13. "De alguna manera, calmé su corazón"
Capítulo dedicado a karladiaz0676
Nota de la autora: Hola amores, Primeramente quiero pedir perdón por un error cometido en el capítulo anterior( el cual ya corregí). Resulta que Mica chateó en el grupo de WhatsApp cuando realmente no tenía su celular. Lo siento, son errores por el estrés, espero que me entiendan.
Aquí les traigo un capítulo especial de cierta forma, espero que sepan apreciarlo.
Como dijo Hansel, "Las obras abstractas son mejores, dado a que puedes apreciarlas de diferentes maneras..."
Recuerden... No está al cien editado, si encuentran algún error díganmelo plis.
Comenten bastante al menos permitanme sonreir con cada uno de sus comentarios, es lo único que pido. :)
3...
2...
1...
C A P Í T U L O T R E C E
—¿No piensas decir nada al respecto?
Mi querida madre se encontraba en posición demandante frente a mí con un rostro el cual no emanaba ninguna tranquilidad y eso se debe a que lleva unos minutos repitiendo la misma pregunta: ¿por qué no respondes a ninguna de mis llamadas?
Cómo paso por un estado de shock emocional no tengo idea de qué pronunciar, aunque fácilmente puedo decir la verdad ocultando algunas cosas.
Como por ejemplo que nunca vas los miércoles a casa de Vivian a estudiar y te escabulles en tu Asociación teatral, destacando que casualmente hoy te encuentras con tu temible y aparentemente inocente acosado el cual te acompañó en la noche a casa.
Buen punto, consciencia.
Mejor me salto esa explicación.
—Eh...el celular se me ha quedado en casa de Vivian —admito jugando nerviosamente con las manos junto a mi pecho.
Ella enarca una ceja:—¿Segura?
OK, recalquemos que la última vez mentir acerca de mis salidas a casa de vivian no salieron del todo bien, yo diría que fatal. ¿Será que esta vez ha llamado a la hermana de vivian para comprobar, nuevamente?
Sea lo que sea, mantente cómo buena mentirosa.
Eso sonó feo, no soy mentirosa.
Cómo digas.
—Si —espeto intentando parecer segura de mi respuesta.
Mi madre suelta un largo suspiro y mira a los alrededores para entonces volver su mirada hacia mí.
—La próxima vez cuida más de tus responsabilidades, me tenías preocupada —reclama y comienza a girar en su eje para irse de la sala. Siento un gran alivio hasta que... —Espera, ¿tanto te demoraste en llegar?, porque llevo llamándote desde las siete y media y son casi las nueve.
Genial, soy chica muerta y virgen.
Cabe recalcar que mi tesorito está intacto y nadie ha sido digno de él. Soy una chica responsable.
Si claro, está intacto porque no te gusta nadie.
No le gusto a nadie, consciencia. Soy ignorada.
No sabes lo que dices.
Me muero el inferior de mi mejilla derecha pensando en alguna respuesta convincente. ¿Qué hice en todo el camino, Micaaela?
—Pu...pues, y-yo —tartamudeo indecisa y me doy cuenta que alguien más se adentra a la conversación dejándome boquiabierta.
—El problema es que soy medio despistado y se me ha olvidado darte el recado —Nicolás aparece entre las sombras y se posa apoyado en la pared mientras agita una aparente taza de té caliente.
—¿Qué recado? —inquiere mi madre.
Si eh, ¿que recado?
—Micaaela llamó hace como una hora y media desde casa de Vivian, anunciando que iba a llegar un poco más tarde —declara él soplando en interior de la taza.
Trago saliva nerviosa y preocupada de que esto salga mal.
Es Nicolás, querida, ¿que le sale mal a él?
Siento mi estómago crujir cuando mi madre vuelve su punto de referencia hacia mí y con los ojos como platos pregunta:
—¿Eso es cierto?
Asiento rápidamente y hago un intento por sonreír, aunque solo consigo hacer notar aún más mi inquietud.
Casi visualizo a mi hermano blanqueando los ojos con fastidio por mi torpedad.
—Entonces ¿por qué no me lo ha dicho ella misma? —mi madre no se rinde.
Pero Nicolás sale a la defensa:—Ay mamá, ya sabes que es media entretenida y cada vez que la acorralas se le traban las palabras en la boca —ese momento en el que no sé si sentirme agradecida por su comentario y ofendida.
—¿Así de despistada como tú cuando olvidaste mencionarme lo de su llamada? —suelta mi madre un poco desafiante apuntando a Nicolás con un dedo.
