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20. Muy oportuno, ¿no creen?

Nota de la autora: Perdón la tardanza, he tenido disyuntivas con los dolores de cabeza. La doctora me dijo que no podía fijar la vista en un tiempo pero bueno, aquí me tienen, he hecho un esfuerzo y he escrito este capítulo espero que lo valoren.

Gracias x todo, disfruten el capítulo.

*No está editado, puede tener errores*

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CAPÍTULO VEINTE

Han pasado dos días y medio, exactamente desde que escuché la ruptura de Nico y Gaby tras la puerta, todo muy dramático, lo sé. El fin de semana afortunadamente transcurrió sin ningún incidente. Nico ha estado un poco inquieto y nada comunicativo, la mayoría del tiempo lo pasa fuera de casa, ya no se sienta a cenar en la mesa  siempre se cierra en su cuarto. En fin, de seguro está depresivo, cuanto me gustaría que Vivían le quitara esa amargura...

Mejor amiga -cuñada

Ojalá...

Con referente a ella, el sábado tuvo que marcharse a su casa ya que su padre la llamó porque debía ayudar a la hermana mayor en no sé qué, y por supuesto ella fue corriendo.

Luego de la agitada noche junto a Hansel no he querido subir más a la azotea, no sé qué es lo que me pasa pero mientras menos lo vea, es mejor. Nunca sentí tanta tensión al lado de alguien, bueno, excepto por Nicolás, aunque son dos razones distintas...

Son las cinco de la mañana y recién abro los ojos, mi perro Poseidón, se las ha arreglado últimamente para despertarme temprano sin razón alguna, debería cuestionarme utilizarlo como despertador.

—¿No me vas a dejar descansar al menos dos horas más verdad? —Tras mi pregunta, él me da un lengüetazo y humedece mi mejilla— Ugh —me quejo—, ya me ha quedado muy claro.

Decido levantarme de la cama, si total, no creo que pueda volverme a dormir, solo queda esperar a que sean las siete para empezar a vestirme e ir al instituto, sí, hoy es lunes.

Que asco, el peor día de la semana.

Mientras vacío mi vejiga me pongo a pensar en la vida, a razonar algunas cosas y casualmente recuerdo que dentro de pocos días es el cumpleaños de alguien especial...Nicolás, sus veinte y uno se acercan.

Aunque la verdad no creo que esté de humor para fiestas.

Una lástima.

Todos los años él y sus amigos más cercanos se van para una casa con piscina la cual está aislada de la ciudad. Suelen alquilarla por 24hrs y celebrar ahí. Sólo asistí un cumpleaños y fue de casualidad, mi madre intervino y obligó a mi hermano, prácticamente para que me llevara. Me pregunto que pasará este año...

Frunzo el ceño cuando me parece escuchar el sonido de una notificación en mi celular el cual yace en mi cama. Rápidamente me levanto del retrete media somnolienta y avanzo para ver de que se trata.

Xavier:

¿Te parece si te llevo hoy a la escuela? Es que necesito compañía :(

Ah genial, el idiota necesita compañía. ¿Acaso enloqueció?

Inmediatamente dispongo para contestarle:

Yo:

¿Te parece si te mueres, hoy? Es que necesito tachar un deseo de mi lista de tareas :)

Xavier:

Ay Miquela, Miquela. A las 8:00am en la puerta. Ah y te quiero con el uniforme completo.

Blanqueo los ojos y sonrío ante sus palabras.

Yo:

No eres mi madre.

Xavier:

Lo sé, soy tu profesor ;)

Yo:

Idiota, (A las 7:30 am en la entrada, ni un minuto más, ni uno menos,¿ok? )

Xavier:

Ves que al final caes...OK

No sé ni por qué acepté que me lleve, pero sinceramente no es mala idea, me voy a ahorrar una buena caminata ¿verdad?

Veo la hora y son solamente las seis de la mañana, falta bastante. Suelto un largo suspiro y vuelvo a recostarme en la cama con los audífonos puestos, decido señalar la lista aleatoria para que se reproduzcan todo tipo de melodías y me quedo mirando al techo.

Solo queda esperar unos minutos para empezar a vestirme...

