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68.- Complicidad

Astria con tranquilidad se metió al agua y luego, mientras su pelo se secaba disfrutó su tiempo con su pequeña mientras se alimentaba.

–Tu madre ha sido valiente, cuando crezcas tú también serás igual como tus papás

La pequeña mirando a su madre solo soltó una hermosa sonrisa mientras permanecían sentadas en el medio de la cama. Balbuceo un poco mientras Astria le daba una cucharada de manzana molida.

El pelo de su pequeña había crecido cayendo sobre su frente pequeño y tiernos rizos del mismo color de su madre. Sus ojos grandes, dorados y relucientes cómo los de su padre se movían en dónde posaban sus manos para echarse todo a la boca.

–Eres tan hermosa– dijo ella tomándola en sus brazos y dándole pequeños besos en sus redondas mejillas

Astria miró la ropa que estaba en el suelo y recordó el libro que se había traído de la torre de Hunur. Intentó ignorar el hecho de que ahí estaba pero no pudo evitar mirar constantemente el sitio donde debía estar.

Echándose una frutilla a la boca se puso de pie y con rapidez tomó sus vestiduras. Mantuvo el libro lejos de su pequeña y mientras la cuidaba, se fue alimentando mientras leía.

Si bien Lucia relataba bien el control de la naturaleza, en el libro lo narraban mucho más detallado contando los sentimientos y las emociones que se sentiría al poder hacerlo.

Aquello le llamó completamente la curiosidad, estaba consiente que en la torre de Hunur una rama entró por la ventana y aunque solo había sido una rama como si se hubiera caído sobre ella, Astria sabía que había sido el poder que corría por sus venas.

Ella si podía controlar la naturaleza y no solo simples flores creciente y cubriendo el follaje. También debía aprender a ocupar todo a su alrededor.

Trató de hacer lo que allí decía pero no funcionó, su pelo tampoco cambio de color, lo que hizo que llegara a plantearse que en momento dónde ella se encontrara inestable emocionalmente sus poderes podían salir.

Cerró los ojos pensando en aquello y a su mente vino la imagen de aquella mujer desnuda.

El rostro de Olivia mirando a su esposo, y luego la mirada que hizo cuando sus ojos llegaron a los de ella, no era temor ni miedo. Envenenado su mente con pensamientos negativos su respirar comenzó a agitarse, llenó su imaginación más allá de la realidad y pensó que si ella hubiera tardado más quizás Burak y Olivia...

Era imposible, su esposo estaba golpeando su cabeza con la muralla cuando los encontró, pero la realidad no le ayudaba a alterar sus emociones. La imagen de Burak desnudo, siendo besado y acariciado por esa mujer le hizo apretar el ceño.

Amy había llegado lentamente pero no la interrumpió, caminó lentamente al otro extremo de la cama y se agachó observando a la pequeña Selene que manchas su boca con una frutilla.

Pequeñas luces comenzaron a rodear a Astria., Amy no entendía que estaba haciendo su Reina pero amaba verla practicar alguna de esas cosas, bajó su mirada y vió el libro viejo entre sus manos

Visualizando las ramas de las plantas que estaban en su habitación, estiró la mano izquierda hacia un lado y pensó en ellas

De las tantas plantas que había ahí solo una se giró completamente hacia Astria. No pudo hacer que aquellas plantas le tocaran el brazo y abriendo sus ojos suspiro pesadamente al no lograrlo.

–Mi Reina– susurró Amy hincada en el lado de la cama.

–No funciona.

–Cualquier cosa que está intentando hacer, le digo que esa planta que está ahí se movió hacia usted– dijo sonriendo.

Astria que no se había dado cuenta la observó y rápidamente sonrió, aquello si era un avance, tardaría en perfeccionar el control de la naturaleza pero tarde o temprano lo haría.

–Amy.

–Sí mi reina, Olivia está en unos de los salones de la biblioteca está tomando el té junto con unas jóvenes de nobleza.

–¿Gina está afuera?

–Sí mi Reina.

–Perfecto, lamento que no puedas acompañarme Amy, pero no quiero que Selene esté allí.

–¿Qué hará?

–Algo que debí hacerlo hace mucho– dijo Astria poniéndose de pie.

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–¿Lo viste desnudo?

