55.-La paciencia es una virtud que pocos tienen
Astria escuchó el gemido de una mujer y su nombre fue mencionado más de una vez. No podía creerlo, el hombre que había conocido ayer era el mismo que ahora estaba cogiéndose a una mujer mientras pensaba en ella.
Envuelta en sus pensamientos cerró los ojos al escuchar como la mujer gemía más fuerte, las demás pronto se unieron con gritos y sonidos mojado entre besos y chapoteos. Su cuerpo se puso rígido al imaginarse a aquel hombre, la pequeña puerta de madera era tan delgada que cada sonido y palabra se escuchaba a la perfección.
La mujer de Reiga pronto comenzó a actuar y a hablar como si fuera Astria, gimiendo y gritando su nombre fue espantoso. Astria quería tapar sus oídos fuertemente con sus manos imaginándose tener sexo con aquel hombre.
Tardó unos segundos en recordar quien tenía al frente.
Astria subió la mirada y vio a Burak que sonreía retorcidamente mientras los músculos de su mandíbula estaban apretados. Su mirada era fría y bastante sombría, acentuándose cada vez más mientras los sonidos de afuera se hacían cada vez más explícitos. Su respirar no era agitado, pero sí muy profundo, su pecho subía lentamente hasta extenderse y soltaba el aire con fuerza desde su nariz.
–Burak– susurró Astria y su mirada bajó lentamente a encontrarse con ella. Se suavizo solo un poco– no los escuches– suplicó, pero allí afuera Reiga y la mujer no ayudaban a facilitar las cosas. Burak parecía lo bastante furioso como para estar próximo a interrumpir.
–Seguramente ella lo tendrá más apretado– dijo un hombre mientras apretaba los dientes concentrándose en su mujer.
–Si claro, está casada con ese animal ¿No?
–Oh... Apretarte más Astria.
–Si mi general ¿Así?
Mientras la orgía continuó Burak volvió a concentrar su mirada a lo que había afuera y está vez sus labios comenzaron a temblar. Astria estaba segura que no iba aguantar mucho y saldría de allí controlado por sus impulsos.
–¡Perra maldita muévete más!– dijo un hombre dándole una cachetada a una mujer.
–Ahhh... General lo hace muy bien, Astria lo quiere en la cara.
–Llámame Rey.
–Rey... oh mi Rey.
El cuerpo de Burak tembló al mismo tiempo que cerró sus ojos, la última pizca se paciencia había comenzado a perder mientras rodeo con más fuerza la cintura de su mujer. Había aguantado suficiente, pero su animal interior comenzó a salir a flote.
Mientras los sonidos lascivos continuaron junto con el choque de la carne, sonidos roncos se unieron cuando dos de los hombres terminaron con sus mujeres.
–Ahh...–volvió a escucharse el gemido de la mujer que iba en incremento– ¡Si mi Rey así sí!
Astria con el miedo a flor de piel no pudo ver nada, el lugar era bastante oscuro, si Burak abría sus ojos aquellos irradiaban una luz brillante iluminando su rostro, pero allí a oscuras se sintió sola.
Tratando de sobrellevar lo que sus oídos escuchaban se imaginó a su esposo, a sus encuentros, a su roce y al calor que podía sentir. Definitivamente Burak era el único hombre que ella quería sentirse desnuda y tocada.
–Estoy pensando en ti– le susurró suavemente y sus orbes dorados aparecieron en una leve apertura– Burak, mírame, siempre has sido tu ¿Lo recuerdas?
–No es como si desconfiara de ti Astria, yo...– dijo pero se volvió a distraer.
Astria tomó el cuello de Burak y lo besó, lo miró solo unos segundos y acercándose lentamente, el tomo sus labios. Astria metió su lengua sintiendo los duros dientes de él mientras que él le rodeo más la cintura apegándola a su cuerpo. Besos apretados, de labios suaves, suficientemente juntos para que ningún sonido saliera de ellos.
Mientras sus lenguas se acariciaban, el deseo comenzó a iniciarse en su abdomen bajo, Astria sin pensarlo apretó sus muslos sintiendo el palpitar entre sus piernas. El deseo de ser tocada una vez más volvió a nacer en su interior, pero era solo ese hombre que podía saciar aquellas ganas, pensando en los hombres de afuera, aquello le producía un asco inmenso.
Mientras que ambos se besaron las manos de Burak bajaron por su espalda hasta moldear sus glúteos y le subió el vestido. Los ruidos de afuera pronto comenzaron a calmarse.
–Ah...– Astria soltó un leve gemido que Burak rápidamente silencio con la palma de su mano izquierda. La otra se había movido atrevidamente metiéndose entre su ropa interior y le tocó la piel trasera.
Astria tardó unos segundos en percatarse de la dureza que rozaba su estómago. Bajó la mirada y apegándose a ella estaba el miembro de él apretando su pantalón. No hacia ni un minuto que Burak no estaba así, estando apegada a él claramente sintió su cambio.
–¿Qué?– le susurró el mirando cómo sus ojos se posaban en su extensión– estoy caliente y tú eres la culpable.
Astria había logrado calmar la ira de su esposo, pero había prendido de otra forma a su animal interior. Por otro lado, Astria se había dado cuenta que lo que decían de las personas normales si era cierto, cuando un hombre terminaba sus cosas ya no se volvían a levantar. Los gritos de las mujeres pronto se fueron calmando. Claro que Reiga al ser un mixto continuo un tiempo más.
–Te esperamos fuera, recuerda que el show va a empezar– dijo un hombre amarrándose los pantalones y saliendo con su mujer.
