–¿Todo bien?– preguntó Burak mirando desde el ventanal. Astria no le dijo nada más a Cedric y su hermano tampoco lo hizo, que Astria lo tratara de esa forma era algo que el mismo había provocado y que por sí solo debía lograr el perdón de su Reina.
–Vamos– dijo Astria al ver que la gente se reunía para ir a los jardines traseros.
–Tomate tu tiempo Astria, no lo perdones solo porque creas que es lo correcto. Solo hazlo cuando realmente nazca de ti. Cedric tendrá que aceptarlo.
–Pensé que te molestaría que yo me rehusara.
–No, eso es algo que yo no me voy a involucrar– dijo ofreciéndole el brazo y Astria sonriéndole puso su mano izquierda en él.
–Estoy esperando tus disculpas.
–¿Mis disculpas?– Burak pareció sorprendido y arqueo un poco las cejas mientras no dejó de mirarla.
–Mi esposo me ha abandonado hace unos días.
–Tu esposo está esforzándose mucho para volver a dormir con su esposa.
–¿Es así de necesario? Cuando despierto mi esposo esta como muerto a mi lado.
–Espera– dijo deteniéndose– ¿Extrañas mi compañía o...?– Burak dio un paso más cerca de ella y bajó su rostro a su oído– ¿O extrañas otras cosas?
Burak se separó de ella lentamente y llevó sus orbes dorados directamente a sus ojos, atento a su reacción soltó una leve risa. Astria al escucharlo sintió un escalofrío que subió por sus pies y su rostro se tiño ligeramente.
–No digas esas cosas aquí– dijo posando sus manos en sus hombros y tratando de empujarlo atrás.
–Veo un poco de entusiasmo en tu rostro– él no se movió ni un poco.
–Burak detente.
–¿Qué? Eres tu quien dijo que te sentías abandonada– Burak se burló de ella mientras no podía dejar de disfrutar la vergüenza plasmada en el rostro de su esposa.
–Sí pero no hagas esto cuando hay mucha gente, es inapropiado.
–¿Inapropiado? Inapropiado seria que te agarre y te lleve directamente a la habitación ahora.
–No, no lo vas a hacer– dijo volviendo a caminar.
–Solo tienes que pedírmelo, aunque no pase la noche contigo. He sido gentil dejándote dormir.
–Burak...
Mientras la gente salió por la puerta trasera hacia los jardines, Burak se aseguró que ningún espectador quedara mirándolos y cuando estuvo seguro de aquello. Alzó la mano, tomó la cintura de Astria y la abrazó desde atrás.
–Burak, compórtate por favor– dijo ella aprisionada entre sus brazos.
–¿Sabes lo difícil que es llegar de noche y solo mirarte sin poder hacer nada?
–Eres tu quien se va.
–No me castigues, mis responsabilidades esta vez superan mis propios deseos– dijo dándole un fugaz beso en el cuello.
–Esta noche igual te iras ¿no?
–Si– dijo soltándola.
–Has lo que tengas que hacer Rey de Átkozott– Astria se acercó a él y estirando su brazo puso su mano en la mejilla derecha de él– yo siempre te voy a esperar.
Poniéndose lo más erguida posible, estiró su cuerpo hasta apoyarse en las puntas de sus pies y le dio un beso fugaz.
–mmm– soltó el saboreándose los labios– caminemos o de verdad voy a llevarte arriba– le advirtió ofreciéndole el brazo nuevamente.
Cuando llegaron al patio trasero, se encontraron con un entrelazado de madera. Unas hermosas rejas se abrieron a la par, dejando ver lo oculto detrás de los enormes arbustos.
–¿Por qué los Reyes no han tenido descendencia?– preguntó agachándose a oler una enorme flor amarilla. Burak no pudo evitar verle la figura trasera inclinándose delante de él. Soltó un leve suspiro antes de contestar.
–Mery si podría, pero la madurez en los elfos llega más tarde.
–¿Cómo es eso?
Burak le explicó a Astria que los Reyes aun no podían tener hijos porque Edgar era muy joven, si bien la vida sexual de los elfos llegaba como cualquier persona, la fertilidad tocaba sus cuerpos a la edad de 35 años aproximadamente. Para Edgar aún faltaba casi 5 o 6 años, pero, por otro lado, Mery al ser mayor ya había pasado aquella edad.
–Es una lastima.
–La paciencia es una virtud– se burló sin piedad.
–Lo dice alguien que no se hubiera aguantado no tener hijos– dijo Astria.
Amy justo había llegado con la pequeña Princesa y Burak rápidamente puso su atención en su hija arrebatándosela de las manos a la dama de compañía de su esposa.