–No, estaba con pantalón pero estuve casi– dijo Olivia frunciendo el ceño

–Pero dijiste que estaba enojado

–Si pero me vio y eso es lo importante, ahora creo que solo estaba enojado porque sabía que su esposa iba a aparecer– dijo dejando la tasa de té en una mesita– estoy segura que hoy me ira a buscar.

–La reina es muy estúpida como para pensar que te vas a rendir fácilmente.

–Ella no es capaz de nada– dijo Olivia riéndose.

–Aun así te dejo las mejillas rojas, para ser solo una persona normal tiene bastante fuerza.

Olivia como Amy había dicho estaba tomando él te con dos de sus amigas. Ella no había ocultado nada de lo que había hecho ayer, lo veía como un triunfo, un paso más adelante a pesar de haber escuchado a Burak y Astria tener relaciones temprano en la mañana.

–Ah solo lo hizo para tranquilizarla seguramente.

–Burak es bastante hermoso, pero sabes lo que dicen de él.

–No me asusta que sea cruel y peligroso, el jamás me haría daño.

–Con todo respeto amiga, pero estás un poco ciega ¿Cómo estas segura de eso si ayer te golpeo la cabeza contra la pared?

–Ya te dije, estaba actuando.

–Dioses, yo no me acercaría a él después de eso. Hasta Mery te lo ha advertido.

–Eres una cobarde, que se joda la Reina, que se jodan las dos Reinas.

Mientras conversaban, los pasos de Astria sonaron fuertemente mientras caminaba por el corredor. Gina iba a su lado en silencio la siguió, descubriendo que su Reina estaba bastante enfadada.

Cuando llegaron a la puerta de aquel salón, Astria no dudo un solo segundo en abrir las dos puertas con fuerzas, estas sonaron al golpearse con la pared del interior. Las tres mujeres saltaron y se levantaron de sus asientos posando sus ojos en la mujer de piel blanca y ojos celestes.

–¡¿Quién te crees para entrar de esa forma?!– gritó Olivia dando unos pasos frente a sus acompañantes– ¡Soldados sáquenla de mi vista!– ordenó. Los 5 soldados que estaban dentro de la habitación rápidamente salieron de sus posiciones y pusieron sus manos en la empuñadura de la espada.

–Gina– Astria habló, su voz salió calmadamente de sus labios y su soldado se puso delante de ella desenvainando su espada. Mientras lo hacía, su mano derecha se extendió y la luz salió de ella– Deténganse– ordenó.

Para la mala suerte de Olivia, los soldados eran mezclas de Átkozott.

–¡PERO ¿QUE HACEN?!– gritó Olivia furiosa mientras apretaba los puños y los dientes.

–No hay en la tierra animal que ignore mis órdenes– dijo Astria acercándose a Gina que lentamente guardó su espada en la funda. Los soldados no se volvieron a moverse después de que sus ojos brillaran– Señoritas, les pido de buena manera que marchen fuera de esta habitación.

–Estás loca, ellas no harán caso a una ramera como tú– Las mujeres no sentían lo mismo, viendo el inexpresivo rostro de Astria y como los soldados dejaron rápidamente de obedecer a la Princesa, se sintieron inseguras e intimidadas.

–Soldados, saquen fuera a las damas y tú– dijo mirando a uno de ellos– toma a la Princesa Olivia y llévala cerca de los sillones.

–¿Qué?– dijo la mujer y rápidamente dio unos pasos hacia Astria siendo agarrada de los brazos por el soldado– ¡SUELTAME! ¡QUE ME SUELTES MALDITO IDIOTA! ¡MI HERMANO TE VA A FUNDIR!

Olivia fue arrastrada donde había dicho Astria, el soldado la arrodillo firmemente y con una de sus manos le agarro el cabello levantándole el rostro hacia la Reina.

–Las puertas no se abrirán hasta que yo lo diga, cualquier cambio que vean en ellas avísenme, en especial si ven luces rojas.

–Si mi Reina– contestaron los otros cuatro soldados restantes.

–Gina, enciende el fuego– dijo mirando la chimenea.

–No te saldrás con la tuya, mi hermano cuando se entere...

–Tu hermano cuando se entere, más vale que lo entienda porque si no seré la responsable de la guerra entre el Reino de los bosques y mi Reino.

