59.-Sin Filtro.
–Burak más despacio... Despacio...
Burak no le hizo caso, tomándola de las muñecas puso sus brazos en su espalda baja y comenzó a empujarse con fuerza haciendo sonar una y otra los golpes que le daba. Astria estaba presa del animal que le estaba quitando la energía. Aprisionada contra el suelo parecía una rana desplomada con las piernas abiertas.
Con cada empuje los senos de ella se batían violentamente golpeándose con el suelo, él no estaba siendo delicado, dejándose llevar solo por el sentimiento de propiedad quería llenarla por completo.
Astria se había olvidado que siempre en sus encuentros terminaba suplicándole y negó con la cabeza mientras apretaba sus ojos con fuerza.
Había pasado un tiempo, no sabía cuánto y tampoco recordaba cuántas veces él la había hecho acabar. Estrujada y apretada por su hombre apretó los dientes mientras las lágrimas comenzaron a brotar.
–¿No me digas que ya estás llorando?– soltó él apoyando su pecho en su espalda. Su voz había vuelto a ser extremadamente ronca– ¿Cómo pudiste conmigo en primavera eh?
–Estas siendo muy bruto.
–Te lo advertí– su voz hacía temblar sus oídos– lo siento, lo siento...
–¿Por qué? No es...mi culpa que hayas bebido y que Reiga...
–Oh...– gruñó fuerte mientras aumento más el ritmo– Menciónalo un poco más.
–Búrlate un...poco más y te detendré en seco...ahh...– Astria a pesar de todo no quería detenerlo, se negaba a ocupar el orbe de luz que estaba en el suelo dejado con anticipación.
Negándose cerró los ojos y las lágrimas corrieron por su nariz, no era dolor, era un inquietante placer que la agobiaba y no desaparecía, la estaba volviendo loca. Gimió con cada estocada.
Burak cerró los ojos, con su miembro completamente enfundado en el interior de su mujer se dejó llevar, había luchado constantemente en no perderse, pero eso solo lo hacía desearla con mayor fuerza. Apretó los dientes mientras seguía golpeando el interior de ella, empujando las caderas con movimientos más profundos mientras su cuerpo se estremeció con la fuerza y el intenso placer.
–Ahh...– gimió pesadamente deteniéndose y empujando lo más profundo que podía. Cuando Astria creía que se detendría entonces Burak volvió a moverse y está vez aumento significativamente el ritmo.
Él quería más, cada vez más y más de ella.
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Los Átkozott llegaron a la mansión y lo que se encontraron no fue nada bueno para ellos. Al abrir una de sus puertas para entrar como ladrones, el aura pesada de Burak los hizo temblar, aunque está venía del piso de abajo, aun así, sintieron que era pesada y difícil de ignorar.
–¿Que mierda?– gruñó Bruno sacudiendo su cabeza.
–No lo entiendo– dijo Gina abriendo unas puertas y mirando dentro.
–Dispérsense– ordenó Bruno y sus hombres desaparecieron
Junto con Gina bajaron por unas escaleras que estaban al otro extremo evitando así toparse por aquella mala nuble de energía. Pronto descubrieron los desastres que habían ocurrido en los salones.
–Mi Rey estuvo entretenido cómo vez– dijo un soldado que había llegado antes que ellos. Levantó un brazo desmembrado y lo tiró como si lanzará una piedra.
–Sí– rio Bruno– esto debió alegrarlo.
El salón estaba lleno de gente muerta, despedazada, había sangre incluso en el techo y goteaba por las paredes.
Haciéndose paso lentamente no descubrieron vida dentro de aquellas paredes, había un silencio significativo al menos en el área donde estaban. Luego, descubrieron una habitación con un hombre tirado en el suelo.
–Reiga– Bruno lo reconoció hincándose a un lado de su cuerpo.
–¿Está vivo?– preguntó Gina sin darle importancia y mirando una copa en la mesita, se acercó a ella. Rápidamente piso el vidrio de otra en el suelo.
