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47.- Manto de Flores

Llegaron al castillo casi cuando amanecía, sorprendentemente Mery estaba con un grupo de personas cultivando el ala este del castillo. Astria volteó a ver a Burak y con una sonrisa le hizo saber dónde iba.

No se dijeron nada entre ambos, solo con una leve sonrisa, separaron lentamente soltando sus manos. Ninguno olvidaría esta noche, una noche que había dado frutos pero que también había puesto en juego la paciencia y la confianza de ambos.

Burak no dejo de mirarla, a pesar que Gina y Bruno se habían acercado a él y esperaban su atención.

–Mery– dijo Astria al verla. La reina al percatarse de ella se puso de pie limpiándose las manos llenas de tierra en una manta y le sonrió genuinamente.

–¿Ha pasado algo? ¿Cómo es que estás levantada tan temprano?

–Estuvimos algo ocupados– dijo volteando a mirar a Burak– supongo que te contaremos más tarde.

–Lo importante es que están bien y se divirtieron ¿No?

–Tu reino es muy hermoso Mery.

–Sí, bueno estamos a poco de que empiece el invierno, así que estamos plantando algunas cosechas que se dan fácilmente para la baja temperatura. La sequía este año nos tocó fuerte.

Astria plasmó una sonrisa tímida en su rostro, pensando que el reino en si ya era hermoso y lleno de vegetación. Era incapaz de imaginarse que estaban viviendo una sequía con toda el agua que había visto. Seguramente era más un bajo caudal más que una real sequía.

–¿Puedo ayudarte en algo?

–Seguramente podrías– dijo Mery mirándola con una sonrisa– ¿Me mostraras cómo haces crecer una planta?

–¿Solo una?– dijo Astria caminando hacia la tierra y mirándola con una leve sonrisa mientras se alejaba.

Mery, no tenía idea de los progresos, que Astria había hecho desde que la había visto antes de la boda y esperó pacientemente que ella le mostrara lo que había logrado.

–Mi reina– dijo un hombre acercándose a ella. Estaba vestido con la armadura del Reino pero llevaba una capa roja en su espalda.

–Reiga– contestó ella saludándolo.

El ejército, que el reino de los Bosques había mandado a la frontera al Reino de las montañas, había llegado en ese mismo momento y Reiga, era el general de aquel grupo.

–Definitivamente el clima de aquí es más agradable– dijo mirando las plantaciones.

–Llegas un poco más moreno por lo que veo– dijo la reina mirándolo con una sonrisa– ¿Ya has hablado con mi esposo?

–No mi reina iba caminó hacia el castillo. Veo que tenemos visitas ¿Hay algo importante que deba saber?

–Sí, has estado mucho tiempo fuera, sería bueno que te pongas al tanto de las cosas poco a poco.

–Sí mi reina.

Mientras conversaban, la gente que estaba en los cultivos miró con atención a la mujer de cabellos rojizos que se paró en el medio de todos. Se levantó las mangas de los brazos y se hincó en la tierra. Mery la observó, recién ahí Reiga mirando a su reina llevó sus ojos hacia Astria, por su piel blanca supo enseguida que era la Dama Blanca de Átkozott.

–Dioses– susurró al verla– ¿Es ella?

Astria confiada en todo lo que era, respiró profundamente, concentró su energía en su interior y cerró los ojos unos minutos. Cuando los abrió frunció levemente el ceño y redirigió la energía a sus manos. La luz iluminó rápidamente sus brazos bajando por ellos y llegando a sus manos.

Unos pequeños destellos de luz azul llegaron a tierra y se esparció como un manto de agua que cubrió todo lo que sus ojos veían. Cuando despegó un poco las manos de la tierra húmeda, las semillas que habían estado plantando brotaron como si su crecimiento saliera del transcurso normal. Hermosas plantas sobresalieron lentamente por la tierra cubriendo todo de colores, incluso la poca maleza que había quedado también emergió y floreció.

Mery dibujo una enorme sonrisa al ver, que lo que ella había querido, su amiga lo había hecho en cosa de minutos y el recuerdo de Lucia llego a su mente. Todos los presentes se pusieron a reír a soltar gritos de emoción al ver la hermosa escena. Astria orgullosa sonrió mientras se limpiaba las manos.

–Ella es asombrosa...– dijo el general anonadado por lo que acababa de hacer. Cómo todo ser mágico Astria era algo único, después de 20 años a su mirada aquella mujer despertó toda la curiosidad de aquel hombre.

–Lo es– dijo Mery mirando a Astria.

