57.-Un detalle de importancia
Astria miró a su esposo sin que él se diera cuenta. Podía notar su cambio cada vez que veía sangre, sus ojos se profundizaban más y estaba mucho más pendiente de las cosas. No tenía claro si solo era un tipo de euforia por aquello o si se excitaba al verla, disimuladamente bajó su rostro a su pantalón, pero no notó nada.
Cuando llegaron una vez más a la puerta que daba a la subasta se fueron dando cuenta que aquella aún no había terminado. La puerta estaba junta, empujándola un poco se pudo observar lo que pasaba dentro. Astria quedó pendiente de aquello, frunció un poco el ceño y sus labios se apretaron.
Burak bajó su rostro mirando a su esposa, por un momento pensó que tendría miedo, pero en sus ojos no vio aquello. Astria tenía una fortaleza que el admiraba, a pesar de su dulce rostro de ángel la frialdad de su mujer hizo que sonriera de forma macabra mientras achinó sus ojos sin dejar de observarla. Excitado se lamió los labios deseándola.
–¿Solo entraras?
–¿Qué más se te ocurre?
–Nada, entrar está bien.
–Me gustaría que te quedarás aquí, pero bajó mis ojos sé que estarás más segura.
–Tampoco es como si te iba a dejar ir solo.
Burak tomó su mano y la llevó a sus labios dándole un beso sin dejar de mirarla.
–No lo intentes, solo hazlo. Yo te cuidaré, pero una vez adentro quiero que no te muevas de tu lugar.
–Hare lo que digas.
–No te aterres por favor, trataré de mantenerme bajo control.
–No Burak, está vez no quiero que te controles– dijo ella volviendo a mirar por la puerta.
Cada hombre dentro de esa habitación era un enfermo, no podía estar dentro de sus cabales si atesoraban violar a un niño pequeño. Burak tuvo un pequeño escalofrío recorriendo cada centímetro de su cuerpo al escucharla.
–Quiero que acabes con todos ellos y que ninguno quede con vida– agregó.
Un frío corrió por su espalda tan rápido como se escuchó a sí misma, no tardó en escuchar una risa tenebrosa en su espalda, volteó y vio a Burak tapándose los ojos con una mano mientras sus labios se separaron mostrándole una sonrisa tan grande que se podía ver aterradora con sus dientes puntiagudos. Burak separó los dedos de su mano y sus ojos se posaron en su esposa causándole gran terror, con su pupila completamente dilatada las palabras "trataré de controlarme" se habían esfumado y sus ojos brillaban con fuerza.
–Hay que hacerlo– dijo con una voz ronca.
Astria sabía que Burak le encantaba jugar con sus presas y en cuanto abrió las puertas a la par el aire corrió su pelo hacia su rostro. Sus ojos no lo percibieron y en su espalda ya no había nadie.
Las puertas chocaron en la pared y Astria observó a cada persona que se giraron a mirarla. Muchos niños lloraban en los regazos de sus compradores y eso solo hizo que Astria sintiera más asco que todo lo que podía estar por presenciar.
–¿Quién eres?– preguntó un hombre ubicado al frente de todos, era el que dirigía la subasta pero también Astria reconoció su voz había sido uno de los que estaba con Reiga mientras ella se escondía en el armario– Reiga no mencionó nada de una mujer.
–¡Guardias!– dijo un hombre levantándose entre los espectadores.
–Oh...– dijo la voz de Burak, fuerte y ronca de escuchó en una esquina– ¿No me digas que el Show de acabó?
–¿Que?– dijo el hombre y todos llevaron sus ojos hacia el individuo que estaba tranquilamente sentado en una de las butacas.
En cuanto todos sacaron los ojos de Astria ella formó una luz miró a los guardias y les ordenó.
–Sacaran a todo niño de este lugar, lo llevarán a una de las habitaciones y se encerraran allí para luego darse muerte con sus propias espadas.
Las luces celestes brillaron rápidamente en sus ojos y los cuatro guardias comenzaron a moverse. Astria alzó la vista y lo que vio le erizo la piel.
