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49.- Una pequeña luz verde.

Edgar estaba preocupado, después de comprender lo que Hunur posiblemente hizo era bastante grave y ponía en riesgo a su propio Reino teniendo a Burak investigando todo el asunto. La única opción que tenía era apoyar a su amigo, después de todo conocía como era Hunur y si estaba involucrado no sé detendría hasta lograrlo.

Se preguntó si realmente ¿Debía haberlo tenido más bajo control? Parte de él ya había asumido su participación, a pesar de que aun Burak no encontraba a sus ayudantes y mucho menos la llave para entrar a la torre del hechicero, sabía que no tardaría mucho en obtener lo que había venido a buscar.

–No mencionen nada de los ayudantes de Hunur y mucho menos que estuvimos entretenidos anoche– dijo Burak mientras caminaban al salón.

–Si Señor– dijo Bruno

–¿Por qué tanto misterio?– pregunto Edgar– ¿Encontraron algo?

–Dijiste que Reiga estará en esta reunión– dijo Burak mirándolo– Algunos de los ayudantes de Hunur viven en su mansión

–¿Qué?

–Es tu Reino Edgar, es tu hechicero, es tu General– gruño Burak mostrándole los dientes– y no tienes idea de nada.

–Lo siento Burak, después de lo que hizo Hunur, él ha cumplido con todo. El tiempo solo favoreció a que por sus acciones yo le entregara cierta libertad, él nunca me dio indicios para desconfiar de él.

–No tienes el control de las cosa y eres Rey. Eres patético realmente– dijo Burak abriendo las puertas y entró al salón.

Burak y Edgar eran buenos amigos, siempre lo habían sido desde pequeños pero cuando cada uno tomó el puesto y título de Rey, su amistad no podía entrar dentro de lo que cada uno debía hacer con su Reino. De Rey a Rey, Burak no dudó en mostrar su descontento con Edgar, mientras caminaban hacia la reunión la amistad no reinó entre ellos sino eran dos Reyes dispuestos a hacer todo lo posible por sus propios Reinos.

–Burak– dijo un hombre poniéndose de pie y sonriéndole.

–Cedric– su hermano no dudo en llegar a su lado y estrecharle un fuerte abrazo– ¿Estas bien?

–Claro que sí. Llegue hace unas horas.

–Mi Rey el Príncipe ya está al tanto de todo– dijo Bruno.

–Perfecto.

Las conversaciones fluyeron lentamente, Edgar comprendió que si tocaba los temas que Burak había dicho podía arriesgar todo los planes de Átkozott, había una leve sospecha que Reiga también podía estar involucrado al darle alojo a uno que otro sirviente de Hunur. Lo que menos quería era estar en conflicto con el Reino hermano.

Había un secreto que no muchos sabían de aquel hechicero. Hunur pagaba y servía a Edgar y Mery hasta que su muerte llegara. Un pacto parecido al que tenía Sam con Átkozott.

Hace 21 años atrás el Reino de los bosques vivió una de las traiciones más impactantes para toda la comunidad. Cada vez que un Elfo de sangre pura nace, las piedras gigantes que escondían en los jardines traseros eran iluminadas mágicamente, pero el nacimiento que tuvo la Reina Elvira causo un impacto profundo ya que no hubo cambio en las piedras cuando dio a luz. La bebe que nació carecía de muchos rasgos elfos y a medida que creció su cabellera rojiza evidencio a un más la infidelidad de la propia Reina.

Contrario a lo que había ocurrido con Astria el Rey tardo unos meses en perdonar a su Reina y aceptó de igual manera criar a la pequeña como una genuina Princesa. De la boca de la misma Reina se descubrió al culpable de aquella acción y hoy Hunur llevaba las cicatrices en forma de lágrima en su rostro, demostrando a todos que había cometió traición al Reino.

Hunur era el verdadero padre de Olivia.

La Reunión terminó de forma tranquila, pero Burak no estaba contento. Había muchos temas importantes que tocar pero con Reiga presente aquello fue imposible. Edgar debió haberlo mandado afuera pero nunca lo hizo, Burak hizo solo dos preguntas para después echarse en la silla y comenzar a jugar con una pequeña daga.

