Capítulo 12: Que el viento sople a tu favor
Capítulo 12: Que el viento sople a tu favor
El fin de semana transcurrió sin ninguna novedad. El sábado fue el típico ensayo con el Coro del CEA, donde, después del mismo, Berenice, la directora, le preguntó cómo le había ido en los primeros ensayos de la obra.
—Fue estupendo, profe Berenice. Su pareja, el Sr. Alberto, es muy estricto, pero me están ayudando mucho sus asesorías vocales. Nuevamente, gracias por ayudarme a preparar la canción para la audición.
—A la orden, Selene. Me alegra mucho que te quedaras con el papel; te lo mereces por estar tanto tiempo entre las sombras. Tenías ese talento muy escondido.
—Gracias, pero los agudos todavía me siguen dejando sin aire. Además, me siento una intrusa entre tanto profesional.
—Selene, por favor, para un momento. Cada vez que te digo algo positivo de ti, vienes y lo opacas diciendo algo malo, y no es solo hoy que sucede. Tienes que aprender a recibir buenos comentarios sobre ti y creerlos, además de comenzar a ver las cosas que estás haciendo bien.
—Comprendido, profe —dijo, avergonzada.
Fueron interrumpidas por la bocina del auto de la madre de Selene, que la venía a buscar para ir a casa. De camino, se detuvieron en una feria de hortalizas, donde compraron un montón de vegetales y frutas, tanto que uno de los empleados las ayudó a llevar las bolsas de compra. Al llegar a casa, ordenaron y guardaron todo, mientras charlaban.
—Hija, te veo muy pálida últimamente. Por eso compré mucha naranja, remolacha y zanahoria para hacerte un licuado 3 en 1 y ayudarte a subir esas vitaminas. No quiero que te dé anemia.
—Ay, mamá, no seas exagerada. Tú también estás pálida todo el tiempo. Si heredara los genes de papá, podría tener un lindo bronceado; en cambio, cada vez que llevo sol, me pongo roja como un camarón.
—No es excusa, y también deberías acostarte más temprano. Te están creciendo las ojeras.
—Está bien, mamá —dijo Selene para no dar largas a la discusión que seguramente perdería.
El lunes siguiente practicarían las escenas de las canciones "The Angel of Music" y "The Phantom of the Opera". Cuando Selene llegó al Teresa Carreño, era todavía muy temprano y se encontró con Alex en el camino a la entrada.
—¡Qué tal, Alex! ¿Cómo estás?
—¡Hola, Sele! ¿Bien, y tú? Qué temprano llegaste.
—Sí, hoy no había tanto tráfico.
—¿Qué tal tu fin de semana? —le decía el chico, desordenándose el cabello con sus manos.
—Nada extraordinario, haciendo las compras de la casa con mi mamá y ensayando un poco en el CEA —respondió Sele, quedándose sorprendida de lo bien que le quedaba el cabello desordenado al chico.
《Por Dios, pero en qué cosas me estoy fijando》, se decía en sus pensamientos.
—Por lo menos estuviste tranquila, Don Intensidad no vive contigo y te hace ensayar extra —dijo, refiriéndose a su padre. —De todas formas, ¿me acompañarías hoy a almorzar? Hay una terraza acá en el teatro que descubrí el otro día y quisiera mostrártela.
—Claro que sí, hoy justo me traje el almuerzo, ¿tú trajiste?
—Sí, traje mi almuerzo.
Entre charla y charla, llegaron a la sala de ensayo y ayudaron a la asesora Natasha a desplegar las sillas. Fueron llegando de a poco y, cuando estuvieron todos los participantes, comenzó el ensayo.
—Bueno, gente, espero hayan tenido un buen fin de semana descansando. Por favor, pasen al frente Margarita y Selene, comenzaremos trabajando en la escena de "El Ángel de la Música".
—Selene, al comienzo de esta escena estás confusa y sorprendida al escuchar una voz que te vitorea en susurros a lo lejos, mientras que viene Margarita y te saca un poco de esa ensoñación.
