Capítulo 15. Sentimientos Emergentes.
Capítulo 15. Sentimientos Emergentes.
—¿Qué pasó, Nico? ¿Y esta gente?—dijo Alex, saludando a su amigo. Había llegado tarde al ensayo en el Teresa Carreño porque no había sonado su alarma en la mañana.
—Son el diseñador de vestuario y sus asistentes. Nos vienen a hacer mediciones para preparar los vestuarios de la obra.
—Buenas noches, Srita. Selene, joven Alex, ¿acaso estuvieron de rumba anoche?—dijo Natasha al ver llegar primero a uno y después a la otra, haciendo que todos hicieran ruiditos tontos por su comentario.
—Disculpe, Natasha, había tráfico en la autopista subiendo a Caracas—dijo Selene, jadeando, mientras que Alex solo dijo, serio, que no había sonado su alarma.
—¡Verdad que tú eras de Guatire! Te lo perdono a ti, Alex; la próxima llega a tiempo, por favor, pero rápido, tomen asiento que necesito presentarles a estos maravillosos arquitectos.
De esta forma, Selene se sentó en la punta, cerca de Elizabeth, que estaba cerca de ella.
—Buenos días, gente. Les presento al equipo de diseñadores del teatro. Son los que diseñarán sus trajes y los van a traer a la vida para la obra.
Estos hicieron una reverencia y se presentaron ante todos. Los fueron llamando en grupos de a dos para irles tomando las medidas. Los que se medían se podían retirar; hoy no ensayarían ninguna parte.
Así fue como los penúltimos fueron Margarita y Nicolás, que se despidieron de Selene y Alex, que serían los últimos en medir.
—Alex, te esperamos afuera—dijo Margarita, que fue jalada de un brazo por Nicolás hacia la puerta mientras le decía.
—No lo creo, Marga. Alex tiene simulacro de examen en piano y se va directo a estudiar. Vamos a nuestras casas, yo te llevo—dijo Nico, guiñándole un ojo a Alex, que entendió su mensaje.
《Este Nico, le debo una》 pensó el peli negro, que fue sacado de sus pensamientos por los diseñadores.
—Fantasma, por favor, quédese en camiseta mientras le tomamos algunas medidas. Mientras, puede ir viendo, Srita. Christine, los diseños que tenemos para ti—dijo el pelado a la chica.
Esta estaba absorta en los diseños hasta que volteó un momento a ver cómo iba Alex y vio un trozo de cicatriz que se veía en el pecho del chico y bajó su mirada rápidamente al percatarse de que este la cachó observándolo.
Le tomaron las respectivas medidas a este y luego siguieron con la chica, mientras él también veía los diseños. Esta llevaba un vestido floreado ese día y la hicieron quedarse en top y un short que llevaba debajo de este.
El peli negro se quedó admirando la figura de esta; tenía el cuerpo como un reloj de arena y buena proporción en su pecho y glúteos, sin ser algo extravagante.
《Creo que me está afectando estar tanto tiempo con Nicolás, me siento un pervertido》, pensó este, metiendo su mirada entre los diseños al ser descubierto por Selene observándola. Cuando volvió a levantar la vista, esta ya estaba poniéndose coloradas las mejillas.
Al terminar las mediciones, este se acercó a ella.
—Sele, ¿tienes tiempo para ir a tomar aire a la terraza?
—S-Sí, me gustaría volver a regresar allí—dijo esta un poco nerviosa.
De esta forma, ambos se pusieron en marcha. Una vez arriba, permanecieron un buen tiempo en silencio, simplemente disfrutando de la compañía silenciosa del otro, viendo los alrededores, hasta que Selene rompió el silencio.
—Alex, sé que no es de mi incumbencia, pero te quería preguntar...
—Es una cicatriz de operación—la interrumpió el chico. Al ver que la chica no emitía ni una palabra, prosiguió—. De bebé me operaron del corazón y a los 12 nuevamente, pero estoy bien, es algo que se superó hace tiempo. Pocos lo saben, ya que trato de no mostrarla mucho; solo la han visto Nicolás y Margarita, ya que nos conocemos desde pequeños con Margarita y Nico somos cercanos.
