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78.-El principio y el fin


Fuera la tranquilidad no perduró, Astria y el gigante dejaron de moverse, que su Dama Blanca fuera prácticamente manguereada en sangre enfureció a los que estaban observando. La paciencia pronto les jugó en contra y dos hombres más pasaron las líneas. Increíblemente el gigante despertó con rapidez llevó su mano enterrandola en la tierra y se llevó a Astria a las alturas, segundos y los dos hombres fueron iluminados en una luz celeste que los carbonizó de inmediato.

-Debemos hacer algo- gruñó Edgar.

-¿Cómo podemos llegar a su altura? Esto es... No sé que hacer- dijo Merry mirando a Burak pero este guardó silencio, sus ojos no se movieron de dónde estaba su esposa, se estaba aguantando, no quería perderla, sin poder hacer nada, pero en su estado nada podía hacer.

Los minutos fueron pasando los gigantes de atrás comenzaron a acercarse, uno volvió a hablar en un tono bajo y ronco inaudible para todos.

Minutos más tarde pasó algo que dejó a Burak más desconcertado, el viento que había salido moviendo los árboles cesó, las ramas se detuvieron y así lentamente todo comenzó a detenerse, si hubiera un pájaro este hubiera quedado frenado en el cielo.

-La rama...-susurró pero Edgar no volteó a mirarle.

El silencio absoluto volvió a tocar sus oídos, acentuando todos sus sentidos no hubo nada que pudiera percibir. Con dificultad trató de levantarse agarrando su estómago pero el dolor solo lo hizo volviera a caer de rodillas, nadie se inmutó, el cual le causó extrañesa.

Descubrió lentamente que él era el único que podía moverse y todos habían quedado como congelados, incluso Merry y Edgar que ni siquiera pestañaron o respiraron.

***************

Estaban en la inconsciencia de Astria, Luna le explicó este hecho. Cuando un gigante y otro ser vivo juntan sangre fresca, el gigante puede entrar a la inconsciencia de la persona, dando paso a qué este pueda controlar recuerdos, sentimientos y vivencias. Podría incluso torturar al portador y corromper su mente y dejarlo en estado vegetal. El poder de un gigante era también algo peligroso.

-Conocí a Leo en la guerra del mundo- dijo Luna- al igual que a Thicio, fue la primera vez también en conocer a un Átkozott, mi raza había surgido hace un tiempo pero no conocíamos a estos animales. Los gigantes fueron parte de aquello pero no para participar sino para unir las tierras.

-¿Unir?- Astria tratado de entender aquello recordó las palabras de Burak dónde decía que el Reino de los bosques era una isla- ¿Tu tierra era una isla?

-Una isla que se movía en el mar y que también desaparecía para los humanos que no eran dignos de ella- dijo Luna sonriendole- Leo ha esperado mucho tiempo volver a despertar, aunque no era el tiempo tu lo has hecho y lo hemos despertado.

-No era mi intención.

-Dejate de hablar basura, tu tienes una promesa conmigo tienes que cumplirla ¿Dónde está el chico de ojos azules? Dijiste que lo vería al despertar ¿Por qué mierda juegas conmigo de esa forma?- dijo Leo acercandose a Luna.

-¿Qué... Qué promesa?- preguntó Astria- ¿Un chico?

Luna le fue relatando a Astria las cosas que había vivido con Leo, siendo un gigante ella fue incapaz de conocerlo siendo humano. Allí donde estaban era la inconciencia de ella dónde los gigantes podían entrar mediante la sangre. Cómo Leo había tenido sangre humana, el corte de su muñeca había sido suficiente.

Leo había sido un Rey exactamente como lo decían las historias, había conquistado la mayoría de su tierra que en su tiempo tenían otros nombre pero que en la actualidad era parte de Lomas, el Reino de las montañas, Átkozott y Cusco. Su trato con el gigante de nombre Thicio había hecho que después de morir se convirtiera en un monstruo obedeciendo a aquel gigante.

Cruelmente Thicio jamás le borró la memoria, recordando su vida anterior constantemente. Algo cruel y poco honrado para el hombre que había sido, además de ser el portador de sangre humana para crear a los Átkozott. Luna fue conmovida por ese hecho y fue la responsable de borrar la mayoría de sus sentimientos prometiendo que al volver a despertar un pequeño niño mestizo, de ojos celestes lo librería de su agonía.

La gente que recordaba habían fallecido hace miles de años pero allí en la otra vida sin duda aún lo esperaban.

-Luna pero eso...

-Es un trato hecho ya- Leo no parecía contento con las palabrerías, de hecho se mostraba muy temperamental con Astria- ya no estoy para tus juegos- agregó mirando a Luna.

-Tienes que esperar.

-A la mierda, hazlo ¡Hazlo ahora!- dijo caminando hacia un costado- tú me haz despertado, tardé en saber que ella eras tú, no puedes ahora negarte.

-¿Yo... Yo soy tu?- preguntó Astria.

Luna solo sonrió mirándola, su calma y tranquilidad era sorprendente, no le temía al hombre, ni a su actitud.