Gina no dijo nada, prendió la chimenea y observo como la madera se fue consumiendo mientras ardía. Astria con una calma aterradora fue hablándole a Olivia sobre la impresión que había tenido de ella cuando la conoció, ignorando constantemente sus palabras continuo hablando. A los pocos minutos llego donde Gina e hincándose estiro su mano hacia un costado

–Dame tu daga– pidió. Gina en seguida sacó la daga que tenía en el costado de su cinturón y se la paso con cuidado– Creerás que todo esto es por despecho o porque temo que puedas quitarme a mi Rey, pero no todo es así– dijo con tranquilidad mientras puso la daga en el fuego sosteniéndola y dándola vuelta.

–Tú nunca podrás satisfacerlo como yo lo puedo hacer, yo lo conozco más que tú. Estuve ahí cuando más lo necesitó, conozco sus reacciones, sus sonrisas, su mirada, el me eligió antes que tu aparecieras, ese derecho era mío.

Astria volteo a mirarla con una sonrisa.

–No se trata de eso Olivia, si Burak decidiera estar contigo ¿Crees que una mujer como yo podría detener a un hombre? Independiente que fuera él o no, ninguna mujer u hombre puede evitar que su pareja permanezca siempre a su lado.

–¿Me lo das entonces?

Astria volvió a reír, miró la daga y vio como esta había comenzado a tornarse rojiza.

–En ningún momento te dije eso, solo te dije que no tengo porque cuidar a un hombre, la fidelidad nace de uno. Ahora– dijo poniéndose de pie y acercándose a ella– no solo le has faltado el respeto a él, sino a mí como Reina y Señora de toda la tierra de Átkozott. Juré que nunca nadie volvería a pisotearme otra vez.

–Mi Reina quiere que ponga mi otra daga...– dijo Gina pero no alcanzó a terminar su frase cuando Astria le respondió.

–Claro que sí.

–¿Qué....que me harás?, soy una princesa no puedes lastimarme.

–Lo tendré en consideración– dijo seriamente mientras miró al soldado– agárrala firme.

–¡ASTRIA NO! ¡BURAK SE ENOJARA CONTIGO!

–No me importa, esto es por mí y mi Reino. No vuelvas a verme la cara de tonta.

Astria sin una pizca de piedad acercó la daga a su rostro. El metal estaba lo suficientemente caliente para tornarse de un rojo intenso, incluso parte de ella estaba azul.

Los gritos de la princesa sonaron por toda la habitación mientras la daga quemó la piel de su cara, luego su hombro y bajó por su brazo. Cuando la daga se enfrió Gina se acercó y le pasó la otra, atónita por lo que sus ojos veían, su animal interior estaba en alerta y con mucha ansiedad. Fue incapaz de decir una sola palabra, el olor de carne quemada invadió sus nariz haciendo revolotear su instinto salvaje.

Astria fue cruel, fría y sin corazón.

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Burak estaba escuchando el reporte de lo que había ocurrido en la torre de Hunur, en la posición en la que estaba no podía verle la cara de cerca a Sam, la quemadura que había recibido estaba en su lado derecho y Burak solo podía verle el perfil izquierdo.

–Sí Hunur quiere el poder de Átkozott entonces primero tiene que manejar la energía como lo hace Mery y yo– dijo Edgar.

–Pero eso es imposible– dijo Cedric mirando una esfera de cristal donde se había guardado el diente de leche de Burak.

–¿Lo es?– preguntó Sam.

–Cuando Hunur cometió traición con mi madre, mi padre lo encerró por unos años, no estuvo en contacto con otra mujer– dijo Edgar– Olivia es la única hija de Hunur.

–¿Y antes?– dijo Burak en voz baja.

–La condición del poder de energía son 21 años– dijo Edgar tratando de desechar al duda de Burak.

–Sí pero y si solo está esperando el momento indicado.

–Tendríamos que buscar en los libreros todas las actividades que se hacían dentro y fuera del Castillo años anteriores.

–Tardaríamos una semana como mínimo para dar con algo– dijo Mery– Hunur estaría aquí antes de eso

–Sam ¿Tú crees que podrás contener a Hunur?– preguntó Bruno.

–Es... Es difícil– dijo bajando su cabeza– si mi hermano logró el objetivo de tener un hijo de 21 años y toma el poder de la energía, entonces yo como su sangre directa no podré dañarlo.

–Pero si contenerlo.

–Hunur ha fortalecido su magia, puedo estar seguro que es más poderoso que yo.

–El poder que tanto desea es el único que quizás pueda con él.