**

—¿Llevas el dinero de la merienda? —pregunta mi madre asesorándose de que no muera de hambre en el instituto.

—Sí, justo ahora lo acabo de guardar

—¿El agua?

—Listo

—¿La libreta de biología?

—Listo

—¿El trabajo de Ciencias?

—Listo

—¿El estuche con lápices?

—¡Mamá! —exclamo harta de su insistencia.

Típicas madres...

Bueno, bueno, al menos portate bien y no hagas ninguna burrada. No seas maleducada con el vecino, hija, se ve un muchacho muy respetuoso y responsable, no quiero que piense lo peor de tí —espeta ella mientras arregla mi cabello.

Si ella supiera...

No te preocupes mamá, no dejaré que Xavier me secuestre —bromeo.

—Ay hija, no sé por qué dices eso, ese muchacho es un ángel, deberías seguir su ejemplo.

Sonrío divertida ante sus palabras y me abalanzo para besarle la frente.

—Mira mamá, ve a dormir que creo que andas un poco mareada. Luego te veo, adiós —no la dejo decir nada más y salgo en dirección a la puerta principal.

No puedo evitar echarle una hojeada a la habitación de Nico, a pesar de que la puerta yace cerrada, me da nostalgia y curiosidad ¿estará bien?

Al salir por la puerta principal, lo primero que noto es a Xavier, vestido con unos jeans ajustados y una camisa que marca sus músculos, y ni hablar del bulto que guarda sus jeans.

Yo no fui, no dije eso.

OK, no es que lo esté vacilando ni nada, solo es que di una descripción gráfica de su estado de ahora, solo eso, lo juro.

—Vaya, ¿te caíste de la cama? —indaga divertido.

—Siento decirte que no me despertaste

Él se encoje de hombros, —Es una lástima, siento pena de no haber sido lo primero en que pensaste cuando despertaste.

—No tienes remedio —bufo mientras me subo a su auto.

Él mira hacia delante, suelta un respiro y pregunta:

—¿Nos vamos?

—Cuando quieras.

Y justo en ese momento decide arrancar en vehículo. Por el camino no intercambiamos palabra alguna, solo fue silencio, excepto el sonido normal de la carretera.

En menos de quince minutos llegamos a nuestro destino, por suerte el idiota no me secuestró. Me encontré con Vivían en el pasillo del instituto, al igual que con Rodrigo y Chrisawel, ellos me pusieron al día en un examen que se va a efectuar la semana que viene, examen de ciencias.

Mientras que Xavier, extrañamente, cuando llegamos al instituto y me bajé del auto no dijo nada más, solo hizo lo mismo y continuó su rutina de profesor como si nada.

Genial, ahora se ha puesto rarito el idiota.

¿Qué tal si pasamos por la biblioteca? —indaga Vivían y escucho a Rodrigo suspirar con tedio a mis espaldas.

Habíamos pasado los tres primeros turnos de la mañana y nos encontrábamos en medio del horario de recreo, sin dejar de destacar que luego del descanso nos tocaba clases de Educación física ¿saben que significa?

Xavier

—No por favor, ya fue suficiente con la replesalia del profesor de lenguas. Mejor lo dejamos para otro día —insiste Rodrigo.

—Yo digo que debemos ir, ¿por qué no? Así nos instruimos un poco en el tema de las celular procariotas y las eucariotas que aún no lo hemos dominado —aclara Chrisawel y Vivían asiente.

—Menos Mica, ella es una genia ¿verdad? —dice y me mira con tentación.

—No exageres —exclamo y sonrió con vergüenza.

—¿Vamos o no?

—Vamos —afirmo y puedo escuchar a Rodrigo quejarse a mis espaldas, nuevamente.

—Muy bien, yo esperaré por ustedes en el comedor —suelta Rodrigo y comienza a caminar en dirección contraria a la nuestra.
Mientras que nosotros no hacemos ninguna presión.

—Como quieras —espeta Vivían y me da un choque de hombros para que la siga.

**

—¿Te gusta la poesía?

La voz de Chrisawel resuena en mis oídos y me giro abruptamente para dar con su rostro ligeramente sorprendido.

Estuve dando vueltas por toda la biblioteca y mirando los libros en exhibición, Vivían y Chris hacían lo mismo pero ahora casualmente él me encontró.

