62.-La llave
Burak durmió hasta el día siguiente, cuando despertó Astria no estaba a su lado, negando con la cabeza el hecho bajó a los salones para ponerse al día de las cosas que se había perdido.
Gracias a Astria la reunión se había corrido y la harían ese día en la tarde. Soportando un poco las burlas de Mery, Edgar y Cedric, se limitó a preguntar dónde estaba su esposa.
La reunión era informal por lo tanto estaba presente Olivia sentada aun lado de Mery, no era de extrañar que para su otro costado estaba Burak. Estaban todos reunidos alrededor de una gran mesa, estaban conscientes que hoy no podían confiar en nadie. Cedric impaciente se mantuvo moviéndose por el lugar mientras trató de pensar en lo que habían descubierto.
¿Por qué ambos portadores de la llave estaban muertos? ¿Por qué incluso la hechicera Hurriel también lo estaba? Aquella mujer era un elfo, la muerte natural no era la causa verdadera de su deceso.
–Quizás Hunur ya sabe que estamos aquí.
–¿Crees que el mismo mando a matar a sus hombres y a la hechicera?– preguntó Burak.
–Imposible, comprendo que pudiera matar a sus sirvientes, pero la hechicera no tiene sentido– dijo Edgar mirándolos– solo nosotros sabemos de la premonición de Lucia.
–No es así hermano– dijo Olivia– Reiga me preguntó ese día en el jardín trasero si conocía la premonición de Lucia.
–OLIVIA TÚ– dijo Cedric acercándose a la mesa y mirándola enojado.
–No, no yo no dije nada– dijo ella levantando las manos– pero ya sabía que Lucia había dicho algo.
–Mery– dijo Burak entre dientes. Era evidente que era lo que el Rey de Átkozott le estaba pidiendo o más bien advirtiendo. Si ella no lograba interrogar a Reiga, Burak se iba a involucrar.
Mientras las cosas se tensaban, la puerta se abrió lentamente y Astria apareció un poco tímida.
–¡Astria!– dijo Mery cambiando su actitud– entra eres bienvenida ¿Cómo te sientes?
Solo esa pregunta hizo que ella rápidamente frunciera el ceño y buscara a Burak, en cuanto lo tuvo en la mirada este solo corrió sus ojos hacia otro lado de la habitación mientras se cruzaba de brazos. Mirándole soltó una sonrisa, jamás en su año de casada lo había visto ignorarla de esa forma y era solo porque aún se sentía culpable.
Había un gran avance de lo que había sido su matrimonio, Burak era más humano a su parecer cuando mostraba esa faceta y más cuando en parte le temía un poco a su esposa. Astria sentía que por fin podía estar en un matrimonio donde ambos lo deseaban.
La palabra "enamorado" recorrió su mente por mucho tiempo.
La joven Reina dio unos pasos, miró a Cedric seriamente al pasar frente a él, pero antes de llegar al lado de Burak miró al hechicero.
De repente Sam que había estado hace un tiempo tratando de abrir el huevo de la llave, se puso rápidamente de pie soltándola con fuerza. El huevo rodó en la mesa mientras que todos se levantaron al verle. Incluso Burak y Cedric que habían estado sentados se pusieron de pie.
Aquel objeto había soltado una leve energía que todos notaron.
–Sam...– susurró Burak sin despegar sus ojos, pero la esfera comenzó a brillar desde el centro hasta comenzar a expandirse.
En un abrir y cerrar de ojos Edgar tomó a Mery cubriéndola con su espalda, lo mismo hizo Burak con Olivia y Cedric agarró a Astria. Fue algo instintivo.
La luz se esparció por todo la sala y miles de fragmentos rotos estallaron con fuerza incrustándose en las paredes. Burak giró el rostro para ver a Astria, pero aquello solo le resultó un corte en la mejilla soltando un gruñido.
La voz de Sam se intensifico en miles de voces y un viento fuerte corrió por el lugar, con sus manos abiertas fue cerrando aquella fuerza en una esfera. Astria cubierta por el cuerpo de Cedric pudo ver entre sus ropas a Sam siendo transformado como un hechicero temible. Su pelo blanquecino voló en el aire, las venas de su rostro aparecieron como raíces expandiéndose por su mandíbula y sus ojos se tornaron negros de una oscuridad eterna.