—Margarita, tu personaje en esta escena está queriendo sacarle información a Christine de quién es su misterioso tutor de canto, del que todos hablan, y tienes que mostrar confusión e incluso expresión de "esta niña está loca" cuando ella te describa que es un ángel de la música.
Ambas chicas actuaron las escenas, recitando solo las partes que tenían que ser cantadas, y les salió tan bien y en tan poco tiempo la escena que Natasha se sorprendió.
—¡Espléndido, chicas! Estoy gratamente sorprendida de cómo comprenden a sus personajes. Ya que no hay más que corregir, te pido, Margarita, que te retires y, por favor, Alex, acércate. Solo tú, Margarita, Selene, te quedas conmigo y con Alexander.
—Ya que quedó mucho tiempo, practicaremos la escena de la canción principal "The Phantom of the Opera"
—Para entrar en contexto, imagínate, Selene, que se te presenta en un espejo y te invita dentro una figura que siempre te estuvo susurrando consejos de canto y pensaste que era tu padre muerto, pero que este lleva una máscara y puede que no sea tu padre, sino el ángel que te prometió que te iba a cuidar cuando él no estuviera.
—Mientras que tú, Alex, consumido por tu querer de posesión con esta chica, cuya voz te hipnotizó, quieres que conozca tu mundo y a ti, tratando de separarla de su realidad y que se adentre a la profundidad de la oscuridad contigo.
—Quiero ver esa hipnosis que tuvieron al momento de la audición juntos, pero esta vez, Alex, comienza haciendo presencia con la chica. Quiero que en una parte de la canción, con tu mano en su mentón, la guíes a mirarte.
Así se fueron posicionando uno al lado del otro, acatando las señalizaciones de Natasha.
—Bien, muy bien, ahora, quiero un poco más de chispa. Quiero que, Sele, comiences a mostrarle al espectador que Christine se dio cuenta de que esta figura no es su padre y quiero que muestres cautivación y atracción, casi pasional, por este hombre misterioso.
—Mientras que Alex, quiero que te acerques a ella y la rodees con uno de tus brazos por el cuello y la veas de forma posesiva, pero también con atracción y deseo, "como si fuera el último pedazo de pizza en la mesa" —todos se rieron en la sala por el comentario.
Así fue como la actuación les salió natural. Selene no podía esconder su expresión de nerviosismo cada vez que sentía el delicado tacto de Alex por su mentón, por su brazo y, más aún, en su cuello. Mientras que el peli negro tampoco podía ocultar su rostro de embriaguez al tener tan cerca el aroma del cabello de la chica.
Sin dudas, todos pensaban en la gran química que tenían estos dos en escena, debido a que las miradas que se transmitían el uno con el otro eran hechizantes y la fluidez con la que iban de un roce a otro.
Cuando terminaron de ensayar, todos fueron recogiendo sus cosas rápidamente, mientras que Alex le recordaba a Selene del almuerzo de hoy y se fueron juntos a la terraza sin ser vistos por nadie. Estando en la terraza, se sentaron en el suelo, cerca de un borde con plantas.
—Ya que me habías recomendado a Joe Hisaishi y me gustó tanto el soundtrack de "La Princesa Mononoke", vi el otro día la película.
—¿Y qué te pareció? Por cierto, está muy lindo el lugar.
—Sabía que te iba a gustar.
—Me encanta lo silencioso que es; además, se siente fresco por la brisa.
—Tienes razón, es muy pacífico acá. Como te contaba, me pareció espectacular la película. La crítica que tiene sobre el ambientalismo y sobre la guerra es brutal, sin contar la animación.
—Sí, el Studio Ghibli se destaca sobre todo por sus críticas hacia la guerra. Tienes que ver también "Nausicaä del Valle del Viento"; el mensaje ambientalista es mayor, aunque, si te confieso, mi película favorita es "Howl's Moving Castle".