Aquello solo iba para Burak y Cedric, al menos que Hunur vaya por el pequeño Samuel pero sus poderes aun eran muy bajos para ser eficiente para un hechicero como él.

Sam volteó lentamente mirando hacia la puerta y en ese momento Burak le vio el rostro, sin decir una sola palabra lo observó unos minutos antes de ponerse de pie. Todos lo observaron pero siguieron con la conversación mientras lo siguieron con la mirada. Cuando Burak llegó a su espalda puso su mano en el respaldar del asiento y la jaló hacia atrás, Sam enseguida se tensó agarrándose de la silla.

El rostro de Burak quedó frente a su mirada observándolo de cabeza, sus ojos estaban abiertos grandemente y sus orbes dorados se estrecharon en cuanto le vio la mejilla y los labios con otro tono de piel. Sam se petrificó comprendiendo que realmente iba a necesitar una buena explicación para aquello. Burak sonrió aterradoramente y soltó palabras en voz baja.

–Te voy a matar.

Sam instintivamente se cubrió el rostro al ver el brazo de Burak contrayéndose. Las luces rojas de Cedric sostuvieron y amortiguaron el golpe.

–¡Burak!– se levantó Edgar.

–Abre tu boca– Burak tomó rápidamente del cuello a Sam sacándolo de la silla y levantándolo mientras lo sostenía en la muralla.

–¡Mi Rey por favor perdóneme!

–¡Que abras tu maldita boca!– dijo tomándolo de la mandíbula y mirándolo. Sam abrió la boca dejando ver las leves heridas cerradas que aun le quedaban.

Astria le había dicho que todo había salido bien, Sam también había omitido aquello en el reporte, se sintió rápidamente traicionado. La única forma de que aquellas heridas dentro de la boca de su hechicero estuvieran cerradas era solo por un núcleo y un núcleo se traspasaba de boca a boca.

–Escúcheme– dijo Sam y Burak rápidamente lo soltó mirándolo aun con esos ojos penetrantes– sí, si fue un núcleo– asumió él, su Rey rápidamente gruño con fuerza– su... su pelo volvió a cambiar ella controla mejor sus poderes en ese estado, no... yo soy incapaz de traicionarlo, por favor yo de verdad le estoy diciendo la verdad. Mis labios jamás fueron tocados por mi Reina.

Cedric solo se quedó en silencio, a pesar de haber intervenido le encontró razón a Burak de desconfiar de Sam.

–¡MI REYES!– un soldado entró con rapidez abriendo la puerta violentamente.

–¿Qué pasa?– preguntó Edgar viendo al soldado alterado.

–¡LA REINA DE ATKOZOTT SE HA ENCERRADO CON LA PRINCESA OLIVIA EN EL SALON PEQUEÑO!

–¿Qué?– dijo Mery y enseguida ella y su esposo miraron a Burak, que al escuchar aquello, dejó de poner atención en Sam.

–Burak– dijo Edgar apretando los dientes– habla ahora.

Aquel animal apretó fuertemente la mandíbula, quería soltar una gran carcajada, había predicho perfectamente lo que Astria iba a hacer. Se giró y apoyando su espalda en el muro, llevó a cruzar sus brazos mientras miraba a Edgar.

–Si fuera un hombre malo, me hubiera cogido a la mujer ajena que se presentó anoche desnuda a mi habitación– soltó calmadamente. La sorpresa y el respirar de todos tallaron en sus oídos.

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No era excitación, no era satisfacción tampoco pero Astria se sintió diferente, oliendo el olor a carne chamuscada, los gritos de la mujer y como la sangre comenzaba a correr por la piel, le hizo pensar que la verdadera bestia allí era ella. Quizás el animal que estaba en su vida no era solo Burak.

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Los gritos de la princesa traspasaron los muros, la madera, el castillo mas allá de la habitación. La gente aterrorizada no sabia que hacer, los soldados intentaron abrir las puertas pero estas no cedieron, se imaginaban lo peor. Para que aquella mujer gritara de esa forma debía ser bastante malo lo que estaba ocurriendo.

Cuando Mery y Edgar llegaron los gritos cesaron, Cedric fue directamente a la puerta para tratar de aclarar la situación y poder abrirla.

Burak por otro lado solo se mantuvo a una distancia prudente mientras encendía un puro, su corazón se mantuvo frio y carente de empatía.

