La chica solo dijo un "gracias" con la voz un poco entrecortada por las emociones y luego deshizo el abrazo para ser abrazada por Beta, que daba saltitos de felicidad.
—¡Estuviste increíble, amiga! ¡Naciste para hacer esto! Por cierto, ahí vienen Mati y Nati con una sorpresa para ti —dijo, señalando a los chicos que venían acompañados de otra persona cuyo rostro estaba tapado con un ramo de crisantemos violetas.
Al llegar los chicos y la misteriosa persona, Selene fue abrazada por Mati y Nati con sus respectivas felicitaciones por el cumpleaños y por su actuación en la obra. Luego, la tercera persona, que ya se le hacía conocida a la chica, reveló su rostro.
—¡Felicitaciones, pecosita! Siempre supe que tu canto te llevaría lejos algún día —decía, abrazándola y levantándole los pies del piso a la chica, que le correspondía con emoción el abrazo.
—¡Oh, Néstor! ¡Eres tú! ¡Qué sorpresa inesperada!
—El director de la orquesta donde estoy en Buenos Aires es amigo del director de la obra. Me comentó que venía a ver la obra de su amigo y, como me llevo bien con él, le pedí acompañarlo a ver la obra.
—¡Qué casualidades!
—¡Ni te imaginas! Por cierto, ¡feliz cumpleaños! No creas que solo te traje flores —dijo este, entregándole un paquete envuelto que sacó del maletín que llevaba.
—Me da vergüenza abrirlo frente a todos, mejor espero a más tarde.
—¿Y dejarnos con el suspenso? No, no. ¡Que lo abra, que lo abra! —dijo Nati, canturreando la última frase, canto al cual se le unieron el resto de los presentes.
Con tal escándalo que estaba haciendo, Selene no le quedó de otra que abrir el paquete; era una caja de alfajores Cachafaz.
—¿Estos son los alfajores de los que tanto me hablabas antes de irte del país?
—Sí, los mismos. Son los mejores que he probado y necesitaba que tú también los probaras y traerte un pedazo de Argentina, ya que hemos estado tan lejos tanto tiempo.
—Gracias, Néstor, es un hermoso detalle —dijo Selene, volviéndolo a abrazar. Había olvidado lo confortante que podían ser el pecho y los brazos del chico.
En ese momento se les acercó Nicolás.
—Sele, te estaba buscando desde hace rato. Ya estamos casi listos todos, ¡vamos al bar! Hay que celebrar a lo grande este estreno y, como no, tu cumpleaños.
—Es verdad, se me había olvidado con tanta conmoción.
—No me habías hablado de esta salida, Selene —decía la mamá, un poco seria, viendo con severidad a la chica.
—Vamos, señora, es una tradición que tenemos en el teatro de salir a celebrar el primer día de función y quisimos unirlo al cumple de Selene, aprovechando que eran el mismo día —decía Nico, mientras veía cómo sus palabras no estaban convenciendo a la madre.
—Sra. Victoria, yo vine con el auto. Si quiere, acompaño a Sele y la devuelvo sana y salva a su casa cuando termine la celebración. No podemos privarle de esta alegría; me parece que se la tiene bien merecida la celebración.
—Me cae bien tu amigo, Sele.
—Está bien, Néstor. Sé que si va contigo, está en buenas manos. Solo no se tarden demasiado; saben que es peligrosa la noche.
—Tranquila, usted me conoce y sabe cómo he cuidado muy bien de su hija en el pasado. Hoy no va a ser la excepción.
—Sí, lo sé, Néstor, eres un buen chico. Vayan tranquilos.
—Sele, te acompañaríamos, pero la verdad es que no tenemos mucho dinero —decían Mati y Nati.
—Sí, yo también ando sin un medio. Mejor hablamos después y nos vemos el martes en clases —dijo Beta, dándole un abrazo de despedida— y más vale que no te desaparezcas de nuevo —le dijo Beta a Néstor, fulminándolo con la mirada.
—Gracias, chicos. El simple hecho de que hayan venido a verme hoy es más que un regalo perfecto para mí. Nos vemos el martes. —Dicho esto, los chicos se despidieron de los presentes y se fueron.
—Bueno, hija, pórtate bien. Nos vemos más tarde en casa. Me quedo tranquila de que quedas en buenas manos. Gracias, Néstor, siempre has sido muy atento —se despidió también la madre, dejando solo a los tres chicos.
—¿Dónde va a ser la reunión? —preguntó Néstor a Nicolás, que lo veía confuso.
—En Hard Rock Café de los Palos Grandes —le respondió el chico.
—Bueno, nos vemos allá. Yo llevo a la cumpleañera; tenemos que ponernos al día y recuperar el tiempo perdido —dijo Néstor, colocándole un brazo en el hombro a la peli marrón.
—Tienes razón, hay que ponernos al día. Nos vemos allá, Nico —dijo esta, apurándose a irse del lugar, ya que vio cómo a lo lejos los miraba Alex acercándose a ellos.
《No lo quiero ni ver》, se decía Selene, caminando hacia el auto de su novio.
—¿Sabes quién era ese? —preguntó el peli negro a su amigo.
—No sé, pero quiere "recuperar el tiempo perdido" con Selene —dijo, imitando la voz del chico. —¡Ay, papá! Alex, creo que te soplaron el bistec o seguramente debe ser el novio de Sele que vino del extranjero —dijo y le dio unas palmadas en la espalda a su amigo, que se le veía preocupado.
《Necesito aclarar la situación de Margarita; no puedo permitir que Selene piense que soy un playboy》, pensaba Alex.
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