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–¿Cómo te fue?– preguntó Mery al ver a Edgar llegar a la habitación

–Terrible– dijo dejándose caer en la cama– Está enojado, NO, está furioso. Tomó la misma maldita actitud que pone cuando ya ni siquiera escucha la conversación, pero fue mi error... Reiga no debió estar.

–¿Reiga? ¿Por qué el haría problemas?– Mery pendiente de su esposo se acercó sentándose en la cama y el rápidamente levanto la cabeza para apoyarla en sus muslos.

–Los sirvientes de Hunur viven en su Mansión.

–¿Reiga está involucrado?

–No lo sé mi amor, si lo hubiera sabido antes- Edgar observo a su esposa desde su posición mientras ella dulcemente le hacía cariño en su pelo. Ambos estaban preocupados, la relación que tenían con Átkozott no podía romperse por algo que estaba fuera de sus manos.

–El problema no es tuyo Edgar, el problema fue de Burak por no informarte lo que había encontrado.

–Hermosa Reina mía, si fuera un buen Rey yo sabría de esa información desde mucho antes.

–No te presiones, hay que hacer lo posible para que Burak no desconfíe de nosotros, ayudarle con lo que necesite, dejar que busque y encuentre- dijo Mery.

–Si lo dejo, tendremos cadáveres por toda la ciudad. Estaba pensando que debería ir con él.

–No mi Rey, nuestra responsabilidad es con nuestra gente, nuestro Reino, debemos ser imparciales hasta que tengamos pruebas para los juicios. Estoy segura que Burak encontrará esas pruebas, tenle fe mi amor.

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Pasaron tres días donde Burak anduvo perdido, Astria dormía sola pero cada vez que despertaba lo veía allí durmiendo, en algún momento de la noche volvía como un ladrón a su habitación. Ella sabía perfectamente que andaban en busca de los hombres de Hunur, ya sabían dónde estaban dos y pronto habían descubierto donde estaba el resto.

–Gina.

–¿Si mi Reina?

–Tú debes saber ¿Puedes decirme si Burak saldrá también esta noche?

–Lo hará mi Reina, ayer llegó más temprano así que espere verlo para el almuerzo. La Reina Mery está organizando un almuerzo rápido para luego participar en un paseo a los jardines traseros.

–¿Los jardines traseros? ¿Los abrirán?

–Si mi Reina, estoy segura que le encantara.

–Estaré con Amy donde siempre, ve a buscarme para el almuerzo.

–Por supuesto– dijo Gina bajando su cabeza y luego se acercó a Amy para hacerle morisquetas a la pequeña Princesa que no dudo en formar una sonrisa en su rostro.

–Ay, me encanta– dijo Gina derritiéndose por Selene. Su lado rudo y estricto se esfumaba con solo ver a la hija de Rey.

Astria podía haberse molestado por las desapariciones de su esposo pero sabía muy bien que el tema era bastante delicado. Contrario a sentirse mal, aprovechaba todas las mañanas para observarlo sin despertarlo, lo amaba tanto que luchaba con sus fuerzas para no caer en la tentación de molestarlo hasta que despertara. Era evidente que llegaba cansado ya que al mover la cama no despertaba con facilidad.

Burak si hubiera dormido solo hubiera sido distinto pero sentía mucha comodidad dormir con Astria a su lado, olvidando incluso estar alerta y despertar al mínimo ruido o movimiento. Sus pesadillas ya no eran tan recurrentes.

Cuando llego la hora, Gina fue a buscar a Astria para que se presentara al almuerzo, Amy había subido con Selene a la habitación así que solo fueron las dos. Al entrar al salón había bastantes caras desconocidas, supuso rápidamente que los nobles del Reino también habían asistido ya que los jardines traseros no siempre se abrían para el público.

Mirando a su alrededor notó a un hombre vestido elegantemente cerca de las ventanas, le llamó la atención la joyería que llevaba en sus dedos y una pulsera de oro.