Niego ligeramente, —No, pero conozco a alguien que le gusta o le gustaba —explico y me pongo un poco nostálgica.

—Bueno, veo que es alguien especial

—Sí, es mi hermano —suelto con tanto sentimiento que hasta me erizo de golpe.

Mis ojos repasan cada esquina de las portadas de los libros en la estantería de poesía y lucho por no derramar una lágrima. ¿Quién iba a imaginar que a Nico le gustase la poesía? Pues nadie, eso sólo yo lo sé.

Cuando éramos pequeños él solía escribir en un diminuto diario que le regaló mi madre. Supuestamente el diario sería para dibujar pero no solo era eso, sino que también lo utilizaba como escape, cada vez que sentía algo lo expresaba poéticamente. Siempre quise saber si me había escrito algún poema a mí, pero esa esperanza murió con el pasar de los años que Nico ya no resultó ser el mismo.

—Wow, creí que se trataba de algún chico, digo, debes tener muchos pretendientes —afirma Chris.

Frunzo el ceño y lo miro divertida, —¿Bromeas?

Él niega, —Eres bastante hermosa y buena chica.

Sus palabras me hacen sonrojar, —Gracias Chris, pero ¿te sucede algo?

—¿No puedo decirte lo que pienso? —pregunta extrañado.

—No, digo si, si claro, pero me resulta extraño, tú y yo nunca hemos sido tan unidos de hecho nos llevamos bien gracias  a que tenemos amistades en común pero jamás te habías aproximado a mí —explico un poco nerviosa.

—Tienes razón, y no, no creas que soy un baboso que va coqueteando a todas las chicas por ahí, solo fue lo que nació en el momento —expresa con una hermosa sonrisa. También sonrío.

—Vale, entonces, nos vemos luego, voy a seguir buscando que leer, no nos queda mucho tiempo de descanso —me despido cuando...

—¿Vas a hacer algo mañana?

—No creo, ¿por qué?

Esto me huele mal

—¿Quieres venir conmigo a un bar? —dice y me paralizo

—No gracias, la última vez que fui a un bar no me sentí muy a gusto, prefiero dormir —suelto un poco asustada por la idea.

—Esta bien, te entiendo ¿A un restaurante, entonces? —insiste y me agarra del brazo.

Niego , —Lo siento Chris, no me apetece, no es por tí, la verdad no le aceptaría nada a nadie, no en estos momentos —aclaro un poco rígida en mi lugar.

—Comprendo, pero si cambias de idea llámame —enfatiza. Asiento y me marcho de su lado.

Si claro, no aceptas la invitación de nadie, no en estos momentos.

Aunque a veces hay que hacer ciertas excepciones. La cuestión está en que uno no se entere que acepté la invitación del otro y que el otro no se entere de que solo le acepto una invitación a él.

Enredado ¿no?

Al desplazarme por las estanterías tropiezo con Vivían la cual tampoco se decide por un libro en específico.

—¿Por qué no nos vamos ya? —pregunto inquieta.

—¿Pasa algo?

—No, es solo que a Chris se le han cruzado los cables en el cerebro —musito con cuidado de que las personas que yacen leyendo no me manden a callar.

—¿Te lo ha dicho? —Vivían exclama un poco emocionada y una chica de cabello caoba emite un gran "Shh"

—¿Decirme qué ? ¿Tu sabías que me invitaría a salir?

Ella asiente, —Me contó que le llamabas la atención y que te lo pediría —solloza y me da una palmada en la espalda.

—Y dime ¿aceptaste?

Niego lentamente y ella pone cara de decepción.

—Pero ¡¿por qué?! —exclama y la misma chica vuelve a hacer "Shh"

—Si fuese por tí estaría todos los días yendo a citas distintas con pretendientes distintos —cuestiono

—Vale, lo siento pero es que te veo tan sola y aburrida que me da pena ajena —se lamenta

Blanqueo los ojos, —Soy feliz así ¿vale? Algún día llegará mi momento, no lo fuerces.

—Tienes razón, mientras no te quedes con Rodrigo, todo está tranquilo —dice y suelto una carcajada ahogada en mi garganta

—Ni hablar, a ese Imbecibilísimo solo lo veo como amigo —espero y Vivían me mira con expresión divertida.