—Disculpa, más que curiosidad, estaba preocupada. Disculpa de nuevo si te incomodé—dijo esta, tomando entre sus manos una de las del chico.
—Créeme cuando te digo que si me incomodaras, jamás te lo hubiera contado—dijo este, devolviéndole una sonrisa por su toque. No le gustaba mucho el contacto físico entre los demás, pero este acto no le incomodó; más bien le pareció tierno y le gustaba sentir la suavidad de las manos de la chica.
—Yo también tengo una cicatriz, aunque a diferencia de la tuya, es más emocional. Mi padre murió hace dos años de un infarto; él era como mi superamigo y su partida me devastó al punto que un día pensé en cortarme las venas. Tenía el cuchillo en la mano, pero mi madre me lo arrebató de la mano. Desde ese día estuve un año en terapia psicológica y ahora estoy mejor. Pienso cada día menos en la muerte, aunque sigo extrañándolo mucho a papá—dijo la chica, que se le escapó una lágrima.
—Me siento una tonta, yo queriendo desvanecer mi vida, mientras tú luchabas por vivir, siempre haciendo estupideces...
—Ningún dolor es de más valor que otro. Todos tenemos realidades diferentes y padecemos de formas distintas, y no por eso tu sufrimiento tiene que ser menor al mío. Yo nunca conocí a mi madre; ella murió al darme a luz. Siento su pérdida, pero no me imagino lo terrible que tuvo que ser para ti perder a tu padre, con el que compartiste muchas vivencias—la interrumpió este, utilizando su mano libre para secar su rostro. —Caminemos un rato, ayuda a despejar la mente.
Y así caminaron tomados de la mano mientras veían el cielo. Él cantaba entre susurros una canción que ella no conocía y la brisa se llevaba las lágrimas de la peli marrón.《Me encantaría tener el poder de sanar tu alma y quitarte toda la tristeza que hay en ti; realmente es reconfortante tu compañía, así sea solo en silencio.》
Después del día en que Selene se dio cuenta de su cicatriz, Alex pensó que su trato hacia él iba a cambiar por llegar a sentir lástima, pero todo lo contrario; la chica continuó tratándolo como siempre. Más bien, se veía mucha más confianza entre ambos, tanto que descubrió lo insistente que podía ser cuando quería lograr algo.
Le seguía contando a Alex cómo buscaba arduamente el libro de "Gente Normal", pero no daba con la portada que ella quería. También pudo conocer, por boca de ella, la presión que sentía por su madre en los estudios y en su estado de salud. Y sobre todo, lo autoexigente que era la chica consigo misma, llegando a contarle que practicaba sus escenas cada momento que tenía y hasta conseguía que su amiga la escuchara y le diera críticas al respecto. No sabía por qué, pero le fascinaba que fuera de esa forma y se sentía mucho más cómodo estando con ella.
—¡Mira, Alex!— le dijo la chica, entregándole al chico un pin con forma de zorro que estaba enganchado a un papel que tenía escrito: "Mi vida es monótona, así es que me aburro un poco. Pero si prometes venir a verme a las cuatro, desde las tres comenzaré a ser feliz. Y cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré" — estaba haciendo figuras con porcelana fría y te hice un zorro, como el del Principito.
—Gracias, Sele, te quedó genial, la verdad. No sabía que eras artesana.
—Me gusta hacer manualidades a menudo—dijo esta sonriendo.
—Qué tierna que eres, lo pondré en mi bolso. Muchas gracias. Sabes algo, faltó una parte importante de esa frase en la tarjeta, cuando el Zorro le dice al Principito: "tú serás para mí el único en el mundo y yo seré para ti el único en el mundo".
