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23.¿Sigue en pie la propuesta?

*no está editado*


CAPÍTULO VEINTITRÉS


HANSEL

Mientras desato los cordones de mis zapatos para deshacerme de ellos y entrar a darme una ducha, escucho un estruendo en las afueras de mi habitación.

Coloco mis tenis a un lado debajo de la cama y pongo mis pies en la alfombra para comenzar a avanzar hacia la salida, gracias a Dios tenemos alfombra en toda la casa sino tendría que apoyar los pies en el frío suelo, lo cual es una pesadilla para mí.

En silencio salgo hacia  el gran comedor, de donde provienen los ruidos escandalosos y al llegar confirmo mi teoría.

—Deberías dejar de hacer eso —le sugiero a mi hermana con suma tranquilidad, mientras que ella atraviesa por un ataque de ira y no deja de lanzar los jarrones de nuestra madre al suelo.

—¡Y a ti quien te ha pedido una opinión! ¡¿No tienes a nadie a quien perturbar?! —exclama hecha una furia.

Blanqueo los ojos, —Eres arrogante, a ese paso terminarás en un manicomio hermanita y yo como buen hermano acabaré visitándote para llevarte tus postres favoritos —decido relajar un poco el ambiente siendo pasivo pero ella no aporta.

En un momento deja de lanzar cosas de un lado a otro y me fulmina con la mirada.

—¿Te importaría dejarme sola?

Me encojo de hombros.

—Sin problemas —comienzo a caminar y me freno al verla levantar una figurita de porcelana lista para estrellarla contra la pared— Esa es una pieza muy cara, si doña Catalina te atrapa no harás el cuento —advierto medio burlón.

Gaby lanza la figura haciéndola quebrar en miles de pedacitos.

—Me da igual, si quiere otra que la compre —bufa.

—El dinero no cae del cielo, solo el agua ¿sabías?

—Si no te vas de aquí ahora mismo y me dejas terminar de desahogarme te lanzaré un jarrón por la cabeza ¿sabías? —ante su amenaza sonrío y levanto las manos rendido.

—Vale, pero te dejaré unos calmantes junto a la mesita de noche, no quiero que vuelvas a  tener pesadillas.

—Como quieras —dice por fin y me marcho del lugar.

Después de prepararle a mi hermana su leche con chocolate caliente y colocarle los calmantes a un lado de su cama decido volver a mi habitación.

Me fijo en la hora y suelto un suspiro tedioso al darme cuenta de que se ha vuelto una costumbre de mi madre llegar tarde ¿se piensa que tiene veinte años?. Desde que mi padre la dejó, ella no ha parado ni un solo momento, siempre se la pasa fuera de casa.

Mis padres terminaron con su unión hace más de dos años. Ambos no coincidían en absolutamente nada, mientras que mi padre luchaba por mantener  paz en la familia, aromía y nos obligaba a ahorrar más nuestro dinero, mi madre se la pasaba gastando todo lo que nos queda y creando una guerra por tener el control propio del hogar.

En definitivo, Gabriela es idéntica a nuestra madre, mientras que yo por suerte, salí a nuestro padre.

Los dos somos más ahorrativos, más humildes y sencillos. No soportamos a las personas que se creen superiores a nosotros y siempre tratamos de estar a la altura de los demás, si ellos están arriba, pues estamos arriba, si ellos están por debajo, pues nos ponemos por debajo.

La fortuna de mi madre no es eterna, pero al parecer Gabriela y ella no comprenden eso.

El timbre de mi celular me hace dar un leve brinco encima del colchón y me demoro para  contestar al ver de quien se trata.

—¿Pensabas ignorarme? —la voz chillona de Livyan hace que mi tímpano casi explote.

—No seas dramática, solo demoré unos segundos.

—¿Vas a venir? —indaga pícara.

—No

Mi respuesta tan seca tiene sus consecuencias y muy molestas.

—¡¿No?! ¡Me estás rechazando! ¡Otra vez! —sus gritos desenfrenados me causan repulsión.

—Mira Livyan, lo que pasó entre tú y yo esa noche fue algo pasajero y casual, no quiero herirte pero no me interesas en lo absoluto —le explico.