Él inmediatamente cambia su expresión, de una satisfecha y victoriosa a una incrédula e insultada.
Aguanta la risa Micaaela, aguanta la risa.
Mi querido y humillado hermano suspira: —Exactamente.
Mi madre nos echa un furtivo y cauteloso vistazo a ambos antes de marcharse hacia la cocina:
—Bueno vale, pero los estaré vigilando, sobre todo a usted señorita, últimamente no sé donde tienes la cabeza.
En el pantalón de Hansel.
Casi me pego una bofetada, y no mental, sino directo al cachete. ¿Cómo se me ocurre pensar eso siquiera? Me siento sucia ya no soy la misma.
—¿Debería contratarte como abogado defensor? —ironizo cruzándome de brazos.
Nico bebe de su taza sin despegar sus ojos cafés de mí.
—¿Cuánto pagas por minuto? —pregunta aún sosteniendo la taza frente a sus labios, en su mano izquierda.
—¿Por minuto?
Él asiente con una sonrisita:—Ajá, no pienses que te saldré barato.
Blanqueo los ojos de inmediato y maldigo internamente.
—Estúpido hermano —acuso y le paso por el lado como un lince.
Justo en el momento que prácticamente rozo su hombro Nico me empuja –no tan fuerte– y como soy bien floja casi dejo mi nariz en la decoración de la pared.
Me apoyo de mis pies, me recupero del pequeño mareo y de escucharlo sonreír discretamente para abalanzarme sobre él y sacudirlo con todas mis fuerzas.
Parecemos niños de primaria peleando por un juguete.
Envuelvo su brazo, sintiendo la forma de sus músculos en toda mi mano y hago un ridículo intento por apartarlo, pero obviamente no tengo resultado. Es demasiado fuerte el idiota.
Como niña malcriada que soy me cabreo aún más cuando noto que no deja de reirse de mí, entonces como por instinto comienzo a pellizcarlo fuertemente, cubriendo cada rincón de su brazo de diminutos ematomas.
Nico no duda en reaccionar ante esto, pegando un agresivo grito:
—¡¿Pero que haces?! ¡¡estás loca!!
Esbozo una sonrisa tierna y lo miro a los ojos:
—Sí
Pocos segundos después de mi respuesta él toma un suspiro largo y coloca la taza de té en el suelo.
—¿Ah si? —pregunta retándome y se acerca lentamente hasta que casi quedamos a diez centímetros de distancia.
—Sí —contesto finalmente con burla y me preparo para correr.
—¡Ahora verás, niña del demonio! —espeta y me persigue por todo el pasillo.
—¡¡Alcánzame si puedes, tonto!! —me harto de la situación feliz, siento que tengo seis años.
Recordar aquellos momentos cuando jugaba con mi hermano día a día sin descansos era como una punzada dolorosa en el pecho dado a que las cosas se habían enfriado repentinamente en nuestra relación, siempre lo asocié a la edad. Ya no éramos pequeños como antes y él por supuesto comenzó a crecer más de prisa. Aunque solo nos llevamos tres años y medio, la diferencia se nota rotundamente.
Pero no, no es así como me siento ahora, es como si una ola de alegría de armonía nos hubiese empapado de pronto y como dos locos nos encontramos corriendo a suma velocidad por la casa de un lado a otro, en mi caso me escondo de él mientras que ambos tenemos el trabajo de escondernos de mi madre para que no nos regañe, lo cual resulta imposible porque está en la cocina preparando la cena.
Agito con más rapidez mis delgadas piernas y con el pulso acelerado por tanta adrenalina me escabullo en el cuarto de desahogo, muy cerca del patio trasero.
Como una bebé me encojo y sujeto mis propias piernas para no ser tan visible para mi hermano. De repente entre suspiros largos y agitados viene un recuerdo a mi cabeza...
(...)
—¿Ya lo viste? —insiste Nicolás tras de mí.
Algo fastidiada me volteo hacia él, dejo de darle la espalda para enfrentarlo y me encuentro con un rostro demasiado deslumbrado que agita una hoja de papel en sus manos.
Alzo las cejas y rápidamente frunzo el ceño extrañada por lo que mis ojos captan. Nico me ofrece dicha hoja y la volteo para visualizar un un dibujo hecho por él.
En medio del papel se podía notar un gran corazón rojo con una flecha atravesándolo, a su derecha había un chico no tan alto alzando los brazos hacia el corazón, como si quisiera tocarlo. Giro mi punto de referencia hacia el lado izquierdo y me topo a una pequeña niña, de pelo cortito y medio rubio, la cual se suponía que era yo, haciendo la misma acción que el chico, ambos alzaban extrañamente los brazos hacia el gran corazón, con intensiones de agarrarlo.
