Con la imagen de su esposo en su pupila, las palabras rápidamente salieron de su boca

–¡SUELTALO!– gritó Astria al hombre mientras apretaba sus puños.

Hunur lo soltó después de eso tirándolo contra la pared. Burak hizo un sonido fuerte al caer en esta, pero parándose en sus pies detuvo las manos del monstruo que había ido hacia él.

–Una vez termine con él, iré por ti– dijo el hechicero. Alzó la mano y lanzó un mueble grande que empujó hacia Astria aplastándola contra el muro. No podía matarla ni dañarla, pero fue lo suficiente para detenerla. Aprisionada lloró mientras veía como el hechicero se encargaba de su esposo.

Una daga gruesa se formó en la mano del hombre y Burak tratando de impedirla la tomó con ambas manos.

–Sí, así es como debe ser– dijo el hechicero mientras con un movimiento rápido dejó las manos de Burak en la empuñadora de la daga. Él rápidamente se arrepintió de haber hecho aquello. Una vez más, el hechizo en su hombro no se activaría.

Sosteniendo el mismo la daga sin tener la fuerza necesaria para apartarla está entró lentamente en el costado. Fue rápido que Astria no pudo hacer nada. Impotente se repitió lo irreal que era todo.

–No...– la sangre tiñó rápidamente las manos de Burak y su boca abierta sin aliento mientras el filo le rebanó la carne.

–Me odias ahora ¿cierto? Tú y yo podríamos habernos llevado bien, tu poder como Dama Blanca y el poder que tengo ahora tendríamos al mundo bajo nuestros pies.

–Déjalo... déjalo por favor.

El hechicero golpeó fuertemente el rostro de Burak y volvió a enterrarle la daga en su cuerpo. Le quitó la daga en sus manos y lo continúo apuñalando. Los labios del hombre no tardaron en teñirse con su propia sangre.

–¡Hunur!– le gritó Astria, el hechicero volteo a verle con una sonrisa en su rostro.

Lentamente soltó a Burak que cayó sentado dejando una mancha roja en la pared, levantó la vista y miró a Astria. El calor de su propia sangre comenzó a cubrirle el torso mientras que su interior comenzaba a perder calor.

–As...Astria... no...– trato de decir, pero su voz a penas salió. Mirando a la mujer aprisionada mirando al hechicero con ojos llorosos. Hunur pronto estuvo frente a ella, estiró su mano y el mueble se movió liberándola.

–Si te pareces a tu madre– soltó Hunur y lentamente le acaricio la mejilla. Sus ojos volvieron a la normalidad.

–Eres cruel, tu...

–NO, yo amé a tu madre, solo por ese hecho yo pude tener esto– dijo levantando su mano y las luces rojas de Átkozott aparecieron en su mano eran débiles y delgadas, pero era el poder de ellos– ¿Crees que fue fácil para mí amar a esa persona sabiendo su final?

–Tú la mataste.

–Oh pequeña estrella– dijo limpiándole una lagrima que rodó por su mejilla– todo amor puede ser olvidado– dijo volteándose a mirar a Burak, luego formó nuevamente una daga.

–No– gruño Burak tratando de ponerse de pie.

–No te moverás de allí– dijo Hunur y una sombra rodeo el cuello de Burak aprisionándolo con la pared– nunca imaginé que surgiera una Dama Blanca antes de tiempo, sinceramente pensé que al acortar la vida de la última tomaría al menos 30 años que era lo que duraban en vida.

–¿Qué?– Astria bajó la mirada hacia Burak y vio sus ojos sorprendidos.

–Necesitaba hacerlo, lo lamento, lamento que la noticia te llegue tarde, pero ahora ya sabes quién le dijo a la oposición donde estabas tú y ella. Puedes culparme por esa flecha perdida– Hunur se cortó la muñeca derecha y luego estirando la mano al Rey. La sangre de Burak comenzó a flotar y se fue absorbiendo en la herida del hechicero– es bueno que la Dama Blanca de hoy seas tú.

Cuando Astria intentó hablar, Hunur sin mirarla estiró la mano izquierda y la tomó de la frente, luces amarillas bajaron a su cabeza, llevándola lejos de allí, su mirada rápidamente se perdió.

–Tranquilo animal, no le duele, no puedo dañar a mi hija, al menos no por ahora.

–¿Tu... tu hija?

–Ella lo sabía, me sorprende que tu no.

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Astria se perdió en sus pensamientos, así como había estado antes atrapada en ellos por semanas, ahora era algo similar. Sin poder ver nada, voces se escuchaban a su alrededor.