–Oh... ¿Escuchaste a tu madre?– dijo mirándola– ella no te quería.
–¡Burak!– Astria se incorporó con rapidez mirándolo asombrada por sus palabras.
Su esposo solo se largó a reír al ver su rostro ofendido mientras marchó con Selene en sus brazos, la pequeña poco a poco comenzaba a mostrar sus primeras sonrisas que derretían a cualquiera.
–¿Escuchaste eso?
–Mi Reina, es bueno que el Rey tenga humor con usted– dijo Amy– estoy segura que no hablaba enserio. Aproveche de inspeccionar y disfrutar del jardín, yo iré con el Rey para vigilar a su pequeña.
–Bien, si el rey pregunta por mi dile esto...
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–Mi rey– dijo Amy acercándose a él.
–¿Y Astria?– preguntó volteándose con una leve sonrisa dibujada en su rostro.
–Mi reina dijo que no piensa perdonar lo que dijo así que le dará un tiempo para que reflexione solo– contestó Amy mirándole. Burak soltó rápidamente una risita frotando su mejilla con el cabello de su hija.
–Oh esa mujer– soltó.
–Su mujer– le corrigió Amy tímidamente. Burak al escucharla la miró con una ceja sobre la otra.
–Mi mujer, pero no te pases.
–Si mi Rey.
–Burak– la voz de Olivia sonó entre los arbustos altos. El Rey al escucharla borró la felicidad de su rostro y le pasó su pequeña a Amy.
Al principio de todo el jardín había arbustos gigantes donde se abrían haciendo caminos distintos, pero todos llegaban al centro donde estaba una gran pileta. Generalmente después de pasear por el jardín, todos terminaban de encontrarse allí.
Caminando unos pasos antes de llegar al centro, Olivia vio a Burak y sonriendo corrió hacia él.
–Por fin te encuentro solo– dijo acercándose y abrazándolo de la cintura.
–Hay una cosa que tengo que conversar contigo– dijo seriamente mientras la apartaba.
–¿Tienes una propuesta que decirme acaso?– dijo sonriéndole y mirándolo de cerca.
–No, lo que hiciste hace unos días, no te lo voy a perdonar por segunda vez.
–¿Qué cosa?– Olivia bajó rápidamente el tono de su voz y borró su sonrisa.
Amy esperó unos pasos atrás, la mujer era un poco más alta que Astria, pero aun así su Rey se veía grande al lado de ella. Amy ya se había hecho la idea del porque Burak se veía molesto mientras intercambiaba palabras con la Princesa. Incapaz de estar tranquila, flechó completamente sus ojos en aquella mujer, su instinto animal le decía una y otra vez que ella era peligrosa. Mientras Olivia más se acercaba a Burak Amy quería golpearla, él era único y exclusivamente de su Reina.
–Sabes muy bien a que me refiero– dijo Burak mirándola con el ceño fruncido.
–Perdón deberías decirme tú, por cerrarme la puerta en la cara– dijo acercándose lo suficiente para que su pecho llegara a estar en contacto con él.
–Para empezar, no puedes entrar a los aposentos que no son tuyos– dijo él– seas o no la princesa de este Reino no me trates como uno de tus amigos. Aprende a distinguir las cosas y las situaciones Olivia.
–Burak tu sabes lo que siento por ti, antes yo...
–Antes, cuando éramos niños– dijo él interrumpiéndola– Ahora soy un hombre y tu una mujer, no podemos compartir lo mismo de antes.
–¿Por qué no? Eres injusto.
Burak se enfadó por su por su terquedad. Apretando los dientes se acercó lo suficiente como para quedar a centímetros del rostro de ella.
–Vuelve a meterte a mis aposentos sin permiso y vamos a tener problemas.
–Bien, bien como digas– dijo ella bajando el rostro.
–Mi Rey– dijo Amy apareciendo de atrás. Burak al verla carraspeo un poco su garganta, tomó rápidamente distancia de Olivia y volvió a tomar a su pequeña en sus brazos.
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–¿Qué son estas rocas?– preguntó Astria.
En el medio del jardín entre todas las hermosas flores y árboles, había unas enormes rocas como un huevo gigante. Tan grandes que ni Burak podía verle la cima.
–Son mágicas– dijo Gina.
Enterradas entre el pasto habían 6 de ellas repartidas por todo el lado sur del jardín. Astria pensó que eran obra de los Reinos de las montañas, así como Sam tenía sus piedras mágicas traídas de allá, estas podrían ser también contenedores de energía o magia.
Astria quedó curiosa al verlas y estiró su mano para tocar una de ellas.
