Burak una vez que estuvo solo con Edgar y lejos de la mirada de su esposa sonrió con doble filo. La puerta del salón se cerró y Burak rápidamente se movió con rapidez agarrando del cuello a Edgar y golpeando su espalda con la puerta.
Los soldados elfos rápidamente se acercaron con sus lanzas pero los ojos de Burak brillaron junto con sus manos y ninguno se movió, paralizados no pudieron hacer nada para acercarse a su Rey.
–Ahora– dijo Burak aun agarrando a Edgar del cuello firmemente– dime ¿Dónde guardas mi maldito diente?
–Es....esper... Burak yo.. ¿Que... mierda haces?
–¿Acaso no sabes lo que pasó en Átkozott?
–¡NO! Solo supimos rumores– dijo agarrando las manos de Burak y haciendo fuerza– Déjame ir mierda.
Burak sin sacarle la mirada lo soltó pero no se apartó, mirándolo de cerca observó cada reacción del Rey de los Elfo.
–Hubo un hechizo poderoso que logro asesinar al Rey de Átkozott– dijo Sam que había entrado detrás de ellos.
–¿Qué?– Edgar no entendió lo que Sam decía, ¿Cómo podía estar muerto si estaba frente a él?
–La esencia de mi Rey fue uno de los componentes. En el Reino todas las pertenencias de los ancestros se mantienen igual.
–Ahora Edgar, esto te compete completamente– dijo Burak gruñéndole.
–Esperen, antes que hagas una locura Burak, sentémonos a conversar porque no entiendo ni una mierda.
Burak sacó sus ojos dorados del Rey y su mirada se relajó un poco. Los soldados Elfos pronto se liberaron y enojados dieron unos pasos pero se detuvieron cuando Edgar los frenó.
–¿Cómo es eso que moriste? ¿De verdad pasaste a la otra vida?
–Rey Edgar, yo le contaré bien cómo sucedieron las cosas pero si hay algo que usted nos ha escondido. Esta visita no terminará bien– dijo Sam con tranquilidad. Extrañamente Burak fue el único en alterarse mientras que Bruno, Gina y Sam mantuvieron la calma.
–Está bien– dijo Edgar sentándose en un asiento– Pondré de mi parte, yo jamás conspiraría con Átkozott. Somos amigos Burak.
–Si, así también lo creía.
–¡Oye, basta con eso maldito perro! ¡Yo no haría nada contra tuya, ni con tu mujer o tu hija! Esto es absurdo.
Mientras conversaron Gina y Bruno se sentaron cerca del Rey Elfo, Burak se mantuvo de pie impaciente. Para sus soldados y su hechicero verlo así era inquietante ya que siempre mantenía una tranquilidad única sobre todas las cosas.
–No hay nada– dijo Bruno que anteriormente había mandado a inspeccionar los alrededores del Castillo con rapidez.
–¿Tú también estás a su favor?– pregunto Edgar mirándolo aún sin tragarse las acusaciones.
–Estuve ahí y también sentí la esencia de mi Rey en esa cosa– en cuanto lo dijo Sam sacó el collar que estaba envuelto en una manta café y se la acercó al Rey Edgar– revísalo tú mismo.
Edgar aún desconfiado por lo que le decían alzó su mano y la puso sobre el objeto sin tocarlo. Cerrando sus ojos la energía de su cuerpo hizo brillar las venas de su brazo de un color dorado y luego por su mano bajó m como finos hilos la misma luz hacia el collar. Como era un elfo de sangre pura, tenía una afinidad para hacer ver la energía al igual que su esposa.
Tan rápido como lo hizo, abrió sus ojos y quitó la mano con rapidez de allí.
–Mierda.
–Si, has dicho mucha esa palabra– soltó Burak cruzándose de brazos y apoyando su espalda en el muro.
–Yo no tuve nada que ver, si quieres vamos al subterráneo. Tu diente de cachorro aún debe estar allí.
Sin decir ni una palabra más, se fueron a dicho lugar. Pasando un entrelazado de metal pudieron adentrarse a un pequeño salón donde también tenían a los ancestros.