—¿Te gusta? —Nico me hace volver al planeta y dejo de pensar por un segundo, en el dibujo que reposa en mis manos.
Asiento con una gran sonrisa y siento mis mejillas colorarse de la ternura. Para ese entonces yo contaba con ocho años de edad y Nicolás once.
—Esa niñita eres tú y el guapo de la derecha soy yo —admite orgulloso y comienzo a reír a carcajadas.
—¿Guapo? —dudo risueña.
—Claro, como siempre —ante su respuesta río con aún más fuerza.
—¿Qué da tanta gracia? —inquiere inseguro.
—Mamá me dijo que yo soy más linda que tú —suelto, en un movimiento rápido tapo mi boca para contener la risa y me sonrojo nuevamente.
Mi hermano cambia su expresión y noto que baja un poco la cabeza, no entiendo que le sucede ni por qué no dice nada más al respecto así que intento animarlo como sea.
—¡A que no me atrapas! —lo reto y me paro con rapidez lista para correr pero él no me sigue.
Decepcionada vuelvo a sentarme frente a Nico y lo fulmino con la mirada dubitativa.
—¿No quieres jugar conmigo? —pregunto un poco triste.
Él no responde pero vuelve a mirarme, esta vez no se nota tan cabizbajo sino con algo de melancolía en sus ojos. Muy en el fondo me duele verlo así y lo peor es que ni siquiera entiendo el por qué, solo soy una niña y pues, él es mayor, aunque no por mucha diferencia de edad pero lo es, y sabe mucho más que lo que yo desearía saber...
—Ahora no tengo ganas, pelusa. Mejor luego —y dicho esto me deja con las palabras en la boca y a punto de llorar. Siento el corazón hundirse en mi pecho.
Mi hermano lo es todo para mí, no es drama, no soporto verlo extraño y hace un tiempo se ha comportado de esa forma conmigo, como si algo le preocupase.
Me apoyo en mis rodillas y me quedo observando cada basurita del suelo detallando hasta la última grieta de este. Ando tan sumergida mirando bajo de mí que en abruptamente me sorprende algo que pasa a toda rapidez pero que logro captar frente a mis ojos.
Una mariposa.
La veo posarse poco lejos de mí, a penas se encuentra a unos centímetros de mi cuerpo. Mi rostro pasa de ser uno decaído a convertirse en uno con esperanza, sonrio y una idea viene a mi cabecita.
Me dirijo a mi habitación y busco en una gran caja que tengo bajo mi cama unos colores y una hoja de papel. Tranco a duras penas la puerta y me siento en el suelo para crear mi obra maestra.
Con cautela y precisión comienzo a trazar el exterior de una mariposa, cada detalle, cada espacio de ésta. Aunque no soy para nada buena dibujando lo intento y puede que al menos salga algo. Luego de tener la figura completada, le coloreo un ala roja y la otra azul.
Repentinamente un agudo ruido me hace resaltar y con rapidez me giro hacia la puerta la cual yace abriera de par en par. La causa de ello, pues Nicolás la acaba de abrir, está parado observándome confundido.
Sonrío levemente y me levanto del suelo, sacudo mi vestido de flores y agarro con fuerza el papel.
Gracias a Dios me dio tiempo a terminarlo.
Camino en su dirección y lo miro esperanzada.
—Mira peluso, es para tí —le estrecho el dibujo en mis manos y él demora unos segundos en reaccionar y tomarlo.
—¿Para mí?
Asiento ante su pregunta.
Él sonríe.
Contenta como si hubiese hecho lo más grande del mundo, como si me hubiese ganado la mayor lotería del universo esbozo una graciosa y satisfecha sonrisa en mi rostro. Sin dudarlo siquiera me lanzo hacia Nicolás para abrazarlo con todas mis fuerzas.
Aunque no estoy segura de haber solucionado algún problema, me siento feliz de haberle dado ese dibujo. Siento que de alguna manera calmé su corazón.
(...)
Con mi pulgar me seco la lágrima que había amenazado en deslizarse por mi mejilla hacia unos minutos. Ese recuerdo me llega al alma, es increíble como deseo que las cosas vuelvan a ser como antes.
Repentinamente capto la sombra de mi hermano entrar por la puerta del cuarto de Desahogo y me acorralo más contra mí misma. Intento no reír y sostengo mis piernas apoyándome en la pared tras de mí.
Miro furtivamente y noto a Nicolás buscando con la mirada por todos los rincones de su alrededor. Sospecho que ya me ha visto y que solo está actuando para que yo me crea la máster en escondites que nunca fui.
