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53.-Desobedecer es un acto natural

–Mi Reina no puede ir y venir sin avisar.

–No me quedaré con los brazos cruzados, Burak dijo que había que buscar la llave. Iré a la mansión de Reiga.

–No puede ir sola.

–Te tengo a ti ¿No?

–Yo no conozco lo suficiente a ese hombre, podré con algunos, pero recuerde que también la gente de aquí tiene la fuerza parecida a un Átkozott.

–Iremos a ver Gina, no me presentaré como una invitada.

–¿Quiere entrar a ese lugar a escondidas?

–Sí.

–Mi Rey sin duda me castigará si nos encuentra. Oh Dioses– suspiró Gina pesadamente mientras iban adentrándose entre las calles.

–Si Luna de Primavera es fertilidad ¿Lo estás Gina?

–¿Qué? No me pregunté eso– dijo mirándola con cejas fruncidas– ya es mucho la presión que yo misma me provocó con ese tema. Es muy pronto para saber.

Astria se detuvo un momento y volteó a mirarla con una leve sonrisa.

–De verdad espero que sí.

–Entonces tiene que saber que luchar en esta condición no es muy grato y bueno. Sea buena y volvamos.

–No lucharemos, hay que evitar la confrontación.

Reiga parecía un buen soldado a pesar de lo que había dicho, pero Astria no quería ir directamente a preguntarle sobre los hombres de Hunur. Debía ser desconfiada con este tema, conociendo lo que habían dicho del hermano de Sam, debía tener cuidado.

Caminando por las calles, la luz pronto comenzó a irse, las casas apagaban sus faroles y toda oscuridad comenzaba a tomar paso como un manto que cubría todo.

–Astria– le llamó Gina mientras le miró los brazos.

La Reina estaba nerviosa pero también muy concentrada, que no pudo darse cuenta que su brillo debía ser controlado. Mirándose reprimió su propio resplandor bajó la luz de la Luna y su piel dejó de brillar.

Astria levantó la mirada luego de aquello y en un callejón pudo ver la sombra de un hombre grande caminando hacia el otro extremo y en su mano, otro hombre siendo jalado por la mandíbula. Caminando encorvado desaparecieron en la esquina.

–Viste eso.

–Mi Reina por favor, no deberíamos estar aquí. Volvamos.

Astria se detuvo y volteó a mirarla, no era miedo o cobardía lo que veía en los ojos de su soldado, pero Gina estaba inquieta, eso solo significa una cosa,  Burak podía estar cerca. Comprendiendo aquello, Astria recordó las palabras de Burak, ella también se llevaría un reto por haber salido.

–Volvamos entonces– desanimada soltó aquellas palabras que Gina suspiró aliviada.

–Usted antes no era alguien que desafiaba las órdenes del Rey.

–Ni él, ni yo somos los mismos Gina. Yo solo quiero ayudar.

–Lo sé perfectamente– dijo mientras se metieron a otro callejón que las llevaría devuelta por las calles desde donde habían venido– él la ama, aunque no se lo diga.

Astria no dijo nada solo sonrió, quizás Gina tenía razón, las acciones de Burak habían cambiado considerablemente cuando se trataba de ella, al menos este último tiempo.

Mientras estaban a punto de llegar a la esquina un grito ahogado sonó al final de esta, fuerte como si de un momento a otro le hubieran tapado la boca a aquel desafortunado personaje.

Gina tomó la mano de Astria con rapidez y abrazándola se escondieron en la oscuridad apegando su espalda en el muro. Un grupo de Átkozott aparecieron arrastrando tres cadáveres con sus mandíbulas rotas y sus ropas ensangrentadas.

Astria no los reconoció, pero Gina sin duda había compartido con alguno de esos hombres, eran parte de los soldados de Bruno. Ninguna dijo nada, solo se miraron y volvieron a mirar a los hombres, estaban cubiertos de un abrigo negro, habían ocultado sus bocas y nariz, sus ojos sobresalían cómo cual bestia.

Un olor característico llegó a la nariz de Astria y Gina, ambas se estremecieron al reconocer aquel olor. Aunque aún no habían visto a Burak, solo ese olor del puro del Rey, hizo que supieran que no estaba lejos.