Astria no había visto a aquel hombre, parecía también ser una mezcla con Átkozott pero sus ojos no eran del todo amarillos sino de un pardo brillante que le hizo acordar el atardecer. Sus orejas eran puntiagudas y su piel no se asemejaba a un elfo.

–¿Quién es?– preguntó Astria mirando a Gina. Está rápidamente bajó su mirada hacia ella y le contestó mientas ambas miraban al soldado.

–Es uno de los Generales del Reino. Su nombre es Reiga.

–Es el hombre que estaba con Mery el día que salí con Burak– susurró acordándose.

–¿Ya lo había visto?

–Sí, solo que no lo había visto con determinación.

–Mi Reina– dijo Gina mirándola con una sonrisa– la piedra de su cuello se ve hermosa en color verde.

–¿Hermosa...?– dijo mirándose y el collar que le había dado Mery cómo regalo de bodas había cambiado de color. Eso solo significaba una cosa...

–Usted puede preñarse cuando la piedra tenga su color más fuerte.

–Gina– dijo Astria agarrándole el brazo– no hables tan fuerte.

Gina soltó una leve risita mientras acercaba su rostro más cerca de Astria.

–Debe hacerlo, así sus hijos se criarán juntos en edad.

–No, no quiero aún– dijo Astria pero al escuchar sus propias palabras se sintió temerosa. Lo que decía Lucia, su predicción sobre su hijo que no nacerá hizo que rápidamente buscará con su mirada a Burak.

"No quiero perderlo"

El sentimiento de vacío inundó su cuerpo, pensando en el día en que Burak perdería la vida definitivamente. Recordó el día que asumió su muerte, entre lo más oscuro y frío del Castillo de Átkozott.

Llevó rápidamente su mirada buscándolo entre la gente y lo encontró hablando con Mery cerca de la puerta principal.

–Mi Rey– bajó la cabeza Gina al acercarse.

Astria sonriéndole a Gina no dudo un segundo en tomar su mano y entrelazar sus dedos firmemente con la mano de él. Burak mirando a su alrededor se inclinó a ella y le besó su cabellera mientras acercó su rostro al de ella.

–¿Todo bien?

–Sí– contestó ella e instintivamente apretó su mano sintiendo toda la palma de su esposo en la suya.

–Te ves hermosa Astria, cada día te pones más atractiva– dijo Mery– Estaba comentándole a Burak que abriremos las puertas de los jardines traseros para que puedan dar una vuelta al término.

–¿Jardines traseros?– dijo mostrando asombro aunque aquella información ya se había divulgado.

–El Castillo de los bosques tiene uno de los jardines traseros más hermoso de todos los Reinos– dijo Burak– estoy seguro que te encantará.

–¿Iras conmigo?– preguntó mirándolo mientras le sonreía. Burak le hizo un leve cariño con el pulgar de su mano antes de contestarle

–Claro que sí.

–Reina Astria– dijo la voz de un hombre acercándose. Ella se giró y observó al soldado de recién– Estaba esperando poder conocerla– agregó bajando su rostro.

–Astria– dijo Burak– él es Reiga uno de los Generales. Soldado ella es mi esposa– no pudo evitar no acentúa la palabra "mi" mientras cambiaba la forma en la que miraba al soldado.

–Un gustó General– contestó Astria.

–El gusto es todo mío– agregó dándole un beso en la mano cortésmente.

Burak envolvió su brazo en la cintura de su esposa mientras Reiga agradecía la oportunidad de conocer a la Dama Blanca se Átkozott. Astria por otro lado después de escuchar sus agradecimientos perdió el interés en el hombre y se dirigió a Mery, claro que el hombre no dejó de contemplarla.

–Burak, me encanta que te vistas de esa forma tan ligera– dijo Olivia acercándose y tomando su brazo izquierdo– ¿Irás a los jardines?

–Iremos todos Olivia– contestó Mery jalándola hacia el otro lado de ella y alejándola de Burak.

–Reina Mery– reclamó ella, pero la mujer solo le frunció el ceño para callarla.