—Donde quiera que estés te encontraré y no sabes lo que te espera —musita, nada divertido y comienzo a asustarme.
Creo que va a matarme
Una molestia invade mi nariz, siento que me pica todo su interior.
Ay no.
Intento retenerlo, hago todo tipo de trucos que me han enseñado en las redes para aguantar un estornudo pero ninguno parece funcionar ahora. Siempre me funcionan, pero no, ahora no quieren.
Estornudo.
Obviamente después de eso Nico me halla en el rincón oscuro de siempre y va corriendo hacia mí a toda prisa.
—Sabía que te encontraría —dice y dirige rápidamente sus manos a mis estómago para comenzar con las cosquillas.
Genial.
No pierdo oportunidad y lo contraataco con más intensidad hasta el punto en que terminamos los dos revolcados como perro y gato en el suelo.
No puedo contener la risa aunque quiera, en cambio Nicolás es muy difícil de hacerlo reír con simples cosquillas, pero como yo soy Micaaela, y siempre de algún modo lo he logrado tarde o temprano, insisto.
—Para ya, para —suplica Nico bajo mí, moviéndose de un lado a otro.
Ja, ¿dónde está tu gran fuerza ahora? ¿Te debilitan mis cosquillas?
—¡Para! —grita entre risas él y en un movimiento brusco me empuja y cae encima de mí.
—Te he ganado —confirmo sonriente y lo miro confundida, él se mantiene inexpresivo.
—Eso fue trampa —acusa.
Los empujo por los hombros y en entiende el mensaje entonces se acomoda y por un instante ambos nos mantenemos sentados en el suelo mirándonos las caras.
—Ya quisieras, no quieres admitir que te he ganado —suelto victoriosa y Nico blanquea los ojos haciendo una mueca.
—Mocosa
—Tonto
—¿Qué dijiste? —me reta
—Cucú, cantaba la rana, Cucú debajo del agua...
—Ay ya basta, suficiente —espeta resignado y da su espalda para irse.
Sonrio como si tuviese ocho años nuevamente y me quedo mirándolo como se marcha.
—Nico —lo llamo antes de que esté demasiado lejos.
—Dime —él se voltea en la espera de lo que vaya a decir.
—¿Recuerdas aquel dibujo del corazón que me distes cuando éramos niños?
Sus cejas se relajan y se queda dubitativo por unos largos segundos para entonces responder:
—No sé de qué hablas —y marcharse.
Auch.
¿Deberas no se acuerda?
Eso parece.
**
Luego de la respuesta cortante de mi querido hermano, todo volvió a la maldita monotonía de antes. Ninguno de los dos volvimos a cruzar palabra o mirada en lo que quedó de noche. A la hora de la cena Nico esperó que mi madre y yo cenáramos para después él sentarse sólo a comer.
¿Quién lo entiende?
Esta loco. Es bipolar.
Buen punto.
Ayude a mi madre a fregar los platos, como de costumbre, y organicé la cocina completa para que ella terminara con otros quehaceres.
Mientras que Nico cuando terminó con su comida fue muy humildemente a su habitación y no llevó ni el plato para el fregadero.
Normal en él.
Antes cuando niños recuerdo que entre los tres terminábamos más rapido más cosas pero como dije, hasta en eso cambió mi hermano.
Mi madre estaba doblando y guardando en mi closet la ropa que había regada encima de mi cama–como siempre– mientras que yo, yacía acostada mirando el techo con total agonía.
—Ahora vengo, termina de doblar —anuncia ella y sale de la habitación.
—¡Pero mamá! —no dudo en protestar con tedio, pero es un intento fallido, en cuanto lo hago la puerta de mi cuarto se cierra con fuerza.
Genial, a organizar.
Largos minutos...
Agilmente agarro de una sola vez la montaña de ropa y la coloco dentro del closet. Suelto un suspiro cuando me doy cuenta de que debo organizar cada muda en diferentes gavetas pero bueno, mejor lo hago otro día.
Doy dos pasos directamente a la cama y siento que la puerta se abre. Me calmo al ver que es mi madre, por un instante me inquieta la idea de que sea Nico, ni siquiera sabría que decirle, fue tan crudo conmigo.
¿Por qué lo dejé a cargo de nuestros dibujos cuando éramos niños?
Si los hubiese guardado yo, los tendría todos colgados en las paredes y especialmente el del corazón con la flecha y la mariposa roja y azul.
—¿Terminaste de doblar la ropa? —inquiere mi madre extrañada.
