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56.- Una imagen sin Palabras.

Así como habían entrado, se fueron escabullendo por la oscuridad. Los pasillos eran bastante angostos, el ruido era bastante extraño, Burak rápidamente se hizo una idea de lo que estaba ocurriendo en ese lugar e inconscientemente estrechó la mandíbula y su rostro se volvió feroz.

Por otro lado, la voz de un hombre se podía escuchar haciendo eco en el lugar y en parte tapando un poco los gritos que salían a través de la madera. Había una subasta que se estaba llevando acabo detrás de dos puertas, más de 50 personas sentadas en unas bancas alzaban sus manos para ofrecer un monto.

–¿Qué...qué es eso?

–No querrás saber.

–Burak.

–Es un prostíbulo, lo más probable es que están subastando a mujeres puras.

–Estas no son mujeres Burak– Astria se le estrujó el pecho. Mirando a través de la puerta recordó lo que había ocurrido en Lomas cuando había ido por la posición, pero aquí solo había niños– tenemos que hacer algo.

–Es peligroso Astria.

Ya las violaciones eran horrorosas, Astria no podía imaginar a estas bestias mesclas de elfo comprando un niño. La primera vez con Burak también había sido un encuentro lleno de dolor, pero el hombre que había tomado su virginidad había sido suave y delicado en un principio, para esto no había palabras.

Burak tomándola de la mano abrió una habitación, encontró que estaba vacía y oscura. Observando las reacciones de Astria no la iba a poner en peligro mientras aliviaba el dolor que había crecido en su esposa al ver aquella subasta.

–Escúchame– dijo Burak tomando su rostro– me encargaré de los que están aquí– dijo mencionando las habitaciones– pero quédate en esta habitación y no salgas hasta que yo vuelva. No me tardaré– dijo besándola– recuerda que la mayoría son mestizos no dudes de tus poderes.

–Burak.

–¿Qué?

–Mátalos, matarlos a todos.

–Como ordene mi Reina– dijo bajando su cabeza como si fuera cualquier soldado. Sonriendo por la frialdad de su mujer le guiño el ojo izquierdo antes de salir.

Burak cerró la puerta después de aquello y Astria nerviosa comenzó a mirar la habitación. Había unos sillones y una gran mesa, cortinas grandes y una puerta al fondo que sin duda daba a una habitación donde debía estar la cama. Lo único que le quedaba hacer era concentrarse en una cosa, su luz, acercándose a la ventana estiró ambas manos y comenzó a recargarse completamente.

Miró el cielo y agradeció a la madre luna de haberla puesto en ese lugar, y le pidió que la cuidara lo que durará la noche. Pensó también que si hubiera sido la mujercita de antes hubiera estado aterrada, pero, aunque ahora también lo estaba, tenía su cuerpo bajo control respirando lentamente con sus ojos cerrados. Al abrirlos tenía un sentimiento más profundo que el miedo, el odio, la irá y el rencor. Quería deshacerse de esos hombres, lo que se hacía aquí quizás era más terrible de lo que ya había conocido, si este era la mansión de Reiga entonces él era el mayor responsable.

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Burak con la calma que siempre tenía en su rostro entró habitación por habitación, encontrando en cada una de esas, acciones indescriptibles para el español, soltó palabras en su idioma para maldecirlos y agradeció que Astria no hubiera visto todo esto.

Había niños de distintas edades, color, raza y sexo. Con el terror en sus caras ni siquiera vieron a aquel animal como algo positivo, su enorme cuerpo, su altura y sus ojos dorados como una bestia salvaje, les provocaba incluso más miedo de los hombres que les habían comprado, además de presenciar cómo Burak les había quitado la vida con una facilidad a sus captores, ni siquiera se movieron o dijeron nada.

–Hey, no voy a hacerte daño– dijo suavemente cuando uno de esos niños le mordió el brazo mientras los agrupaba. Claro que la fuerza de su mandíbula era solo como un pequeño pellizco

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Astria había devorado 4 núcleos y sintió como su cuerpo se había cargado de energía, si debía correr lo haría sin problema alguno, está noche era una de esas que no dormiría fácilmente.

De repente sintió un frío hielo en el cuello algo que reconoció enseguida.

–¿Que hace una mujer...?– dijo la voz de un hombre que había sacado una espada y la había puesto cerca de su cuello.

