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75.-Fuerzas

Astria sintió como si volviera al pasado, aquel  hermoso día donde frente al altar había contraído matrimonio con este hombre que ahora miraba con atención. Él en ese momento había dicho exactamente esa frase mientras la abrazaba ¿Cómo era que ahora el recordaba aquello? ¿Acaso Hunur ayudo a que Burak recordara lo que había olvidado?

–¿Tú... me...me recuerdas?

–Como el día que juré amor eterno a ti... mi compañera– dijo entrelazando sus dedos con ella.

–Oh... Burak– Astria se largó a llorar e instintivamente se lanzó a su pecho abrazándolo con fuerza.

Burak no la apartó pero apretó los dientes para no mostrarle ni una pizca de dolor. Que las heridas se hayan cerrado no significaba que no dolieran.

–Lo siento– dijo Astria dándose cuenta.

–Siempre supe... Que eras más fuerte que yo.

–Oh.. espera no, no Gina– dijo Astria poniéndose de pie– Debes ayudarme ¿Puedes levantarte? No hay tiempo– dijo mirándolo con miedo en sus ojos.

Burak no dijo nada, tratando de guardar cada pizca de su energía, se levantó apoyándose en el muro. El dolor le carcomida las entrañas pero con sus orbes dorados más brillosos siguió a Astria hacia su soldado.

No podía perder tiempo, Astria aún no estaba realmente consiente de su cansancio. Se dirigió hacia la habitación donde debía estar Gina y miraba constantemente a Burak que la siguió mientras posaba su brazo en su estómago.

La luz de la luna pegaba hacia un rincón mientras se movían, Burak caminado por toda la luz fue absorbiendo la energía.

–Sam– dijo Astria al verlo sosteniendo el cuerpo de Gina.

–Ella...

–No, solo se ha desmayada ¿Tú estás bien?

–Si Sam.

Astria se arrodilló a un lado de la soldado y le tocó las manos, estaba tan helada como hielo pero aún respiraba. Burak pronto apareció.

–Mi Rey– dijo Sam poniéndose de pie y acercándose a él.

–Estoy bien Sam, ¿Sabes de los demás?

–No Burak, yo solo vine aquí buscando la salida. Mi brazo...– dijo mirando su brazo derecho. Burak lo miro lentamente, Sam no tenía heridas pero si notaba un montículo inusual en dicho brazo.

–Te ayudo– dijo Burak agarrándole el brazo y con su mano derecha lo iba a golpear.

–Espera, espera, será mejor que me recueste.

–¿Burak?– preguntó Astria al verlo.

–Cobarde– soltó Burak acercándose a Gina y revisándola.

Luego de verla se fue rápidamente hacia Sam le dio unas instrucciones a Astria para que lo agarrara firmemente y con un movimiento rápido de su brazo lo hizo crujir hasta que esté volviera a su posición.

Burak se paró tambaleante, no demostraba realmente como se sentía, mientras Astria y Sam vieron a Gina, Burak agarró con ambas manos el hierro.

–Puedes hacerlo Astria– le dijo mientras la miraba– tú eres fuerte.

Luego de decirle aquello, apretó sus manos fuertemente y comenzó a hacer fuerza. El fierro lentamente comenzó a moverse. Burak apretó los dientes y con un leve gruñido fundido en un grito terminó de sacar el fierro.

Gina no hizo nada, en cuanto el fierro salió la sangre comenzó a brotar fuertemente. Astria rápidamente formó dos orbes en sus manos y haciendo fuerza como si apretara la herida, los orbes comenzaron a brillar fuertemente cerrando todo.

Se concentró en ella, no iba a permitir que muriera, no, Gina debía vivir, debía salir de esta, debía tener a su pequeño hijo y formar esa familia que tanto anhelaba.

–Bu...Burak– dijo Sam. Astria sacó sus ojos de la soldado y vio a su hombre sentado con su espalda en una pared. Había caído y lentamente cerro los ojos– Yo voy, concéntrate ahí– agregó Sam poniéndose de pie y llegando a Burak para tomar su cuerpo inconsciente– Mi Rey...

–¿Está bien?

–Está sangrando– dijo Sam abriéndole la camisa rasgada.

–Mierda, no puedo con ambos.

–Hare presión, no es mucho. Concéntrate en Gina.