Con sus dedos abiertos a la par, la esfera se hizo más pequeña hasta que estalló cayendo a la mesa como una escarcha, la fuerza de aquello empujo a Sam hacia la pared, la presión rápidamente llego a todos como si fueran aplastados por una fuerza invisible. Astria sintió el cuerpo de Cedric apegándose a ella mientras que él se sostuvo firmemente en la muralla.
El sonido metálico de la llave al hacer contacto con el suelo puso fin a todo.
–¿Qué mierda fue eso?– pregunto Cedric liberando a Astria de sus brazos.
Burak enseguida dejó a Olivia y se acercó a ella.
–¿Estas bien?– le peguntó mirándola, luego miró a su hermano– Gracias.
–Ni lo digas.
Astria mirando a ambos se sintió realmente una persona bajita en el medio de ambos hermanos, sonriéndole a Burak le observó el corte que rápidamente puso su mano en su mejilla.
–No es necesario– le dijo
–Claro que lo es.
Astria no tardó en curar el rostro de su esposo pero en cuanto lo hizo pronto sus ojos se fueron donde Sam. El hechicero cayó sentado en el suelo apretando sus dientes. Sus manos estaban quemadas al rojo vivo.
–Sam– dijo ella.
–Maldito– soltó mirándose las manos temblorosas mientras apretaba los dientes. Maldijo a su hermano por aquel hechizo poderoso que tenía la llave.
–Déjame ayudarte– dijo Astria saliendo de aquellas dos montañas y llegando donde Sam.
–Ese imbécil, estoy seguro que ahora debe estar sintiendo este dolor– dijo con sus dientes rechinando.
–¿Estas delirando?– dijo Mery acercándose y mirándole las manos.
–Hunur, ese maldito bastardo– dijo quejándose. Astria pronto hizo que sus manos brillaran y las puso por encima de las palmas de él.
Mery la observó atenta, no había visto aquella cualidad de curar las heridas, eso le dio a entender que Astria tenía realmente una afinidad increíble con las energías de recuperación.
–¿No te cansas?– le preguntó.
–Si lo hago seguidamente, sí.
–No voy a negar su ayuda– dijo Sam mirando a Astria. Talvez debía negarse porque dejar que su propia Reina perdiera energía por él podía ser una ofensa grande para el Reino. Alzando la vista miró a Burak pero su Rey no parecía molesto, más bien curioso.
–¿Cómo es eso que tu hermano sentirá esto?– preguntó Astria.
–Somos mellizos, tanto los mellizos como los gemelos a veces pueden sentir lo que uno de ellos está sintiendo. Las emociones o sentimientos fuertes son plasmados también en el cuerpo del otro a pesar de la distancia.
–Genial, ahora Hunur sabrá que has roto su hechizo– resopló Burak echándose en una silla.
–Ten– dijo Cedric pasándole la llave en la mano.
–Mi Rey– dijo Sam– no puedo permitir que usted vaya a la torre, si solo esto era algo poco no pondré en riesgo su vida.
–Iras con mi hechicero entonces– dijo Edgar– no es tan poderoso como tú, pero puede ayudarte y ser útil.
–¿Tiene alguien familiarizado con piedras curativas de energía?
–Tengo, pero tardan más que las tuyas.
Sam apretó los labios un poco desanimado, si iba a meterse a un lugar peligroso quería estar lo suficientemente preparado y con alguien que pudiera ayudar con curaciones si algo llegara a salir mal. Miró hacia arriba y observó a Astria, sonrió pensando que ella era la mejor opción de todas.
–No Sam– dijo Burak que lo había estado mirando.
–Burak no seas malo, tu esposa tiene muchas cualidades que pueden ser útil– dijo Olivia acercándose a él y tocando su brazo derecho.
–Tú no te metas y deja de tocarme– le respondió él entre dientes y bruscamente apartó su tacto.
–Burak– dijo ella un poco desconcertada.
–Olivia tiene razón– Astria lamentó haber dicho eso y apoyar las palabras de la mujer, pero al fin y a cuentas, ella siendo una Dama Blanca que curaba fácilmente era esencial.
–¿Qué crees que encontraras allá?– preguntó Cedric.
