46.- Puesto a Prueba
La noche fue pasando tan lentamente que a poco ambos habían perdido la esperanza, pero justo cuando está estaba agotándose la paciencia de Burak, la puerta de la entrada se abrió y entraron 6 soldados con armaduras relucientes. Un hombre grande y ancho se acercó rápidamente al mesón, sonriendo con el hombre que servía el alcohol se encaminó hacia la oscuridad.
–Hey– dijo con una voz ronca. Se paró al frente de la mesa donde estaba Burak y Astria mirándolos con superioridad– el tabernero me dijo que estabas buscando alguna información.
–¿Tu eres?– dijo Burak bajando un poco el rostro.
–Soy el que comanda este grupito y estoy a cargo de este lugar de la ciudad, mi nombre es Diego ¿De dónde vienes tú?
–Soy un forastero.
–Supongo que ella es el intercambio, la aceptaré con gusto. Tendrás tus respuestas cuando vuelva.
–¿Cómo voy a saber si cumples con tu palabra?
–¿Ves a esos hombres de allí?– dijo apuntando a sus soldados– ellos no se irán hasta que yo literalmente acabe– dijo riéndose– entonces...– agregó estirando la mano hacia Astria.
Ella se puso de pie lentamente mientras volteó a mirar a Burak, ella supo que su esposo estaba aguantando y su respirar era tan profundo que podía notar como su pecho subía y bajaba.
Aun así, se acercó al soldado que rápidamente la tomó de la mano, agarrándole también fuertemente la mandíbula y la besó.
Cuando Astria volvió a mirar a Burak él ya se había puesto de pie.
–Hey tranquilo. Quédate aquí, estaré en la habitación 6, espera hasta que te la regrese.
Astria marchó mientras Burak se volvió a sentar y pateó la mesa mientras se peinaba el pelo y se secaba el sudor de su frente. Sus instintos recorriendo frenéticamente su cuerpo hizo que tratará de respirar profundo. Quería ir por ella, el aura de aquel rincón se hizo pesada e intensa. Ninguna persona se acercó a él en ese estado.
Después de Luna llena de Primavera, Burak comenzaba a ver con más propiedad a Astria, sus sentimientos a aquella mujer diminuta se habían fortalecido y comenzaba a entender porque se había enamorado de ella en un principio. Sumándole lo que había dicho Mery, pensó que la mujer Elfa podía tener la razón ¿Por qué estaba tan furioso? ¿Por qué solo quería a esa mujer para él?
Astria antes era una mujer suave y delicada como todos le habían dicho, pero ahora, teniendo el valor de marcharse con un hombre desconocido que sin duda la violaría, hacía que aquella mujer tuviera más valor que cuando la conoció.
Cada segundo le fue eterno, ¿Cuánto podía esperar?
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Mientras Astria caminaba junto con el soldado naturalmente volvió a llamar la atención de los hombres de allí, pero al ver al soldado que la acompañaba perdieron el interés, continuando con sus propias conversaciones.
–¿Cómo es que una hermosa mujer como tú termina en las manos de ese hombre? Si no hubiera estado con ese abrigo estoy seguro que es la sangre mixta más cerca a lo puro de un Átkozott– dijo mientras subían las escaleras.
–Él... El me secuestró.
–¿Qué? ¿De dónde?
–De la casa de mi padre, pero allí tampoco me trataban de buena manera– Astria no mintió, al fin y al cabo, ella había conocido a Burak de esa forma.
–¿Y quieres volver con él? Mis soldados pueden encargarse y tú te quedas conmigo.
–No quiero meterlo en problemas– dijo ella tímidamente mientras observaba el lugar.
Cuando llegaron a una habitación, el hombre abrió la puerta y dejó que ella pasará primero.
La habitación no se veía mal, tenía unas cortinas oscuras y muebles elegantes. Una alfombra, una cama y una pequeña mesa. La habitación era pequeña y compacta, pero era suficiente. En cuanto Astria entró, el hombre la siguió y ella solo escuchó el chasquido que hace la puerta al ser cerrada con llave. Su corazón rápidamente se disparó.
–¿Por qué tú piel es tan blanca?– dijo el hombre a su espalda mientras se comenzaba a sacar la armadura.