-No y sí- contestó haciéndole cariño en su mejilla- tu eres tu Astria pero en tu interior estamos todas. La tierra ya no nos necesita, fuimos creadas para ayudar en el balance de la tierra y que los animales no extinguieran todo lo que se mueve.

-¿Hablas de los Átkozott?

-Ellos ya razonan cómo la gente, ellos ya no nos necesitan. Tú hermosa estrella, eres la última.

-¿No habrán más?

-Solo estrellas mixtas.

-¿Una estrella mixta?- Leo puso rápidamente atención en eso y acercándose a Astria se agachó a mirarla a su altura- ¿Tu hija tiene tus ojos?

-No, son dorados

-Si eres la última estrella, eres la última en tener estrellas mixtas- dijo agarrándola de los hombros.

-¿Qué?

-Yo no le pedí nada a Leo yo...

-Tu dijiste que me despertarias cuando ese niño pudiera liberarme, si ese niño es uno de tus hijos Astria yo esperaré.

-Mis hijos no harán eso que me pides...- dijo ella negando con la cabeza. Se imaginó tener que cortarle las venas a sus pequeños, y no podría ni siquiera plantearselo cómo opción.

Leo no pareció contento, era un hombre de palabra y odiaba que la gente no cumpliera con las promesas.

-Tranquilo, ella lo hará- dijo Luna.

-¿Qué? No mi hijo, no lastimaré a mi hijo.

-Tu hijo no será lastimado, tu sabrás el momento exacto de venir a esta tierra y despertar a este gigante. Tu heredero será el único que podrá liberar a este hombre.

-Si no tienes sentimientos por tu vida pasada ¿Por qué quieres esto?- preguntó Astria.

-Porque rondan constantemente en mi mente y es molesto, tu querrías lo mismo. No tengo sentimientos por ellos pero sé que están ahí, yo ya he vivido lo suficiente. Estar bajo el mando de un gigante como Thicio no es agradable.

-Pero...

-Ahora, te dejaré libre- dijo dando unos pasos mientras les daba la espalda.

En la mente del hombre rondaban la imagen de una mujer, la recordaba con su pelo blanco, piel arrugada pero con esa hermosa sonrisa que tenía en juventud. Mirándose la mano derecha, cerró el puño y giro mirando a las dos mujeres.

-Los gigantes también tienen energía lunar, si le quitas eso, ellos... nosotros...- dijo Leo, su rostro se había relajado, apretó levemente los labios y bajó el rostro- confío en ti Luna.

-Confía en ella también- dijo Luna tomando la mano de Astria y sonriendole- Lo haremos juntas.

Leo las observó unos segundos antes de cerrar sus ojos, en cuanto lo hizo Astria despertó. Sentada en la palma de la mano del gigante miró a su alrededor, había vuelto a la realidad. Su ropa estaba limpia ni una sola gota de sangre había caído en ella, incluso el polvo y la suciedad se había esfumado.

Los ojos del gigante quedaron pendientes de ella, volvía a verse aterrador pero ahora sabía que aquel moustro no era del todo malo.
Segundos tardó Leo en mover sus ojos y ver qué otra persona paso por aquella línea de tierra que había hecho su dedo.

-No le harás nada- dijo Astria mirandolo enojada- la única razón que yo tendría para hacer lo que tú pides, es ese hombre.

Leo gruñó levemente mientras llevó su mano a tierra y una vez allí Astria bajó siendo recibida por Burak.

Ninguno dijo nada, ambos se miraron con atención. Astria sabía perfectamente que Burak estaba preocupado por ella pero antes de abrazarlo y relajarse, debía hacer que los monstruos volvieran a ser piedra.
Posando una mano en el pectoral de su esposo, le regaló una leve sonrisa antes de voltear a ver a los gigantes. Un gran temblor sonó seguido por más remezones, los gigantes corrieron a acercarse.

El primero que estaba más cerca estiró su mano hacia Astria, fue tan rápido que ella no se esperó a aquel actuar, seguramente que Leo la bajara con delicadeza los había enfurecido. Tan pronto como Astria y Burak tomaron conciencia del ataque el gigante que estaba a su lado volteó rápidamente y al mismo tiempo que soltó un grito golpeó la cara de Thicio y lo mandó a volar unos cuantos metros atrás.

Leo no era oponente para ese gigante, una sola mirada hacia Astria y ella supo que debía hacerlo ya .

-Astria- dijo Burak tomando su mano.

-No te voy a escuchar- le dijo ella agarrando firmemente su rostro, le miró a los ojos y calmadamente le hablo- nosotras los vamos a convertir en piedras, confía.

Levantándose en la punta de sus pies le robó un beso fugaz a su esposo y luego caminó mirando a los gigantes.
Sus manos se abrieron a sus costados si debía sacar la energía de los gigantes debía absorber y proyectar al mismo tiempo. Su cuerpo no soportaría toda la energía, era demasiada incluso para una estrella.

-Los que viven con tranquilidad, no deben ser perturbados, la tierra necesita sus piedras y los que hoy perturban volverán a dormir por siempre- Astria escuchó la voz de Luna, junto a ella, no temía del mal.

