Al día siguiente Astria junto con Amy estuvieron recorriendo la biblioteca que tenía el Castillo. Habían muchos libros que Astria con entusiasmo sacó sobre las historias de sus antecesoras y no tuvo ningún impedimento en tener en sus manos los que le llamaban más la atención.
–Las ilustraciones son magníficas– soltó mirando a Amy.
–Estoy segura que estaría días completos aquí.
–Sí, es que esto es...– dijo maravillada– ¿Por qué Átkozott no tiene libros como estos?
–Porque si bien las Damas Blancas nacieron en Átkozott aquí en el Reino de los bosques se sentían mucho más cómodas que en nuestras tierras. Aquí todo es muy mágico y la mayoría hacia viajes constantes a los Elfos. Gracias a eso, ambas tierras tienen una buena comunicación entre ellas.
Astria recordó lo que un día Cedric había dicho sobre los antiguos pueblos.
"Los antiguos pueblos siempre han estado unidos, es imposible, para esas dos tierras que surjan conflictos"
El silencio de la habitación había sido tan agradable para que ambas mujeres y la pequeña Princesa disfrutaran del lugar. Pasaron horas allí hasta que el grito de un hombre sonó fuerte y las hizo saltar a todas.
–¿Qué...que fue eso?– preguntó Astria poniéndose de pie asustada.
Mirándose preocupadas dejaron lo que estaban haciendo y caminaron por el pasillo que estaba de la biblioteca hacia unas escaleras que daban al sótano. Una vez que bajaron unas escaleras escucharon su voz.
–¡QUE NO FUNCIONA ESTA MIERDA!– la voz de Burak se distinguió a través de las paredes haciendo un eco fuerte que rápidamente asusto a la pequeña Princesa. Al mismo tiempo el suelo tembló y luces rojas cubrieron como un manto el lugar.
–¡Burak!– dijo Mery con una voz bastante molesta.
El hombre estaba dentro de una terma de agua verdosa donde le llegaba a los muslos, estaba con su torso desnudo, su rostro enrojecido mientras que apretaba las manos fuertemente a sus costados y respiraba agitado. Astria por unos segundos vio el rojo de sus ojos cuando él la miró, estremeciéndose se paralizo pero solo había sido el brillo de su poder. Burak apartó su mirada de ella y miró el agua refregándose el cabello.
–Astria– dijo Mery que estaba arrodillada en la orilla de aquel lugar. Edgar también estaba pero sentado en una silla detrás de ella solo atino a sonreír.
–¿Qué... que hacen?– preguntó acercándose. Luego volteó a ver a su dama que trataba de tranquilizar a su pequeña– Amy lleva a Selene arriba.
–Si mi Reina– contestó su dama.
Astria lentamente se acercó a Mery sin sacar sus ojos de Burak, él solo le dio la espalda mientras daba unos pasos entre el agua.
–Mi esposa está tratando de ayudar a tu animal, pero el bruto ¡No tiene paciencia!– dijo Edgar levantando la voz y poniéndose de pie
–Son aguas de los volcanes que tenemos cerca, tiene algas y piedras mágicas que hacen que pareciera que brillara pero solo son las piedras. Esto ayuda mucho con el tema de la energía y curar lo que este mal aquí– dijo Mery tocándose la cabeza.
–Pero no hace milagros. Di algo ahora– dijo Edgar acercándose a Burak e incándose en la orilla, luego le habló más despacio mientras fijaba sus ojos en él con una sonrisa de oreja a oreja– te achunchas como cachorro cuando esta ella ¿No?
Burak no había cambiado la expresión de su rostro pero encabronandose más por las palabras que su amigo le decía, dibujo una aterradora sonrisa. Rápidamente se acercó a la orilla tomando el pie del Rey y lo lanzó al agua.
–Déjense de jugar– dijo Mery al ver como los dos volvían a empujarse y tratando de hundir al otro. Mery negó con su cabeza y luego alzó la mirada observando a Astria– relájate Dios me ha dado mucha paciencia, seguramente a ti también.
–¿Duele?– Astria aún se preguntaba qué era lo que ella hacía con Burak y porque se habia enfadado tanto. Nunca lo había visto enojado de esa forma.
–No, solo molesta un poco. Es bueno que hayan venido, me comentó lo que les pasó ayer.
–Fue un gran susto.
–Me imagino que si.
–Yo...– dijo Astria bajando su rostro y mirando a otro lado
–Es natural que te culpes Astria– dijo Mery tomando su mano– pero no era algo que pudiste evitar, no cargues con ese peso. Burak es un hombre fuerte, ya verás como con mi ayuda resolveremos sus pesadillas.
Astria pensó en sus palabras mirándolo y trago una saliva espesa, no concordaba con lo que la Reina le había dicho.
"Burak ya no era un hombre fuerte, dejo de serlo cuando ella lo asesinó y ahora estaba dañado"
Edgar fue el primero en acercarse a su Reina y estrechándole un abrazo su esposa reclamó por mojar su ropa. Mery rió cuando él no le hizo caso y siguió abrazándola con fuerza.