—Pero ¿que me falta para interesarte? ¡Llevo dos malditos días llamando a tu celular y no me respondes! —se queja.

—Primero, no es lo que te falta sino lo que te sobra, las chiquillas como tú, peleonas, inmaduras, repulsivas y sobre todo obsesivas, me provocan pánico, jamás te di esperanzas de algo entre nosotros, esa noche sabías muy bien que estaba borracho y obviamente si una chica se me desnuda no voy a salir corriendo —aclaro harto de fingir—. Y segundo, se supone que si no contesto tus llamadas deberías entender de sobra que no estoy interesado, mi cabeza no tiene espacio para ninguna chica en estos momentos, lo siento pero déjame en paz de una maldita vez.

Puedo sentir su berrinche a través de la línea.

—¡Eres un idiota, como todos!

—No, en eso te equivocas, por desgracia para tí, la idiota eres tú que te ofreces al primero que se aparezca en tus narices con un bulto en el pantalón y encima de eso si el chico no acepta te dedicas a perseguirlo como desquiciada hasta que acepte. Entonces ¿los idiotas somos nosotros al decir que no queremos saber de ustedes? —reflexiono y por un momento siento que me he pasado, pero a la vez es cierto.

Siempre nos culpan, ellas se portan mal para luego justificarse echándonos la carga a nosotros.

—Sabes qué, tienes razón, idiota fui yo al querer repetir lo que sucedió esa noche, idiota soy por llamarte, pero tranquilo las cosas no se quedarán así, de que me las pagas me las pagas — y son sus ultimas palabras antes de colgarme en la cara.

¿Estaba llorando?

No, no lo creo, ni siquiera nos conocemos para que le duela tanto la despedida.

Que chica más loca, espero que no me haga un amarre de esos que he visto por Internet.

Fue realmente incómodo cuando volví a encontrarme con ella en el teatro, nunca pensé que también le gustará actuar. Es una pesadilla, Livyan y yo nos conocimos en el mismo Club nocturno donde fui con Micaaela hace unos días, bueno, el Club a donde siempre asisto—a veces—, entre nosotros sucedieron cosas para ser más específico ambos tuvimos relaciones en el baño de hombres pero yo, obviamente estaba borracho.

Ni siquiera sé cómo consiguió mi número, la primera vez que me llamó fue al día siguiente de lo sucedido, a pesar de que le advertí que no me llamase más, ella insistió en que nos viéramos y accedí. Esa misma tarde nos encontramos en un parque cercano, Livyan quiso besarme pero la frené y le recordé por milésima vez que no sucedería más. Hasta hoy, que volvió a llamar.

Gracias a Dios no se me acercó aquel día en el teatro, lo menos que quiero es que Micaaela se entere de esto y no quiero saber de mí. Espero que ambas no sean amigas.

—“Mi cabeza no tiene espacio para ninguna chica en estos momentos... ".

¿Yo dije eso?

Bueno en realidad es cierto pero no totalmente, creo que podré guardar un espacio pequeñito en mi corazón frío para mi Estrellita.

Esa chica ocupó mis pensamientos por bastantes días, a cada hora que pasaba por su casa me preguntaba : ¿por qué me mira de esa forma? ¿Tendré algo raro?

Solo sé volvió una costumbre atravesar esa calle para verla, es interesante y extraña a la vez.

Pero besa como Diosa, según ella nunca había besado y yo solo puedo pensar : ¿en serio?

Aprende rápido la niña.

Inmerso en mis pensamientos escucho que el silencio inunda el hogar y me siento extrañado ¿Ya Gaby habrá dejado de actuar como loca?

Frunzo el ceño y salgo para asegurarme de que todo esté bajo control.

Efectivamente cuando regreso al comedor encuentro el gran desastre que desató mi hermana pero no hay rastro de ella por ningún lugar. Continúo mi recorrido hasta su habitación.

Sus cabellos rojizos le cubren el rostro mientras que su cuerpo descansa en el suave colchón, al parecer se quedó dormida.

Gracias a Dios.