Sam le contó casi toda la historia a Edgar pero ninguno pronunció el nombre de su hermano. Si el Rey y la Reina tuvieron algo que ver, era esencial que no muestren algún interés de algún culpable. Después de todo los Reyes de los Bosques estaban relacionados hace muchos años con Hunur.
–¿Quién entra aquí?– preguntó Sam.
–Solo los del templo y yo. Pero solo yo tengo la llave.
–¿Cuántos hechiceros hay ahora en tus tierras?
–Tres– dijo el Rey sin detenerse. Caminaron por todos los sarcófagos hasta llegar a un pequeño salón con libreros y mesas.
–¿Quién viene a leer aquí entre tanta podredumbre?
–Bruno– dijo Burak llamándole la atención.
–A mí, me gusta el silencio de este lugar– dijo Edgar.
Burak se detuvo entre los libros y sacó un puro de su ropa, no tardó en encenderlo y volteó a mirar a Edgar.
–No prendas eso aquí abajo– dijo el Rey.
–No está aquí– dijo Burak tan serio que su rostro parecía una piedra.
–¿Qué?
–Mi diente. No hay un pisca de mi esencia aquí– Edgar mirando a Burak una vez más sintió que esos ojos no eran humanos, ni tampoco de un animal, era de un monstro que no tenía paciencia alguna. Dorados y relucientes se podían notar incluso en la oscuridad de aquel lugar.
–No Burak, eso no es posible– dijo sacando una caja debajo de una de las mesas como si tuviera un lugar secreto.
Puso la caja arriba y con su propia energía, la luz dorada lleno la caja abriendo sus seguros. La abrió y allí un canino pequeño y blanquecino quedó en vista de todos.
–Mierda– ahora Burak maldijo mientras caminaba devuelta por dónde habían venido.
–Ese no es– dijo Sam mirando a Edgar y el Rey con su boca abierta miró la espalda de Burak que se alejaba entre la oscuridad.
Ese se suponía que era el diente de leche de Burak, pero ahí adelante de todos se había dado cuenta solo por la energía que la esencia del Rey de Átkozott no estaba ahí. Lo habían cambiado.
Más tarde Edgar no dejo a Burak volver a la habitación, lo hostigo hasta el punto que Burak acepto escucharlo y ambos se sentaron a conversar sobre más cosas que habían pasado. Edgar destinaria todo para comenzar a investigar que había ocurrido realmente pero si era un complot del Reino, no podía involucrarse ya que los culpables sabrían que incluso el Rey Edgar estaba metido. Burak supo que Hunur estaba de viajes y volvería dentro de unas semanas. Los ánimos se relajaron después de eso y poco a poco volvieron a ser lo que eran.
Claro que la semilla de desconfianza ya se había plantado en Burak y Edgar una vez más comprendía lo peligroso que podía ser su amigo Átkozott.
–Dame tu permiso para investigar todo. Si te involucras como Rey quizás los culpables sabrán y escaparan.
–No puedo quedarme sin hacer nada– dijo Edgar agarrando su frente.
Lejos en su mente había pensado que esta visita iba a ser pacífica y hasta el momento lo único que quería era arrancar. Aunque no había sido parte de aquello la responsabilidad también caía sobre sus hombros. Burak era un buen amigo pero algo tan grave como aquello, un solo mal paso y era capaz de cambiar su mirada. Verlo realmente como un potencial enemigo que nadie querría, podía ser realmente peligroso.
–No– dijo Burak mirándolo aun con seriedad– pero lo harás, si necesito alguna información mis hombres lo obtendrán por sí mismos. Permíteme eso.
–Bien pero no quiero muertes, estoy en paz con mi propio pueblo.
–Lo intentaré– dijo Burak poniéndose de pie y caminado a la salida.
–Burak– dijo Edgar al verlo marcharse. El hombre se detuvo y volteo a mirarle sin expresión en su rostro– lo lamento.