–Lo está, ¿Deberíamos llevarlo?
–Bruno ven a oler esto– dijo la soldado bajando el tono de su voz.
Bruno poniéndose de pie llegó a ella y tomó la copa en sus manos, la olfateo.
–Ese no idiota, este de aquí– agregó ella hinchándose como perro y pasando sus dedos por el líquido del suelo.
Bruno hizo lo mismo y se llevó el dedo a la lengua. Un escalofrío llegó rápidamente a su cuerpo y arrugo rápidamente la nariz.
–Es fuerte– dijo.
–¿Para qué la pruebas si te dije que la olieras?– Gina no dudo en retarlo pero sin duda aquello les dio la respuesta de porque el aura de Burak estaba extendida.
–Nuestra Reina...
–Espero que Astria esté bien ¡Ese Idiota!– gruño Gina volteando a mirar al hombre inconsciente en el suelo– seguramente quiso sobrepasarse con nuestra Reina.
–Lo llevaremos.
–Señor– dijo un hombre apareciendo en la entrada– encontramos niños en una de las habitaciones.
–Llévenlos a fuera y revisen todas las habitaciones.
Gina gruñó cuando tomó al hombre del cuello de la ropa y lo arrastró hacia afuera hasta entregárselo a un soldado. Si aquel líquido olía un poco agrio eso significaba que había una poción en él y quizás Burak no estaba dentro de sus cabales.
–Tienes que hacer algo con ellos– dijo Bruno al salir al pasillo. Gina volteó a verlo con una ceja sobre la otra– siento calor es leve pero solo probé una gota.
–Dioses.
–Si fuera Astria, no estaría este ambiente tan pesado.
–Iré– dijo Gina caminando más rápido por el pasillo.
–No Gina no ¿Qué haces?– dijo Bruno tomando su mano– si estás embarazada eso sería peligroso.
Ambos se miraron, ninguno de los dos podía acercarse. Si Burak estaba de esa forma significaba que podía estar experimentando lo mismo que luna llena de primavera, si Bruno se acercaba el sin duda acabaría muerto antes de posar sus ojos en Astria.
–Maldición.
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–Argg...– Astria sentía que agua hirviendo la estaba llenando cada vez que el semen salía como torrente en su interior. La quemaba de una manera poco natural y sollozó en silencio arrepintiéndose nuevamente de ayudarlo.
La experiencia se había vuelto tormentosa cómo la primera vez que había participado en primavera, pero no quería detenerlo, no quería defraudarlo en cierta manera, quería ser su ayuda, su alivio, ella quería ser la cura de todos sus males.
–Por favor... Es suficiente...– él la escuchó, pero lamentó el hecho de no poder hacer lo que ella le pedía.
Cada vez que el movía su cintura, los hombros de ella temblaban y se contraían. Verla llorar y apretar firmemente las cortinas entre sus manos más lo excitaba, a medida que su naturaleza bestial lo controlaba podía imaginar y pensar cosas cada vez más peligrosas para ella. Pensamiento que iba apartando con dificultad.
Astria perdió el tiempo, cerraba sus ojos y al abrirlos no sabía cuánto de esto había pasado, ni siquiera sabía si había perdido la conciencia en algún momento. Era incapaz de moverse, estaba enjaulada con Burak sobre ella. Sus cuerpos resbaladizos se frotaron haciendo fricción, pero ella no pudo ni siquiera girar su rostro, de hecho, casi ni palabras podía pronunciar solo gemidos y quejidos salían de ella.
De repente sintió que Burak pasó su mano por su espalda y le sacó el cabello de ella haciéndolo hacia un lado, Astria supo enseguida lo que haría y tomó una gran bocanada de aire apretando los dientes.
–Argg... No... Por favor...– no pudo hacer nada para evitarlo y Burak le perforó la carne de su cuello, pero esta vez no se detuvo a la primera, la mordió tres veces haciéndola llorar.
