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74.- Luna

La escena era cruel, nada había salido como lo habían planeado, la profecía se había hecho realidad, el ser que todos creían que era Burak hoy ya no lo era.

"Del cuello serán colgados los animales, no habrá vida nueva, ni nacimientos de alegría. El hombre con poder cubrirá el mundo en eterna oscuridad. Solo el ser más longevo de la tierra será la esperanza de un mundo en tinieblas"

-Yo soy...

Un gran viento entró a la habitación y mientras Astria miraba sus manos, Burak comenzó a irse, Astria sintió calor, calor recorriendo cada parte de su cuerpo. Su rostro cambio, frunciendo levemente el ceño, su mirada decidida continuo hablando con fuerza

-Yo soy la Luna misma.

-No está tu luna hoy- dijo el hechicero dándose la vuelta y Burak cayó nuevamente al suelo, tomó una bocanada de aire gigante mientras apretó los dientes.

-No sobre ti- dijo ella. Estiró su mano derecha al hombre y la otra al cielo.

"őseimtől az energia, a csillagoktól az erő és a holdtól az erő

Nem vagyok egy, mindannyian"

"De mis antepasados la energía, de las estrellas el poder y de la luna la fuerza. No soy una, somos todas"

Increíblemente Astria dejo de ser ella misma. Jamás había pronunciado aquel idioma pero si lo habían hecho las damas blancas antiguas. Dicho aquella frase, su piel comenzó a brillar con fuerza y sus ojos, sus hermosos ojos celestes se volvieron blancos al igual que su pelo colorido, tomando así la esencia completa de las damas blancas.

La tierra las escuchó. Un temblor azotó rápidamente el lugar, la tierra se partió y se hizo paso entre toda la baldosas y cerámicas rompiéndose de forma agresiva. De las grietas salieron raíces enormes que tomaron los pies del hechicero y al mismo tiempo el cielo comenzó a colapsar. Las nubes que cubrían el cielo se abrieron y el poderoso brillo lunar bajo a la tierra tocando el cuerpo de Astria. Un sonido enorme grave y siniestro cubrió todo.

-Mientras más te muevas, más apretado será para ti- dijo Astria con una voz multiplicada.

Sombras salieron por los rincones tratando de atacarla, pero cada vez que entraban al contacto con su piel la sombra se fue devorando a sí misma, gritos desgarradores salieron de aquello.

El hechicero trató de acercarse a ella pero las raíces comenzaron a cubrirlo rodeando cada extremidad como viles serpientes tomando posesión de él. Algunas se rompieron pero cuando una lo hacía, dos llegaban a sostenerlo hasta llegar a dejarlo inmóvil. El hechicero luchó para liberarse mientras dio pasos a Astria pero a dos pasos de ella se detuvo incapaz de seguir.

-Ya no te tenemos miedo- dijo ella mirándolo con determinación- no eres nada- alzo su mano y un rayo cayó hacia ella, su cuerpo completo se electrifico, moviendo su manos hacia Hunur, no tuvo piedad de electrocutarlo- ¡DEVUELVE LO QUE HAS ROBADO!

-¡ESO ES IMPOSIBLE PERRA DE MIERDA!- dijo Hunur entre dientes mientras agitaba su cabeza de un lado a otro.

La mano de Astria bajo lentamente sin dejar que sus dedos de relajarán, con la mano aún tensa las raíces aún le obedecieron llevando al hechicero a arrodillarse delante de ella. Hunur tardo solo unos segundos en abrir la boca y del salió luz amarilla que voló por los aires y desapareció entre los escombros.

-Maldita perra- dijo el hombre con una voz casi partida. No podía modular bien, las raíces comenzaron a cubrir cada centímetro de su cuerpo y su piel estaba siendo chamuscada.

Astria seriamente lo observo sin ninguna expresión. La electricidad terminó y dio dos pasos más cerca del hechicero.

-¿Sabes qué pasa cuando un hombre con poder está bajo la luna llena?- dijo Astria sonriendo. La luz cubría cada parte de su cuerpo, se veía distinta y hermosa.

Sin sacar la sonrisa de su rostro estiró las manos y las raíces comenzaron a salir. El hechicero sin entender nada no trató de seguir buscándole explicación a tal acto y trató de abalanzarse hacia Astria.

-¡Abajo!- ordenó Astria y el hechicero que había robado los poderes de Átkozott y consumido la sangre de Burak, cayó con la frente en el suelo controlado por la fuerza de la Reina Luna- Arrodíllate y mírame- el hombre obedeció- El error más común de un hombre siempre ha sido subestimar a una mujer...- la voz de Astria volvió a cambiar, ahora era más grave como si se tratara de una mujer mucho más adulta. Miro también a Burak, aquel mensaje era para ambos-...Creyendo que mientras más débil se muestre, más sumisa será, pero no saben que detrás de la sumisión se esconde una fortaleza más grande que cualquier muro y tarde o temprano, se levantará con fuerza y con poder- agachándose y acercando su rostro al hechicero continuo- No hay en el mundo hechizo, monstruo, ser humano o animal más fuerte que yo. Devolverás lo que has robado, cada una de esas cosas y terminarás de consumirte tú mismo y no pararas hasta desaparecer.

