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58.-Un estado obligado.

–¿Bu...Burak?– dijo Astria al verle caer de rodillas, apoyando la mano derecha en una mesa, está rápidamente sonó rastrillándose cuando él la apretó entre su palma.

–No te acerques– le dijo sin levantar el rostro.

–¿Estás herido? Sabes que puedo curarte.

–No...yo...

Astria caminó lentamente rodeándolo, podía ver su rostro mirando el suelo y su espalda contrayéndose con su respirar, pero se dio cuenta de algo, sus ojos.

En cuanto Burak levantó la mirada y los posó en ella, Astria se estremeció. Su sed de sangre no estaba oculta, y podía sentir su abrumadora presión en su mirada. Sus pupilas se habían contraído a tal punto que en este momento parecía realmente un animal salvaje, parecido a los ojos de un tigre cuando acecha a su presa.

–No lo entiendo– dijo el tapando sus ojos con la mano izquierda.

Pero en cuando dijo aquella frase, recordó lo que había pasado por alto, algo que no debió haber olvidado.

"Debe saber que su tatuaje funcionará a media, al menos tres o cuatro horas..."

Sintiéndose completamente estúpido soltó una risita tenebrosa. Reiga quería a Astria, si hubiera bebido, se hubiera desmayado hasta estar inconsciente por unos minutos antes de despertar con deseos carnales.

–Estas... Estás hirviendo– dijo Astria haciendo caso omiso a las palabras de Burak.

Al verle de cerca pudo notar que estaba comenzando a transpirar y su rostro estaba rojizo.

–Solo déjame– soltó él– solo...

Burak bajó su mano enterrando las uñas en el suelo y sus ojos se estrecharon. El celo animal había despertado como si la luna de primavera hubiera salido, pero esto era mayor a aquel día.

Tratando de controlar su instinto salvaje chocó frente con el suelo y liberó una carga de poder que hizo temblar el lugar.

–Burak.

–Que te vayas de aquí ¡Ahora!– le gritó sin despegarse de la cerámica. Estaba tratando de contenerse, le gritó, pero sonrió en el acto.

Astria se asustó con aquello, él jamás le gritaba. Se levantó rápidamente y se dirigió a la puerta, odiaba la idea de dejarlo solo.

Fue inútil, que Astria saliera y recorriera el lugar escondiéndose en algún sitio, fue inútil. Burak podía sentir el olor de su propia hembra como si ella estuviera a su lado. Levantó la mirada y fue cuando se sintió perdido, en el lugar aún estaba lleno de sangre, lleno de ese olor a metal que despertaba aún más sus instintos salvajes. Gruñó pesadamente tratando de mantener su conciencia. Burak tenía miedo de su propia naturaleza.

La poción no era una simple poción sino una muy poderosa. Jadeando trató de concentrarse, pero el calor comenzó a subir de sus pies hasta llegar a su cabeza y cada vez que está subía lo mareaba enormemente.

–Burak, ven aquí– dijo Astria acercándose– no voy a dejarte.

–Tu... Eres muy desobediente.

–Vamos.

Astria pasó su pesado brazo por su hombro, aunque sabía que no iba a poder sostenerlo lo intentó de igual manera. Burak volvió a taparse el rostro con una mano mientras se puso de pie y soltó una carcajada fundida en un gruñido.

–Hago cosas estúpidas lose y lo sabes. Ven conmigo antes de que me arrepienta.

–Puede ser verdaderamente peligroso– soltó mientras llegaron al pasillo.

Astria tomó la mano del brazo que caía sobre sus hombros y se dio cuenta que la piel de él hervía como si hubiera estado en contacto con agua a punto de ebullición.

–Puedo sentir tu olor a kilómetros– dijo él hundiendo su rostro en el pelo de ella. Tomó una gran bocanada de aire y gimió lentamente.

Su caja torácica no dejaba de subir y bajar de forma brusca, Astria que apoyó su mano en su abdomen pudo sentir como los músculos se le endurecían y tensaba con cada respiración.

–¿A qué huelo?

–A una hembra que está lista para ser preñada– soltó bajando la mirada y la observó mientras se mojaba los labios.