—¿A ese qué? ¿Imbelisimo?

Tapo mi boca para callar las risas, —Luego te explico, salgamos de aquí, antes de que nos boten a escobazos —y seguido a eso la agarro del brazo y la arrastro a la salida de la gran biblioteca escolar.

Justo cuando pegamos un pie en la losa del pasillo lo primero que veo es a una pareja un poco extraña e inusual caminar hacia nosotros.

Rodrigo y Seyda.

¿Desde cuando se llevan tan bien?

La odiosa de Seyda viene soltando carcajadas por todo su entorno, mientras que a Rodrigo se le dibujan corazones en las pupilas de los ojos.

Genial.

En realidad debí suponerlo, a Rodrigo siempre le ha gustado Seyda ya sea físicamente o moralmente. Cada vez que la veía se ponía inquieto y no dejaba de escanearla de pies a cabeza. Lo que me sorprende más es que Seyda, justamente ella, esté sonríendole y conversando con él sin temor de que la relaciones con el egocéntrico del instituto.

¿Qué se habrá fumado?

—Vaya, menudos tortolitos —suelta Vivían a mi lado, consternada al igual que yo.

Por fortuna o por desgracia Seyda y su acompañante no notan nuestra presencia, dado a que están tan inmersos en su conversación que nos pasan por el lado como si nada, creo que andan volando en alguna otra galaxia.

—No puedo creerlo —espeto con la boca entreabierta.

—¿Desde cuando se llevan tan bien? —indaga mi amiga a mi lado.

Me encojo de hombros, —Desde nunca, creo.

—Ya nos lo explicará, tranquila déjamelo a mí —afirma ella y se lanza hacia su dirección para interrumpir la agradable charla que llevan, pero la detengo.

—¿A dónde vas?

—A rescatar a Rodri de las garras de esa leona

—No, no nos precipitemos , Rodrigo nos explicará como dijiste, pero en otro momento —la convenzo y ella traga en seco.

—Vale, mejor nos apresuramos para no llegar tarde al turno del profe Xavier —dice haciendo énfasis en "profe Xavier", solo para molestarme, lo sé.

—Eres peor que él —bufo sonriendo y la sigo.

**

Después de una rutina agitada de calentamientos excesivos e intensas miradas por parte de Xavier hacia mí, nos toca finalmente el examen de resistencia y velocidad.

Nuestro profesor nos anunció a última hora que debíamos correr un maratón, una manzana completa tres veces sin parar y por supuesto casi me da un infarto al escucharlo.

—Primero irán las chicas, luego los chicos, no quiero confusiones ¿vale? —nos explica Xavier.

—¿Es obligatoria la carrera? —una chica pregunta.

—A no ser que quieran suspender la materia, sí —afirma él serio.

—Genial... —musito.

—¿Alguna objeción, señorita Bill? —escucho a Xavier mencionarme y me exalto en mi lugar.

—No voy a poder correr —hablo

Él frunce el ceño, —¿Por?

—Hace pocos meses me lesioné un tobillo y mi médico no me deja esforzarlo en actividades como estas —afirmo con una leve sonrisa de orgullo

Xavier se frota las sienes, —¿Alguien que pueda confirmar eso?

—Puede preguntarle al director, él le dirá

—Bien —dice y camina hacia mí, con una lentitud espantosa y con su mirada penetrante para musitarme al oído— Te sienta muy bien mi color favorito, debería ponértelo más seguido.

No necesito bajar la mirada para entender que se trata de mi short negro, el cual está bastante ajustado a mi cuerpo.

—Pervertido —acuso y él sonríe.

—No te muestro lo que puede hacer este pervertido porque estoy en mi puesto de trabajo y para los defectos soy mayor que tú, sería un delito abusar de una alumna ¿no crees? —reta con picardía

Blanqueo los ojos, —Todos nos miran ¿sabías?

Se encoje de hombros, —Que nos miren, solo estoy entablando una conversación amistosa con una alumna, es todo.

—Si claro, ¿por qué me trajiste al instituto esta mañana? —mis deseos de preguntar me dominan

Xavier comienza a jugar con la pelota de futbol en sus manos.