El calor de su cuerpo seguía sin desaparecer, por unos momentos Burak creyó que si se corría lo suficiente podía bajar la intensidad de los mareos, pero cuando terminaba instantáneamente su miembro volvía a endurecerse y volvía a desear rellenar todo su interior. Sus paredes calientes temblaban y se contraían en torno a su eje, aunque su esposa estaba ya sin alma alguna él no pudo detenerse.
Le lamió la espalda mientras le amasó los pezones, y subió hasta besarle el lóbulo de la oreja. Luego y lentamente le besó las mejillas mojadas.
Aparearse con aquella mujer era algo fuera de lo natural, él era un temible Átkozott, ella una débil y frágil humana que se había casado con él. Su instinto de dominancia estaba controlándolo y él solo pensó que estarse apareando con ella era lo más intenso que jamás había sentido, aquello solo gatillo que su miembro comenzará a hincharse imparablemente. Astria solo puso una cara de miedo al sentirlo.
–Solo un poco más...– le susurró el tratando de calmar a su temerosa esposa, pero claramente le mintió.
Otras veces él se quedaba quieto hasta que aquella sensación se apaciguara, pero esta vez no pudo con aquello y movió sus caderas causándole más dolor. Todos sus instintos estaban agudizados, podía sentir cada parte de su carne interior, como las paredes de ella lo succionaban, escuchar su respiración con sus leves quejidos y el olor a hembra fértil junto a su propia esencia.
Astria no pudo pensar en nada más que en el dolor, se imaginó que sí Burak seguía moviéndose en ese estado no tardaría en sangrar.
–Me lastimas Burak...– dijo entre dientes y luego soltó un quejido entre el llanto. Quería estirar sus manos y apartarlo, pero no tenía ni la energía de mover alguna de sus extremidades.
–Lo siento, lo lamento... Por favor no llores– le dijo abrazándola y besando su piel enrojecida pero no sé detuvo. Empujándose lentamente, pero en forma constante fue incapaz de quedarse quieto.
–¿Te sientes mejor?– preguntó ella. A pesar en la condición que ella estaba aún seguía preocupada por él.
¿Cuánto era suficiente? Se preguntó Astria, pero solo era una pregunta absurda.
–Yo de verdad quiero... ayudarte hasta que estés bien– le dijo tratando de aguantar las palabras "Detente" de su boca.
Pero Burak al escucharla solo hizo que su cosa se endureciera aún más y clavó profundamente en ella. Astria al sentirlo trató de empujarse fuera, pero él la volvió a morder mientras le tapó la boca. Su inocente esposa no sabía lo animal que podía volverse y decir aquello no le ayudaba ni un poco.
Astria gimió del dolor y comenzó a llorar quejándose cada vez que Burak se empujaba en ella. Esto no era como luna de primavera, era peor mucho peor.
Desesperadamente trató de sacar la mano de él de su boca incluso lo mordió, pero eso solo hizo que el volviera a ser más bruto. Cuando por fin lo logró, no tardó un segundo en tomar aire y ordenar.
–¡Detente ahora!– dijo y Burak en su espalda se detuvo– re...relájate por favor– jadeante tembló tratando de no perder el conocimiento.
El respirar de él chocaba con su espalda fuertemente y las gotas de sudor se juntaron con la de ella. Astria respiró aliviada, y miró sobre su hombro al hombre que aún estaba detrás, estaba con los ojos cerrados mientras arrugaba la frente.
–Nadie puede contigo Burak– le dijo, pero el no hizo ni dijo nada– Respira y cálmate.
Él le obedeció, pero cada vez que el aire de sus pulmones salía por su boca, un gruñido salía de él. El celo no se podía frenar como Astria creía que podía ayudarlo, pero eso no lo sabía.
Al cabo de unos minutos la presión dentro de ella se fue soltando poco a poco, pero con eso también sintió la frente de él apoyándose en ella. Si se relajaba lo suficiente caería dormido encima de ella aplastándola.