Astria escuchándolo respiró profundamente antes de llevar sus ojos a su pecho y ver el fuerte verde color de su collar.

–Mierda– soltó para sí misma. Su cuerpo estaba ovulando lo que significaba que la probabilidad de quedar embarazada al recibir la semilla de un hombre era muy alta.

–Después de esto...– dijo él con dificultad– te voy a reprender...

–Entra allí o seré yo quien te reprenda.

Astria entró en una habitación que había visto cuando desapareció y la cerró poniendo una silla entre la manilla, Burak apretó los dientes mientras se sujetó de una mesa.

Ella sin voltearse a mirarle, se acercó a las ventanas y jaló las cortinas con fuerza hasta que los palos de ellas se cayeran. La luz de la luna entró al hacer esto y respiró profundamente.

Volteando a ver a Burak volvió a estremecerse de miedo. Sus ojos y su mirada inexpresiva no habían cambiado.

–Puedes ser duro conmigo Burak.

–Ahh...– soltó llevando su mano a su cabello, sus dedos pasaron por ellos y los jaló levemente.

Burak no quería mirarla, era incapaz de decir con palabras lo que sentía. Concentró su mirada en sus manos temblorosa mientras se aferraba duramente a estar cuerdo, repitiéndose constantemente que no podía ceder. Sus esfuerzos eran infructuosos cuando el calor volvía a subir por sus pies hasta su cabeza, en ese momento volvía a soltar una pizca de su poder y volvía a querer aparearse cómo fuera de lugar.

–No digas estupideces Astria– dijo volviendo a cubrir su rostro.

–Soy una mujer que puede curarse, cualquier cosa que tú hagas yo podré...

–Curarte no significa que puedas con el dolor.

–No soy un Átkozott pero puedo contigo.

–No... No ahora.

–No voy a ir a ningún lado– dijo ella acercándose y lentamente puso su mano en el antebrazo de el– déjame ayudarte.

Burak alzó la mirada observándola entre sus dedos y lentamente sacó su mano de sus ojos. Quedándose completamente quieto la miró con determinación.

–No voy a detenerme en cuanto empiece...– dijo con una seriedad que aterraba, pero Astria no sintió miedo– Aunque llores, grites o me golpees. Yo no voy a dejarte en paz.

–Tengo mi orbe de luna.

–¿Eso será suficiente?

–No te preocupes– dijo ella y su mano le tocó la frente peinándole el cabello que caían a ella.

Burak al sentir su tacto fue hechizado y su rostro se movió en dirección a su mano hasta cogerla firmemente.

–Te lo advertí– le dijo mirándola. Astria sintió un poco de recelo al sentir su fuerte agarre y como la palma de su mano prácticamente la quemó

Burak jaló de ella hasta tenerla cerca y rodeo su cintura con fuerza aprisionándola con su cuerpo y le estrechó un feroz beso ronroneando como un pequeño gatito.

Ella no pudo decir nada, recibió los labios de su esposo de forma brusca y él la ahogó rápidamente al meter su lengua impidiendo que pudiera respirar con facilidad. Recorrió cada parte de su carne interior, su lengua, sus mejillas y el techo de su boca. Torciendo un poco su rostro, Burak pudo tener mayor acceso a ella, derramando saliva pegajosa por sus labios hasta mojar sus mandíbulas.

Así como en luna llena de primavera, Astria sintió un fuego creciente en su cuerpo incendiándose lentamente como si ella misma hubiera bebido de aquella poción. Mirándole a los ojos de Burak se perdió rápidamente en su mirada. Su esposo bajó sus manos agarrándole los glúteos con firmeza y la acercó frotando su ingle hinchada con su vientre bajo.

Burak no tardó un segundo en llevar sus brazos a sacar su camisa por arriba de su cabeza y volvió a besarla de forma brusca. Astria le correspondió en todo momento, sus respiraciones eran lo único que se podían escuchar en todo el lugar desolado. Sin dejar sus bocas ella se fue desvistiendo mientras soltaba botón por botón, él no aguantó subir sus manos por sus muslos hasta hacerse camino a su entrepierna.

–Estoy tratando de contenerme– le susurró en el oído.