–Eso no cambia las cosas, porque si te pones a pensar. Tu error logró su objetivo.
–No le digas a Mery– Burak soltó una gran carcajada al escucharlo mientras que Edgar aún se veía preocupado.
–Sigue subestimando a tu mujer querido amigo. Es mejor que la involucres antes que ella lo haga por si misma– dijo saliendo y dándole la espalda– la época de mujeres tontas se ha acabado para ti y para mí, es tiempo que te des cuenta. Idiota.
–¿Ese fue un alago para su esposa?– dijo Gina que lo había escuchado mientras lo esperaba fuera del salón.
–¿Estas escuchando conversaciones ajenas?
–Lo siento, usted lo dijo en voz alta, bastante alta para escucharlo perfectamente.
–No le digas nada a Astria.
–¿A dónde iremos?– preguntó Bruno acercándose.
–Hay que ver donde esta Hunur, ¿Dónde se queda? ¿Cuándo está en el Reino y con quiénes?
–Si Señor.
–Bruno, manda algunos hombres a los límites con Rindell para saber cuándo volverá Hunur. Según Edgar el volverá en unas semanas.
–Sí Señor.
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Astria estuvo esperando a Burak en la habitación pero este no se presentó para cambiarse la ropa del viaje, pero eso no le importó. Sabía que Edgar podía ser muy bueno para distraerlo asique simplemente se alegró que su esposo estuviera en un lugar un tanto más familiar.
Cuando anunciaron la cena, Astria bajó escoltada por Gina y dos soldados elfos. El salón era una gran mesa con mantelería blanca y la comida al igual que en Átkozott de servía de manera descomunal. Cuando llegó al salón, muchos ya estaban sentados, observó la mesa hasta que sus ojos se posaron en su esposo que la miraba con una leve sonrisa.
Ella se sentó a su lado derecho mientras que a su lado izquierdo estaba una vez más la hermana pequeña de Edgar.
Astria se sentó y rápidamente sintió la mano de Burak en su espalda baja y se acercó a su oído.
–Lamento haberme desaparecido.
–No te preocupes yo...
–Burak– dijo Olivia– te estaba contando que mi hermano terminó echando las cenizas del abuelo al río.
–¿Enserio?
Olivia tenía el pelo mucho más claro que Astria, su tono rojizo era más parecido al naranjo si pudiera aclararse más. A pesar de que era un elfo, no tenía las características de ellos. Ella carecía de la enorme boca, tenía levemente las orejas en punta y poseía unos ojos grandes con pupilas verdes con tonalidades amarillas. Era hermosa, pero la forma en la que hablaba y se comportaba, evidenció un poco de su edad.
Astria la observó en silencio mientras hablaba. Burak se hecho hacia atrás con la silla, dejó su brazo en el respaldar de Astria y observaba a la chica como si incluyera a su esposa en esto. Eso, hizo que Astria no se sintiera apartada, Burak reafirmaba su cercanía con su esposa sutilmente posando su brazo en su silla y su mano en su hombro derecho.
–Estoy leyendo un libro que se llama Los misterios de Abraham, es fantástico. Podríamos leerlo más tarde.
–¿No deberías concentrarte en tus estudios?
–Burak eso no es importante. Mi abuelo decía que si encuentro a un buen esposo entonces no tengo porque estudiar.
–¿Qué edad tienes?– preguntó Astria. Olivia rápidamente frunció un poco el ceño y la miró.
–La suficiente edad para ser una buena mujer y ¿tú?
–Tengo 23 y también me gusta leer– contestó Astria mirándola sin una pisca de timidez.
–Burak– dijo Olivia volviendo a mirarlo desde su altura– ¿Siempre te gustaron las chicas que leen?
–¿Qué? No, ósea Olí ¿Por qué preguntas eso?
–Creo yo que eso no es relativo al buscar pareja– agregó Astria. Burak la miró sonriéndole.
Los reyes pronto llegaron haciendo que todos se pusieran de pie, era algo normal para los anfitriones. Una vez que se sentaron todos volvieron a sentarse. Olivia rápidamente movió la silla de Burak más cerca a la suya, pero él rápidamente la regañó.