—Te dije que necesitaba compañía, además quise hacer una buena acción y traerte para que no tengas que venir a pie ¿eso es malo?

—En lo absoluto, solo creí que lo hacías con algún objetivo en común —me convenzo de que fue solo eso.

—Nadie a dicho que lo haya hecho por amor al arte —espeta divertido y lo fulmino con la mirada.

—Eres un idiota

—Ya me lo has dicho, inventa otra ofensa más original, Miquela.

—Lo pensaré —ironizo— Y bien, ¿me vas a decir los motivos de tu buena acción esta mañana o es inútil seguir esta conversación? —insisto con disimulo, mi curiosidad es más fuerte que yo

—Eso lo descubrirás tú solita, en muy pero muy poco tiempo —aclara y me guiña un ojo para darme la espalda y continuar con su clase.

Se pueden escuchar los cuchicheos de los demás alumnos en todo mi alrededor, sabrá Dios lo que pensarán al respecto.

Maldito Xavier

**

La hora de salida afortunadamente no tardó en llegar, aunque las clases de Xavier suelen tornarse eternas muchas de las veces, no siempre se exceden tanto. El tiempo pasó más rápido para mí que me pasé toda la clase sentada en un rincón viendo como corrían mis demás compañeros.

Y sí, lo de la lesión de mi tobillo es en serio. Hace pocos meses resvalé en mi habitación mientras intentaba bailar y pues, salió terrible, terminé con un yeso en el pie.

Soy malísima bailando

Volviendo a la realidad, cuando las clases terminaron y el timbre de la salida sonó por todas las paredes del instituto, Vivían y yo nos despedimos en la entrada, ella se ofreció para llevarme pero me negué, puesto a que no quiero que le gaste combustible a su padre y que luego la agarre con ella.

—Por la noche te paso un mensaje y hablamos, ¿okay? —dice ella y me besa la mejilla.

—Nos vemos —le doy un corto abrazo como siempre y le sonrío antes de dar mi espalda y marcharme rumbo a mi hogar.

Por todo el camino lo único que hice fue escuchar mi lista favorita de canciones, bueno, una de mis favoritas, esta se resumía en bachata y baladas.

"No me falta nada
Cuando estoy contigo
Cuando estamos solos"

"Te juro, no me falta nada
Con tan solo un beso
Todo el universo
Se convierte en tí"

Prince Royce encabeza la mayoría de mis bachatas, además de ser un monumento de hombre tiene una voz hermosa ¿como no formar parte de mi infinita lista de amores platónicos? Además de los tantos personajes literarios que acechan mis pensamientos día y noche.

Es duro saber que no todo es color fresa como se lee en algunos libros, es por eso que cada vez que me asignan la tarea de escribir una obra, me baso en pura realidad. No todo es bonito y hermoso, existen las partes malas y podridas de la historia, partes que desgraciadamente  en algún momento no se muestran, pero están allí, hasta que de pronto explotan y nuestro interior duele, porque nos sentimos muy inmersos en esa escritura.

Muy melancólica, lo sé.

En un aproximado de treinta minutos llego a casa. Sin mucha demora entro, me acomodo, suelto la mochila, organizo los libros, me preparo algo de almuerzo y me siento a comer en santa paz. Un poco de pasta del día anterior es lo que pude encontrar para servirme, no me apetece preparar alguna otra cosa.

Mi madre aún no llega del trabajo y Nico al parecer no está en casa, no estoy completamente segura de su paradero, dado a que me da miedo entrar en su habitación a inspeccionar pero estoy segura de que no está en casa.

Apoyo mi barbilla en mi mano y me dedico a enrollar un bulto de spaguetis en el tenedor para comerlo cuando repentinamente, alguien hace crujir la madera de la puerta principal...

Me quedo pensativa unos segundos y con inseguridad me dispongo a caminar hacia la puerta para abrirla. Mis pasos no pueden ser más indecisos mientras avanzo por el largo pasillo de los cuartos.

Un grito ahogado de asombro se escapa por mi boca cuando deslizo la puerta y veo de quién se trata exactamente.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Que oportuno, ojos oceánicos.

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Sin mucho que decir...

Hasta próxima actualización

No me odien
Los amo

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