Astria se desvistió y al escucharlo le abrazó sobándole la espalda, pero eso solo hizo que Burak gimiera con más dureza mientras le besó la clavícula y dejó lentamente un río de besos hacia sus senos. Cayó de rodillas delante de ella mientras la besó con fuerza marcándola.

De pie delante de su hombre, Burak no dudo en bajarle la ropa interior y separándole un poco las piernas, clavó su rostro entre ellas.

Sin dudarlo acercó su boca a su abertura, chupándola y mordisqueándola se aseguró que ella lo pudiera sentir.

Astria abrió su boca sin emitir algún sonido, hundiéndose en las sensaciones que él la hacía sentir, percibió cómo sus piernas comenzaban a temblar. Algo era extraño, se sentía aún más caliente que otras veces, incluso la saliva de él era mucho más tibia.

Cayó rendida ante él, acostándose entre la tela de las cortinas Burak se despojó de toda vestimenta antes de seguir comiéndole su intimidad. Podía devorarla toda la noche si eso hacía que aquel calor se aliviará de su cuerpo.

–Despacio... Burak...

–Mírame Astria, mantén tu mirada en mí, solo así podré mantener el control.

Él no dejó de mirarla mientras no subió su rostro a encontrarse con los labios de su boca. El ruido húmedo que salía de su lengua al estar en contacto con el sexo de su mujer impregnó el lugar, pero un ruido nuevo llego a los oídos de ella.

Astria se dio cuenta que mientras Burak le devoraba su parte inferior, con su mano tomaba su extensión agitándola constantemente. Masturbándose sin la ayuda de ella su lengua que había lamido todo su sexo se clavó en su agujero mientras que con su dedo índice le continúo atacando.

–Dios...– susurró respirando agitada. Astria enterró su mano en el cabello de su esposo y los dedos de sus pies comenzaron a arquearse al mismo tiempo que el hormigueo en su vientre comenzó a acentuarse.

Burak introdujo sus dedos dentro de ella mientras mordió su parte delicada y ella se quejó. Entre el dolor de sus dientes y el placer que le daban sus dedos tomó una gran bocanada de aire como si se hubiera estado asfixiando todo el tiempo.

Burak le mordió el muslo y subió lentamente mordiendo también parte de su costado hasta llegar a sus senos que los mamo como un bebe recién nacido. No tenía claro sus pensamientos, estaba consciente pero a los segundos se perdía al estar en contacto con ella.

Astria solo sintió la mano de él que aún subía y bajaba acariciando su eje. Le miró con atención como del brotaba líquido transparente y brillante cada vez que su mano llegaba a su base.

–Ahora si voy a explotar– dijo él al ver que ella había pegado sus ojos a su masculinidad.

Se mantuvo serio, sus ojos no cambiaron y su frente se arrugó en pliegues en cuanto le subió la pierna derecha hasta dejarlo en su hombro y posó solo la cabeza de su cosa en la entrada de ella.

–Burak– susurró Astria, pero luego pegó un grito fuerte mientras apretó los dientes y los puños enterrando sus uñas en la palma de su mano en forma de media luna.

Burak no fue paciente, se introdujo en ella profundamente sin dar ningún otro aviso.

–Arg... Espera...– trató de decir, pero él no esperó que su cuerpo se adaptará a él y sus caderas amedrentaron contra ella.

Burak apretó los dientes mientras la observaba desde arriba, había visto su rostro de dolor, cómo había fruncido el ceño y estrechado la mandíbula, pero no pudo detenerse. Entre respiraciones agitadas se disculpó sin dejar de golpearla.

Sus paredes internas apretaron firmemente su palpitante longitud como si ella misma le devorara firmemente su falo. A medida que su deseo ardiente se empezaba a apaciguar su mente quedó en blanco con un mareo intenso que lo hizo abrir su boca y morder la pierna de ella que tenía cerca de su rostro.

–Oh... Astria– la llamó por su nombre repetidas veces.

Su ardiente deseo gobernó en él, había aguantado lo suficiente y ahora lo único que pensaba era que aquella mujer que muchos profanaron en sus mentes era de él y quería hacerla suya. Morder cada parte de ella, impregnarla de su esencia, de su olor.