–¡No me hagas daño yo no sé dónde está!– gritó un hombre por la calle. Rápidamente la voz de Burak se escuchó en un tono bajo y temible.

–Entonces no me sirves.

–¡Espera! ¡Por favor!

Astria cerró sus ojos agarrando la mano de Gina y caminaron lejos de allí, Astria no pudo ver lo que sucedía y mucho menos a su esposo, pero prefirió evitar ver algo aterrador. No era primera vez que escuchaba aquellas cosas y eso solo hacía que su imaginación volará imaginando las cosas crueles que podían pasar. Después de todo Burak tenía una reputación temible desde mucho antes de conocerlo.

Moviéndose entre las sombras el grupo de Átkozott desapareció dejando todo en silencio. Astria siguió a Gina hacia fuera de la ciudad y se detuvieron entre los enormes árboles para que la pequeña mujer tomara aliento.

–Eso... Eso fue aterrador– soltó tocándose el pecho aliviada de haber salido de la ciudad.

–¿De verdad usted cree que no se dieron cuenta?– dijo la soldado mirándola con seriedad mientras cruzaba los brazos y se apoyaba en un árbol.

–No lo sé.

–Usted me meterá en problemas–dijo soltando un suspiro– nuestro Rey no es tonto, seguramente ya sabe, estuvimos muy cerca para que no fuéramos notadas.

–Pero nadie nos vio.

–¿Sabemos que también tenemos un buen oído y olfato? A usted le encanta que la reprendan.

Gina estaba un poco molesta pero tan rápido como hablo sintió rápidamente la presencia de un tercero entre los árboles. Sus sentidos nunca le jugaban mal, sacó rápidamente una daga y se puso frente a Astria rodeándola con su otro brazo.

–¿Qué pasa?– preguntó Astria mirándola un poco asustada. De la nada Gina de un salto había llegado a su lado, pero la soldado rápidamente la silencio.

Astria mirándola con atención no pudo ver nada entre la oscuridad de la noche, miró a su soldado y vio como Gina cambio rápidamente su estado.

Sus hombros se echaron hacia atrás, bajó su rostro, lentamente echó una pierna atrás y dobló las rodillas bajando su altura. Si Gina hubiera tenido el pelo rasurado como anteriormente lo había hecho, Astria se hubiera dado cuenta como su piel se erizaba de ansiedad, controlando su cuerpo por el animal que en ella habitaba.

Astria no se quedaría atrás, levantó rápidamente su mano al aire y una leve luz salió hacia el cielo. Todo el lugar quedó iluminado por unos segundos. Suficiente para que más de una docena de ojos brillarán en la oscuridad mezclándose entre los árboles.

Gina posó sus ojos rápidamente en el animal que la había acechado, los orbes dorados como brazas de irá brillaron mirándola.

–Mi Rey– dijo ella apoyando una rodilla en el suelo e inclinándose lo suficiente para sentirse inferior.

Astria aún no lo había visto, su luz se había ido, pero no sabía dónde estaba Burak, solo las palabras de Gina hicieron que asumiera que habían sido pilladas.

–¿Qué debo hacer cuando mi soldado desobedece la orden que le di?– Burak habló con un tono bajo. En el medio de la oscuridad las ramas comenzaron a quebrarse bajo sus pies.

Increíblemente ningún ruido se había escuchado cuando se adentraron entre los árboles, pero ahora Astria se había dado cuenta que estaban rodeadas por los hombres de Bruno y bastante cerca.

Burak apareció entre los árboles, sus ojos no se posaron en Astria sino en su soldado que aún estaba arrodillado.

–Ella no hizo nada.

–Exactamente– soltó Burak entre dientes. Estaba enfadado y su rostro, aunque era inexpresivo se podía notar en su voz mezclada en un gruñido.

Luego las luces rojas comenzaron a salir de su mano, Burak estaba dispuesto a castigar allí mismo a su soldado por haber puesto en peligro la vida de su propia esposa al sacarla en una noche como está.

–No Burak– dijo Astria poniéndose delante de Gina– no le harás nada...porque.... Porque ella está embarazada.

Gina levantó rápidamente la cara mirando a su Reina y Burak se mostró sorprendido dejando su poder tranquilo.