-No... No me vencerá... Una mujer...- dijo el hombre mientras su cuerpo comenzó a temblar.

-Yo no soy cualquier mujer, no soy cualquier estrella. Yo soy, la madre de todas ellas- dijo con fuerza y una luz enormemente potente salió de su cuerpo.

Los ojos de Burak brillaron de un fuerte celeste, tuvo que cubrir su rostro con ambas manos para no quedar ciego. La luz también irradiaba calor y se expandía fuertemente hacia todos los rincones del Castillo. Al mismo tiempo el hechicero liberó las almas que había devorado, luego comenzó a consumirse a sí mismo.

Un gran destello se vio desde afuera, el poder de Astria cubrió todo el lugar, llego como una gran ráfaga de viento en la cara de Bruno, Edgar, Mery y los demás. La barrera poco a poco comenzó a romperse y volverse escarcha, desde lo más alto hasta los cimientos.

Cuando la luz se apagó, el hechicero ya no estaba, solo sus ropa comenzaba a quebrarse para luego volverse polvo.

-Jamás te vimos tan débil- soltó Astria acercándose a Burak.

-¿Te..te he dicho que...eres osada? Nunca... haces caso.

-Y aprende por las malas, que dulce eres. Déjanos ayudarte- Astria aún tenía sus ojos blanquecinos y no era la única que yacía en su cuerpo.

-No, ve... Ve por Selene...

-¿Y dejarte morir aquí? Te estás desangrando Rey. Esta vez no habrá vuelta atrás

Burak tenía sus manos en la herida de su costado pero está no había dejado de sangrar tiñendo su ropa, la otra herida aún brotaba rebosantemente. Estaba sudado que incluso su cabello se veía brillante y respiraba por la boca. Astria se acercó a él hincándose a su lado y le miró con atención.

-Sé...que no eres ella. Tu... Tu eres Luna.

-No hables- ella estiró la mano hacia atrás y tomó una buena cantidad de luz de luna que ingreso a ella por los poros de la mano. Luego se acercó lentamente a él y de cerca le agarró el mentón- no puedo curarte con facilidad si estás muy débil.

Astria abrió su boca y un núcleo salió de ella para entrar al cuerpo de Burak. El ni siquiera tuvo que absorberlo por sí mismo.

Astria lentamente le sacó las manos de la herida que brotaba sangre oscura y lentamente le abrió aún más la ropa con la daga. Burak no dijo nada más que mirarla, su mente estaba agotada tratando de sobrellevar el dolor.

-Tu hechizo de curación no se activó porque tú mismo te apuñalaste- dijo ella mirándolo con seriedad.

-Astria...- Burak se dio cuenta de lo que ella haría y acelerando un poco más su respiración sus ojos pegaron un pequeño brillo rojo. Sintió lo que muy pocas veces sentía, miedo.

Astria le tomo el rostro y le ordenó como si la luna llena estuviera sobre sus cabezas.

-Te quedarás quieto y tranquilo. Es normal sentir miedo así que aguanta, no te atrevas a sacar ese otro lado tuyo. Es una orden.

-No puedo evitarlo.

-Piensa en tu familia Rey Burak, puedo curar esto pero dentro seguirás sangrando si tú no pones de tu parte. La daga del hechicero no era una daga de filo común, viste que la saco entre sus manos. Tu hechizo debe activarse.

-Astria...

Los instintos de supervivencia de animal que tenía él, le decían constantemente que huyera pero al escucharla sintió que ninguna parte de su cuerpo se iba a mover. Incapaz de hacerlo, la luna lo tuvo bajo su control sin necesidad de que la luna llena estuviera. Este era el poder completo de una dama blanca.

Astria ya con la ropa de él rasgada, le pegó solo una mirada mientras puso su mano izquierda sobre su hombro y lo miró a centímetros de su rostro. Ambas miradas se observaron hasta que ella observó unos segundos la herida y dejó la daga a centímetros de ella.

-Toma aire- él obedeció y Astria lo volvió a apuñalar allí mismo. El aire en sus pulmones salió fuerte mientras soltó un quejido apretando los dientes.

Astria sin sacarle aún la daga le movió la ropa para verle el hombro y el tatuaje comenzó a brillar. Sacó la daga y volvió a hacerlo con la otra herida, sin una pisca de remordimiento, luego la tiró lejos. Burak ya había comenzado a cambiar el color de su piel.

-Vamos, no te quedes dormido animal.

-Eres...más fría de lo que pensé- dijo levantando la mirada con dificultad pero mostrándole una leve sonrisa.