–Yo... Dioses, ¿Sería muy difícil solicitar el permiso de desposarla?– dijo tocando su pecho. Seguramente su corazón corría a todo ritmo mientras su respirar se mantenía emocionado. Embriagado por la magia natural y única de aquella mujer sus palabras salieron sin filtro.

–¿De...de qué?– preguntó Mery asombrada y giró para mirarlo a los ojos. El hombre no sacó su mirada de Astria.

–Mery– dijo Burak acercándose.

Reiga lo vio acercarse, se había olvidado de lo aterrador que era el rey de Átkozott. Hacía tiempo que no lo había visto y a medida que pasaba el tiempo Burak parecía que crecía más o era él que sin darse cuenta se encogía.

–Rey Burak– dijo la reina y luego miró a su hombre. Prefirió no decir nada solo para burlarse después.

–Rey Burak tanto tiempo– dijo el general bajando su rostro y evitó mirarle a los ojos.

–Reiga, ¿No te hacía en las montañas?

–Llegue hoy, no sabía que estaría usted de visita.

–Llegamos hace poco también– Burak no dudo en posar sus orbes hacia su mujer, mientras ella conversaba con algunas mujeres que habían estado sembrando la tierra.

–Ella es hermosa– dijo Reiga y luego carraspeó su garganta– usted es el rey de Átkozott ¿Qué dice el templo de una Dama Blanca con un Elfo mixto?

Burak frunció levemente el ceño pero no mostró malestar, giró su rostro y miró a Reiga quien no sacó la mirada de Astria. Luego, miró a Merry que estaba apretando los labios aguantandose la risa.

–¿Específicamente para qué?– dijo mirándolo con una leve sonrisa pero el tono de su voz bajó de tono.

–Usted me conoce hace años, mi reina sabe que soy un buen hombre. No me andaré con rodeos, ¿Ella puede ser desposada por un elfo cómo yo? Está bajo tu mando mi rey Burak– dijo Reiga mirándolo con seriedad.

"Enamorado a primera vista" fue lo que Reiga sintió en su interior. La figura que tenía Astria a pesar de estar cubierta con un abrigo negro podía llevarse la mirada de muchos.

–¿Cuántos años tuviste fuera?– preguntó Burak con tranquilidad.

–Casi dos años– dijo Mery– es normal que tengas esa reacción Reiga, pero hay unas cosas que no sabes– dijo Mery.

Burak soltó una leve risita mirándola y luego le dio unas palmadas en el hombro derecho del hombre.

–Que tengas un buen día soldado– dijo Burak, luego miró a Mery– y tú, eres cruel– le dijo a ella.

Burak con tranquilidad se fue caminando hacia Astria, su gran espalda enorme fue lo que evitó que Reiga siguiera mirándola.

–¿Qué es lo que no sé? ¿Ella ya está casada?

–Sí Reiga– dijo Mery mientras arrancó una leve flor morada entre sus dedos.

–Maldición.

–Astria no solo es la Dama Blanca de Átkozott– dijo mientras miraba como Burak llegó al lado de ella– también es la reina de Átkozott.

–¿Reina?– dijo Reiga mirándola, fué cuando Burak llevó su mano y le acarició la mejilla a Astria, dándose cuenta recién de lo que había dicho Mery– ¿Es la esposa de Burak? Ohh... Reina Mery ¿Por qué me hace esto?– agregó sintiéndose completamente avergonzado. Agradeció que Burak no se molestara por sus palabras.

–Eso te pasa por hablar estupideces antes de investigar las cosas, estuviste mucho tiempo fuera como para saber de esta nueva parejita. Se nota que estuviste sin mujer estos años.

–Mi reina.

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–Has hecho un buen trabajo– dijo Burak llegando al lado de ella.

Ella le sonrió rápidamente al verle y mientras lo hacía, las mujeres que estaban con ella bajaron sus cabezas dejándolos solos.

–Deberías tomar un baño– dijo él. Astria tenía la mejilla con tierra y Burak no dudo en limpiarle lentamente con el pulgar.

–Pide un deseo y sopla– dijo ella mostrándole un diente de león en su mano. Mirándolo, se lo acercó a su rostro.

Burak solo la observó sin decirle nada. Parecía una pequeña niña manchada de tierra jugando a pedir deseos a los dientes de León. Claro que nadie sospecharía que bajó ese gran abrigo había una mujer vestida inadecuadamente para una reina como ella y se sintió afortunado de la mujer que tenía frente. Después de todo Astria aún era una joven mujer de 23 años.