Suspiro en alivio y me dedico a recoger el desastre que dejó a su paso.

Mi pecho se contrae al encontrar en el suelo la figura favorita de mi padre. Cuando era pequeño solía recordármelo a cada rato.

A mi madre no le gustará esto.

Se trata de un angelito con alas, sujetando un gran corazón. Con cuidado busco la parte restante de la figurita, ésta se rompió a la mitad, casualmente quebrando justo el medio del corazón.

Con los ojos un poco aguados respiro profundo y cuidadosamente junto las mitades y las coloco encima de la encimera para comenzar a limpiar todo el desastre. Lo menos que quiero es que cuando llegue mi madre lo tenga que hacer.

En menos de veinte minutos me encuentro terminando prácticamente de recoger todo cuando siento la puerta principal abrirse.

—¡¡Porque estar soltera está de moda, por eso yo no me enamoro, YEI, Estar solter...!!

Mi madre aparece como una chica rebelde de quince años cantando canciones modernas de soltería, vestida en unos pocos trapos elegantes y completamente borracha.

Genial.

Frena en seco cuando me encuentra observándola con una extrema seriedad. A pesar de eso, ella sigue riendo como loca.

—¡Mi niñooo! ¿¡Qué demonios haces a estas horas limpiando!? ,¡¡eres el ser más idiota que conozco!! —exclama entre risas.

Bajo la mirada por vergüenza ajena y suspiro.

—No grites más, por favor, Gabriela está dormida —digo simplemente y continuo agachado en el suelo recogiendo los últimos trozos.

Por mi respuesta cortante ella parece sospechar algo raro y se acerca.

—¿Qué pasó? ¿Te dejó la novia? —y seguido a eso suelta otra carcajada sin sentido.

Blanqueo los ojos y me levanto hacia su dirección para tomarla del brazo y llevarla a la ducha.

—Vamos, necesitas volver a la normalidad, maldita sea.

**

Minutos después luego de bañarla con agua fría pero no lo suficiente, tampoco quiero que sufra una neumonía, ambos estamos uno frente al otro dentro de su habitación. La tensión que nos invade es horrible y se siente en mis huesos.

Ella lleva con suavidad su mano a mi mejilla y la acaricia.

—Perdóname mi niño, es-esto no se volverá a repetir.

—Eso dijiste hace dos semanas —digo tajante.

—Es que tienes que entenderm...

—¡Entender que mamá! ¡Qué vuelves de madrugada luego de estar no sé con cuántos en una misma noche y además de todo drogada! —exclamo harto y dolido por la situación.

—Oye, respétame, no me acuesto con nadie y tampoco estoy drogada, solo voy a divertirme.

Cuenta hasta diez, Hansel.

—Mira, el caso es que tienes hijos y no puedes dejar de tenerlos solo porque pienses que volviste a tu juventud nuevamente o que tengas deseos de fiestar. Ya no eres una adolescente, madre —aclaro

—Lo sé, pero ustedes están grandecitos no me necesitan.

Mi ceño se frunce sin quererlo y la observo con una opacidad visible en la mirada.

—¿En serio lo crees? Tu hija hace un rato hizo un desastre en el comedor, quebró todas las figuritas de porcelana, incluyendo la de mi padre...

—¿Qué?

—Lo que escuchaste, y ahora me dejas terminar —espeto sin darle oportunidad— Ella está pasando por momentos duros y sabes bien que sufre de problemas con la bipolaridad y el estrés, lo que claro ya no necesita ir a terapia ¿verdad? O es que ya su madre no es la misma ¿no? —Mis palabras le llegan y puedo sentirlo, aunque estoy seguro que no tanto como a mí.

Lágrimas comienzan a derramarse por su pálido rostro y a pesar de que estoy molesto no puedo evitar sentir dolor, odio ver a mi madre llorando. Me arrodillo y acaricio su cabello rojizo.

—No puedes hacernos esto madre, quiero que vuelvas a ser la misma —suplico mirándola a los ojos.

—Y-yo, de verdad no pensé en eso, es que mi cabeza está en otro lugar, me siento sola y...