Astria estiró las manos hacia las heridas de su esposo y mientras esté estaba adormilado comenzó a curarle.

-¿Ya te pedí matrimonio cierto? Créeme...que lo volvería a hacer.

-Estas delirando porque has perdido mucha sangre.

-Deja eso- dijo él tomando una de sus manos y manchándolas con sangre.

-A ver animal, sé perfectamente a quien quieres ver pero conmigo no- Astria soltó la mano de Burak, alzó su mano y la puso en la frente de él. Una luz suave salió de ella- dejaras que cure tus heridas y luego te dejaré tranquilo. No molestes.

-Si ama.

Esa simple luz, diminuta y concisa tomó nuevamente a Burak bajo su control.

-¿Mi cachorro se porta mal?

Burak alzó la mirada y frente a él una dama muy conocida lo miraba con una leve sonrisa.

-Estoy muriendo entonces- Burak bajó su mirada al escucharla, sus orbes no brillaban como siempre lo habían hecho. Se decía que cuando ves a uno de tus seres queridos sin ser invocados significa una sola cosa, la muerte- has... Has que vuelva- dijo refiriéndose a Astria.

Su madre no borro la sonrisa de su rostro y se acercó a él. Arrodillándose a su lado alzó su mano y la puso en su mejilla. Sorpresivamente él la sintió como si realmente estuvieran en forma física.

-No puedo hacer eso.

-Quiero despedirme, quiero... Quiero decirle cuánto la amo- dijo mirando a su esposa, luego volvió a mirar a su madre. Alzó la mano y le tocó la mejilla- ¿Por qué puedo tocarte?

-Porque parte de ti, también es una estrella. Hijo mío, las estrellas, todas ellas, deben brillar.

En cuanto lo hizo el cuerpo de Burak comenzó a calentarse y su piel a ponerse pálida, sus ojos se volvieron a poner celestes y completo, brilló.

Abrió los ojos agitado, desorientado sin entender nada.

-Has vuelto- dijo Astria aún con esa voz que no era de ella.

-¿Qué pasó?

-Te desmayaste. Tus heridas están bien ya cerró una y está, está por cerrarse.

-¿Cuánto tiempo?

-Minutos.

-Quiero a mi esposa.

-Me imagino que sí.

Astria en cuanto terminó se puso de pie y le sonrió a Burak, él se revisó el costado y una cicatriz roja quedó con un poco de hinchazón.

-Te la entrego entonces.

Burak se sorprendió, ella no esperó un solo segundo cuando dejó caer el cuerpo de Astria hacia delante y Burak la tomó en sus brazos.

En cuanto lo hizo, las Damas blancas salieron de ella parándose una al lado de otra, todas mirando al hombre sentado en el suelo. Frente a él, una dama blanca con un brillo dorado lo miró con una leve sonrisa. Sus ojos eran celestes al igual que todas las demás pero se notaba que ella era superior a todas, su cabello y sus orejas la hacían distinta.

-Mis hijas- dijo Luna alzando la voz y extendiendo la mano a las damas que aparecieron a su lado. Derecho y también hacia atrás, eran más de veinte.

-Mis hermanas- dijo otra mirando a las demás.

-Mi hijo- la voz de Lucia sonó y apareció entre todas las demás mirándolo. El la reconoció enseguida.

Burak no dijo nada, estaba agotado, pero sabía perfectamente que no era una ilusión ver a tantas mujeres reluciendo brillo.

-Una mujer feliz brilla con la fuerza de una estrella- le dijo la dama mayor- haz sido un hombre bueno con ella pero ella no te necesita Burak pero tú si a ella.

Eso lo sabía, lo sabía perfectamente, bajó su mirada y llevó sus ojos hacia Astria y lentamente le acarició la mejilla. El no brillaría sin ella.

-Eso yo lo sé- dijo contemplándola.

-En tus brazos no tienes a una estrella cualquiera.

-También lo sé.

-Tu hija está bien- dijo sonriéndole.

-Yo... No sé cómo agradecerte.

-Fue tu mujer- dijo sonriendo y agachándose para acariciar el cabello de Astria- Cuídala estrella mestiza, cuida a tu pequeña y a tu pequeño- agregó acercando la mano al vientre de ella.

Burak se dio cuenta recién que su mujer esperaba ya a su heredero y nadie sabía de aquello.

-Te estaré vigilando cachorro- dijo Lucía con una sonrisa dulce.

La dama mayor asintió con la cabeza y cada una comenzó a disiparse en una pequeña luz celeste que entró en el respirar de Astria. Luego aquella dama sonriendo a Burak bajó su rostro e hizo exactamente lo mismo. Su luz entró por la boca de Astria y ella suspiró grandemente parpadeando con lentitud.

-Burak...- dijo adormilada.

-¿Te he dicho que ni el diamante ni la riqueza pueden brillar más que tú?


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Les deseo un buen fin de semana, yapo no me odien tanto jajajaja

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