–¿Lo estás?– preguntó un Átkozott apareciendo detrás de un árbol. Poco a poco todos comenzaron a acercarse.

–Yo....– Gina no sabía que decir.

–Siento haber salido, pero quería solo buscar...–dijo Astria apretando sus dedos con su ropa, no pudo evitar mostrarse nerviosa.

–Mi Rey lo lamento– interrumpió Gina poniéndose de pie.

Burak calmó su mirada cuando llevó sus ojos hacia Astria pero no le creyó ni una palabra.

–¿Has visto algo de lo que hemos hecho?– preguntó Burak.

–No– contestó ella tratando de acercársele, pero Burak rápidamente dio unos pasos atrás.

–No te acerques– soltó fríamente deteniéndola. Ella quedó con la boca abierta al escucharlo, había pensado que entre ambos la relación había mejorado. Contrario a eso Burak se corrigió– mis manos están pegajosas, además huelo a sangre.

–No me importa– dijo ella tomándole la mano derecha y mirándosela. Efectivamente Burak tenía sangre que se comenzaba a secar en sus manos, Astria rápidamente pensó que fue a causa del último hombre que escuchó.

Los Átkozott no dijeron nada, los observaron en silencio hasta que Burak se dio cuenta de aquello y soltándose del agarré de su esposa los miró para darles una orden en otro idioma. Suficiente para que todos bajarán sus cabezas y desaparecieran con rapidez, incluso Gina que se movió sin mirar atrás.

–¿Qué le has dicho?– Astria giró su cabeza mirando entre los árboles y luego volvió a mirar a Burak y se lo encontró a centímetros de su rostro. Había encorvado su espalda y la miró a su altura.

–Que mi esposa es una mentirosa– le dijo entrecerrado los ojos– ahora ¿A dónde realmente ibas?

Astria ya estaba acorralada, si seguía mintiendo Burak la iba a volver a pillar y no quería que la nalgueara por tercera vez. Bajando la mirada evitándolo, se animó a contestar.

–Iba a ir a la mansión de Reiga.

–Oh... No me digas– dijo parándose derecho y apretando la mandíbula.

Ya era bastante lo que Burak había aguantado por ella, saber aquello solo hizo que su fuego volviera a incendiarse. Mirando entre los árboles pensó que si Astria volviera a mencionarlo la mordería ahí mismo, marcándola nuevamente. Gruño lentamente.

Astria vio cómo su esposo había fruncido el ceño y mientras miraba entre los árboles sus ojos se volvieron más brillantes. Una mezcla de un ardiente deseo y una ira contenida.

–Iremos los dos– soltó volviendo a mirarla. En cuanto sus ojos de posaron en ella, Astria se sintió diminuta– ven.

Burak fue a tomarla, pero recordó sus manos ensangrentadas y no quiso ensuciarle las vestiduras, sacando entre sus ropas un odre se hincó y vertió agua en sus manos.

–Ya te dije que no me molesta.

–No mancharé a mi esposa con sangre de otro hombre– gruñó mientras la miraba.

Luego de unos segundos secó sus manos con sus vestiduras y se acercó a ella.

–¿Es muy lejos?

–Un poco– dijo tomándola en sus brazos. Astria rodeando su cuello se sujetó firmemente mientras podía observarlo.

Burak se veía serio mientras se fue moviendo entre los árboles, sus ojos se movían rápidamente como descifrando cada parte del bosque.

Astria apreció mirarle de cerca, podía observarlo y recordó ese día que había estado drogada, él también le había llevado entre sus brazos hasta el lugar donde había un manto de flores. Esa, había sido la primera vez que se besaron con sentimientos y que Burak lo había pedido. Un hermoso recuerdo de su primera conexión emocional.


Próximo Capítulo 54.- La Mansión de Reiga


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Dato: ¿Saben que le hicieron una reseña a mi historia y la catalogaron como mediocre? Ya han pasado unas semanas desde eso así que, a mal tiempo, buena cara.


Pd: Le había dicho a una lectora que hoy le prometí 3 capítulos, pero... si subo el que viene hay un corte que quedaran con mucha mas intriga. ¿Negociamos para uno mas? 

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