—¿Por eso buscas compañía en la calle con cualquiera? —termino por ella— Madre, no todo en la vida es el placer de una pareja o el amor de pareja, también nos tienes a nosotros a tus hijos ¿sabías? Nosotros también podemos darte ese cariño que tanto buscas —afirmo con el pecho desgarrado.

—Lo sé, cariño, y te entiendo, intentaré cambiar lo prometo —dice y me hace sonreír. Es la primera vez en un buen tiempo que la hago pensar a fondo las cosas, siento que esta siendo sincera.

Ella cambiará por nosotros.

—Confío en tí —susurro antes de depositar un beso cálido en su frente, justo como ella lo hacía cuando era pequeño para luego cubrirla con la manta y dirigirme a apagar las luces de la habitación.

Ella necesita descansar.

—¿Hansel? —me llama por última vez cuando estoy a punto de marcharme.

Me giro sin decir nada esperando que hable.

—Me hablaste de tu hermana, pero ¿tú tienes algún problema?

Suspiro y pienso mi respuesta.

—No te preocupes madre, descansa, yo estoy bien —digo, le dedico una sonrisa tranquilizante y cierro la puerta a mis espaldas.

**

Me cubro el rostro con la manta cuando los rayos del sol chocan en mi dirección. Genial, olvidé cerrar las cortinas. Un poco soñoliento me levanto para cerrarlas, encender la luz y comenzar mi día.

Martes; no es que tenga algo específico en mente por hacer pero una buena acción, nunca está de más.

Preparo algo liviano para desayunar, me cepillo los dientes y escojo un atuendo diferente al diario.

Unos jeans de mezclilla azul y una camiseta blanca.

Sí, este no soy yo del todo.

Antes de salir paso por la habitación de mi hermana para asesorarme de que esté todo perfectamente. Y por efecto, ella se mantiene dormida.

Gracias a Dios.

Y ni hablar de mi madre, por la noche que tuvo debe estar entrando a su quinto sueño todavía.

Dispuesto preparo unas tortitas con miel y tomo de la nevera dos pasteles de los que hace mi madre para echarlos en la bolsita y poder irme.

Luego de recorrer exactamente dos cuadras—no tan largas— por fin llego a mi destino.

La casa que tanto me gusta visitar cuando necesito un poco de cariño maternal se pudiera decir. La señora Doris me ha tratado como a un hijo y se lo agradezco con la vida, luego de que mis padres se divorciaron ella ha sido mi fuente de apoyo. Aunque tampoco es que esté tan agradecida con la vida, su esposo falleció hace algunos años y se quedó prácticamente sola. Su hija la cual es más menos de mi edad, nunca está en casa, vive con su novio en otra ciudad y no tiene tiempo para su madre.

Siempre me causaron curiosidad las palabras de Doris, recuerdo una vez cuando me dijo que ella está pagando por sus errores en el pasado y que merece estar sola. No sé qué hizo en el pasado pero solo puedo verla como la señora gentil que nunca me ha dado la espalda.

—¡Qué alegría verte, Hanselito! Hacia rato que no venías por aquí —exclama contenta al verme.

Hanselito, ja.

Sonrió con complicidad, —He estado un poco liado estos días pero prometo compensarlos.

—Me alegra oír eso, ¿y tu madre?

—Bueno...ya sabe, igual que siempre —me lamento.

—Ella no era así, cariño, esta confundida es todo.

—No veo la hora de que reaccione, ya me está agobiando.

—Lo puedo entender. No hablemos de cosas feas, mejor siéntate y cuéntame más de ti, ¿como te ha ido en estos días? —indaga mientras se acomoda frente a mi en la butaca.

Coloco la bolsa con los pasteles y las tortitas a mi lado para comenzar...

—Tengo muchas cosas para contar, pero solo lo resumiré en una palabra —digo y Doris me abre los ojos como platos esperando a que continúe.

—¿Y bien?

—Ella...

—¿Ella? ¿Ella? ¡Ella! —exclama cuando cae y sonrie al instante— ¡Tienes novia!

—Oh, no no no, no es tan así —explico avergonzado.

—¿Entonces?