–Pues, libros, trampas, alguna poción, pero...
–Si tan solo encuentras mi diente eso será suficiente para culpar al maldito bastardo.
Astria tardó unos minutos en que las palmas de Sam cerraran, sonriéndole a Mery apagó la luz de sus manos y la observó. La reina Elfa las tomó asombrada, la piel del hechicero estaba curada quedando solo un tono rosado como queda la piel al irse las costras.
–Cedric– dijo la voz de Burak mientras se ponía de pie– busca a Bruno, tenemos una rata que hay que hacer llorar.
–Burak– le reclamó Mery.
–Le tienes cariño a ese hombre ¿cierto? Prometo entregártelo vivo, así que tranquila– dijo caminando a la puerta. Burak hablaba enserio, pero tenía una leve sonrisa en su rostro.
–Quiero estar presente– dijo Edgar para calmar a Mery, ella se negaba a aceptar que aquel hombre había trabajado con Hunur después de ser fiel a ella.
–Eres el Rey– soltó Burak sin importancia.
–Burak espera– Astria se levantó rápidamente y salió de la habitación siguiéndolo.
Cedric y Burak habían caminado por el pasillo. El Príncipe rápidamente se detuvo al escucharla, pero la espalda de Burak continúo alejándose.
–Burak– dijo ella llegando a su lado.
–¿Qué ocurre mi Reina?– dijo jugando con ella.
–¿Puedes detenerte?– Astria tomó su brazo, él enseguida dejó de caminar y volteo a verle. No dijo nada, solo la observo desde lo alto– De verdad pienso que yo sería de gran utilidad si voy con Sam.
–¿Qué? No– dijo él apretando la frente.
–Pero...
–No Astria, no, tu no, a nada.
–No puedes...
–Sí, sí puedo y lo haré. No ha salido nada bueno cuando has marchado afuera.
–¿No te importa Sam?– Astria mirándolo enojada no permitió que Burak diera un solo paso más y lo enfrento allí– ¿y si llegas a perder a tu hechicero? Aquello solo era una llave, la torre debe tener cosas como esas o peores
–Por lo mismo y con mayor razón no te dejaré ir.
–Burak– le reclamó mirándole a los ojos, pero esta vez él no apartó la mirada, la observó con seriedad haciéndole entender que no cambiaría su decisión.
Lo que parecía una pequeña discusión entre ambos había sido notado por todos los que estaban en la reunión. Astria se mantuvo firme mirando a su Rey desde su baja altura, pero viendo que tenía una pelea que nadie ganaría, Burak soltó un leve gruñido y marchó saliendo por una de las puertas, Astria lo observó hasta que su espalda desapareció.
–Deberías hacer lo que te pide– dijo Olivia acercándose– pero yo también le tengo cariño a Sam, si fuera tu desobedecería e iría de todas maneras.
Astria no le dijo nada, le causaba mucha extrañeza que aquella mujer la apoyara y le aconsejara sobre algo que quería hacer.
–No he pedido tu opinión, puedes guardártela.
Astria ni siquiera volteo a mirarla, salió por la misma puerta caminando hacia su habitación. La probabilidad de que Burak se encontrara allí donde iba era poca, fue entonces que Astria recordó un hecho que al estar enferma se había olvidado. Llegando a sus aposentos fue donde Amy y recibiendo a su pequeña en brazos le hizo un pedido a su dama de compañía.
–Pero mi Reina, pueden castigarla si se enteran.
–Lo sé Amy, es por eso que te confió esto, necesito que lo hagas con discreción.
–¿Está segura de lo que me pide mi Reina?
–Solo ve por la flor.
Al poco tiempo Amy regresó con aquel té, no era causa extraña que en el Reino de los bosques también hubiera Flor Pavonis por donde sea, no le costó mucho encontrar y discretamente arrancó algunas y las llevo a la cocina del Castillo. Al cabo de un tiempo regreso con una pequeña bandeja con una tasa humeante en el medio
–¿Qué haces?– preguntó Gina al verla, mientras Amy más se acercó reconoció en seguida aquel olor.
–Son ordenes de mi Reina– le dijo sin mirarla. Gina rápidamente se interpuso en su camino.
–Astria no puede tomar estas decisiones sola.
