7.- Un hombre similar al rey
Sam notó que su rey si lo había escuchado y se tranquilizó un poco cuando esté pensó un momento mientras llevaba sus ojos al piso. Dio un paso en dirección donde habían venido y Astria supo que Burak iría a su habitación por su hija.
—No, no puedes verla así —dijo parándose delante de él con una mirada decisiva y enojada. Burak no se detuvo por ella y llegó hasta juntar su pecho con la de ella.
—No eres nada para detenerme —dijo y con su mano inmovilizándola completamente la llevó a resbalar un buen tramo del suelo.
—¡NO BURAK! —gritó en cuanto se detuvo y fulminó con la mirada a Sam.
—Espera Astria —dijo él agarrándole la mano mientras Burak se fue alejando sin mirar atrás.
—¡No me pidas eso! —Astria sin duda no era la misma. La expresión de su rostro y la forma de hablar entre dientes mientras su rostro se enrojecía le sorprendieron.
Soltó fuertemente la mano de Sam y corrió por el pasillo.
—No puedes evitarlo.
—Sí si puedo.
—No Astria, es el rey y aunque esté en ese estado no podemos hacer mucho. Burak sigue teniendo la misma autoridad.
—Soy la reina, eso debe valer algo.
En cuanto llegaron a la habitación, la puerta ya estaba abierta y Luz estaba afuera apretando sus manos en su vestidura.
—Mi reina todo está bien —dijo ella alzando las manos y tratando de detener a Astria.
—Mi hija...
—Él no ha hecho nada.
—Te pedí que la cuidaras —dijo Astria enojada mientras dio unos pasos dentro.
Burak estaba frente a la cuna y sorpresivamente estaba tranquilo mirando lo que tenía en sus brazos.
—Pásamela —ordenó Astria con sus ojos lloroso. Sentía una enorme impotencia por no poder hacer mucho y proteger a su pequeña de su padre.
—¿La quieres solo para ti? —dijo Burak volteándose y mirándola con seriedad.
—Dámela —repitió, pero su esposo solo dibujo una leve sonrisa en su rostro. Astria estiró las manos, pero como Burak era tan impredecible, no quería arriesgar a su pequeña si debía forcejear con él. Calmadamente aguardo a una distancia prudente.
—Astria —dijo Sam llegando a su lado y en cuando lo hizo, el rey solo le dio la espalda mientras caminó cerca de la ventana. Se veía extraño, siendo un hombre grande con brazos enormes forrados en músculos y un pequeño ser que apenas se podía ver entre las mantas que estaban envueltas alrededor de ella.
—Quiero que me la devuelva —dijo apretando los dientes y por más que luchó para que las lágrimas no salieran una se escapó de su ojo izquierdo.
—Tranquila, esto es bueno.
—¿Bueno?
—Sí, estoy seguro que no hay dudas ahora en el rey. Es primera vez que la ve de esa forma y es bueno que la reconozca como su hija.
—Pero él puede...
—No, ahora eres tú quien tiene que dejar que se acerque a ella como su padre, independiente de que te recuerde o no. La sangre lo unirá a ella y debes dejarlo.
—Pero...
—No la dañará, quizás se puede poner un poco sobreprotector, eso pasa en la naturaleza y aquí con estos animales.
—Tranquila Astria —dijo luz acariciándole los hombros y la espalda— estará bien.
—Quizá tu pequeña ayudará a que vuelva nuestro rey gentil que todos conocemos.
Astria escuchó cada palabra, pero aun así la saliva que tragó fue pesada y espesa. Delante de ella ya no veía a su esposo sino a un hombre que intentó matarla a ambas.
Burak por otro lado se sentó en el borde de la ventana con sus piernas hacia la habitación y su espalda apoyada en el marco. Poco a poco Sam se fue y Luz cambio turno con Amy. Astria aguardó sin sacarle los ojos de encima y Burak, no le entrego la bebé hasta que pasaron casi dos horas.
—¿Desea que le traiga avena o leche de avena? Le servirá para su pequeña —dijo Amy mirando a Astria la cual aceptó mientras se sentaba en el borde de la cama mirando a su pequeña.
—Burak, ella empezará a llorar y me la tienes que pasar —dijo, pero él no se movió ni un poco, siguió mirando hacia la ciudad y de vez en cuando bajaba a mirar a su hija ignorando completamente a Astria—. Burak —repitió ella—. Burak te estoy...