—Conocí a una chica, es como, inusual pero en un sentido increíble, me hace reír mucho la verdad, con ella nunca me aburro —sonrío para mí mismo al recordar todos nuestros pequeños momentos.

—¿Y como se conocieron? —inquiere nuevamente.

—Si supieras —carcajeo— Pues una vez caminaba tranquilamente por una calle y siento una mirada fija, es la sensación de que te sientes observado ¿sabes?—ella asiente—. Entonces decido alzar la vista y mis ojos captan a una chica desde una azotea mirándome de arriba a abajo sin disimulo alguno.

Y eso me hizo reír.

—Vaya vaya, interesante —anima Doris.

—Me dio mucha gracia y curiosidad que esa chica me espiara de esa forma, es realmente rara. Hoy en día las chicas se lanzan encima de uno y al otro día ya quieren estar en la cama practicando diez mil posiciones, así no se puede —me quejo irónicamente y Doris se echa a reír.

—Eres tan simpático —carcajea.

—Es en serio —finjo seriedad.

—Espera, ¿dices que te espiaba por mirarte ese momento desde la azotea? —enarca una ceja intentando comprender.

Niego con la cabeza.

—No tan así, aún no termino la anécdota. Verás, me quedé tan intrigado con esa chica que quise volver a tomar por esa ruta al día siguiente y efectivamente cuando lo hice ella estaba allí, y al igual que la otra vez no dejaba de mirarme. Pero las cosas no terminan así  tampoco.

—¿Ah, sucedieron más cosas?

Asiento, —La chica me siguió.

—¿En serio?

—Muy en serio.

—Es una chica valiente, eso es arriesgado —dice.

—Eso pienso —por un momento me quedo embelesado recordándola a ella saltar por la reja de su casa y caer en mis brazos.

—¿Ya puedes continuar?

—¿Ah? Oh, sí si, ya, ya —tartamuedo— Como te decía, ella pensó que no me di cuenta que me estaba siguiendo pero sí lo hice desde el primer momento estuve atento a ella y sentí su presencia en mis espaldas, pero no me frené, continúe mi camino. La verdad mis intenciones eran que ella diera la cara y poder contemplarla más de cerca.

—¿Es bonita? —indaga Doris.

—Mucho, parece una princesita de Disney.

—¿Y acaso sabes como son las princesitas de Disney? —pregunta Doris.

—Obviamente, no tengo una hermana menor por gusto, cuando pequeños nos poníamos a ver barbies mientras que ella a su vez veía conmigo los Powers Rangers —afirmo orgulloso.

—Eso es bueno, conozco pocos chicos como tú, bueno, no conozco ninguno a decir verdad —espeta.

—No exageres —sonrío nervioso.

—No exagero, eres especial, allá ella si te deja ir.

—Hago lo imposible porque eso no suceda —digo mientras juego con la tela de mis jeans.

—¿Qué es eso que traes ahí? —habla Doris luego de transcurrir unos cortos segundos en silencio.

Miro a mi lado y recuerdo que no le he dado los dulces que traje de casa. Cuando hablo de Estrellita, olvido todo.

—Ah, son unos pasteles y unas tortitas como te gustan —sonrío.

—Tú siempre tan caballeroso. Gracias pero no hacía falta.

Me encojo de hombros, —Yo quise hacerlo, así me siento bien.

Ella se levanta de su asiento y agarra la bolsa con los dulces y me hace un ademán para que la siga hasta la cocina.

—Oh, no, no, yo ya me tengo que ir —explico.

—¿Y eso?

—Es que debo cumplir un compromiso.

—¿Tiene que ver con esa chica? —indaga divertida.

Sonrío, —Más o menos.

—Pero ¿ella no estudia o también vive de sus padres igual que...

Frena de pronto cuando se da cuenta de lo que iba a decir y rectifica.

—Lo siento.

—Tranquila, y no, ella sí estudia voy a esperarla hasta que termine las clases —aclaro.

—Ah vale.

—Y por cierto, no olvides que yo estoy graduado como pediatra pero no ejerzo la profesión, dado a que fue solo para quedar bien con mi padre —recuerdo.