El dolor que había experimentado persistió unos minutos, Astria respiró profundamente tratando de separarse del, pero Burak no se apartó de ella,

Cuando el ardor comenzó a pasar, Astria cerró los ojos al sentir como crecía su anhelado deseo, luego recordó lo que él había dicho. Mirarlo lo suficiente para ayudarle a no perder su cordura, pero al abrir sus ojos los orbes dorados de su hombre tenían un brillo resplandeciente y fue cuando le mordió el muslo, no fue duro pero lo suficiente para dejarle marcado los dientes.

Astria sentía que su corazón estaba a punto de estallar, mientras Burak la penetraba, la mano derecha de él la fue atacando moviéndolas y dándole caricias placenteras por todo su cuerpo.

Ella trató de respirar con normalidad, pero estaba muy agitada, además Burak tenía parte de su cuerpo apoyada en ella impidiendo que respirara bien por su peso. Su pierna que se levantaba muy por arriba de lo normal le permitieron un mayor acceso a él.

Gimiendo con fuerza dejó escurrir saliva de su boca que cayó lentamente mientras su cuerpo y sus senos eran golpeados salvajemente. Burak no tardó en acelerar el ritmo y su propio cuerpo comenzó a abrillantarse por la transpiración. Astria le miró, pudo verle sudar, como una gota se fue deslizando por el costado de su frente llegando a su mandíbula y bajando por su cuello hasta llegar a sus pectorales. La imagen que pudo visualizar de él, sumando a como sus músculos de su abdomen se tensaban cada vez que se empujaba dentro era de esas imágenes que jamás podría olvidar.

–Burak era hermoso por donde se le viera– pensó.

Astria mordió levemente su brazo cuando el clímax llegó de forma potente y como si de una manguera se tratara, se rebalsó incrementando el sonido de las palmadas, que se producían el choque de los muslos de él y el trasero de ella. Luego Burak se vacío dentro de ella.

–Burak.... Ahhh estás muy... caliente– se quejó al sentirlo.

El propio semen de su hombre parecía un río hirviendo que la quemaba por dentro, mezclándose con sus fluidos, cubriendo cada parte de ella y escurriéndose fuera de sus paredes.

Burak sacó su miembro de ella y lo refregó entre sus labios rojizos, jamás apartó la mirada de ella, soltó levemente su pierna y se abalanzó para besarle la boca.

Todo su pecho quedó en contacto con la piel blanquecina y helada de Astria, estaba tan caliente que era como si ella misma fuera envuelta en un sin fin de mantos de lana.

Instintivamente ella rodeo el cuello de su hombre mientras no dejó su boca, sus lenguas lucharon ágilmente entre ellas. Astria se detuvo solo cuando el volvió a encaminarse en su interior empujando con fuerza, retirándose hasta dejar solo la punta y volver a empujarse salvajemente contra ella.

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–Burak no estará contento– dijo Gina saliendo de aquel edificio.

–¿Pero cómo mierda se nos fue esto?– gruñó Bruno refregándose el pelo– ¿Y ahora qué?

–No lo sé. Si esa mujer está muerta ¿Quién es más anciana que ella?

Gina y Bruno habían ido a buscar a la hechicera Huriel, según la profecía de Lucia, la mujer más longeva de la tierra sería participe y responsable del bienestar de su gente. Lamentablemente para ellos, cuando encontraron la torre donde ella vivía, la muerte la había visitado antes que ellos.

Entre todo el polvo y la suciedad común de un hechicero, los Átkozott sintieron con rapidez el olor de la carne pudriéndose, tapándose las narices con sus antebrazos encontraron a la mujer en la cama. Llevaba más de 5 días muerta y su cuerpo se había comenzado a hinchar.

–A la mierda, vámonos de aquí– dijo Bruno haciéndole una seña a sus hombres y todos comenzaron a retirarse.

–Burak debe haber terminado, ya han pasado unas horas– dijo Gina mientras se movían entre la oscuridad.

Habían cumplido lo que su Rey les había ordenado, pero ninguno de los dos quería enfrentar a Burak para mencionarle las malas noticias.




Próximo Capítulo 59.-Sin Filtro

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