El ruido de la gente conversando se había esparcido por todos lados. Había dos mujeres tocando un instrumento de cuerdas que daba una melodía tranquila y muy hermosa.

–Mi Rey– dijo Bruno acercándose– me permite un minuto.

Burak miró a Astria como si buscara su permiso y ella rápidamente le soltó la mano diciéndole– Ve.

Burak apartándose un poco con su soldado se fue hacia un rincón para hablar con tranquilidad, Gina pronto se unió a ellos.

Astria siguió conversando con Mery sobre cómo su Reino tenía uno de los mejores jardines, pero ella de vez en cuando miraba a Burak. Quería saber que estaba pasando, que era lo que Bruno debía informar, y sobre todo que habían descubierto. Ya se hacia la idea de que sus hombres habían estado investigando la información que Burak y ella habían descubierto en la posada. Lamentaba el hecho de haber obligado a su esposo a aceptar su compañía aquella noche, era entendible que ahora quisiera desaparecer solo.

Burak se mostró atento a sus soldados, Astria estaba leyendo toda su expresión en su rostro y su expresión corporal. Fue cuando Burak abrió más los ojos y levantó las cejas, asombro.

–Reina Astria– la voz de un hombre sumamente conocido llegó desde su espalda.

Frunciendo el ceño sin pensarlo mucho redirigió rápidamente la energía a su mano derecha y giró lentamente.

–Cedric– dijo y una sombra negra cubrió su rostro. Mery rápidamente se dio cuenta que entre Cedric y Astria las cosas habían cambiado de mala manera.

–Reina Astria, no vine a causarle problemas por favor deme de su tiempo. Tengo algunas cosas que debo decirle.

–No quiero escucharte.

–Astria– dijo Mery posando su mano en su hombro– Puedo entender que entre ambos las cosas no están bien– dijo en voz baja para que los demás no escucharán– pero creo que está vez realmente deberías darle una oportunidad para escuchar lo que te tiene que decir. Los Átkozott no son muy buenos para disculparse y menos mostrar esa cara.

–Mery tú no sabes que es lo que ha hecho– Astria miró a Mery con enojo, la Reina Elfa nunca la había visto poner esa cara pero no le molestó.

–Piensa y habla siempre con lo que está aquí– dijo tocando su cabeza– no con tus sentimientos. No hagas lo que tú Rey hace con facilidad.

Astria sintió que Mery tenía razón, estaba enojada y era capaz de defenderse allí mismo delante de todas las personas. Su mano pronto se relajó al comprender sus palabras. Giró sobre ella para mirar atrás y Burak la estaba observando desde su rincón.

–Te escucharé pero no por mucho tiempo– dijo mirando a Cedric y caminó hacia un pequeño balcón que llevaba a la escalera de los jardines principales.

Una vez afuera, Cedric la siguió y esperó que ella lo mirara y así fue, pero Astria no cambio su mirada.

–Habla ya.

–Yo solo... Quería disculparme con Usted– dijo arrodillándose frente a ella– nada justifica mi comportamiento. Yo merecía ser castigado para darme cuenta de mis errores.

–Eso no cambia las cosas.

–Si mi Reina, si lo hace al menos para mí. Yo estoy arrepentido y pienso demostrarle a usted que jamás la traicionaré. La respetaré como mi Reina, y eso será más importante para mí que ser la Dama Blanca de Átkozott.

–Quiero acciones Cedric, no solo palabras. Con el tiempo espero volver a verte como el Príncipe y como mi cuñado, pero ahora solo eres la basura que trató de lastimarme.

–Lo sé– dijo bajando más el rostro– Le aseguro que lo verá y no me detendré hasta obtener su perdón

Cedric ya no se sorprendía, Astria sin duda había cambiado, jamás lo había llamado basura, ni dicho palabras ofensivas hacia él, aquello solo le aseguró lo enojada y dolida que ella estaba. Debía esforzarse, después de todo eran familia de esas familias que nunca surgirá una distancia en ellas.





Próximo Capítulo 50.- Piedras Gigantes.

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Queridos lectores
¿Desde que lugar me leen?

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