–No está embarazada Gina, solo es para prevenir quedar.
–Aun así ¿Burak sabe de esto?
–No y no le cuentes.
–¿Por qué no? ¿No sabes lo que dice la profecía? ¿Por qué Astria insiste en darle la razón a eso?
–Número uno, la profecía no está clara, tu y yo sabemos que tiene muchos significados, dos, nuestra Reina puede embarazarse el próximo mes, ahora que sabemos que nuestro Rey no necesita la Primavera para dejarla embarazada y tres es algo que ni tu ni yo debemos opinar.
–Amy– dijo Gina entre dientes mientras la miraba enojada.
–Oh se me olvidaba, ella es tu Reina, no la llames por su nombre tan casual– dijo pasando por su lado de forma desafiante– no todos quieren estar en tu estado Gina, después de todo tu no estuviste ahí cuando Selene nació.
Gina no dijo nada, la miró hasta que la mujer desapareció al cerrar la puerta de la habitación, cuando lo hizo apretó fuertemente los puños. Ella pensaba que si la profecía se haría realidad esta podía haber sido el único momento donde Astria saliera embarazada. La profecía no demoraba como había dicho Burak, aquella no tardaría un mes más. Definitivamente, el heredero no llegaría, por lo tanto había dos opciones, su querido amigo y Rey se volvería malvado como el ser que todos conocían o esta vez definitivamente moriría
¿Cómo y quién le daría muerte esta vez? ¿Podría volver a ser Astria? ¿Cuál sería el motivo de que su Rey tuviera tanto temor como para volverse ese hombre que todos tenían?
–Esa cara sí que es fea.
–Mi Rey– dijo ella bajando el rostro. Burak la quedó mirando desde los escalones más abajo.
–Venia un poco molesto pero creo que con solo mirarte se me pasó.
–Por favor no se burle de mi– dijo ella arqueando las cejas y observándolo. Burak dibujando una sonrisa en su rostro volvió a subir los escalones hasta llegar a su lado.
–Cambia la cara futura madre, deberías ser más alegre ahora ¿Qué es lo que te molesta?
Gina bajó su rostro evitando su mirada y miró al suelo, no quería decir nada sobre la flor y mucho menos anunciarle que realmente volver a ser padre tardaría más de la cuenta. Justo en ese momento Amy salió de la habitación, dando unos pasos por el pasillo levantó la mirada y vio al soldado dándole el perfil y frente a ella Burak que la miraba desde lo alto.
–Yo no he dicho nada– dijo Gina mirando a Amy, bajó rápidamente la cabeza hacia Burak y giró hacia la escalera.
–Amy– la voz de Burak le causo escalofríos– ¿Qué es lo que no sé?
–Lo siento mi Rey– dijo ella acercándose.
Su reina le había dicho estrictamente que no dijera nada pero era difícil que Burak siendo un animal no sintiera el olor de flor Pavonis saliendo de la habitación, además estaba segura que Gina había abierto la boca.
Astria no quería embarazarse, habían pasado unos días de su encuentro con Burak dónde la piedra en su cuello había brillado de un verde fuerte. La flor era ocupada para abortos pero también como un anticonceptivo natural.
Para la realeza aquello no estaba permitido mientras el heredero aún no naciera. Amy le había advertido de esto pero Astria aterrada por ese hecho le ordenó de igual manera aquella infusión.
Como era de esperar, en cuanto Burak llegó frente a ella la observó unos momentos y Amy escuchó el sonido que hizo él al olfatearla.
–Lo siento... Yo...– dijo levantando la mirada pero Burak soltó un gran suspiro. No le dijo nada solo puso su mano en su hombro y caminó por el pasillo.
Frunciendo un poco el ceño tomó la manilla de la puerta en su mano y se quedó allí. Que Astria hiciera algo como eso sin comentarle nada le molestó, pero sabía perfectamente que su esposa podía estar atemorizada de un nuevo embarazo y un posterior parto como el que tuvo.
Abrió la puerta y se la encontró con una tasa entre sus manos, el líquido estaba caliente y pudo ver cómo ella lo sopló esparciendo el humo.
–Burak– soltó asustada dejando la tasa en una mesita y lo miró con las cejas arqueadas
–Bébelo– dijo apoyando su espalda en la puerta y se cruzó de brazos.