—Lo sé, Hanselito, solo que pienso que deberías trabajar...

—Yo trabajo, llevo dinero a cada todos los meses, aunque a veces me sienta estúpido ya que Doña Catalina no hace más que gastar y gastar lo que nos queda —lamento.

—Es difícil lo sé, pero no te hará nada bien seguir algo que no te aportará nada —espeta.

Meto las manos en los bolillos de mis jeans y respiro hondo.

—¿Te refieres a la actuación? —ella baja la cabeza como respuesta— Es mi sueño desde que soy un crío y a pesar de que siempre has querido quitarme esa idea de la cabeza nunca voy a dejar de luchar por ello, ¿vale? —aclaro con seguridad.

—Yo quiero lo mejor para tí y si crees que eso te hará feliz y además te dará resultado no soy nadie para criticarte. Te deseo mucha suerte, entonces —afirma con una dulce sonrisa que la identifica y se abalanza para tomar mi mano.

Sonrío también, —Gracias, debo irme —susurro y ella asiente.

Mientras camino hacia el instituto de Micaaela, sujeto una suéter negro en mi mano pensando en su ponérmelo o no. ¿Y si se espanta por verme con una camiseta al descubierto y blanca además?

No, mejor me pongo el suéter.


Yo:

¿Sigue en pie la propuesta?

Mientras espero su respuesta siento que las manos me tiemblan y ni siquiera sé por qué.

Estrellita

¿Debería responder eso?

Yo:

Deberías...

Estrellita :

Estoy en la escuela, lo siento en otra ocasión :(

Yo:

Yo también

Estrellita :

¿Tu también qué?

Yo:

Estoy en tu escuela :))

Estrellita :

Estás loco...

Yo:

Como sea :))

Estrellita:

Morirás esperando, tengo que asistir a la sesión de la tarde.

Yo:

No me importa, solo son algunas horas

Estrellita:

¿Estás dispuesto a esperar?

Yo:

Por supuesto.

Estrellita:

Bien, entonces nos veremos.

Una sonrisa de satisfacción se curva en mis labios al tener la certeza de que Micaaela irá conmigo a mi lugar favorito.

Me dejé llevar tanto por la pasión telepática del momento que olvidé un pequeño detalle exacto, así que decido volver a escribirle.

Yo:

¿Exactamente a que hora sales en la tarde?

Estrellita:

¿Arrepentido?

Yo

No, es solo para saber si me pongo en el sol o en la sobra :)

Estrellita:

2:30 o 3:00 pm. ¿Es mucho para tí?

Yo:

Teniendo en cuenta el precio que pagaré después, no, para nada :))

Estrellita :

Adiós, grosero o me quitarán el teléfono.

Yo:

Nos vemos pronto, Estrellita :))

Sin perder mucho tiempo me preparo para esperar el tiempo que sea necesario, en mi casa no quiero estar, y efectivamente no tengo nada más importante que hacer.

Otro día más que seré feliz...

_______________________________

(Perdón la demora, he estado enferma, again :(

Nota de la autora : Ahhhhh, voy a llorar con este Hanselito. Es que es tan lindo, es como una mezcla de un chico malo y a la vez el chico más cursi, cariñoso y considerado que existe.

No puedo más me siento orgullosa de él. Jajajja ya me volví loca, tanto tiempo lejos de Wattpad me está atrofiando el cerebro.

¿Qué me dicen de Doris?

¿A qué no saben quién es ella? , jejehehheehehhe me voy a estar riendo hasta el cansancio.

Es un personaje que pronto será esencial en la historia y mucho...

¿Qué piensan de Gaby? , pobrecilla tan tóxica y grosera a la vez, ya vemos que sufre problemas leves psicológicos.

Y de último les dejo a la madre de Hansel  Jajaja no puedo con esa vieja.

Estoy últimamente que me siento en cualquier lugar y comienzo a reír sola, las personas me miran como si estuviese loca y no, es que me causa muucha risa los conflictos que todavía faltan en esta historia JAJAJAJA.

(Para más contenido, síganme en Twitter : Lisy_PGlez)

No me odien
Yo lo amo

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