44.- Un Barrio de Mala Muerte
Burak rápidamente la tomó en brazos moviéndose ágilmente por las calles oscuras y pasadizos angostos. No tardaron en llegar a un barrio de mala muerte.
El cambio de clima fue bastante extremo, se escuchaban gritos alocados en cada rincón, hombres y mujeres orinando en la calle, bebiendo, sexo en los callejones, incluso el olor era bastante malo.
Astria sabía un poco de esto cuando había estudiado algunas escrituras en Lomas, pero nunca se había topado con algo así en persona. Tragó saliva y estrechó un poco la mandíbula. Burak que la había estado mirando se dio cuenta de aquello y formó una leve sonrisa, pero ella, trató de que el arrepentimiento no se le notara.
Entraron a las dos primeras tabernas, pero la información que estaban buscando no estaba allí. Astria creyó que podía soportar ver a un montón de borrachos tirados en los asientos y en el suelo, pero al no encontrar nada pronto tuvieron frente un burdel.
–¿Dónde?– preguntó mirando los edificios.
–Allí– dijo apuntando a un edificio oscuro dónde se concentraba más el ruido.
–Bien, entonces vam...–dijo, pero Burak rápidamente la empujó a la pared y la cubrió con todo su abrigó. La luz pronto fue tapada por él.
–Escúchame– dijo el agarrándole el mentón con suavidad y alzándole el rostro– no quiero que te prestes para nada y no te apartaras de mi lado. Los burdeles no son como las tabernas a las que hemos entrado.
–Está bien, pero ¿Cómo entraremos ahí sin levantar sospechas? ¿Pensaste en eso?
–Sí– dijo sonriéndole– Deberías volver al Castillo.
–No, esto lo harás con tu esposa porque lamentablemente para ti desde un principio estamos los dos involucrados. No tengo miedo.
–Nunca has entrado allí.
–No, pero puedo hacerte las cosas más fáciles.
–¿A qué te refieres?
–Sé que no recuerdas las cosas que hemos vivido pero... esta noche– dijo mirándolo directamente a los ojos– trátame como una prostituta allí adentro, los proxenetas cuidan a sus putas.
–As...tria– susurró él desconectado. No creía que aquella dulce mujer había dicho aquello.
–Si Burak. Ahora, ¿Cómo se visten las prostitutas?– dijo mirándose la ropa.
Burak le agarró rápidamente la mandíbula y la besó, metió su lengua con rapidez dejando a Astria sin aliento. No sé apartó de ella, llevó sus manos a sus vestiduras y le rasgó un poco el busto, luego le desarmó el pelo.
–Bu... Burak– dijo ella suavemente. Le hubiera gritado, pero no quería llamar la atención. Sorprendida se volvió a mirar la ropa.
–Ahora sí– dijo respirándole agitado– pero no voy a dejarte ir así.
La ropa un tanto rasgada dejó a la vista parte de sus senos viéndose provocativa y sensual. Astria sorprendida se siento un tanto incómoda.
–Debemos hacerlo– dijo suspirando y llevando sus ojos a mirar el edificio.
–¿Y que todas esas basuras te vean así y te codicien?
–Vamos por esa información Burak.
–Mis hombres pueden...
–Tus hombres están haciendo su esfuerzo para buscar a los cinco, nosotros también deberíamos esforzarnos.
–No me gusta ya tu idea.
–Trátame como tú prostituta Burak.
–Astria– le reclamó pero ella sin mostrar una pizca de arrepentimiento salió de entre sus brazos y caminó al lugar.
Burak gruñó levemente antes de seguirle, no se apartaría de ella, pero sentía como aquel sentimiento de mostrar a su mujer delante de ojos devoradores lo estaba consumiendo. Pensó un poco en lo que le proponía Astria, era muy osada, pero a la vez inteligente. Quizás si funcionaría mezclarse de esa forma con los demás.
Astria respiró profundamente antes de dejar caer el abrigo al suelo y subió los tres escalones hacia la puerta de aquel prostíbulo. Burak la siguió a unos pasos observando todo a su alrededor.
Una pizca de Valentía, otra pisca de necia.
Próximo Capítulo 45.- Un Barrio de Mala Muerte 2
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