Astria preocupada intentó pensar en su soldado, contantemente miraba a su esposo pero este no pareció reaccionar, eso mas la ponía nerviosa.

–Sam, mi Reina– dijo un soldado apareciendo por el pasillo

–¿Qué has visto? ¿Hunur?– preguntó Sam.

–Hunur esta muerto–afirmó Astria– después te contaré que paso. 

–Vale la pena escucharlo– dijo Burak despertando lentamente

–Iré por mas personas, escuché unos en el piso de abajo– dijo el soldado marchándose sin esperar respuesta.

–Mi Rey no haga fuerza, seria bueno que salgamos fuera, no sabemos cuanto resistirá el Castillo en estas condiciones

El soldado no tardó en volver con ayuda.

Burak apoyado en San se mantuvo en silencio  afirmando constantemente su abdomen con la mano derecha, caminó siguiendo a los demás lentamente. Todo el Castillo había sufrido daños significativos, más de una vez se encontraron con pasillos completamente bloqueados, pero cuando la barrera se rompió, todos los soldados que estaban fuera de ella entraron en busca de sobrevivientes.

Gina fue llevada también en los brazos de un Átkozott y Astria no se separó de ella entregándole la luz que necesitaba para curarla, de vez en cuando miraba hacia atrás observando a Sam. Estaba preocupada por Burak pero no podía solo preocuparse por él. Ella al fin y a cuentas era la única persona que podía ayudar con las heridas de todos de forma rápida.

Lamentablemente el hecho no quedó allí, el incremento de poder de la joven Reina había cubierto toda la tierra llegando incluso más allá de la barrera que Hunur había hecho.

Edgar y Mery se sentían impotentes, habían quedado fuera de ella y no pudieron hacer nada más que observar como su hogar, su Castillo era destruido con todos dentro.

–¡ASTRIA!– gritó Mery al verles salir– ¡Dios están bien! ¿Qué pasó?

–No hay tiempo de explicaciones Reina Merry, ordena a tus soldados que entren y busquen a los demás. Mis soldados aún están dentro.

–¿Hunur?

–No te preocupes por él.

–Esta bien, haré lo que me pides– dijo ella asintiendo con el rostro– Selene está con Bruno y Amy, se mantendrán a distancia mientras se calma todo.

–Gracias Mery, oh otra cosa, Cedric es uno de ellos.

Mery la escuchó, rápidamente observó detrás de Astria y vió a Sam con Burak. Sin duda lo que había pasado dentro fue lo suficientemente grave para ver al Rey de Átkozott en ese estado.

–Burak– dijo Edgar acercándose a él. Burak sacó rápidamente el brazo de encima de Sam y apoyó su rostro en el hombro derecho del Rey Elfo– estás herido... ¿Por qué Astria no...?

–Dejala, ya lo hizo... Yo la abrí...

–Oh hombre– Edgar sostuvo a su amigo con delicadeza, era el único con la fuerza suficiente para poder ayudarle. Nervioso tomó rápidamente las cosas en sus manos– ¡QUE ESTAN ESPERANDO ENTREN Y BUSQUEN A LOS HERIDOS!– gritó con fuerza.

Sus soldados entraron con rapidez corriendo al interior. Dentro del Castillo no solo habían estado los Átkozott sino también gente de Edgar, dentro había de todo.

–¡Traigan piedras curativas, hierbas medicinales, maderas, telas, agua...!– ordenó Mery.

Mientras todo era un caos moviéndose de aquí y para allá, Gina fue recostada en una madera en el medio de todo. La gente corría llevando todo lo que Mery había pedido y muchos atendieron a los heridos que fueron sacando a medida que más personas entraban en las ruinas del Castillo.

–Mi... bebé...– dijo Gina abriendo los ojos.

–Todo está bien Gina te pondrás bien, por favor no te esfuerces– dijo Astria. Sus manos no habían dejado de brillar curandola y cada vez que se sentía fatigada, solo necesitaba levantar su mano hacia el cielo y la luna fue dándole la fuerza y energía que se iba drenando a través de sus manos.

–Llama a Sam– dijo Gina. Había dejado de delirar pero tomando conciencia de su realidad sabía que habían más posibilidades de haber perdido su embarazo que haber salido bien de aquello.