Astria se le fue poco a poco el entusiasmo al ver que Burak la dejó con el brazo estirado pero cuando lo fue bajando, él le tomó la mano que sujetaba aquel diente de león. Fue entonces que Burak lentamente llevó sus ojos hacia el objeto, tomó aire y lo sopló lentamente. Cada semilla sujetada a aquel tallo se fue soltando y se esparció por el aire. Astria sonrió fijando sus ojos en las semillas que flotaban lentamente y luego, bajó su mirada.

–¿Qué es lo pediste?

–¿Por qué ocultas esa parte tuya?

–¿Qué?– Burak rápidamente le agarró el mentón y le subió el rostro para mirarla a los ojos.

–Disfrutas de estas cosas, ríes, te emocionas, pero cada vez que lo haces te apagas como si reprimieras los que sientes.

–No hago eso– dijo ella apartando su rostro de la mano de él.

–No creas que no te he observado.

–No lo entenderías Burak– dijo dándole la espalda. Burak rápidamente la siguió al interior del Castillo.

–Creo que es algo que deberíamos conversar.

–Dime que pediste.

Astria sabía a qué se refería Burak y era cierto. Cada vez que se sentía feliz o cuando disfrutaba de algo, no podía evitar pensar que ese sentimiento era pasajero, algo ocurriría para cambiarlo y volvería a sentirse insuficiente e infeliz. Nunca pensó que él se daría cuenta, siendo que no tenía memoria de como ella había sido antes.

Trató de dejarlo pasar, no era algo que a Burak le interesaría, aunque ahora se mostrara con sentimientos por ella, ella pensaba que solo lo estaba aparentando para tenerla entre sus piernas.

–Que mis recuerdos volvieran–dijo él. Astria rápidamente se detuvo. Volteó lentamente a mirarle– quizás así podría ser mejor esposo para ti.

Astria suspiró fuerte, ella si podía haber sido dura con él, se arrepintió de su trato. Dejando sus pensamientos negativos a un lado, evitó el tema mientras dio un paso a él y puso su mano en su mejilla derecha.

–Fue una noche divertida, no pensemos en eso. Subiré a bañarme.

–Vamos juntos.

–Solo si te comportas.

–Claro que sí.

Burak subió siguiéndola, no podía apartar su mirada de la figura trasera de su esposa. La noche había tenido que aguantar ver cómo la tocaron e incluso besaron y además Reiga no tuvo problemas de mencionar sus intenciones.

Estaba tranquilo por fuera, pero por dentro, sentía la necesidad de no apartarse de su lado, parte de él quería marcarla y enterrarle los dientes hasta que sangrara.

–Mi reina– dijo Amy que estaba vistiendo a Selene en la cama.

–Buenos días Amy ¿Cómo ha pasado la noche?

–Tranquila mi reina, ella ha dormido bastante bien. Se entretiene bastante con las luces.

–Me bañaré primero– dijo Burak.

–Mi rey– dijo ella bajando su cabeza– les prepararé el agua.

–No te preocupes, lo haré yo– dijo Burak y después de regalarle una sonrisa a su pequeña entró a la habitación donde estaba la tina.

–¿Todo bien mi reina?

–Amy, solo llámame Astria– dijo ella riéndose y se sacó el abrigo de encima.

Amy contempló a su reina con gran asombro, abrió su boca y respiró fuerte. El vestido de Astria obviamente no era para una reina.

–Solo dilo– dijo ella riéndose y mirándose al espejo.

–Debió haber tenido una buena noche.

–Sí, de esas que no repetiría.

–Astria sabes que no tengo problemas de cuidar a esta hermosa princesita, así que vaya y entre a bañarse con su esposo.

–Amy– dijo Astria avergonzada por lo que su dama le pedía.

–Sí Astria, usted debe ganarse el corazón del Rey, he visto un cambio en él hacia usted, pero no debilite.

–¿Por qué dices eso?

–Ayer por la noche vino la Princesa Olivia a buscar a su esposo, seguramente no tardará en buscarlo hoy en la mañana.

–Dios esa mujer.

–Es una niña que no sabe su lugar, y aunque el rey la ve como una hermana pequeña estoy segura que ella no lo toma de esa manera.

–Hablaré con ella pero y si ¿Burak se molesta?– susurró en voz baja.

–Convérselo, usted es su esposa y el rey respetó eso desde el primer minuto.

–Lo sé.

–Vaya, yo saldré a buscar alguna manzanita cocida para poder darle a esta lindura. Volveré después.

–Gracias Amy– dijo dándole un beso en la frente a su hija, no quería ensuciarla pero le fue inevitable no tocarla.



Próximo Capitulo 48.- Un Animal Celoso.



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No, ni siquiera lo mencionen, hasta el Lunes :D jajaja

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