—Te escuché mujer —dijo sin voltear.
Astria lo observó, y desde donde ella estaba no podía verle los ojos, lo que hizo que realmente se imaginara que su esposo, aquel que había estado con ella todo el tiempo estaba allí. Deseaba abrazarlo, sentir su olor de cerca y estar con él, pero lamentaba el hecho de que realmente no era él.
Le miró detenidamente todo, la ropa como le caía por la cintura, las botas, los pantalones y como los músculos de los bíceps quedaban apretados en la tela de los brazos. Su pelo corto que tenía hacia la nuca y como hacia arriba se iba levantando. El color de su piel bronceada, recordó sus hermosos y cautivadores ojos dorados.
Fue cuando el quejido de su pequeña la sacó de ese embrujo de enamoramiento.
Se puso de pie y aguardó, Burak miró como su pequeño quejido se volvía un llanto fuerte. Mientras que la cara de su hija se volvía roja y apretaba los brazos, él se levantó sin dejar de mirarla y bajó de la ventana.
Astria no dijo nada, esperó mirándolo como Burak se acercó a ella.
—Con cuidado —le dijo en cuando su esposo le entrego con cuidado a la pequeña. Era un hombre cruel y despiadado pero su delicadeza con su hija la dejó impresionada.
—Mi reina —dijo Amy entrando con una bandeja. Astria se descubrió el pecho sin pensarlo mucho y Burak solo rodeó la cama y se acostó en el otro extremo de ella
Amy dejó la bandeja en el velador y le ayudó a Astria a acomodarse. Sorpresivamente el rey no hizo, ni dijo nada, se mantuvo mirando la espalda de Astria y como Amy le ofreció la comida a la boca.
—¿Desea algo mi rey? —dijo Amy al darse cuenta de su mirada.
—No, ¿dormíamos aquí? —preguntó llevando una mano arriba de su cabeza y mirando el cielo.
—No —respondió Astria tratando de mirarlo sobre su hombro, pero no pudo voltearse completamente. La verdad que lo último que quería era encontrarse una vez más con sus aterradores ojos.
—Ella ha estado ganando bastante peso —dijo Amy sentándose en una silla frente a Astria—. Eso es una buena señal, a pesar que ella se adelantó para nacer, puedo decirle que ya tiene el peso de un bebé normal.
—¿La encuentras grande? No encuentro que sea una bebé grande para su genética.
—No, es como tú. Si fuera un bebé de una madre Átkozott sería sin duda un poco más pequeño, pero eso depende de la madre.
—¿Más pequeño?
—Sí, nacen pequeños pero una vez que ya salieron del vientre comienzan a crecer mucho más rápido que los bebes normales.
Astria y Amy ignoraron la presencia del rey y pronto comenzaron a hablar como si fuera habitual en ellas. Amy al igual que Gina, era una de las pocas que aún la trataron igual que antes a pesar que al principio ambas se reusaron.
—Oh, oh... tranquila —dijo Amy tomando a la pequeña ya dormida para ponerla en la cuna. Astria cerró su vestido y volteó a mirar a Burak.
—No lo despierte —dijo Amy.
—No dormiré con él.
—No veo otra opción.
Burak se había dormido al lado derecho de la cama y despertarlo era algo que ni Amy se atrevería a hacer.
—Llevaré las bandejas y volveré. Estaré con usted para que no se sienta incomoda.
—¿Quieres que me quedé a sola con él? ¿Después de lo que hizo? Manda a los guardias, quiero que estén fuera de mi puerta toda la noche.
—Esperemos que despierte por su cuenta —dijo Amy. Astria al verle comprendió que no solo ella le temía al hombre, sino que Amy también le tenía un terror oculto entre palabras amables.
Astria no se sentía segura, sin sacarle la mirada se desvistió y se puso la ropa de cama. Miró a Burak y pensó que si fuera realmente su esposo lo despertaría solo para que se sacará la ropa y las botas o ella misma lo haría. En este caso no lo pensó como una opción.
Burak no despertó, aunque ella al acostarse trató de moverse bastante, así que aprovechando de que su bebé dormiría por dos horas más, se acomodó a dormir mirando a Burak. Lo observó bastante, era el hombre que amaba profundamente y ahí con ojos cerrados parecía como si nada de aquello hubiera ocurrido. Amy llegaría pronto.
Próximo Capítulo 8.- Desesperación
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