En el medio de todo el lugar, dónde estaba el hombre que dirigía la subasta Burak había ya cobrado la primera vida. El hombre estaba colgando con sus pies moviéndose con pocos espasmos, la sangre había corrido desde su rostro derramándose como un río por su cuerpo. Burak le había sacado la tráquea y lo tenía agarrado desde la parte del cuello atravesándole la mandíbula. Podía ver sus dedos apareciendo en la boca ensangrentada.
Aquella escena hizo que todos se congelarán y a los segundos Burak abrió la boca y se rio a carcajadas provocando el pánico completo de todos dentro.
La gente comenzó a correr hacia las puertas del costado, pero estás se cerraron con rapidez envueltas en luces rojas. Cuando la gente giró a ver al animal este había vuelto a desaparecer, pero el cadáver del primer hombre cayó en la multitud.
–¡ABRAN LA PUERTA!
–¡DEJENOS SALIR!
–Por favor no hicimos nada, !NO HICIMOS NADA!
Astria se movió hacia el costado revisando el lugar en busca de más niños, de algún sitio debían haber venido antes de ser presentados. Concentrándose en eso, trató de evitar que su mente colapsara con los sonidos que comenzaron a escucharse.
Había entre toda la gente más de un soldado que rápidamente sacaron espadas provocando el sonido metálico cada vez que estás chocaban. Los hombres gritaban, podía decir con cierta seguridad que cuando ellos tenían miedo podían gritar más fuerte que las propias mujeres, aquello no dejaba de causar terror.
El griterío se intensificó lo que provocó que Astria no se diera cuenta que una silla se había caído, volteó y detrás de una gran cortina un hombre se abalanzó contra ella
–¡TODO ES TU CULPA MALDITA PUTA!– gritó el hombre lanzándola al suelo y subiéndose encima de ella para tratar de ahorcarla.
Astria trató de golpearlo, pero el hombre tenía mucha más fuerza que ella que pronto su cuello fue aprisionado. Fueron solo segundos antes que una sombra cayera encima de ella sacándole al hombre que estaba atacándola.
Burak dio una vuelta en el suelo con el hombre en sus garras y se detuvo encima de él. Le agarró el rostro con solo su mano derecha y comenzó a golpearlo en el suelo fuertemente hasta que su cráneo comenzará a sangrar.
Astria miró aquello, Burak tenía una sonrisa que no se esfumó, sus ojos estaban pendientes de lo que hacía y como un animal el pelo que tenía en la nuca se había erizado, junto con las venas de sus brazos que se notaban con facilidad.
Astria cerró los ojos al escuchar como Burak acabo con ese hombre, como si de un huevo se tratara, que se fue trizando y rompiéndose en pedazos hasta aplastar todo lo que tenía dentro.
Las puertas no se abrieron y los sonidos perduraron unos minutos más. Astria se arrepintió de haberle pedido que no se controlará, jamás pensó que su esposo disfrutará tanto de ser lo que realmente era, un maldito animal sanguinario.
Burak terminó con más de cuatro docenas de hombres en menos de diez minutos. Cuando el silencio llenó la sala, ella lo buscó y lo encontró limpiándose las manos con un jarrón de vino. La calma con la que lo hacía le causó extrañeza como si en unos minutos atrás no se hubiera vuelto realmente loco.
El no volteó a mirarla, se limpió la cara y se la secó con la tela de una mesa, concentrado en no dejar ni una pizca de sangre, incluso debajo de las uñas, detrás de las orejas, en el pelo, la cien, todo.
Burak aún respiraba agitado, pero se mantuvo tranquilo hasta que un sentimiento extraño le hizo tomar una bocanada de aire gigante y abrir los ojos lo más grande que pudo. Sintiendo como un cosquilleo y un abrupto calor fue subiendo hacia su cabeza, se miró las manos extrañado.
–Oh no...
Próximo Capítulo 58.-Un estado obligado
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¿Qué se le habrá olvidado eh? jajajajja
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