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–Mi Reina, hay luces rojas– dijo un soldado cerca de Astria.

Ella sin pensarlo mucho sacó un orbe dorado y con fuerza ordenó mirando hacia la puerta, sus ojos pegaron un brillo reluciente mientras que su mano aun brillaba energía curativa.

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–¿Cedric?– preguntó Edgar al ver que se había detenido, pero él no contestó.

Burak de lejos soltó una leve risa y mirando el cielo habló.

–Así que ahora traspasa la madera.

–¿Qué?– preguntó Edgar sin entender pero rápidamente obtuvo su explicación.

–El poder de la Reina– dijo Sam– ahora tiene a Cedric bajo su control.

–¡ASTRIA!– gritó Mery golpeando la puerta, pero no obtuvo respuesta, dentro no se escuchaba nada.

Diez minutos pasaron intentando abrir sin éxito alguno hasta que de repente las puertas se abrieron a la par. En el medio del dintel Astria miró al frente con un rostro completamente serio, detrás de ella iba Gina con sus pupilas dilatadas, su excitación animal fue obvia para Cedric, Bruno y Burak. Para que un Átkozott llegue a ese estado, podían ser dos cosas, sexo o sangre.

–¡¿Astria que has hecho?!– dijo Mery acercándose a ella. El olor a carne quemada salió rápidamente de la habitación.

Los soldados que entraron a ver a Olivia enseguida volvieron con sus caras preocupadas.

–La princesa está bien no hay lesiones ni nada– dijo uno de ellos.

Edgar y Mery se miraron y luego observaron la espalda de Astria que caminaba por el pasillo con tranquilidad.

–Tu no eras así– Mery comprendió que había pasado y detuvo a la joven Reina con sus palabras. Astria volteó enseguida a mirarla.

Todos quedaron en silencio al ver que dando unos pasos llegó a estar frente a la Reina Elfa.

–Nadie sigue siendo la misma persona Mery, lo lamento.

–Me sorprende tu tranquilidad y frialdad ¿Dónde está la mujer amable que conocía?

–La gente cambia cuando toca fondo, ¿Tú crees que alguien de los que está aquí pudo ayudarme o apoyarme? ¿Piensas que puedo seguir siendo la mujer amable que fuí? ¿Qué el General de Átkozott, o el príncipe o la mano derecha del Rey, incluso su hechicero me ayudo? Yo perdí todo lo que amaba y nadie estuvo ahí. Me levante sola y no voy a permitir que ninguno me pisotee nuevamente– dijo firmemente.

Burak guardo silencio, lentamente se refregó la verga mientras su animal también se excito escuchándola, pero no mostro cambio en su rostro más que formar una leve sonrisa.

Mery no le contestó y Astria marchó sin mirar a nadie pero no bajo su cabeza, la mantuvo en alto caminando hacia sus aposentos. Los Reyes entraron a la habitación y Gina llegó donde Burak.

–Ella es un Átkozott aunque no tenga el cuerpo de uno– susurró agitada junto con una sonrisa.

–Ella no nos ha perdonado– dijo Bruno mirándole aun la espalda a lo lejos.

–Si lo ha hecho– dijo Burak llevando el puro a su boca– pero no lo olvidará.

–La última vez que ella actuó de esa forma, había tenido a la pequeña princesa recientemente– dijo Sam mirando al Rey con un poco de temor.

–Burak...– susurró Gina.

–Es muy pronto para saber algo, ni tu podrás sentir energía nueva– dijo mirando a Sam y soltando el humo por su boca– después terminaremos nuestra conversación– agregó tomándole la mano y puso el puro boca abajo quemándole la palma.

–Si... si mi Rey– contestó entre dientes.

Burak se fue después de eso caminando por el pasillo con esa calma que siempre tenia siguiendo los pasos de su amada esposa.

Olivia estaba desmayada, se había ido a causa del dolor, Gina por otro lado pudo ver como las puntas del cabello de Astria se habían teñido lentamente de blanco y sacando la daga caliente comenzó a curar la piel de la Princesa. La hizo sufrir de una manera desquiciada para después curarla sin dejar rastros de tortura en su piel. Ni siquiera partes rosadas, eso solo significaba que su poder había aumentado más.




Próximo Capítulo 69.- Marcas

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Lamento informarles que comenzamos con la cuenta regresiva hace rato, pronto nos estaremos despidiendo, con amor disfruten lo que queda.

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