–Mi madre era así y mis hermanas.
–Es difícil ver a una mujer con esa tez. ¿Tu coño debe ser rosado también?
Astria se volteó sin decir nada, el hombre continúo desvistiéndose mientras la miraba y lamía lentamente sus labios.
–No olvidarás esta noche, después de que pruebes de mí no querrás irte con ese bastardo.
Astria le vino a la mente el día en que Burak se desvistió frente a ella en su tienda. Dejando su trozo desnudo fue la primera vez que sintió tanto miedo de ser violada por el hombre que hoy en día era su esposo.
Si Burak tardaba, ella iba a tener que aguantar a este hombre y sin duda Burak notaría el olor de él en su piel. Apretó los labios al pensarlo, había olvidado por unos segundos que su esposo era realmente un animal y que tener el olor de otro hombre sobre ella, despertaría la necesidad de marcarla.
–Mierda– soltó suavemente pensando en eso. Más miedo le dio aquello, que el hombre que tenía delante.
–Desvístete– le dijo él. Astria llevó sus ojos celestes al hombre y lo vio completamente desnudo, desvió su mirada al ver su miembro levantado.
Rápidamente los pensamientos de negación llegaron a ella, no quería esto, no quería verle, ni tocarle, ni sentirle. El hombre al ver que Astria no hizo nada se acercó a ella y agarrándole de las manos le besó el cuello.
–Espera... No...
–No te resistas o será doloroso para ti.
–No...espera.
–Soy mezcla de un Átkozott– dijo mientras la tiró a la cama y se subió encima de ella refregándose y metiendo su cara entre sus senos– no me pidas detenerme.
–No.... solo espera– dijo ella tratando de sacarlo de encima, pero las fuerza de su agarré era mucho para ella.
El caliente cuerpo del hombre, se posicionó entre sus piernas mientras le levantaba el vestido. Pudo sentir su piel y su miembro tocándole los muslos, aquello solo causo un incómodo rechazo.
Mientras trataba de apartarlo, miró la puerta esperando que fuera interrumpida y pronto las luces rojas de su hombre llegaron a la llave que había quedado puesta. La llave se giró y pronto la manilla comenzó a girar.
–Lo lamento– dijo Astria. El hombre se detuvo, sacó su rostro del busto de ella que había besado y babeado. La miró unos segundos antes que la puerta se abriera.
–Oh sí– dijo Burak con una voz casi fundida en un gruñido– ahora sí te mataré.
–¿Qué mierd...?– Burak lo tomó en el aire y lo lanzo contra la pared. Sus ojos ardían.
Mientras la puerta se volvió a cerrar Burak mantuvo al hombre apegado a la pared mientras se fue ahogando, lentamente llevó sus orbes dorados hacia Astria sin dejar de estirar su brazo. Luces rojas rodearon completamente al hombre y Astria se sintió aterrada. Los orbes dorados de Burak permanecieron brillantes y claros, demostrando su parte animal.
–No deberías matarlo, sino esto no hubiera funcionado– dijo ella poniéndose de pie mientras se bajaba el vestido, mostrando un poco de desinterés en su rostro.
Avergonzada, estiró su ropa cuando escuchó al hombre caer al suelo inconsciente, volteó solo para recibir a Burak que la volvió a tumbar en la cama.
–No... Burak... Tu...
Él no dijo nada, le besó el cuello y bajó hacia sus senos mientras ella sintió como respiró profundamente, luego, se separó de ella mirándola detenidamente a sus ojos.
–Te ha tocado.
–No es nada.
–¿No? No pienso lo mismo– dijo posando sus manos en su vestido.
–No, no, no ¡BURAK!
Él no la escuchó y le rasgó el vestido ahí mismo con fuerza haciendo un sonido desgarrador mientras sus prendas se rompían. Burak enterró sus manos apretándole los senos mientras los lamió con fuerza, luego se abalanzó a su cuello y abrió la boca.
–Ah, no tan fuerte– le reclamó ella cuando sintió sus caninos apretando su piel.
–Jamás, vuelvas a hacerme esto– dijo mirándola con el ceño fruncido.
–Lo siento– dijo ella mientras lo miraba con tranquilidad. El llevó su mano a su seno derecho y lo dejo ahí, sintió rápidamente su corazón latiendo con rapidez.