-¡TU LO LAMENTARAS!- Thicio volvía a hablar en otro idioma, entendible para Astria.

En cuanto se puso de pie el gigante fue golpeado por una nube blanca que lo hizo retroceder. Aquello como un río en cuanto tocó su cuerpo, comenzó a ser absorbido por la Dama Blanca. Astria nerviosa dudó un poco, y sus manos comenzaron a temblar, no estaba segura si podía hacerlo correctamente. Cerró sus ojos con sus manos extendidas y la luz se apagó.

Perdiendo un poco el control de su cuerpo, levemente sonrió y abrió los ojos. El color de ellos había vuelto a cambiar al igual que su pelo y la forma en la que se puso de pie fue diferente

Luna volvió a hablar atra vez del cuerpo de Astria

-Ya lo he dicho, no hay nada en la tierra más poderoso que yo.

-¡LUNA NO PUEDS HACER ESTO! YO SOY EL REY, ESTUVE ANTES QUE TU- gritó Thicio

-Estas equivocado, las estrellas siempre han estado sobre tu cabeza.

Luna abriendo sus manos firmemente, extendió los brazos hacia los gigantes y luego llevó sus manos a tocar su pecho.

En cada gigante, incluso en Leo salio una luz blanca desde su pecho y comenzó a ser absorbida por Luna. Ella enseguida estiró la mano izquierda hacia el cielo y una ráfaga de luz iluminó todo. Como si hubiera llegado el día con un sol brillante, todo el Reino se iluminó, tan fuerte que hasta las personas que estaban en Rindell y parte de Átkozott pudieron apreciar la extraña luz en el medio de la noche.

Thicio intentó acercarse junto con los otros moustros pero cuando lo hizo Luna apretó más el puño de la mano y la luz que venía de ellos se incrementó. Los hizo caer de rodillas uno por uno hasta que gritaran.
Cuando lo hicieron la luz azul salió del interior de ellos hasta el cielo, la conversión comenzó. Segundos y su luz azul se apagó dejando las piedras sobre el pasto.

-Confia en nosotras- dijo ella mirando al único gigante que quedaba, redirigió entonces si mano y el gigante se arrodilló frente a ella sin dejar de observarla.

-Te esperaré con ansias...-Leo cerró los ojos y su luz azul se extendió al cielo convirtiéndolo una vez más en una piedra.

Sería la última vez, la próxima esperaba tener la oportunidad que había soñado desde años.

-Luna...-susurró Astria agarrándose el pecho y jadeando fuertemente.

-Hey- la voz de Burak llegó a su lado- ¿Estás bien?

No le contestó pero tomó lentamente su mano, tratando de recupersrse. Sentía que se ahogaba, estaba un poco mareada y extraña.

-Te cargaría pero...

-No... No hagas eso, tienes que recuperarte. Yo te he hablado mal, lo siento

-No te preocupes.

-Astria- dijo Merry acercándose y arrodillandose frente a ella, le tomó el rostro para observarla- ¿Estás bien? ¿No estás herida?

-Estoy bien, solo necesito... necesito respirar.

Astria miró alfrente, todo había vuelto a la normalidad, ver las piedras otra vez apoyadas en el pasto recordó lo que acababa de experimentar. Rápidamente recordó algo y miró a Burak

-Cedric...

-No Astria- dijo el apoyandose en Edgar que había llegado. El hombre aún se extrañaba de lo que había ocurrido y como su amigo llegó al lado de su esposa de un segundo a otro.

-¿Por qué no? Debo intentarlo.

-No.

-Mis poderes se acentuaron con el parto pero ahora sabes que soy mejor que ese día.

-No sabes lo que se siente Astria.

-No será igual.

-No.

-Sí Burak.

-Sufrira las mismas pesadillas que yo, estuviste conmigo el último tiempo pero no sabes...

-Ahora lo sé, pero quiero intentarlo. Cedric no sufrirá cómo tú, yo estaré ahí hasta que esté bien.

-Astria.

Astria observó a Burak, jamás había estado tan agradecida de escucharle decir su nombre, deseaba que siempre pudiera escuchar que la llamara así como el lo hacía, suave, delicado y lleno de amor.

-Nunca has hecho lo que te pido- soltó él negando con la cabeza.

-Vamos te llevaré a recostarte- dijo Edgar guiñándole el ojo a Astria y llevándose a Burak.

-Merry, ¿Quieres ir conmigo?

-No me lo perdería.

Caminaron lentamente hacia los jardines, pero antes de eso, Astria giró su rostro y observó a Burak que lentamente se recordó en una manta a un lado de Gina.

Amaba a ese hombre sobre tantas cosas, haría lo imposible por tenerlo junto a ella y lo había hecho. Pensando en eso volvió a mirar la piedra apartada.

-Leo...

Aquel sentimiento hizo que ella pronunciara aquel nombre, seguramente lo mismo que ella sentía en ese momento por Burak ese hombre sintió una vez por alguien.

Próximo y último cap 79.-Por siempre y para siempre

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Es hora de decir adiós... Decir adiós....



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