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Capítulo 13. La Aceleración de los Corazones

Capítulo 13. La Aceleración de los Corazones

Desde aquel momento en la terraza, Alex y Selene no pudieron estar totalmente solos; parecía que Margarita tenía cronometrados sus encuentros y siempre buscaba la forma de no dejarlos a solas. El miércoles, durante la asesoría vocal, Alberto fue muy severo con los dos chicos, ya que quería una interpretación perfecta de la pieza principal de la obra. Selene quedó abrumada ese día y, como tenía que salir de ahí a clases, no tuvo la oportunidad de conversar con el "peli negro". El viernes, mientras hacían el montaje de las escenas, tampoco tuvieron mucho tiempo para conversar; solo intercambiaban miradas, sobre todo cuando tocaban sus escenas juntos. Selene se quemaba con el roce de la mano de Alex cada vez que les mandaban a repetir la parte que rodeaba su cuello con su brazo.

Así llegó nuevamente el lunes. Alex le había enviado el domingo por la noche un mensaje a Selene para que no llevara almuerzo ese día, que él la invitaba a almorzar. De forma que llegó al ensayo ese día con mucha ansiedad por que llegara la hora del almuerzo.

—¡Buen día a todos! Hoy trabajaremos en las escenas de las canciones "The Music of the Night" y "Prima Donna", así que adelante, Fantasma y Christine —decía Natasha a todo el grupo, mientras dirigía su mirada a la pareja protagonista—. Me gusta la química que tuvieron en la escena que trabajamos la semana pasada, pero ahora necesito ver un poco más de atracción entre ambos. Este número lo canta solo el fantasma, pero Christine tiene un papel teatral muy importante.

—Quiero que me digas, Alex, ¿qué te parece que está haciendo el fantasma en esta escena con la canción? —preguntó esta vez dirigiendo toda su atención al chico.

—Pienso que está tratando de seducir a su musa y que esta se quede con él en su mundo de oscuridad —respondió muy serio, mirando de reojo a Selene mientras mencionaba la palabra "musa".

—No está mal tu interpretación. Y tú, Selene, ¿qué me dices de Christine?

—Yo creo que Christine piensa que está soñando, pero al tener esa voz que le hablaba esta vez en forma física, se deja llevar y cautivar, cayendo en el hechizo del fantasma, por así decirlo —decía firmemente la chica, evitando hacer contacto visual con su compañero.

—Me gustó eso del hechizo. Ahora, por favor, muéstrenme eso que describen. Para esta ocasión, ¿podrías cantar la canción, Alex?

Alex solo asintió con la mirada a Natasha y se alejó un poco de donde estaba Selene, comenzando a cantar "Music of the Night". Ambos, metidos en el papel de cada uno, comenzaron a mirarse fijamente; dicen que a veces con una mirada se puede transmitir muchas cosas, y en ese momento los chicos comunicaban tanto con esa mirada que se podía sentir esa atracción que debían tener los personajes el uno por el otro. La pregunta en cuestión era: ¿será que la realidad estaba alcanzando también a la ficción?

Así fue como, al finalizar la primera frase de la canción "Silenciosamente los sentidos abandonan sus defensas", él le indicó a Selene, con un gesto sutil de su mano, que volteara su rostro, terminando con la conexión en sus miradas. Esta captó el gesto y lo siguió cual soldado a una orden.

Alex se fue acercando delicadamente más hacia Selene, que le estaba dando la espalda, pero que tuvo la necesidad de voltearse a verlo de nuevo. En ese instante, el chico cantaba "Aparta tu rostro de la luz del día" y, con su mano muy cerca del rostro de la chica, pero sin tocarlo, fue apartando la mirada de esta nuevamente. Para luego, cuando ya casi tenía el rostro girado, volver a rotarlo para que le devolviera la mirada y salir casi huyendo de esta.