Su charla fue interrumpida por el padre de Alex, quien le llamó la atención, ya que iban a comenzar con la asesoría vocal, esta vez acompañados por el coro para practicar la canción "Masquerade". De esta forma, el resto del ensayo, aunque fue arduo, se pasó volando. El coro de teatro era impecable y su director, el padre de Margarita, era una persona totalmente distinta a lo que era su hija; se le veía muy cariñoso y paciente, siempre hablando con amabilidad cuando daba las indicaciones al coro sobre sus entradas.
Terminado el ensayo, los chicos se despidieron y cada quien se fue a sus respectivas casas. Cuando Sele llegó a la suya, se puso a hacer una videollamada con Betania.
—Beta, ¿crees que este fin de semana podamos hacer una pijamada en tu casa? Necesito un día fuera de estas cuatro paredes y podemos ver una de nuestras películas confortantes.
—Obvio, Sele, tenemos tiempo que no lo hacemos y, bueno, sería una variante si lo hiciéramos en mi casa. ¿Quieres que le diga a mi mamá que convenza a la tuya?
—Déjame decirle yo y, si se opone, jugamos esa carta, ¿te parece?
—Me parece excelente. Oye, no me has dicho, ¿le gustó el zorro a tu Principito?
—Me parece que sí, lo puso decorando su mochila y completó la frase que le había puesto en la tarjeta. Es genial cuando las personas entienden mis referencias.
—Creo que alguien por ahí se está enamorando...
—No comiences, Beta, sabes que cuando considero a alguien mi amigo, me gusta dar detallitos.
—Sí, lo sé, sé que te gusta hacer sentir especial a las personas que quieres. Y hablando de eso, ¿Néstor ha hecho acto de presencia?
—La verdad, esta semana anda como desaparecido, solo ha contestado con monosílabos a mis mensajes. Debe estar muy ocupado con los ensayos y el estudio.
—De verdad que a veces me provoca pellizcarte, Sele. Deberían darse su tiempo, te estás perdiendo de poder tener algo lindo con este nuevo chico solo por estar empecinada con Néstor.
—Que no seas necia, Betania, solo veo a Alex como un amigo.
—Bueno, mijita, sigue mintiéndote a ti misma. Nos vemos mañana en clases.
—Dale, nos vemos, Beta. ¡Bye!
Así llegó el ensayo del viernes, donde se les uniría un coreógrafo y el ballet para montar la escena de la canción "Masquerade". La coreografía era sencilla; no tuvieron dificultad en aprenderla, desde los actores principales hasta el coro que los acompañaba.
—Están en una fiesta de máscaras, chicos. Cada quien déle su propia personalidad a cada personaje en su baile—dijo el coreógrafo, dirigiéndose a los actores—mientras que ustedes—dijo señalando a los del ballet—van a ir entrando al escenario, una mitad desde el público y la otra desde el fondo del escenario, haciendo la coreografía que ya hemos ensayado—dijo señalando al ballet.
—Luego entra el coro, jugando con sus manos, haciendo gestos de tapar su rostro, algunos con las manos y otros con máscaras en sus manos. Luego, de uno en uno, van entrando los actores; mézclense con los del ballet. Los que interpreten a Christine y Raoul, quiero que se pavoneen por todo el escenario, están hinchados de emoción, se han comprometido.
—Después quiero que todos se unan en grupo, dejando a los actores adelante, y que realicen la coreografía mientras cantan:
"Mascarada, esconde tu rostro para que el mundo nunca te encuentre, Mascarada, deja que el espectáculo te sorprenda."
Hasta que llegue el fantasma a escena y todos se volteen a verlo con pánico. Este exige que se acaten sus reglas y le recuerda a Christine que ella canta gracias a él.
"¿Por qué tanto silencio, buenos señores? ¿Creían que me había ido para siempre? Les he escrito una ópera y esta es la partitura. Les aconsejo que cumplan, mis instrucciones son claras. Tus cadenas siguen siendo mías, cantarás para mí."
Así terminaron el ensayo y todo el grupo se quedó en un compartir organizado por Eliot, que quería celebrar el fin del primer acto.