Astria sin pensarlo bajó su mano con rapidez y la estiró hacia atrás, aquello hizo que un núcleo como escarcha empujara al hombre metros atrás dejando iluminado el suelo y parte de la pared como si fuera la nieve. Sus ojos brillaron, había estado lo suficientemente enojada como para que eso la asustara. Escondiendo la sorpresa de su rostro miró con el ceño fruncido al hombre y así ocultó que aquello que hizo su mano salió sin su propio control.

–¿Reina... Astria?– era Reiga, que al darse cuenta de su identidad, bajó su rostro sin dejar de mirarla con asombro y guardó su espada.

–General– dijo ella– lo estaba esperando– agregó tratando de cuidar sus palabras al menos hasta que Burak volviera, ella sabía que no iba a tardar.

–¿Quien la trajo hasta aquí?– el hombre no hizo ningún movimiento, se quedó allí observándola.

–Hablé con uno de sus guardias y con el permiso de la Reina Mery no tuve problema para entrar. Me dijeron que estaba un poco ocupado y esperara aquí.

–¿En la oscuridad?– dijo encendiendo uno que otro candelabro.

–Me gusta la luz de la luna, con la luz encendida no se puede apreciar bien.

–¿Burak está con usted?

–Quizás venga, había salido cuando salí hacia acá.

–¿Vino con algún escolta?

–No era necesario.

–Usted es muy arriesgada, cualquier cosa le puede pasar si va sin escolta. Le proporcionaré uno para su regreso– dijo acercándose a un mueble y sacando una botella junto con dos copas de vidrio.

Reiga estaba vestido con un pantalón y camisa blanca bastante holgada que hacía ver su pectoral y parte de sus brazos, era bastante velludo, pero tenía unos ojos calmados.

–Siéntese conversemos lo que vino a decirme– dijo acercándose a ella y pasándole la copa.

En cuanto Astria la tomó con sus manos los dedos de él tocaron la piel de ella y Reiga le regaló una sonrisa. Astria recordó lo que había escuchado en el armario, tragó una espesa saliva antes de asimilar tranquilidad y se sentó en un sillón sin sacarle la mirada.

–La escucho– dijo sentándose en un sillón frente a ella.

–Estaba buscado a uno de los sirvientes de Hunur, supe que vivía en tu mansión.

–¿Cuál de todos?

–Eliot.

–Ah...– dijo llevando su mano a su cuello y luego se refregó el cabello– no lo he visto desde que volví ¿Por qué lo necesita?

–No podría decirle, es algo que necesito de forma personal.

–¿De forma personal? Bueno Eliot no ha venido, mi personal me a informado que tampoco lo han visto llegar hace días.

–Lamento escuchar eso.

–Puedo preguntarle una cosa Reina Astria ¿Cómo te trata Burak?

–Mi esposo es muy gentil...

–Y salvaje– le interrumpió mirándola con seriedad– Burak no es un buen hombre, estuvo con las mujeres que quería y las desechaba como un pedazo de basura ¿Cómo sabe que eso no sigue ocurriendo? ¿Solo confía en él?

–Sí General Reiga, después de todo en el matrimonio debe prevalecer la confianza.

–Me impresiona que lo diga– dijo echándose en su sillón. Tan rápido como lo hizo, el grito de un hombre sonó por el pasillo– tranquila, tengo una subasta en este momento, me gusta la joyería– agregó poniéndose de pie, dejo la copa en la mesita que los separaba y luego se acercó a un mueble, sacando un hermoso collar con piedras azules.

Astria no dijo nada, se quedó allí observándolo que caminó a ella y desapareció en su espalda. Pronto tuvo el collar frente a sus ojos mientras Reiga lo posaba en su cuello.

–Es un hermoso collar de zafiro– dijo amarrándolo detrás de ella. Las manos del hombro se pegaron a su piel. Astria sintió sus dedos tibios bajar por su cuello hasta el collar que quedaba cerca de sus senos. Simulando tocar el collar el hombre tocó también su piel– hermoso– dijo apartándose– le queda verdaderamente hermoso, es suyo.

–No puedo aceptarlo– dijo educadamente, el collar estaba helado y pesaba.

–Hablaré con Burak para que se lo permita.

–Si conoce tanto a mi esposo, sabe que también es un hombre muy territorial.