Era un juego entre miradas, entre querer que lo observara, pero al mismo tiempo demostrando la vergüenza que sentía el fantasma de que vieran su abominable rostro, por lo cual siempre volvía a apartarse de la chica.

Luego, Alex se volvió hacia ella y caminó describiendo un círculo a su alrededor, sin quitarle la mirada de encima, mientras esta actuaba, imaginando todas las cosas que él describía en la canción: "Cierra tus ojos y entrégate a tus sueños más oscuros, limpia tus pensamientos de la vida que conocías antes, cierra tus ojos y deja que tu espíritu se eleve".

Con cada una de esas palabras, se iba aproximando cada vez más cerca de la chica, hasta que esta terminó por devolverle la mirada cuando él decía "Y vivirás como nunca antes lo has hecho". A partir de ahí, la conexión que había en sus miradas no se rompió más. Él se alejaba de ella, pero en forma de invitación, mientras esta lo seguía, caminando muy despacio, llegando casi a tocar su rostro cuando él decía "la oscuridad de la música de la noche".

Acercándose y colocándose detrás de ella, rodeándola con su brazo, como lo había hecho en la escena practicada la semana pasada, mientras cantaba "Solo entonces podrás pertenecerme". Esta solo se estremeció ante él; ni se imaginaba que volvería a hacer ese agarre, y le correspondió reposando su rostro en su regazo. Luego, el "peli negro" le tomó una de sus manos con la otra que le quedaba libre a él, mientras cantaba "Tócame, confía en mí, saborea cada sensación", y rompió la cercanía de ambos, llevándola caminando de la mano a otra parte de la sala.

Mientras la dejaba situada fija en un lugar, se dispuso a admirarla y cantar "El poder de la música de la noche", y tomarla después en sus brazos, cargándola y dejándola sentada en una silla, terminando la canción con "Solo tú puedes hacer que mi canción tome vuelo, ayúdame a hacer la música de la noche".

—Simplemente, sin palabras, muchachos. Eliot se va a volver loco cuando los vea; son perfectos en el papel de cada uno —dijo Natasha, dándole un abrazo a cada uno; se le veía muy entusiasmada con la actuación de los chicos—. Vamos ahora con nuestra Prima Donna.

De esta forma, la pareja se sentó con el resto del elenco, observando cómo ensayaban el siguiente número.

《Dios, siento que el corazón se me va a salir del pecho, no sé qué me está pasando; hasta estoy comenzando a notar el aroma del perfume de Alex, y eso que muchos aromas me marean, pero este no produce eso en mí》, se decía Selene en sus adentros mientras olfateaba distraídamente el hombro del chico.

—Sele —le susurró Alex, sacándola de sus pensamientos—, ¿te gusta la comida italiana, verdad?

—¿El chef Alex preparó pasta hoy? —le dijo esta, bromeando en susurros.

—No sé si chef, pero espero que te guste la pasta al pesto.

—Claro que sí, ¿a quién no le gusta la albahaca?

—A mí no me gusta —respondió Margarita de repente, sorprendiendo a los chicos que voltearon a verla.

《¿Y en qué momento llegó esta?》, pensó Selene, que dio un saltito al escucharla.

—¿Ahora se te da por escuchar conversaciones ajenas, Margarita? —le respondió Alex con disgusto.

—No, Alex, solo los venía a invitar a comer en McDonald's; ya Nico me confirmó —dijo señalando a Nico del otro lado.

—Ya trajimos almuerzo nosotros.

—Bueno, mejor, así comemos todos juntos. Acompáñennos, dale, ¿o tenían otros planes? —dijo, volviendo su mirada a la peli marrón.

—No tengo problemas con ir, Alex —dijo, viéndolo al chico.

—Estaba bien, pero nos invitan las bebidas —dijo Alex, fastidiado, mirando a Margarita, que sonreía triunfal.