Astria observando aquello sonrió pensando que le gustaba mucho como aquella pareja se trataba. Alzó la mirada solo para ver a Burak que también los observó sin expresión en su rostro.
"Qué envidia" pensó
Burak no tardó en llevar sus orbes dorados a su esposa y lentamente se acercó a ella ignorando a los Reyes. Astria se hincó en la orilla al verle.
–¿Qué te tiene tan enojado?
–No es nada, discúlpame por asustarte.
–¿Puedo acompañarte y quedarme aquí?
–Sí, debí molestarte mientras leías ¿no?
–Un poco– dijo ella sonriéndole– ¿Estas bien?– dijo alzando su mano lentamente. De forma consiente Astria quería sentir un poco de su esposo al igual que Edgar hizo con Mery. Tocó lentamente la mejilla de Burak y él puso su mano sobre ella apegándola a su piel.
–Lo estoy.
–Burak ven aquí– dijo Mery mirándolos junto con Edgar– Astria puedes sentarte allá, espero no tardar mucho, te lo devolveré pronto.
–Está bien– dijo Astria poniéndose de pie y caminando a un gran sillón que daba mirando al agua.
Sin decir nada caminó allí sentándose mientras cruzó unas miradas con Edgar que había vuelto a su silla.
–¿Quieres que te traiga comida o algo para beber?– preguntó el Rey.
–No Rey Edgar, estoy bien gracias.
–No dudes en pedirme lo que quieras– dijo el echándose en la silla.
Burak fue donde Mery y se sentó en el suelo de aquel lugar, el agua rápidamente subió cubriéndolo hasta su esternón y apoyó la cabeza en el borde mirando el cielo. Mery lo observó desde arriba y estirando sus manos puso sus dedos en su cabeza enterrando sus largos dedos entre su pelo.
Lo próximo que Astria vio fue como las manos de Mery tomaban un brillo dorado iluminando el cabello de su esposo, hilos brillantes bajaron desde sus brazos hacia sus manos y sobresalieron en el rostro de Burak como si fueran sus propias venas. Ella vio como el frunció un poco el ceño con los ojos cerrados.
¿Qué estará experimentando? ¿Qué estará sintiendo o pensando?
Mery con los ojos cerrados aguardó sin moverse. Burak no tardo en estrechar la mandíbula y sus manos se tensaron, sus luces rojas comenzaron a pasar por cada uno de sus dedos.
Si se hablara de energía, se conocía la energía como el rio que fluye desde el corazón hacia cada una de las extremidades. El cerebro tenia miles de pequeños ríos para cada pensamiento y estos debían también fluir constantemente sin interrupción. Anteriormente Astria también estuvo en conflicto haciendo que aquel rio estuviera más estancado en el sector de su pecho.
Los sentimientos, las emociones iban de la mano con la energía vital de la persona, mientras personas como Mery con una mente en paz con ella misma y con el mundo hacia que su rio fluyera sin ningún problema de forma constante, otros con sus propias vivencias estancaban lentamente su flujo interior. Cabe destacar el hecho de que solo los Elfos de sangre pura podían revisar la energía con precisión, los hechiceros como Sam solo podían verlo de forma general.
Mery al hacer esto con Burak se sorprendió la primera vez que pudo sentir el flujo de su energía, como si de un rio roto fuera devuelto su caudal, sintió cada una de aquellas reparaciones que había tenido su cuerpo. Lo que había hecho Astria era verídico.
Todos sus recuerdos debían estar en algún lado donde alguno de sus caudales se podría haber detenido y aquello era como buscar una aguja en un pajar, difícil para no decir casi imposible para Mery. La Reina Elfa se concentró más en ayudar que su vivencia de sus pesadillas se fuera apaciguando antes de intentar escudriñar sobre sus recuerdos. Claro que sí encontraba alguno sería una suerte que no se repetiría fácilmente.
Astria se quedó allí en silencio observando con calma, los minutos fueron pasando tranquilamente y ella aguardó hasta que todo terminara.
De repente, el brillo de Mery se reflejó en un objeto, que estaba a su lado cubierto con una manta, pensando que podía destaparlo, se giró mirando a Edgar. El Rey estaba con los brazos cruzados y sus ojos cerrados tomando una siesta.
Con curiosidad y sin saber a quién preguntar sobre sus acciones estiró la mano y sacó una gran manta que rápidamente cayó al suelo. Frente a ella un gran espejo que reflejo todo su cuerpo, al verle solo suspiro observándose detenidamente a los ojos y luego llevó sus ojos a su cuerpo recorriéndolo lentamente. Sus mejillas rápidamente se enrojecieron y el calor tocó su pecho junto con un recuerdo que vino en su mente.
Próximo Capítulo 41.- El espejo
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Compasión...
Cómo escritora que le gusta negociar capítulos, estoy dispuesta a hacerlo si pueden ofrecerme algo a cambio, pero es un gana y gana.
Me compadezco de la lectora que lo intentó y perdió rotundamente contra mi jijijiji capítulo por tu esfuerzo jajaja
PD: Ves que no soy tan cruel jiji
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