–Luna– la voz de Lucia se escuchó a lo lejos.

–No podemos simplemente dejarlo– dijo una voz.

–El traerá la ruina al mundo.

–Esto es insólito.

–Luna– volvió a decir la voz de Lucia.

–¿Tratos con ellos? ¿Por qué? Esas bestias apenas son humanos.

–Te lo cobraran tarde o temprano. Prohibido despertarlos.

–Es mi palabra contra la suyas.

–Tienes que hacer algo.

–Entonces la tierra sufrirá las consecuencias.

–Pero Luna...

–Astria, despierta mi niña– dijo Lucia, y enseguida el tacto de la mujer le agarró el brazo.

Despertando asustada se encontró frente a un gran espejo en una habitación negra con una leve luz tenue. Mirando su reflejo comenzó lentamente a cambiar, arrugas y cejas pronunciadas, labios gruesos y una barbilla como diamante, su pelo ya no era rojizo sino dorado.

–¿Lu...Luna?

–Astria– la llamó Lucia. 

Ella rápidamente se volteó mirando hacia atrás y se encontró que no estaba sola. Recién no había nadie, solo aquel espejo en el medio de toda la oscuridad, y ahora frente a ella muchas mujeres de cabellos blancos y ojos celestes la miraban.

–Lucia– dijo al verla pero todas rápidamente miraron hacia atrás y en la oscuridad apareció la dama del reflejo, Luna– no eras una leyenda– dijo preguntándose si aquello solo era un juego de su mente– ¿Yo he muerto? ¿Mi familia, mi esposo...?

–Tú eres fuerte– dijo Luna mientras se acercaba, todas comenzaron a tocar su hombro y la de atrás el hombro de otra.

–Somos fuerte– repitieron todas.

–Tú eres valiente.

–Somos valientes.

–Tú eres poderosa.

–Somos poderosas.

–Tú eres...

–Nosotras somos...

–Pequeña estrella ¿Sabes lo que hace una estrella?– preguntó Luna llegando sonriente mientras la observaba a los ojos.

–Yo...– dijo Astria aun dudosa. Luna alzó su mano y la puso sobre su pecho– Brilla.

–Si Astria...

–Brillamos.

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Hunur soltó a Astria, ella agitada se afirmó en el muro mientras volvía en sí. Burak solo la observó, el hechicero había revuelto todo en su mente, de forma violenta sintió como su cabeza era abierta en miles de pedazos, su energía llego a lugares apagados, lugares olvidados. Era tarde, era cruel, pero él tenía algo que decirle a Astria antes de morir, Burak la recordaba.

–Has tenido una vida tranquila– dijo Hunur dando unos pasos lejos de ella– como tu progenitor he decidido conservarte, tienes solo un minuto para despedirte.

Astria no dijo nada, secándose las lágrimas que habían caído por su mejilla lentamente dio un paso tras otro. La sangre que Hunur estaba absorbiendo de Burak se detuvo cuando ella se aproximó a él.

–Burak– le susurró arrodillándose a su lado y abrazándole el cuello. Él solo suspiró a apretando la ropa de su espalda entre sus dedos, el calor de ella solo hizo más difícil pronunciar palabras pero lo intentó de igual manera.

–No te preocupes– le dijo en voz baja– yo...

–Lo siento, perdóname– le dijo en su oído– tu esposa jamás dejara de ser desobediente– su voz quebrada salió mientras se apartó de él y le miró a los ojos– Te duele ¿cierto?, mira cómo te ha dejado.

–Debes irte, debes intentarlo– dijo tomando su mejillas– yo siempre estaré a tu lado.

–No Burak– dijo volviendo a abrazarlo, apegando sus labios a su oído le susurró lentamente– mírame, soy mucho más de lo que ves...

Astria terminó de decirle eso y enseguida sintió la fuerza invisible ser atrapada e inmovilizada. Hunur rápidamente la soltó dejándola caer al otro lado de la habitación y Burak tomado por su propio poder fue asfixiado y aprisionado con la pared mientras era levantado, sus pies dejaron de tocar el suelo.

–Soy... Soy una estrella. No– dijo posando sus ojos hacia Hunur– Yo soy...– dijo mirándose las manos, una fuerza comenzó a correr por sus venas.

Próximo Capítulo 74.- Luna

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Queridas compatriotas, les deseo unas buenas fiestas, arto zapateo y artos terremotos jijij

Pd: Un cap más y nos vemos el martes