Una vez finalizado el ensayo, los chicos se fueron al McDonald's. Estando dentro del restaurante, Alex aprovechó que Nico y Marga fueron a hacer su pedido y sacó los almuerzos. Estaban cuidadosamente emplatados en un envase conservador de temperatura.

—No creo que esté súper caliente, pero por lo menos no está frío.

—Tranquilo, Alex, se ve delicioso; gracias, no te hubieras molestado.

Este le iba a responder, pero se vio interrumpido por la llegada de los chicos. Marga se sentó al lado de Alex, dándole una botella de agua mineral, y Nico al lado de Selene, dándole una gaseosa.

—Chicos, hoy fue un espectáculo el de ustedes; se me erizó la piel. Muy buena actuación, Selene; espero con ansias estar en escena contigo. Mira que te tienes que enamorar de mí —dijo Nico, guiñándole un ojo.

—Harían una linda pareja —agregó Margarita, divertida.

—Y contigo ni te hagas una idea —decía Nico, tirándole un beso de lejos a esta.

—Ni soñando.

—Jajaja —rió tímidamente Selene.

—Ten cuidado, Sele; Nico está con Raymundo y todo el mundo, es un Don Juan —decía burlescamente Alex.

—Bueno, alguien tiene que morder el anzuelo, y además soy un artista; llevo la pasión a flor de piel.

—O allá abajo —decía Margarita, riéndose estrepitosamente.

—No se desubiquen, chicos; van a espantar a Sele. Perdónalos, por favor —dijo Alex, sonriente.

—Seguramente Sele no es ninguna santa; cuéntanos, ¿tienes novio? —preguntó Margarita.

—Es complicado, pero sí tengo novio —dijo Sele, diciendo pausadamente cada palabra.

—¿Por qué complicado? Cuéntanos, somos tus compañeros de teatro, te podemos ayudar si es necesario —le respondió Margarita, a quien le brillaron los ojos al saber que la chica no estaba disponible, a diferencia de Alex, a quien se le ensombreció la mirada más de lo que sus ojos ónix le podían permitir.

—Bueno, él se fue a estudiar al extranjero hace dos años ya y no nos hemos vuelto a ver, pero siempre estamos en contacto con mensajes y llamadas.

—Qué ganas de seguir una relación a distancia —dijo Nico con tono frustrado—. Yo ya hubiera terminado. ¿Me vas a decir que en todo este tiempo no te gustó otra persona?

—Bueno, por el momento no, o eso espero —dijo Selene, perdiendo su mirada en el plato de comida; se sentía realmente incómoda con las preguntas.

—No te conozco de hace mucho, Sele —la interrumpió Nico—, pero le debes de tener mucha confianza a tu novio para seguir con una relación así. Soy hombre y sé que la carne es débil, aunque tú no te merecerías ninguna traición; te ves tan tierna.

—Ya chicos, no la molesten más a Sele, y comencemos a comer que se nos va a enfriar la comida —dijo Alex, brindándole una sonrisa de medio lado a Sele al notar que esta lo vio por un segundo y luego siguió con su mirada enfrascada en la comida.

—Tienes razón, Alex; las papitas son un asco cuando se enfrían —respondió Margarita, quien se puso luego a charlar con Nico de su entrenamiento de béisbol, a donde tenía que ir después de comer.

Terminaron de comer y se subieron todos al auto de Nico, que dejó primero a Selene en Miranda para que tomara el Metrobus hasta su casa. Luego dejó a Alex en la suya, quedándose solo con Margarita, que vivía cerca de él.

—Nico, ¿a ti te parece que a Alex le gusta Selene?

—No sé, Margara; es muy extraño Alex, nunca se sabe con él. ¿Por qué a ti te gusta?

—Ay, tarado, no. Solo es curiosidad. Me daría un poco de pena que le gustara Selene teniendo ella novio.

—Bueno, si ese fuese el caso, Alex está bastante grande para resistir una decepción amorosa, ¿no?

—Sí, tienes razón.

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