–Mi Reina hermosa, no haga eso– dijo Reiga llegando a su lado y calmadamente tomó su mano con la suya. Astria se sorprendió por su proximidad– ¿Usted no sabe las leyendas de las piedras?
–No General– dijo ella mirándolas– ¿Las hicieron ustedes?
–General– dijo Gina saludándolo, pero poso sus ojos en las manos que aun sujetaban la mano de su reina. Luego lo miró con el ceño fruncido, él enseguida soltó a Astria pero ignoró su presencia.
–No Reina Astria, le contaré un poco, pero por favor llámeme solo por mi nombre– Reiga observándola de cerca, supo lo afortunado que era Burak. La mujer era más hermosa viéndola con más atención. Mojó sus labios lentamente y sonriéndole empezó a relatarle la leyenda que tenían estas enormes rocas– Se dice que hace miles de años en la tierra hubieron gigantes, tan grandes como el propio Castillo y cuando estos dormían se volvían una roca para desaparecer de la vista de las personas.
–¿Son Gigantes?
–Sí, gigantes en un eterno sueño.
–Pero, ¿Es verdad?
–Puede que sí, o puede que no. Las leyendas son historias contadas o inventadas, no se sabe si realmente son verídicas o no– dijo Gina.
–Quizás solo pueden equivocarse. La leyenda de Átkozott decía que controlaban los objetos, pero la verdad era que solo los de Sangre real pueden, por lo tanto, no estaban tan mal– dijo Astria mirando a Gina.
–Si mi Reina Astria, pero no sabemos. Venga conmigo– dijo él tomándole una vez más de la mano– le contaré algo más interesante sobre los gigantes.
Astria lo siguió hasta adentrarse entre unos matorrales, haciéndole una señal a Gina, la soldado trató de mantener la calma mientras los siguió a una distancia prudente. No tardaron mucho cuando llegaron a una estatua de mármol junto con una gran roca. La Reina no dijo nada, miró la hermosa estatua que estaba sobre una plataforma pulida en piedra.
La estatua era de un hombre, vestido con armaduras y una capa que caía elegantemente por su espalda. Tenía su mano en la empuñadura de una espada, la espada estaba desenvainada a media funda y en su hoja unos escritos que ella no entendía.
–Es una lengua antigua, significa "Un halcón no muere, sino que vuela más alto"
–¿Quién es?– preguntó mirándole el rostro. El hombre tallado tenía un hermoso rostro, pero se veía como un hombre temible. Tenía una barba recortada y un pelo revuelto como si el viento aun lo peinara.
–Es un Rey. Se dice que este Rey hizo un pacto con un gigante, los gigantes eran peligrosos, no conocían las emociones y sentimientos de la gente, es por eso que este Rey cambio parte de su vida para enseñarle al Rey de lo gigante lo que era ser un humano.
–Se dice que el primer Átkozott se creó de la sangre de este hombre– dijo Gina sonriéndole.
–¿Es solo un humano?
–Sí, es la parte humana que se dio para que nosotros naciéramos.
Astria admiró la estatua, era un hermoso hombre, se lo imaginó de carne y huesos por unos momentos preguntándose como había sido en realidad. ¿Cómo era el color de su piel, sus ojos, su pelo? ¿Se hubiera parecido a Burak?
–¿En qué piensa?
–Que era muy bello.
–Oh... guardaré su secreto, seguramente a Burak no le gustaría escuchar aquello. Entonces me permitiré decirle que usted también es una mujer muy hermosa.
–General Reiga, debo decirle que me incomodan ese tipo de comentarios si viene de otra persona que no sea mi esposo– dijo Astria mirándolo con seriedad, Gina no intervino, su reina no necesitaba quien la defendiera en estos casos.
–No se ofenda, solo es que aún me sorprende el tremendo animal que tiene a su lado. Debió ser difícil acostumbrarse a él.
Astria lo miró unos segundos sin mostrar alguna expresión en su rostro, luego, bajó la mirada y dio unos pasos en otra dirección. Los hombres siempre se sienten superiores a otros cuando tratan de cortejar a una mujer. Astria ya había escuchado este tipo de comentarios como si su esposo fuera la peor cosa.
–Oh vamos Astria, no te enojes. Permítame terminar de relatarle las leyendas.
–Solo si me asegura que hablaremos únicamente de las piedras.
–No puedo prometer eso, pero lo intentaré.
Próximo Capítulo 51.- Incomoda.
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Me quede impresionada de tantos lugares que me dijeron que me leen. Increíble, creo que había un empate de Colombia y Venezuela jiji Saludos desde Chile
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