Astria nuevamente se miró al espejo una vez que quedó sola. El vestido era diferente a los que estaba acostumbrada, a diferencia de los suyos, este se abría y se cerraba por delante. Un corsé del mismo vestido apretaba su cintura junto con sus senos para que se vieran redondos y elevados.
No le costó nada sacarlo, tiró de las amarras y el vestido rápidamente se soltó cayendo lentamente por su cuerpo.
Completamente desnuda se miró, su cuerpo no era ni la pisca de lo que había sido antes, había subido de peso y ya no tenía una cintura tan delgada. Poco a poco se iba pareciendo a las mujeres de su propio reino y no las mujeres fuera de él que restringían sus propias comidas.
Se amaba después de todo, así como se veía se sentía viva. Sonrió y luego volvió a bajar el rostro amargamente dándose cuenta que lo que había dicho Burak era cierto.
–Dios– susurró para sí misma. Pensó que debía dejar de pensar tan negativamente, las cosas podían haber salido peor después de todo.
Hoy tenía a Burak vivo, aunque no era la persona que era antes, él respetó su matrimonio y ahora se llevaban de mejor manera. Debía estar agradecida.
Caminó lentamente a dónde estaba él, abrió con cuidado la puerta y le pudo ver justo frente a ella. La pequeña cascada que caía de la piedra estaba mojándole los hombros y parte del pelo. Estaba sentado con el agua hasta el pecho y tenía sus ojos cerrados.
No sé movió de allí. Astria bajó lentamente los peldaños de la bañera y entró en el agua. Sabía perfectamente que él ya sabía que ella estaba allí, era imposible que un animal como él no se diera cuenta.
–Olivia vino a buscarte– dijo mientras se refregaba los brazos.
Burak lentamente abrió los ojos y frunció un poco el ceño. Su mirada era tranquila pero sus orbes dorados brillaban como el sol de forma ardiente. Tal cual como lo hace un depredador sin rival.
–No me mires de esa forma– dijo Astria al notar su mirada.
–¿Qué es lo que ves en ellos?– dijo saliendo de la cascada, se puso de pie y el agua le llegó por debajo del ombligo.
Astria respiró profundo al verlo. Burak se veía mucho más gigante con ella sentada dentro de la bañera. Palabras profundas llegaron a su mente mientras lo veía acercarse con el agua escurriendo por su cuerpo.
"Mi esposo"
–Yo...yo...–Tartamudeo en cuanto Burak llegó frente a ella. Su piel brillaba y de su pelo caían pequeñas gotas que cayeron en su rostro.
–Creo que he soportado mucho esta noche ¿No crees?
–Debes estar cansado– dijo ella tratando de ignorarlo. Volteó dándole la espalda y tomó la esponja que estaba en la cerámica– ¿Quieres que te ayude?– en cuanto tomó la esponja Burak se apegó a ella y le agarró los brazos con delicadeza.
–Eres tan inocente a veces– dijo y sopló aire a su espalda mojada.
–Burak– dijo ella al sentir como su piel se helaba pero el cuerpo del hombre aún era tibio. Toda su parte trasera quedó aprisionada por Burak.
–Sabes que mis ojos brillan más cuando estoy caliente y aun así me das tu espalda– dijo y le mordió levemente el cuello. Su dureza estaba en todo su potencial refregándose pacientemente en los glúteos de ella.
–¿Quién era ese hombre que estaba con Mery?
Astria trató mantenerse firme, no quería volver a caer rendida en sus brazos. La última vez que estuvo con él fue en primavera y de eso había pasado casi un mes, su cuerpo seguía siendo tan débil con el allí, pero hacerlo de mañana donde todos estaban despiertos le ponía aun nerviosa y más en un Castillo que no era el suyo.
Burak por otro lado soltó un leve gruñido largo mientras apoyó su rostro en el hombro de ella. Había tratado de sobrellevar lo que Reiga el General de Edgar había dicho, atesorando a su mujer, pero Astria mostró interés en aquel hombre y eso le molestó grandemente. Sumando a todo los que había tenido que soportar y ver, se dejó llevar por su deseo.
–Burak, espera– dijo ella cuando él le abrió las piernas y posó su miembro entre ellas.
–¿Qué quieres saber de él?
–No lo había visto, te pregunté quién...quien era.
–Es uno de los Generales del Reino– dijo y soltó levemente un gemido en el oído de ella.
Un escalofrío subió de su cuerpo al escucharlo, no iba a poder detenerlo, más bien ni siquiera ella quería que se detuviera. No hubo caricias previas, su entrepierna palpitaba solo por el roce junto a la voz de su esposo, su cuerpo esperando recibir lo que él le podía entregar suspiró al sentirlo. Burak entró en ella lentamente, tan lento que el dolor no llego a ser fuerte.
–Tantos hombres deseándote, no puedes detenerme si tú propio esposo también lo hace. Lo siento Astria– dijo mordiéndole levemente la clavícula– soy un hombre celoso– empujó profundo mientras le tomó el seno derecho.