Estaban charlando entre todos; dominaban la charla más que todo Elizabet y José, que relataban sus anteriores experiencias en conciertos y otras obras. Había gaseosas, jugos y agua en bebidas, además de algunos snacks y sándwiches.
—Querida Sele, recuerdo cuando tenía tu edad—decía Elizabeth, nostálgica—no era muy diferente a ti. En mi primera producción estaba tan nerviosa e insegura de mí misma, pero ¿sabes qué fue lo que me hizo seguir adelante? Sabía que si podía enfrentar ese primer papel, no importaba si salía bien o mal, podía seguir adelante luchando por mi carrera y ahora, veme acá, estudié muchos años en el extranjero y di giras espectaculares, pero nada mejor que estar en casa y compartir mi arte con mi país.
—Eliot, creo que adulteraste esas bebidas, que Eli ya se puso a divariar en su conversación—decía Natasha, riendo.
—Bueno, bueno, había que darle un poco de diversión al compartir—decía Eliot con su sonrisa de oreja a oreja.
En una de esas conversaciones, se preguntaron la fecha de cumpleaños de todos y se pusieron a compararse por sus signos zodiacales, descubriendo que el día del estreno de la obra sería el cumpleaños de Sele, el 30 de agosto, quedando todos de acuerdo para ir, después de culminada la función, a un bar a celebrar.
Cuando estaban todos despidiéndose, Alex se acercó a Sele y la alejó un poco del grupo para preguntarle algo.
—Sele, ¿qué vas a hacer esta noche?
—Me quedaré en casa de una amiga que vive acá en Caracas, me quedo todo el fin de semana con ella. ¿Por qué?
—¿Has visto alguna vez el ballet del Cascanueces?
—No, pero me encantaría verlo, debe ser de ensueño.
—¿Quieres ir a verlo? Lo presentan esta noche en el Aula Magna de la UCV.
—¿En esta fecha? Pensé que lo presentaban más para Navidad.
—Sí, lo sé, me pareció raro también, pero bueno, es una compañía de ballet internacional y va a ser tres funciones. Hoy es la función de estreno. ¿Qué dices, te animas?
—¡Sí! Me encantaría, pero no tengo dinero ahorita y no voy a dejar que pagues todo.
—Me das, si quieres, después lo de tu entrada.
—De acuerdo, Alex, ¿a qué hora es?
—A las siete de la noche, ¿nos vemos en la entrada del Aula Magna?
—Dale, perfecto, así me da chance de ir a casa de mi amiga y alistarme.
—Tranquila que de regreso te acompaño a su casa.
—Bueno, gracias, Alex. Nos vemos en la noche entonces.
—Nos vemos.
Al llegar a casa de Beta y contarle la invitación de Alex, su amiga gritó de emoción y trató de buscarle un lindo vestido que tenía guardado para su amiga.
—Sele, este vestido lo tenía guardado para dártelo en tu cumpleaños, pero me parece que esta ocasión amerita que lo uses—dijo Beta, buscando entre su closet y sacando un vestido corto, color azul celeste, con un lindo escote en el busto y la espalda descubierta.
—¡Beta! ¡Está hermoso el vestido! ¡Muchas gracias!
—Lo más gracioso es que se llama como tú, el modelo se llama "Selene".
—Jajaja, no lo puedo creer y es muy preciso que sea de color azul, que es mi color favorito.
—Por eso, cuando lo vi, dije que tenía que dártelo.
—Gracias, amiga, eres la mejor —dijo esta abrazándola.
—Bueno, vamos para que te arregles, tienes que estar deslumbrante.
—Claro, es la primera vez que voy a ver un ballet y lo más emocionante es que es con música de mi compositor favorito.
—Yo pensé que estabas emocionada porque era tu primera cita con Alex.
—Vamos, Beta, no comiences.
—Jajaja, solo te molesto, Sele, ve y báñate, que después te seco el cabello con el secador.