–Sí, pero aun así usted está aquí en una mansión lejos del Castillo Real y ya es medianoche. Beba por favor es un licor traído de los mejores huertos, sería una pena desperdiciarlo.

Astria que había dejado la copa disimuladamente en la mesita que los separaba, pensó que no podría evitar beber de aquello, pero algo había aprendido después de sus experiencias y era no beber nada que te ofrezca un extraño, pero al parecer está vez no podría dilatar la conversación si no tomaba un sorbo de aquello.

Mirándolo, tomó la copa en sus manos y lentamente la acercó a sus labios. El líquido apenas tocó su piel cuando una oleada de viento llegó a ella. Burak de un momento a otro entró tan rápido que en un parpadeo estaba arrodillado frente a ella agarrando la mano que sujetaba la copa y le estrechó un beso donde su lengua rebuscó el interior de su boca sacándole cualquier gota que se le haya pasado.

–¿No sabes que no puedes beber nada en estos lugares?– dijo levantándole una ceja.

–Espera– le dijo Astria cuando Burak tomó de la copa y la bebió.

–Bu...Burak– soltó Reiga.

Astria lo miró de cerca, tenía el pelo mojado y las manos un poco húmeda como si se hubiera lavado antes de presentarse frente a ella. Mirándole con atención llevó su mano a su ropa y le abrió un poco la camisa, su tatuaje rápidamente se prendió.

–Te lo dije– soltó con una sonrisa– ahora sí lo voy a matar– agregó con una mirada espeluznante mientras estiró su mano y le arrancó el collar–Reiga– agregó poniéndose de pie, giro sobre sí mismo para mirarle al mismo tiempo que la copa se rompió en su mano con facilidad.

–Solo estábamos conversando.

–Sí, puedo ver que sí.

–No sabes nada, acabas de llegar por favor solo siéntate y conversemos. Después de todo tu esposa fue quien vino a mí.

–Si... Cómo No– dijo Burak agarrando su camisa y jalándola para que el tatuaje que brillaba quedará en la pupila del General– ahora ¿Que vino quisiste darle a mi esposa?

La sonrisa que había estado en el rostro del Árkozott se esfumó con rapidez y una enorme sombra oscura se posó en él. Reiga trató de moverse, pero las luces rojas se apoderaron de sus piernas cayendo bruscamente al suelo. Burak dando leves pasos a él, cerró fuertemente su mano con poder y las piernas de Reiga crujieron fuertemente.

–Arg...– soltó de dolor mientras trató de tomar distancia de aquella bestia– ¡YO NO LE HICE NADA! ¡TE COMPORTAS COMO SI NO ME CONOCIERAS!

Pronto Burak volvió a mover su mano y le rompió el tobillo derecho que quedó flácido al moverlo.

–Burak detente– dijo Astria y se detuvo.

Reiga abrió la boca mirándola ¿Cómo ella tenía control sobre él? No ¿Cómo Burak se dejaba controlar por ella, una mujer?

Pero fue solo una pisca de esperanza porque Burak se agachó y lo noqueó con un solo golpe. El hombre inconsciente quedó tirado en el suelo mientras Astria miró a su esposo con el ceño fruncido.

–Ya eh aguantado mucho, no me mires así– le advirtió poniéndose de pie– debería matarlo.

–Si lo haces, tendremos problemas con Mery y Edgar, es su general después de todo.

–No me importa.

–No Burak– dijo ella entre dientes. El soltó un gruñido fuerte pero corto reprochando el hecho–¿Ahora como sabremos dónde está...?

Burak supo lo que iba a decir y le lanzó un huevo azulino como de cristal.

–Ya lo encontré y gracias a Dios no estabas conmigo.

–¿Qué es esto?

–La llave de la torre.

–¿Te la paso así sin más?- preguntó ella mirándola.

–Sí, no pudo negarse.

–¿Por qué? ¿Le contaste? No me digas que lo asesinaste.

–No, el hombre lleva como 3 días muerto en su habitación, el otro sirviente de Hunur está igual.

–¿Encontraste su habitación, pero...?

–No sé lo que está pasando Astria, será mejor que terminemos aquí y volvamos.

–La subasta...

–Oh verdad, encarguémonos de aquello.




Próximo Capítulo 57.- Un detalle de importancia

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