La fría cerámica se pegó a la piel del estómago de Astria pero ella no dijo nada, se quedó allí mientras Burak lentamente movió su cadera al mismo tiempo que le respiraba en la nuca.
Entrelazando los dedos de ella Burak le besó la espalda mientras el agua comenzó a moverse entre ambos chapoteando y acentuando los golpes que daba la cadera de él junto con los glúteos de ella. Era lento pero a la vez brusco.
–Ahh... No sabe cuánto esperé tenerte así.
–Burak no es mi culpa.
–¿No?– preguntó con un gruñido y empujó fuerte logrando que Astria soltara un leve gritó al mismo tiempo que apretó su mano en la de él.
–Solo eres tú Burak– dijo ella mientras el aire en sus pulmones se iba cortando lentamente. Astria giró su rostro y miró directamente a sus ojos.
Mientras era penetrada lentamente, miró al animal detrás de ella y en cuanto sus miradas se encapsularon pronunció palabras que pensó que nunca le diría al hombre que aún no la amaba.
–Siempre serás tú Burak y te elegiría otra vez– dijo y él se detuvo. Se acercó lentamente a su rostro y pasó su mano por su mejilla de forma cariñosa.
Lentamente y sin dejar de mirarla se acercó más hasta que no hubo centímetros entre los dos. La besó, cerrando sus ojos por primera vez, la besó de forma lenta, cómo si apreciará cada segundo de sus labios.
El sentimiento ya era evidente de parte de él. Astria había vuelto a obtener el corazón de Burak pero era algo que aún no se había dado cuenta. Sobreponiendo un fatídico momento que Burak siempre recordaba, ahora solo sintió como ese calor comenzaba a quemar su interior.
Besándola de esa forma Astria se sintió una vez más flotando y recordando cómo eran los besos de su esposo. Cuando él llegaba a ser así de intenso podía incluso dejarla mareada, inconscientemente se giró y le abrazó el cuello. Sus besos continuaron aumentando más el ritmo, Burak tomándola de la cintura la agarró firmemente y se empujó nuevamente dentro de ella mientras enderezaba su espalda. Astria enseguida tomo más altura.
Embrujándose mutuamente sus labios no se despegaron, mientras el cuerpo de ella permanecía en el aire él la hizo subir y bajar entorno a su eje, mientras sus senos se frotaban con el pecho de él. Astria nunca había sentido a Burak mover sus caderas lentamente por un tiempo prolongado, como si con cada respiración que hacia subir su pecho también hacia mover lentamente sus caderas. Aquello fue único para ambos.
–¡Burak!– la voz de la pequeña mujer entrometida se escuchó al mismo tiempo que la puerta de la habitación fue golpeada fuertemente.
Astria abrió sus ojos y giró su rostro a la puerta pero Burak le tomó rápidamente la mejilla y volvió a besarla, no detuvo sus caderas. Astria no le quedo más que aferrar sus piernas a la cintura de su esposo y tratar de ignorar.
Burak estiró su mano a la puerta que separaba la habitación con la tina y sus luces rojas la cerraron justo cuando la puerta de la habitación se abrió.
–Princesa usted no puede entrar de esa forma– se escuchó la voz de Amy.
–Burak...– gimió Astria preocupada pero el solo la silencio.
–No me rechaces– dijo sentándola en la orilla– no me importa quien está afuera– agregó besando su cuello y bajó a sus senos. Su miembro continuo siendo paciente entrando y saliendo de forma lenta– ahora, dijo el con su respirar agitado– no hagas ruido.
Astria volvió a recibir sus labios y Burak volvió a ser el animal que era. Agarrándola de la cintura aceleró su ritmo, su virilidad dura se empujó profundamente dentro de ella, presionando contra todas sus paredes internas la hizo gemir. Astria instantáneamente se tapó la boca mientras el agarró sus piernas y las puso en su cintura, luego hizo que ella se acostara de espalda en la cerámica mirando el cielo de la habitación.
–Ahh...– soltó ella volviendo a tapar su boca con ambas manos.
Los ruidos de afuera aún se escuchaban, incluso la voz de Gina se unió al parcito de recién pero Burak no iba a dejar a su esposa, hasta que su ardiente deseo se saciara al menos una vez.
Con su cuerpo dando espasmos constantemente, sentía como cada parte de sus poros temblaba cada vez que su esposo llegaba a chocar con ella, Burak entonces le tomó firmemente el seno derecho y Astria pronto perdió la cabeza. Cuando su climax llegó, olvidó donde estaba, y en especial de ocultar el ruido que produjo sus cuerdas vocales cuando dejó escapar un gemido ardiente. Burak se ensaño con ella al escucharla, su semblante no decayó hasta darle unas buenas estocadas más.
–Ahh...mmm– soltó en un tono bajo mientras apretó los muslos de ella. Astria ya conocía su expresión, lo miró arrugar la frente, apretar los dientes sintiendo como se calentaba su interior . Burak se detuvo luego de aquello.
–Burak...– dijo Astria y su esposo la jalo del brazo sentándola para besarle los labios.
–Debería dejarte ahora– dijo aun con su respirar agitado.