–Conejito asustado– dijo juntando su frente con la de ella. Aquellos latidos tranquilizaron a su animal, comprendiendo que ella había tenido tanto miedo por haber hecho aquello.
Ella solo asintió abrazándolo y él se dejó caer lentamente en ella
–Astria– dijo con una voz suave y dulce– no dejes que nadie más te toque. Ese derecho es mío.
–Sí Burak, solo tuyo. Discúlpame.
Burak un poco más tranquilo la besó lentamente, abrió su boca tomando sus labios y continúo respirando de ella.
–Pensé que al verme besar a ese hombre tu...
–Oh créeme que intenté controlarme.
–Lo hiciste bien.
–Eres mía– dijo con propiedad mientras le subió el vestido y le tocó los muslos con su mano derecha sin dejar de besarla. El calor de su piel pronto abrigo la piel de ella.
Astria cerró los ojos, pensando que el tacto de su esposo era muy diferente al hombre de recién, si bien ambos tenían la piel cálida, Burak la acariciaba con amor y ternura a pesar de su ferocidad.
Burak no la dejó, bajó lentamente por la piel de ella y arrodillándose en la fría madera, se inclinó hacia Astria enterrando su cara entre sus piernas.
–Burak, no... El hombre...
–Que miré– dijo sin apartarse y comenzó a besarle los muslos interiores, la mordió suavemente dejándole una leve marca. Luego, le corrió la ropa interior para lamerla.
–Burak, espera...– Astria se encorvó cuando él la succionó. No podía verle la cara, solo su pelo sobresalía entre su vestido mientras Burak siguió atacándola.
Hundiéndose una vez más en un incómodo momento, Burak actuó como el animal que era y sin pudor a que ese hombre despertara, le devoró la entrepierna de su mujer hasta que ella estallara.
Astria no pudo detenerlo y luego de un rato se dejó llevar por aquel hombre. Llevó sus manos a su pelo he hizo presión para enterrar su rostro más cerca de ella.
Su liberación llegó haciendo volar si cabeza y gimió sin importar despertar al soldado. Cuando el sentimiento pasó, miró hacia adelante y Burak la estaba observando mientras lentamente paso a mano por su boca.
–Eres... Eres malo sabueso.
–¿Malo? No tardaste ni dos segundos– sonrió mientras jalaba de su mano. Ella se sentó luego de eso y Burak volvió a besarle los labios– espera aquí – dijo poniéndose de pie– te traeré otro vestido.
Burak miró unos segundos al hombre aún desmayado y se aseguró que este no iba a despertar tan rápido. Salió de allí por la vestimenta.
Astria aun mostrando mucha piel a causa de su esposo, se sentó en la orilla de la cama mirando al hombre mientras se tapaba con sus brazos. Increíblemente Burak se alejó así sin más, ella creía que la tomaría y que lo que había hecho solo era el comienzo. Sintiéndose una vez más una mujer lasciva se dio unas palmadas en las mejillas tratando de pensar en la situación que estaban viviendo. Recordó entonces las palabras del hombre y rápidamente llegó a una idea magnífica, que quería probar.
El hombre era un mestizo de Átkozott, eso podía significar que, al tener un poco de sangre animal, ¿Él podía estar bajo su control? Se miró las manos y luego volvió a mirar al hombre.
–¿Sera?
–¿Qué cosa? – dijo Burak al entrar y escucharla.
–Es una mezcla de Átkozott– dijo ella desvistiéndose.
–¿Y?– dijo Burak al verla desnuda y volvió a apegarse a ella.
–Burak, dejemos esto cuando estemos en privado.
–Estamos en privado– dijo el abrazando su cintura y le besó la clavícula. Su virilidad estaba rosándole los glúteos.
–Ponte serio– reclamó ella y él se sentó en la cama mientras soltó una leve risita entre dientes.
–Te escuché, deberías probar– él si había entendido lo que ella estaba pensando.
Mientras Astria se ponía el vestido que él le había traído, ella descubrió que ahora sí parecía una prostituta. Después de mirarse apretó los labios con una leve sonrisa y giró a mirar al hombre que estaba observándola sentado en la cama.
Él al verla suspiró fuerte mientras que sus orbes dorados la miraron de pie a cabeza.
–De verdad quiero pagar por tus servicios– dijo saboreándose los labios.
–Despiértalo.
–Está despierto.
–No tú– rio Astria al entender a qué se refería.
Astria pensó que Burak de verdad había cambiado, le gustaba también está parte de él. Antes su hombre jamás se hubiera detenido y jamás sonreiría después de lo que ella había hecho, hoy su Rey era un poco más permisivo de lo habitual.
Burak se puso de pie, se acomodó el pantalón antes de ir donde el hombre y se agachó a su altura.
–Debería castigar a mi mujer que ha visto el cuerpo de un hombre que no es el mío– dijo con un leve gruñido y le pegó una mirada feroz a Astria.
Para muchos el Rey no era un hombre celoso, protegía lo que era de él, pero siempre se mostraba relajado cuando estaba en otros Reinos. Distinto era para Gina que lo conocía bastante bien y sabía perfectamente que Burak si era celoso y más si se trataba de Astria, que no lo demostrará era otra cosa.
Agarrándole firmemente la mandíbula al hombre comenzó a darle palmadas fuertes que sonaron por la habitación. Burak nunca dejaba ser tan bruto.
–Oye idiota, despierta– le dijo mientras lo cubrió con una manta de la cama. Astria sentándose a los pies de ella esperó que el soldado despertara.
Tardó unos minutos en reaccionar, su rostro desorientado fue lo primero que mostró. Encontrándose en una habitación extraña, con la luz pegando en su rostro, y un dolor en la garganta.
Lo primero que miró fue a Astria sentada en la cama y luego lentamente dirigió sus ojos al hombre al frente que lo miraba como un depredador peligroso. Los ojos de Burak lo miraban con gran atención, pero lo perturbador era su leve sonrisa.
–Yo... No sabes con quién te metes.
–¿Me ves preocupado?– dijo Burak poniéndose de pie sin dejar de mirarle.
–Eres un Átkozott puro, ¿Qué... qué hace un hombre como tú aquí y en este barrio?– dijo tapándose la entrepierna.
Astria se puso de pie y caminó hacia ellos. Levantó lentamente su mano y un orbe celeste salió de ella.
–Dinos que sabes de Eliot, uno de los hombres que trabaja para el hechicero Hunur– la voz de Astria salió con autoridad y el brillo en los ojos del hombre rápidamente soltaron un celeste como los de sus ojos.
–Si mi Dama. Eliot es sobrino de uno de los Generales del Ejército, está viviendo en la mansión que tiene Reiga al lado norte de la ciudad.
–¿Reiga?– dijo Burak.
–¿Lo conoces?–preguntó Astria volteando a verle, él rápidamente le asintió con la cabeza.
–El General está llegando está noche después de estar en el Reino de las Montañas, pero no he visto a Eliot hace 4 días. Él suele visitar la posada y la taberna día por medio, tampoco lo he visto en las calles. Si necesitan más información hablen o vayan a la mansión del General, dos de los hombres de Hunur se quedan allí en el ala sur.
–Gracias por la información, duerme ahora– dijo Astria bajando su mano. Burak lentamente se puso de pie– No le hagas nada, ya dijo lo que queríamos escuchar.
Burak gruño con aquel pedido, quería golpearlo, pero lo que había hecho ese hombre solo fue a causa de haber orquestado tal obra entre Astria y él. Burak una vez que Astria le dio la espalda, no pudo obedecerle y le dio una fuerte patada, el hombre cayó rápidamente de costado.
–¡Burak!
–¿Qué? Me aseguraba que durmiera un poco más.
Astria volvió a ponerse el abrigo que traía, cubriendo con eso su vestimenta y su cabello. Burak hizo lo mismo antes de salir de la habitación. Tomando delicadamente la mano de su mujer se aproximaron para marchar devuelta al Castillo.
Cuando bajaron al primer piso los gemidos de las mujeres era como un mar que cubría cada rincón, los hombres que no pudieron guardar alguna habitación simplemente cogían a vista de todos. Astria no había visto escenas como esas, Burak mas de una vez tuvo que jalarla cuando sus ojos se posaban en alguna pareja.
–¿Qué? ¿Acaso nunca habías visto esto?
–No– dijo justo cuando vio a un hombre caer sentado con su miembro flácido y pequeño. Astria movió su mano llamando a Burak y él enseguida volteo a mirarla. Con el ruido que había no bastó con solo observarla así que arqueo su espalda y acerco su oído a la boca de ella– ¿A las mujeres les gusta cuando esta asi?– preguntó volviendo a mirar.
–Tu...– dijo Burak agarrándole firmemente la barbilla– ¿Por qué estas mirando a otro hombre?
–Yo solo...
–Tócame– dijo entre dientes mientras fruncía el ceño. Ella solo bajó su mirada, pero Burak tomó su mano y la llevó a su pantalón para que sintiera su extensión cilíndrica completamente dura– mira como me tienes, eres una mujer cruel.
Burak no le contestó su pregunta, tomó una vez más su mano y la jaló a la entrada. Astria se arrepintió de haberle preguntado, quizás Gina o Amy hubiera sido las más indicadas. Burak después de todo se había portado bien, aunque comprendía que había sido muy difícil aquello. Seguramente cuando llegaran a sus aposentos él cobraría.
–¡Alto ahí!– dijo un soldado parándose frente a la puerta y con él se fueron poniéndose de pie los demás.
–Estoy seguro que mi Señor no te ha dado permiso de llevarte a esta mujer fuera de aquí– dijo otro sacando la espada– Tu– agregó mirando a otro soldado– ve adentro a ver como esta nuestro hombre.
La música se detuvo con rapidez y todos miraron a los soldados. Frente a ellos un hombre de gran altura cubierto por un abrigo que solo hacía ver parte de su boca y barbilla.
–Nuestro Señor esta inconsciente– gritó un hombre del segundo piso.
–Esto lo vas a pagar.
Burak soltó la mano de Astria y con rapidez se sacó el abrigo. La figura de su rostro, su cuerpo de grandes brazos, con ese tono de piel característico y su mirada afilada de ojos dorados congeló a los soldados que lo estaban mirando.
–Eres puro...– dijo el hombre, pero rápidamente Burak le agarró la mandíbula golpeándolo con la puerta.
–¡SUELTALO NO TE TENEMOS MIEDO!
–No...– dijo él con una voz muy ronca. Giró su cabeza a mirar al hombre y este rápidamente apretó los dientes llenándose de un profundo terror.
La mirada de aquel animal hizo que todos supieran que el responsable de que su Señor estaba inconsciente dentro de la habitación había sido obra de él.
–Tu cabeza será vendida al mismo Rey Edgar.
–No es a mí a quien tienen que temer– dijo empujando al hombre hacia las mesas. Luego de eso, sonrió macabramente volteando a mirar a Astria. Dejando caer su espalda en la puerta la hizo sonar fuertemente luego, tomó una gran bocanada de aire, sus ojos pegaron un brillo excitado– Son todos mixtos de animales– su voz se suavizo al hablarle a ella.
Astria como esposa de un animal sonrió mostrando una hermosa sonrisa y se bajó la capucha. Rápidamente sus manos brillaron de colores azules. Como el poder de su esposo, la luz rodeo como serpientes sus brazos, su potente poder salió a la vista de todos.
–Arrodíllense y no dejen de respirar– ordenó y todos los que tenían sangre de Átkozott cayeron al suelo ahogándose como si algo les apretara el cuello.
Soldados, hombres, mujeres incluso el tabernero que servía las comida y alcohol, todos cayeron bajo el mando de Astria.
–Amo que hagas eso– dijo Burak mojándose los labios y contemplándola. Astria no dijo nada, sonrió levemente y luego volvió a dar una orden.
–No hablaran, no comentaran, ni escribirán algo de esto, sus mentes olvidarán esta ultima hora que han vivido aquí.
Luces celestes se mostraron en toda la habitación, haciendo efectiva la orden de la hija de la Reina Luna, en cada ojo de los mestizos. Luego de aquello, Astria cerró sus manos y la luz desapareció liberándolos a todos. Sonidos fuertes de arcadas llenó el burdel, tosiendo constantemente la gente intentó recuperar el aire que se les había prohibido. Oportunidad perfecta para que ambos salieran sin preocupación.
Próximo Capítulo 47.- Manto de Flores.
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