–No hagas eso– dijo frunciéndole levemente el ceño.
–Quiero que me escuches.
–Y eso he hecho.
–Burak, tienes que prometerme que vendrás a mi cuarto y leeremos un poco. Si no lo haces te iré a buscar.
Astria se rio un poco de la actitud de aquella joven, sin duda no pasaba los 17 años aunque de apariencia pareciera mayor.
Astria vio una mirada un poco fría en los ojos de Burak, justo cuando posó los ojos en Edgar su expresión se puso un poco tensa.
La joven Reina descifró enseguida que algo había ocurrido pero se aguantó las ganas de preguntar, una vez en la habitación lo atacaría con preguntas. Burak no sacó los ojos a los Reyes, de vez en cuando bajaba a mirar a la mujer que parloteaba a su lado hasta que Astria sin decirle nada puso su mano sobre la de él y lo miró con atención.
Burak se agachó un poco a su lado mientras puso su mano en su espalda.
–Hay algunas cosas que debo contarte pero no te preocupes.
–Vamos a tener tiempo para eso– le dijo Astria.
–Burak– volvió a llamarlo Olivia.
–¿Subirás conmigo o tienes algún itinerario?- pregunto ignorandola.
–No, ninguno ¿Selene?– preguntó el mientras la miraba.
–Amy quedó en la habitación alado de nosotros, está con Selene ahora- contestó Astria.
–¡Burak!
Astria miró unos segundos a Olivia, le molestaba un poco su falta de respeto cuando hablaba con su esposo y no le permitía establecer un diálogo más fluido. Lentamente apretó los labios y soltó el aire de sus pulmones de forma rápida preguntándose si aquella muchacha le haría problemas en algún momento. Por otro lado pensó que si le llamaba la atención, Burak se molestaría con ella, después de todo se conocían hace mucho tiempo, antes que ella misma apareciera en su vida.
–Come– le dijo Burak incorporándose en su asiento y le cortó un pedazo de carne para luego ponérselo en el plato de Astria. Saliendo de sus pensamientos le regalo una sonrisa por su gesto.
–Burak ¿Te gusta la codorniz?– dijo Olivia pinchando un pedazo y ofreciéndoselo con su tenedor.
–Oli, no hagas eso– le dijo él bajándole el brazo con cuidado– Ya no eres una niña ¿no?
–Es que no me pones atención.
–Lo hago, pero debes esperar tu turno.
–Ah Burak, la última vez que viniste no eras tan pesado.
–Te has vuelto muy caprichosa desde ese entonces.
–Salgamos juntos– dijo abrazándole el brazo a Burak que estaba apoyado en la mesa, luego apoyó su rostro en él.
Burak no la apartó pero llevó sus ojos hacia Edgar que al verle negó rápidamente con la cabeza.
–¿Dónde quieres ir?- dijo mirandola.
–Podemos dar una vuelta por los pastos. Recuerdas que en la noche, las flores brillan es muy hermosos y romántico. Puedo pedirle a mi hermano que nos de las llaves y vamos a los hermosos jardines traseros.
Burak escuchándola miró a Astria con tranquilidad.
–¿Quieres ir?– preguntó.
–¿Qué pero...?
–No– contestó Astria son una sonrisa– ¿Puede ser mañana? Estoy un poco cansada.
–Anda a descansar entonces, pero Burak puede venir conmigo.
–Olivia, ¿Sabes cuántos días pasaron desde que partimos de Átkozott?
–No pero...
–Viajamos por 5 días, es normal que estemos cansados. Dejémoslo para mañana ¿Bueno?– Burak tenía una mirada tan pacifica cuando miraba a la hermana de Edgar, Astria pensó que incluso se veía un poco tierno como trataba de no ser duro con la joven a pesar de que ella fuera tan insistente ¿Sería igual con Selene?
–Siguessiendo un aburrido. Te llevaré un libro después.
Próximo Capitulo 39.- Luz de Luna.
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