–Yo... Lo siento Burak yo...
–Solo bébelo, haz lo que quieras hacer y después hablamos– dijo esperándola.
–Yo... El collar estaba verde, yo no puedo...
–Lo sé perfectamente– dijo caminando a ella.
En cuanto llegó frente a Astria, lentamente la abrazó tomándola en sus brazos y se sentó en la orilla de la cama con ella en sus piernas
–Yo quiero tener más hijos contigo Astria– agregó mirándola de cerca– pero no voy a decidir por ti.
–¿No estás molesto?
–Un poco, pensé que confiaba en mí.
–Si lo hago, pero creí que te enojarías, no quería causarte más problemas, pero yo aún no quiero otro pequeño.
–Te entiendo, y es por eso que tú decidirás cuando hacerme padre nuevamente.
–Burak...
–Pero no lo hagas así. Debes tener cuidado, no quiero que te acusen de algo.
–Pero si tú lo apruebas...
–Que lo haga o no, no hará que los rumores se esparzan culpándote que el Reino aún no tiene heredero porque la Reina lo ha decidido así.
–Pero yo no soy un Átkozott.
–Con mayor razón esperan que te embaraces en primavera. Prepara las cosas aquí, dile a Amy que traigas las hierbas a tu habitación. Pueden usar mirra, inciensos para apaciguar el olor y evitar que el Castillo se entere aquí o en nuestro hogar– dijo tomando la tasa en sus manos y observándola unos minutos se la acercó a la boca de ella– bebe.
–Burak...– dijo ella agarrando la tasa y volviendo a ponerla en la mesa– te amo.
Astria sabía que aquello no era algo que Burak aceptaría anteriormente pero ahora que su corazón estaba más blando, comprendió que aquello era porque realmente Burak la amaba como para respetar aquella decisión.
Sonriéndole le hizo un leve cariño en la mejilla de él y juntó su frente con la suya.
–Eres un buen hombre y un buen esposo.
–No me sentí así hace unos días.
–Omitamos ese hecho sabueso.
–De verdad lo lamento, yo debí escuchar a Sam y recordar sus palabras.
–Ya pasó, ahora ¿Irás con Reiga? ¿Qué le harás?
–Voy a divertirme un poco.
–Burak– dijo ella con una voz suave.
–Mi dulce esposa, las cosas no siempre se obtienen de buena manera. Si Reiga estuvo involucrado no puedo dejarlo pasar
–Esta bien, pero no seas cruel.
–¿Te preocupas por él?
–Me preocupo de la gente, estoy segura que mi esposo no siempre es consiente.
Astria ahora comprendía como era el frenesí que ocurría en los Átkozott cuando veían sangre, Burak no era el único que podía actuar como actuó en aquella subasta, sino que todos los Átkozott eran igual que él. Había sido aterrador, sentirse tan inofensiva a un lado de él, sin duda alguna Burak podía matar a cualquier humano con solo un golpe.
Conversaron tranquilamente mientras la infusión se enfriaba, Astria pensó que Burak era tan dulce con ella como lo había sido antes, aunque ahora era distinto, ella amaba a su ahora esposo, con todos sus defectos y virtudes, incluso con lo bueno y lo malo que podía ser.
Astria evitó tocar el tema de la llave, si no hubiera sido por la infusión seguramente hubieran discutido un poco más del tema, pero agradeció que no hubiera sido así.
Cuando Burak se marchó de la habitación, ella se quedó pensando sobre las cosas que podían ocurrir si dejaba que el destino hiciera de las suyas, y pensó también en lo que Lucia le había dicho. Pensando aquello, tomó la tasa y boto el líquido en una de las plantas, luego fue a su armario y miró el abrigo negro con capucha.
Burak iba a estar lo suficientemente entretenido con Reiga, perfecto para ir con Sam a la torre de Hunur.
Convencer a Sam, no sería para nada difícil estaría dispuesta en aceptar cualquier castigo después de aquello, pero no dejaría que Sam saliera herido de alguna manera al ir solo a ese peligroso lugar, después de todo Sam había sido la única persona que estuvo con ella cuando todo su mundo se derrumbó.
–Hagámoslo.
Próximo Capítulo 63.- La torre del Hechicero.
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