–Burak, ¿Estás bien?
–Lo siento– Abrió levemente los ojos mirándole la espalda– lo siento.
–Tranquilo, lamento no poder ayudarte más.
Burak negó con su cabeza pesadamente y aunque Astria no lo podía ver, sintió el movimiento de su rostro en su espalda, luego escuchó su voz y sorprendida lo escuchó.
–Hermosa... Mi esposa... es hermosa.
–Pareces ebrio– sonrió ella al escuchar su voz letargica y lenta.
–Tu... Tu eres mi primavera, mi amor...– Burak soltó palabras en voz baja suficiente para que Astria lo pudiera escuchar. Si hubiera estado completamente consiente se habría avergonzado de aquello, pero ahora, como todo ser alcohólico que se le suelta la lengua habló sin ningún tipo de filtro– eres el diseño de mi sueño perfecto.
–Burak...
–¿Qué idiota olvida a una mujer como tú?
–Oye te reirás de esto después...– Astria estaba avergonzada pero no pudo evitar sonreír como la voz de él que sonaba tan dulcemente detrás de ella.
–Estoy como ebrio... siento que tengo sed de ti.
–Burak.
–¿Sabes que siempre serás... ese rio el cual siempre voy a beber?
–Esta bien ¿Puedes acostarte a mi lado?– él asintió levemente con su cabeza. En forma pesada y lenta se movió. Astria pegó un quejido fuerte cuando su carne se separó de él y sintió como un río salía de ella.
-Yo... Jamás me cansaré de ti...
Astria por fin respiró aliviada al verlo acostado de lado con sus brazos cerca de ella. Era tan hermoso verlo desnudo y sudado que no podía creer que aquel bello hombre se volvía un animal en la cama y mucho menos que diga cosas como esas.
Astria se arrastró a su lado y él solo la recibió en sus brazos mientras sus ojos comenzaban a perder el brillo, estaba como ido, luchando para no cerrar los ojos. Sus hermosos orbes dorados quedaron pendientes de ella, sintiéndose aun hipnotizado.
–Soy...
–¿Seguirás hablando?– Astria levantó la mirada observando sus ojos y él ignoró su pregunta. Lentamente abrió sus labios y susurró.
–Soy un niño enamorado– dijo antes que sus ojos se cerrarán.
Astria no dijo nada, lo miró mientras aquello volvía a repetirse en su cabeza ¿Enamorado?
–¿Mi Reina?– una voz conocida se escuchó detrás de la puerta pero Astria no contestó, acercando su rostro al pecho de su hombre se refugió allí.
Gina al no tener respuesta anunció que custodiaría la puerta, seguramente con Burak dormido el aura de él se había esfumado dando la oportunidad de que su soldado llegará a la puerta.
Astria cerró los ojos, no había ruido en la habitación, su cuerpo estaba palpitando constantemente en especial su entrepierna. No podía creer todo lo que había aguantado y al fin se rindió controlando a su esposo con su orbe lunar. No había hecho lo que quería en un principio, pero eso fue solo porque Burak fue muy diferente a todos sus otros encuentros. Él había sido una bestia con ella pero en ese momento Astria no quería moverse, no quería hacer nada más que quedarse allí.
Hacía mucho tiempo que no había sentido las ganas de salir corriendo o pensar que podía perder la vida con un animal como él, ser una Dama Blanca y haber aprendido a hacer una luna llena en un orbe le había salvado la vida, sin eso Burak no se hubiera detenido incluso si el sol saliera sobre sus cabezas.
Próximo Capítulo 60.-Arrepentido
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Quiero tres respuestas correctas.
Si estás segura que puedes contestarme una pregunta di yo y se ganan un cap.
Ojo. Son tres personas, son cuatro preguntas diferentes, son tres respuestas correctas.
Dos malas y nos vemos el viernes jijiji
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