—Las anotaré para verlas después. No sabes lo hambriento que estoy. ¿Qué trajiste de almuerzo? Yo preparé anoche arroz con pollo y ensalada rallada de zanahoria y repollo —le dijo el chico, mostrándole su envase de comida.
—Se ve bueno eso; ¿de verdad lo cocinaste tú? —le respondió Selene entre una sonrisa divertida—. Yo traje pasta con albóndigas, pero las hizo mi madre.
—Qué poca fe me tienes; dos hombres viviendo solos, claro que saben cocinar —le respondió Alex, siguiéndole el juego.
—Mmm, a ver, necesito probar un poco; llama mi curiosidad.
—Te doy, pero tienes que probarlo un día recién hecho; así frío no le hace justicia —decía el chico, dándole de comer a Selene una cucharada de su arroz.
—La verdad está muy bueno así frío; te agarro la invitación para comerlo recién preparado algún día —le dijo esta con total sinceridad y una gran sonrisa en su rostro.
Así continuaron comiendo y hablando de los asesores, Alex contándole a Selene de lo cercano que eran Eliot y su padre, que estudiaron ambos en Argentina música de jóvenes, de la relación de este con el padre de Margarita.
En un instante, ya terminado el almuerzo de sus envases, su charla se vio interrumpida por una ráfaga de aire que soplaba. Dicha ráfaga alborotó un poco el cabello de Selene, dejándole un mechón de cabello tapando su rostro. Mechón que fue regresado a su lugar, detrás de la oreja, por la mano de Alex, que se acercó y, con toda la delicadeza del mundo, siguió sujetando el mechón mientras acercaba su cara al rostro de la chica, que cada vez se iba tornando de un rosa más fuerte.
—No había notado que tenías tantas pecas; son casi imperceptibles de lejos.
La chica, entre el nerviosismo y con el corazón acelerado debido a la proximidad que tenían, le iba a responder, pero el momento se vio interrumpido por Nicolás, que llegó inesperadamente.
—Con que aquí estabas, Alex; te estuve llamando. Tu padre te está buscando, vino por ti. Espero no haber interrumpido nada. ¡Hola, Sele! —dijo este al percatarse de la chica y se sorprendió por la escena que veían sus ojos. 《¡Rayos, qué corta nota!》 pensó.
—¡H-Hola, Nico! —le saludó la chica con vergüenza, alejándose rápidamente de Alex y comenzando a guardar su envase de almuerzo, con su cara colorada por aquel comentario.
—Pero qué molesto el viejo; le dije que me iba a regresar en metro.
—Bueno, eres su pequeño bebé; tiene que cuidarte —le dijo Nico, riéndose.
Más atrás venía Margarita, un poco jadeando; se ve que venía persiguiendo a Nicolás.
—¡Sele! ¡Qué sorpresa! Pensé que te habías ido a casa.
—En eso estaba; gracias por mostrarme el lugar, Alex. Nos vemos el miércoles, chicos —dijo la peli marrón, despidiéndose de todos a lo lejos y corriendo hacia la puerta de la terraza.
—Amigo, echa tu cuento; eres todo un depravado, traerla hasta acá...
—Eres un pervertido, Nicolás; estábamos almorzando solamente. Mejor nos vamos antes de que el viejo se ponga más intenso —le dijo el peli negro, dándole un codazo sutil a su compañero.
Margarita los acompañó en el camino al auto del padre de Alex, donde todos se despidieron.
—Oye, Margarita, ¿quieres que te lleve a tu casa? —le dijo Nico a la chica.
—Bueno, dale.
—¿Qué te sucede? Estás muy callada para ser tú.
—Nada, nada. Cosas de chicas.
Y así se fueron al auto del chico.
Mientras tanto, Selene iba en el metro camino a Miranda, perdida en sus pensamientos.
《¿Qué rayos estaba pasando hace rato? ¿Por qué me siento tan nerviosa? Solo me estaba acomodando el cabello, nada más; no te confundas, Selene.》
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