Astria le abrazó el cuello con delicadeza y ambos juntaron sus frentes mientras se respiraban mutuamente, su miembro aun le daba espasmos dentro de ella.
–Tengo una reunión a medio día y después vendrá la cena. Deberíamos dormir un poco.
–¿Estás seguro?– le preguntó arqueando las cejas. Burak al escucharla se empujó nuevamente hasta llenarla completa
–Claro que no– dijo con un leve gruñido pero luego le dio un beso en la mejilla controlando nuevamente las ganas de continuar– Debes dormir, al menos cuatro horas.
Burak al ver que Astria asintió con su rostro, se separó de ella y se hundió bajo el agua para luego salir mientras se refregó el pelo sacando el exceso de agua.
–Saldré primero– dijo agarrando una toalla y amarrándosela a la cintura.
La puerta fue abierta de forma brusca, Astria se quedó allí sorprendida por su fugaz momento, insatisfecha y sin palabras, no podía procesar aquello. Pensó que incluso como ella había puesto a prueba a su esposo, él la castigó de esa forma dejándola con las ganas de continuar.
Salió de sus pensamientos cuando escuchó a Burak hablando en la habitación y se preguntaba si la insolente intrusa aún estaba allí.
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Burak en cuanto ingreso a la habitación vio la espalda de Olivia salir por su puerta, ella rápidamente lo escuchó y volteo, pero enseguida alzo la mano y la puerta se cerró sin que ella pudiera volver a entrar a la habitación. Ignorando sus golpes y gritos, se cruzó de brazos y se apoyó en el muro mirando con seriedad a Gina.
–Burak vamos al jardín ya es tarde, si no sales no aprovecharas el día– dijo Olivia– ¿Me estas escuchando? Te vendré a buscar luego.
–Mi Rey– dijo y la soldado rápida bajo la cabeza. Era evidente que estaba molesto, su respirar agitado, su cuerpo aun brilloso y su rostro un tanto enrojecido evidencio su actuar dentro del baño. Aquello solo agravaba el error de la soldado.
Amy al ver a Gina bajando ampliamente su cabeza hizo lo mismo.
–¿No que eres la que cuida el pasillo?
–Lo lamento mi Rey.
–Si no estás cumpliendo con lo que te pedí entonces ¿Qué es más importante que te tiene ocupada?
–Mi Rey ella...– dijo Amy pero al soldado mostrando un rostro asustado la silencio con rapidez.
–¡No va a volver a ocurrir!– dijo sin levantar el rostro.
Astria que ya había salido del agua, no quiso interrumpir, no le gustaba regañar a Gina pero sin duda era algo que debía permitir. Aunque le causo extrañeza lo que la soldado había hecho, Gina siempre cumplía con lo que Burak le pedía ¿Por qué esta vez no fue así?
–Me aseguraré que la Princesa no vuelva a interrumpir– dijo Gina.
–Vete– dijo Burak llevando su mano a su cabello y hecho todo su pelo hacia atrás, su frente quedo descubierta.
–Eres tu quien tiene que hablar con ella– dijo Astria apareciendo mientras que Gina y Amy marchaban.
–Lo haré.
–¿De verdad no debería preocuparme?
–No– dijo secamente mientras volteo a mirarla. Su rostro permaneció un tanto enfadado hasta que ambos se acostaron a dormir
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–¿No que la relación que tienes con el Rey es más estrecha? ¿Por qué no le dijiste la verdad?– preguntó Amy en cuanto cerró la puerta.
–Eso no te incumbe Amy.
–Oh vamos Gina– dijo siguiéndola por el pasillo hacia la escalera.
–Debí pedirle permiso primero eso está claro, además Sam dijo que no estaba cien por ciento seguro, es muy pronto.
–Burak lo entenderá, después de todo es lo que siempre has querido– Amy llegando a su lado le agarró el brazo pero Gina rápidamente soltó su agarre volteando a mirarla de frente con el ceño fruncido.
–Sí, pero yo estoy aquí Amy, yo misma quise venir y cumpliré con todo. Si Burak se llega a enterar no se enojara obviamente pero me apartara de mis funciones. No es lo que quiero.
–Riftan se enojará contigo.
–No, mi esposo no es así.
–De todas formas si Sam te lo confirma debes cuidarte.
–No digas nada a nadie, te lo prohíbo Amy. Después de todo no es como si estuviera enferma.
Próximo Capítulo 49.- Una pequeña luz verde.
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Descargo de una escritora
Tengo que decirlo, odio que se salten los capítulos, tengo lectores nuevos y de un minuto a otro están en el 5 y después de en capitulo 56
Pierden mucho si lo hacen, no entenderán como funciona el poder y el tatuaje del Rey, no comprenderán las conexiones que tienen los poderes de Astria, Lucia y Burak y sobre todo no sabrán que el final de la historia, había sido anunciado desde muy temprano.
*Los detalles pequeños que llevan estas historias son vitales para el desenlace*
Pd: Déjenme llorar, si después de todo no es tan mala la historia, al menos eso es lo que recibo en sus comentarios
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