Así fue como la chica se fue a bañar, y al salir se alistó para la noche con la ayuda de su amiga. Terminó colocándose el vestido junto con unas zapatillas blancas para estar cómoda. A la hora de secarse el cabello, optó por dejárselo suelto, tapando parte del escote de la espalda del vestido.
—No te preocupes por tu mamá, que si llama, mis padres van a salir hoy también a un recital, así que cualquier cosa respondo el teléfono de casa.
—Gracias, Beta, bueno, voy saliendo a la UCV.
—Avisa cualquier cosa, estoy pendiente. Disfruta tu noche —dijo Beta despidiéndose con un abrazo.
Al llegar al Aula Magna, ahí la esperaba Alex, vestido de traje negro y con una camisa negra con bordes violetas oscuros.
—Buenas noches, Sele —dijo saludándola con un beso en el cachete.
—Buenas noches, Alex, qué elegante estás.
—Lo ameritaba la ocasión, tú estás hermosa, te quedó muy bien ese color. Bueno, pasa adelante, vayamos entrando —dijo haciendo un gesto delicado con el brazo para que la chica comenzara a caminar.
La señora que los guió hacia sus asientos era la misma que el día de la presentación del Principito; la reconoció por los rizos rubios característicos, además de que no pudo evitar reírse tímidamente cuando le indicaron el número de los asientos.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Alex, extrañado por la reacción de la chica.
—Es que estos fueron los mismos asientos donde me senté con mi amiga Beta cuando te vimos como el Principito.
—Eso sí que es mucha casualidad, ¡CHAN! —dijo burlescamente Alex.
—Gracias, Alex, por la invitación, esta es la primera vez que voy a ver un ballet.
—También la mía, nunca he visto un ballet, pero me alegra que sea contigo y que sea con música del genio de Tchaikovsky.
—Eso lo hace más especial, es mi compositor favorito.
—Sí, tenías cara de que te gustaba, jeje.
Así fueron riendo y hablando hasta que fueron apagando las luces, invitando ya al comienzo del ballet.
Cada escena del primer acto fue hermosa, Sele estaba al borde de las lágrimas, pero todavía no había llorado. Los bailes eran magníficos, la historia era atrapante y la música le terminaba de dar el toque de emotividad para el momento. En el interludio, aprovechó para ir al baño y regresó justo para el comienzo del segundo acto.
Alex también estaba maravillado por tan magnificencia a sus ojos; el ballet era algo que no había experimentado ver, pero le parecía algo exquisito, además de que la música lo estaba envolviendo por completo en la historia.
Cuando estaban realizando una de las escenas finales, cuando la orquesta tocaba el Pas de Deux - Andante Maestoso y El Cascanueces, en su baile levantó a Clara con sus brazos, este fue sorprendido por Sele, que le tomó una de sus manos, entrelazándola a las de él mientras caían lágrimas de sus ojos; estaba atónita viendo el escenario.
Él solo correspondió el agarre y terminaron de ver la obra de esta forma, tomados de la mano, hasta que finalizó y deshicieron el agarre para poder aplaudir a la compañía de ballet.
Al salir del teatro, Sele abrazó con emoción a Alex, todavía con los ojos cristalinos por las lágrimas, y volvió a agradecer la experiencia de esa noche. Él entonces pidió un taxi para acompañarla a casa de Beta. Al llegar al lugar, bajó con ella del taxi y le dijo que él vivía cerca de ahí y podía irse caminando.
—No me voy a cansar de decirlo, gracias nuevamente, Alex, fue una noche increíble, inolvidable —dijo abrazándolo tiernamente, abrazo que duró un poco más por ser de despedida.
—No fue nada, Sele, yo también la pasé estupendo —dijo él, tomando una de las mejillas de la chica delicadamente con su mano y acercándose a ella para darle un beso en la frente. —Nos vemos en el próximo ensayo, descansa.
—Que descanses, Alex, avisa cuando llegues a tu casa. —dijo Sele, un poco conmocionada por lo que acababa de pasar; sintió cómo se le estremeció todo el cuerpo al sentir los labios del chico en su frente.
—Dale, chao.
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