Lo pienso y asiento con rapidez. Aunque no sea del todo cierto, lo menos que quiero es una represalia por no acomodar correctamente la maldita ropa.
—Bueno, entonces yo m... —se dispone a irse cuando frena en seco— Hija, ¿ese no es el desodorante que le regalé a Nico?.
Giro mis ojos hacia mi mesita de noche y efectivamente es el desodorante que robé de su habitación.
Genial.
De todos modos él tiene una colección de desodorantes porque ni siquiera ha notado su desaparición.
—Emm sí
Mi madre se cruza de brazos:—¿Qué hace aquí? No me digas que te lo regaló, si es así avísame para no comprarle más nada.
—Mamá —la calmo— Tranquila, no es nada de eso. El problema es que el otro día lo necesité y tuve que coger prestado el suyo.
—Bueno, pero ve a devolvérselo ya mismo —me obliga y yo sabiendo que no es un buen momento para presentarme allí, protesto.
—No, ni hablar. No pienso entrar en su cuarto, además sabes que se pone como tigre enjaulado —espeto asustada.
—Mica
—Además si voy me sacará a patadas, es posible hasta que me arme un escándalo por tomar su desodorant...
—¡Mica! —grita nuevamente y llama mi atención.
—¿Eh?
—Nicolás no está en su habitación, puedes ir —afirma.
—¿Donde está? —pregunto curiosa.
—No lo sé, solo salió y me dijo que no dormirá aquí hoy. Sabes como es.
No sé si sentirme aliviada o preocupada por lo que acabo de oír, pero solo sé una cosa, que iré como flash a sus aposentos, devolveré el desodorante y saldré como si tuviese un cohete.
Con ambos puños apretados a los costados de mi cuerpo camino indecisa por el pasillo hasta quedar parada frente a la puerta de mi hermano. Emito un largo y cansado suspiro para tomar la perilla de la puerta y entrar.
Como normalmente, todo está regado, su cama sin tender, un plato de plástico encima de la mesita del ordenador, su chaqueta favorita descansando en la silla y su toalla blanca en la cama como si de una exposición se tratase.
Genial, por culpa de esa toalla vi cosas que no quería.
Que fastidio.
Controlo mis deseos idiotas de rasgar o quemar esa toalla blanca y me dirijo a su mesita de noche para poner el desodorante en el mismo lugar donde lo tomé aquel día.
Pero como si me dieran una cachetada o me lanzaran un balde de agua fría en el rostro, capto una imagen que se encargará de ocupar mis pensamientos en las próximas horas.
La pequeña gaveta de la mesita de noche de Nico yace abierta hasta la mitad pero es suficiente para que mis escurridizos y curiosos ojos escaneén lo que contiene en su interior.
Es el dibujo del corazón con la flecha, el dibujo que él admitió no recordar hace pocas horas.
Con el ceño completamente fruncido termino de abrir la gaveta y tomo en mis manos el anhelado dibujo. Repaso cada contorno y cada trazo que lo forman, suelto una sonrisita cuando mi vista recae sobre la niña dibujada, la pequeña que una vez fui.
Pero eso no es todo.
Lo que más hizo a mi corazón volcar de entusiasmo, fue la hoja de papel que reposaba justo debajo de ésta. Me abalanzo hacia delante y sentándome en la cama de Nico agarro la otra hoja.
Esta vez mi ceño no está fruncido.
Esta vez no estoy confundida.
Esta vez, ni siquiera estoy pensando.
Solo puedo sonreír cuando en mis manos sostengo lo que un día creí perder, lo que un día creí olvidar, lo que por un momento pensé que nadie se acordaría de su existencia y ahí estaba...
Nicolás, ha guardado todo este tiempo el dibujo de la mariposa mitad roja, mitad azul que le regalé, dibujo con el cual quise calmar su corazón.
La pregunta es ¿Lo habré conseguido?
_____________________________
Este capítulo ha sido muy emotivo para mí. No sé si les habrá gustado pero yo lo adoré. Ya va siendo hora de que nos adentremos más en el pasado de Micaaela junto a su hermano.
Si esperaban más de Hansel pues jajaja, prontito por ahora quise dedicarle este capítulo en especial a Mica y su hermano. Ellos tienen creado un lazo muy fuerte y espero que algunas cosas pronto salgan a la luz jajajja. Vale, me callo.
Meme:
Estan very confundidas jajaja.
Algún día sabrán el por qué de sus comportamientos.
Pero por ahora, a esperar, la próxima actualizacion
Nunca me odien
Yo los amo
Besis besties.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro