La puerta estaba abierta y el olor a alcohol salía profundamente del interior, era incluso más intenso que las propias tabernas. La música y el ruido se mantenían presente de forma constante. Astria sabía que podía hacer para obtener información, pero lo que le preocupaba era exactamente el hombre que tenía atrás.
Entrando lentamente haciéndose paso por la gente caminaron al interior. La mayoría eran hombres, había pocas mujeres que permanecían sentadas en sus regazos mientras reían y bebían. Las mesas estaban esparcidas por todo el lugar y en el medio un mesón con un hombre de bigote largo servía las cervezas.
Astria no pudo evitar apretar constantemente sus dedos, si estuviera sola hubiera estado completamente aterrada del ambiente sombrío que tenía el lugar. Sonidos vulgares y bromas sucias llegaron a sus oídos mientras más de algún hombre centró su mirada en la hermosa mujer de piel blanca y cabello rojizo.
–Hermosa, ¿Buscas compañía esta noche? ¿Cuánto estas cobrando?– dijo un hombre acercándose a ella e invadiendo su espacio personal.
–Viene conmigo– la voz de Burak rápidamente salió cruzando miradas. Astria no tuvo que decir nada, el hombre frunciendo el ceño rápidamente se apartó mientras llevaba un vaso en la mano.
Aliviada, Astria miró disimuladamente hacia atrás y le regaló una leve sonrisa a Burak. Él le seguiría el juego aunque sabía que estaba molesto.
Burak puso sus manos levemente en su cintura y ella lo siguió hacia la barra, caminaron lentamente hasta llegar al hombre que servía los tragos. Burak más de una vez tuvo que evitar chocar con uno que otro borracho que caminaba tambaleante a la puerta de salida y como habían hecho en las tabernas, fueron directamente al tabernero.
–¿Que necesitas? ¿Cervezas? Hay carne y hay pollo, las habitaciones están en el segundo piso.
–Quiero información– dijo él apoyando su brazo en la madera. El hombre se detuvo al escucharlo y lo miró directo a los ojos. Observó a todos lados mientras sacó un vaso que comenzó a llenar.
–¿Qué tipo de información? ¿Cuánto traes?
–Lo suficiente– dijo Burak sacando una pequeña bolsa entre sus ropas. El hombre rápidamente la tomó pesándola en su mano y la guardó.
–Te escucho– dijo acercando la cerveza hacia Burak.
–Estoy buscando a los sirvientes del hechicero Hunur. Tengo unas piedras que les deben interesar, pero no los encuentro.
–Es difícil– dijo el hombre buscando otro vaso– no tengo esa información, pero viene un hombre que trabaja en la guardia de ese sector. Lo he visto conversar con uno de ellos. El soldado se llama Diego de Tagras y el hombre que buscas es Eliot, pero no ha venido aquí por mucho tiempo y tampoco sé dónde vive.
–¿Dónde encuentro a Diego?– el hombre sonrió mirándolo y luego miró a Astria que esperaba a unos pasos más atrás.
–¿Es tuya? Dámela esta noche y te investigo dónde encontrar directamente a Eliot.
–Es mi prostituta esta noche, si no tienes alguien a su altura entonces no puedo dejar que la tengas.
–Piénsalo, le puedo sacar más dinero aquí, nos vamos mitad y mitad.
Burak apretó la mandíbula, pero sorpresivamente mantuvo la calma. Hurgó una vez más en sus vestimentas y sacó otra bolsa el doble de grande que la anterior.
–Con esto aseguras tu ganancia de dos semanas, lo que ella te daría solo en un mes. Ahora, ¿Dónde encuentro a Diego?– el hombre sonrió una vez más tomando la bolsa y se acercó a su rostro.
–Seguramente viene esta noche, aunque sus hombres también van a los burdeles que están al otro lado de la ciudad. Puedes esperarlo o ver si tienes suerte por esos lados, si llega te lo envío. Sería bueno que le dieras un tiempo con ella, te dará todo lo que quieras si solo se la prestas 30 minutos.
–Lo esperaré entonces– dijo Burak agarrando el vaso de cerveza.
–Sí necesitas una habitación tengo la 5 y la 8 disponible.
–Gracias, será más tarde– dijo, tomó la mano de Astria y se movió hacia el fondo de la taberna.
En un rincón cerca de las escaleras había una mesa y un sillón de baja altura en el medio de la oscuridad. Allí era el sitio perfecto.
Mostrándose una vez más como un animal paciente, se sentó en el sillón mientras le dio unos sorbos a la cerveza. Astria lo miró aún de pie, se veía grande sentado en el, sus piernas quedaban más dobladas y empequeñecía las cosas.
Burak la estuvo mirando mientras ella sonreía observando el lugar, luego ambos cruzaron la mirada.
–¿Qué haces ahí? Ven acá– dijo Burak estirando sus brazos por el respaldar del sillón.
Astria dio unos pasos hacia él, pero Burak le tomó la mano y la jaló hacia él de forma brusca.
–Oye, no hagas esto– dijo ella tratando de levantarse, pero Burak la sentó en su regazo mientras la manoseaba y le mordía el cuello.
–Eres mi prostituta ¿Lo olvidas?
–Si, pero...
–Hay que actuar como tal. Fue tu idea– dijo antes de besarla y meterle la lengua recorriendo todo el interior de su boca.
Astria no pudo con aquello, se sentía incómoda ¿Como él podía hacer eso allí junto con toda esa gente?
Las manos de Burak no se detuvieron con cortesía. La miró con un fuego en sus ojos mientras que sus manos le subían lentamente el vestido de los muslos, pero no lo suficiente para que ella muestre más piel de la que estaba acostumbrada.
–Burak– dijo ella aún sentada en su cadera– Te estás aprovechando de la situación ¿No?
–Jamás me podría aprovechar de una dama hermosa como usted y menos de una Reina– dijo mirándola con determinación– pero... No eres una Reina hoy ¿O sí?
–Pero...
–Ahora, ¿Puedo disfrutarte como un hombre que contrato tus servicios?– dijo posando su mano en su cuello y bajó lentamente a sus senos que se mostraban como dos montañas, pero no apartó su vista de ella.
Astria estaba nerviosa en todo sentido, su pecho subía y bajaba rápidamente mientras sentía el tacto junto con el calor de la mano de Burak.
–¿Me estás castigando?
–¿Por qué tendría que hacerlo?
–Porque te obligue a traerme.
–Podría ser– dijo metiendo sus dedos entre su busto– ¿Debería nalguearte?
Burak, aunque estaba entretenido con ella, sus ojos se perdían moviéndose entre todo el lugar y volvía a posarlos en ella.
–Oye hombre– dijo un hombre ubicándose al frente de ellos mientras abrazaba a otra mujer de pelo negro. La procedencia de ella se notó rápidamente ya que tenía un seno fuera de su vestimenta mientras se tambaleaba completamente ebria– ¿Dónde conseguiste a una puta así?
Astria bajando la mirada se bajó lentamente del regazo de su esposo y se sentó a su lado dejando sus manos sobre él.
–La secuestré– dijo mirando a Astria y poniendo si mano en su espalda para apegarla a él.
–¿La arriendas? Te paso 100 monedas de plata y te dejo a esta puta si me das 10 minutos con ella. Esta lindura sabe chupártela como una diosa y tiene el coño apretado– dijo dándole una nalgada.
–No gracias.
Con la negativa de Burak, el hombre dejó a su mujer y se acercó sentándose a un lado de Astria. Ella rápidamente sintió el agarré de Burak que se apretó en cuando el hombre llegó cerca de ella.
–¿Eres virgen preciosa? ¿El de verdad te ha secuestrado? Puedo ayudarte y comprarte.
–Hey– gruñó Burak.
–Vamos hombre no puedes venir con una puta así a este lugar y sin compartirla. Si te preocupa que la desfloremos por ti, anda y cógela un rato después la pasas.
–Márchate– dijo el jalando aún más a Astria hasta que ella se sentó en sus piernas mientras miraba al hombre. No podía creer que aquel hombre sea tan hostigaste.
–Piénsalo, aquí vienen soldados y no les gustaran que traigas algo tan precioso sin compartir– dijo volviendo a ponerse de pie y yendo dónde la mujer— los soldados te la robaran porque siempre cobran.
Burak comenzó a tomarse enserio aquellas palabras y eso Astria lo notó, mientras miraba al hombre, bajó su mano hacia el pantalón de Burak. Una vez posando su mano en su entrepierna, la apretó con fuerza, estrujándole los genitales.
Burak pegó un leve salto llevando su espalda a despegarse del respaldar y apoyó su mentón en el hombro derecho de ella soltando un gruñido silencioso. Sus ojos no se movieron del hombre, pero rápidamente su mente salió de aquella concentración.
–Señor, una vez que pase la noche con él, estoy segura que podré dedicarle tiempo a los demás– dijo Astria.
–Así se habla hermosa– dijo el hombre complacido– te estaré esperando entonces– dijo marchándose. Gradualmente Astria aflojó su mano soltando lo que por el momento había hecho sentar cabeza a su esposo.
En cuanto el hombre le dio la espalda, Burak la giró rápidamente agarrándole el rostro.
–Tu no mides consecuencias ¿Cierto?
–Lo siento, pero debes controlarte sabueso.
–No estoy jugando– dijo y disimuladamente sobó su entrepierna.
–Tampoco yo– dijo ella acomodándole el abrigo que aún cubría su cabeza. Podía verle el mentón, los labios y parte de la nariz, claro que sus ojos se podían notar como si el sol saliera a mitad de la noche– Vinimos por ese hombre– dijo ella haciéndole cariño en la mejilla– en cuanto llegue seguramente querrá lo mismo que esos hombres. Déjame ir con él– dijo mirándolo a los ojos, estaban tan cerca que el aliento de cada uno chocaba con sus caras.
–Astria.
–No hagas nada, solo tomate un poco de tiempo antes que vayas por mí, prométemelo.
–Eres mía, mi esposa, ¿Por qué...?
–Lo sé perfectamente, confía en mí.
–Estás jugando con mi animal interior. Ten cuidado– le advirtió con un gruñido pesado.
Próximo Capítulo 46.-Puesto a Prueba.
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