Sintiendo aún que el dolor le carcomía las entrañas respiró agitada mientras lloró pidiendo la presencia de Sam. Obviamente no era por su salud sino solo para saber si la energía que cargaba en su interior aún estaba.

Astria siguió curando a la soldado, miró a su alrededor y vió a Edgar que acostaba a Burak a unos metros de donde ella estaba. Mucha gente comenzó a salir, muchas heridas y otras que por la gravedad de sus lecciones se fueron cuando la adrenalina de sus cuerpos se esfumaba.

Hunur estaba muerto pero ¿A qué costo?

Entre todo el ruido que había, Astria sintió un sonido ronco y cortado, giró su rostro para ver a Sam que había volteado a Burak mientras esté vomitando sangre de su boca. La contracción que le causó aquello le hizo apretar los dientes y los ojos del dolor.

–Burak...– susurró preocupada.

–Tienes que ir...– dijo Gina agarrando la mano derecha de Astria– yo estaré bien, pero mi salud no es importante como lo es tu esposo.

–Gina... Yo...

–Vaya y...digale a Sam...que venga.

–Volveré enseguida Gina, por favor no duermas mantente despierta– dijo poniéndose de pie.

Astria se mostraba fuerte, aún estaba agitada y muy consternada, mientras caminó hacia su esposo se miró la vestimenta manchada en sangre. No sentía dolor alguno, no sabía si algo de aquello era de su propia sangre o no, pero no podía detenerse a pensar en eso.

–Burak.

–Astria– dijo Sam y miró detrás de ella a Gina.

–Esta con mucho dolor pero a dejado de sangrar.

–Yo la veré– dijo Sam cambiando de puestos con la Reina.

–Burak– le volvió a llamar arrodillandose a su lado– déjame verte.

–No Astria.

–No me niegues a ayudarte– dijo frunciendo el ceño– fuí yo quien te pidió ayuda con Gina, tus heridas no estaban así antes de eso.

–Yo te amo– dijo Burak tomando sus manos y acercándola a su rostro.

–Burak– Astria al verlo de más cerca se sintió aún más preocupada, si él había expulsado sangre por su boca significaba que dentro de él no estaban las cosas bien– yo te curaré.

–No...

–¡No te perderé otra vez! ¿Me escuchaste? No tienes que ser fuerte siempre Burak– enojada por su terquedad sacó su mano bruscamente de él y volvió a abrirle la ropa para posar sus manos en él.

–¿Cuánto...cuánto tiempo llevas haciendo esto?

–No importa el tiempo.

–No puedes descuidarte, eres la Reina. Si yo no estoy tú estarás.

–Burak cállate de una vez– dijo con la voz temblorosa– Todos están poniendo de su parte.

–Rey Burak– la voz de Edgar se escuchó fuerte. Parado frente a ellos lo miró molesto con una voz firme.

Burak llevó sus ojos hacia él y tragó saliva sabor a metal, luego estiró su mano y lentamente lo puso en el vientre de ella.

Hasta el momento nadie lo sabía, pero Burak estaba preocupado más por ella y su estado que de él mismo. Sabía perfectamente que Astria se esforzaría para poder curar a todos dejando de lado su propia salud.
Edgar lo comprendió enseguida, Astria también lo hizo pero ignoró el hecho. Quería concentrarse, no quería que la predicción de Lucia se haga realidad, ella había vencido a Hunur, ella debía salvar a su esposo.

–Te ayudaré– dijo Edgar arrodillandose al otro lado de Burak, extendiendo sus manos las luces amarillas salieron de sus manos buscando donde estaban las heridas– aquí– dijo tomando la mano de Astria y poniéndola encima.

Ambos se sonrieron, una forma de complicidad y apoyó, pero la sonrisa no duró mucho.

De repente una luz azul salió desde atrás del Castillo, una luz intensa que subió hacia el cielo iluminando fuertemente todo el lugar. A los pocos segundos 3 luces más subieron como si de ellas soltara una energía poderosa.

Astria fijó sus ojos en ella y la luz de sus manos se apagó, pero su pecho y sus ojos brillaron fuertemente del mismo color de aquella mágica luz.

–Mierda– soltó Edgar respirando profundamente.


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Escritora con flojeritis aguditis jajajajaja lo siento

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