Tardaron unos segundos hasta que Reiga quedó solo cogiendo aún a la mujer que montaba en sus caderas, haciendo sonar fuertes cachetadas por la habitación.
–Él está adelantando su muerte– susurró Burak volviendo a fijar la mirada a la puerta– sería bueno salir ahora.
–No, esa mujer no tiene la culpa.
–¿General usted se ha enamorado de mí?– dijo la mujer poniéndose de pie.
–No de ti ¿Cuál es la probabilidad que un animal de esos acepte un trío? Quizás solo así podría probar a su mujer.
–Mi Señor, ellos son muy territoriales con sus mujeres.
–¿Burak?– Reiga soltó una gran risa– no lo conoces, ese tipo no se involucraba sentimentalmente con ninguna de sus putas...
Astria al escucharlo solo llevó sus manos a sus oídos y los tapó fuertemente mientras fijó sus ojos en su esposo. Burak apretó un poco los labios y la abrazó dándole un beso en la frente.
Burak tenía un pasado, pero Astria no quería saber mucho de aquello, su pasado podía lastimarla y era algo que no podía cambiar ni permitir que aquello le afectara. Hoy Burak era de ella y Astria de él.
Solo unos segundos tardaron en que todo el ruido de afuera quedará en silencio. Las luces volvieron a apagarse y nuevamente quedaron solos, fue entonces que él le sacó las manos de sus oídos.
–Lo que dijo él....
–No me interesa– le interrumpió ella sobando su pectoral y mirándolo con atención.
–Quédate aquí.
Burak salió con rapidez dejando a Astria aún en el armario y desapareció en la oscuridad. Un silencio inundó todo, Astria solo podía escuchar su corazón latiendo a toda prisa, no era solo los nervios que le jugaban una mala pasada, sino que Burak había despertado sus deseos más ocultos.
Cuando tapó sus oídos cuando Reiga hablo, trató de pensar en otra cosa y lo único que se le ocurrió fue imaginarse teniendo relaciones sexuales con Burak. Aunque siempre terminaba muy agotada en sus encuentros, la última vez él fue quien la dejó con las ganas, sumándole el lugar donde estaban y el peligro de ser atrapados era aún más excitante.
–Astria– Burak volvió en unos minutos y la esperó en la puerta. Sus ojos aún estaban brillando en el medio de la oscuridad.
–¿Fuiste a ver dónde fueron?
–Sí, hay un evento en el subterráneo. Va a ser difícil encontrar a Reiga solo.
–Busquemos a Eliot.
–Vamos.
Astria se acercó a Burak. La habitación olía a transpiración y a un olor pesado a hombre, ella no dudo en ver el entorno, las camas arrugadas con sus sábanas revueltas y copas de vino esparcidas.
–Apesta– dijo Burak, observándola cómo ella tenía interés de lo que había pasado allí– y estoy celoso.
–No hay nada para que te debas sentir así.
Burak estrechó más la mandíbula al escucharla, claramente aquello no lo calmó y ferozmente la miró. Astria lo ignoró pasando por un lado de él, salió al pasillo descubriendo una vez más oscuridad y un eterno silencio, pero Burak no se aguantó.
Teniéndola cerca, la tomó de la mano derecha y la empujó hacia la pared del pasillo. Ella no dijo nada, lo observó detenidamente sin sacar sus ojos de los orbes dorados de su esposo y mientras se miraban Burak tomó su mano y la puso encima de su pantalón. Era obvio lo que sentía en ese momento.
–Creo que voy a explotar– le susurró.
–Yo... Yo también.
Burak al escucharla le tomó bruscamente el rostro y la besó con fiereza, mojando su boca que incluso la saliva corrió hacia el mentón de Astria, pero ella no se negó. Besándole también de forma brusca su lengua choca con la lengua de él devorándose y luchando entre ellas de forma desesperada.
Astria adelantándose al indiscutible deseo de su esposo, soltó los botones de su ropa, uno por uno mientras no dejaba sin atención los labios de él, pero Burak pronto la levantó apoyando su espalda en el muro y él le tocó los glúteos. Astria se estremeció al sentir su masculinidad frotándose. No podía detenerse, no tenía la fuerza de voluntad y menos lo tendría Burak.
–Espera– dijo pero sus manos bajaron a moldearle el miembro por encima del pantalón. Sus acciones contradecían sus palabras, Astria ya estaba inmersa en sus deseos carnales.
En el medio del pasillo a oscuras solo se podían escuchar sus respiraciones agitadas y los sonidos húmedos que dejaban sus besos. Astria intentó sacarle la camisa a Burak, pero el volvía a tomar su mano y a bajarla hacia su pantalón para que ella siguiera tocándole.
–Astria– le susurró el mientras juntaba la frente con la de ella– no quiero morderte– dijo y abrió los ojos.
Astria se dio cuenta que su mirada tenía las pupilas contraídas a tal punto que está noche sí parecía más animal que humano.
–No me importa.
–No voy a poder detenerme, aunque llores Astria.
–De verdad no me importa.
Cuando estaban a punto de dejarse llevar por sus deseos un grito de una mujer los hizo volver a la realidad. Instintivamente Burak la soltó rodeando la cintura de Astria y la apegó a él, no era un grito cualquiera, era de esos que te erizaba el bello del cuerpo, al menos eso paso con Astria al escucharlo.
Sus tripas se apretaron y un gran miedo recorrió su cuerpo, así como Burak la había acercado a él sin pensar ella se aferró a su ropa.
–¿Qué fue eso?– dijo alzando la mirada y vio que Burak estaba atento.
–No losé, vamos a ver.
Próximo Capítulo 56.- Una imagen sin palabras
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro