El viaje se hizo mucho más tranquilo después de aquel insignificante suceso, cuando llegaron al Reino de los bosques había un pueblo donde pudieron pasar el día. Era muy hermoso lleno de verde, los artesanos estaban en todas las calles y la fruta era muy colorida con un fragante olor. Las casas eran hechas de fina madera y cosas naturales, bastante bien ornamentadas. Todo el grupo se quedó en una posada para poder lavar las ropas y tomar un baño después de tanto lodo y lluvia. El rio que debían cruzar para llegar a la capital y al Castillo había bajado su caudal por lo tanto era el momento indicado para hacerlo.
Astria estaba conversando con Amy cerca del carruaje cuando algo helado tocó su cuello.
–Burak– dijo mirándole que le amarró un hermoso collar con una pequeña piedra roja.
–Ya la revisó Sam, tranquila no te devolveré la moneda.
–No, no seas cruel.
–Lo siento– dijo soltando una leve risita– tiene el color de tu pelo.
–Gracias– dijo ella mirando aquel sutil regalo– ¿Por qué?
–Mi Rey– dijo Bruno acercándose.
–No necesito un porque para darte algo– dijo sin esperar nada, volteo y se marchó con Bruno.
Burak no era el mismo hombre cariñoso de antes, pero aun así Astria sonrió siendo el primer regalo que le daba desde que había vuelto a la vida. El hombre de ahora era un poco más frio y a veces a ella le costaba entender lo que él pensaba. Habían pasado Luna Llena de Primavera, pero eso no hizo que el la volviera a buscar, lo que había ocurrido en la cueva solo fue una parte de su lado posesivo al ver a su pequeña mamar, al menos eso pensó Astria.
Poco a poco el viaje volvió a tomar rumbo y a las cuantas horas llegaron por fin a la ciudad capital del Reino de los Bosques.
Contrario a Átkozott, la nueva tierra tenía piedras más amarillas y los árboles eran tan grandes que Astria no podía verle las copas. Triplicaban por mucho a los árboles comunes que ella conocía, sin duda aquellos árboles debían tener más de mil años de vida. Asombrada bajó del carruaje mientras que Amy se encargó de su pequeña.
Las puertas que daban a los pastos del Castillo eran tan altas que brillaba una hermosa luz mágica que se abrieron sin tener que empujarla.
El grupo entró con tranquilidad mientras unos soldados vinieron a escoltarlos, vestían hermosas armaduras blanquecinas con celestes, al ver a Burak, estos rápidamente bajaron sus cabezas.
–Es hermoso– dijo Astria llegando al lado de Sam una vez que todos se bajaron de sus caballos.
–Te gusta ¿No?– preguntó Sam sonriéndole.
–Es...es increíble– Astria no tenía palabras para describir todo lo que veía.
El Castillo era blanco con tonalidades azuladas, lleno de ventanales que desprendían una leve luz como la luna. Incluso el pasto llegaba a brillar como si estuviera mojado.
Cuando se acercaron al Castillo, las puertas se abrieron y las caras conocidas de los Reyes salieron para recibirlos.
–¡BURAK!– gritó una joven mujer de cabellos rojizos. Bajó con prisa las escaleras de la entrada, pasando por frente de Edgar y Mery y se lanzó a los brazos del Rey de Átkozott.
–¿Olivia?– soltó Burak antes que la mujer le abrazara el cuello quedando colgada en él.
Burak se inclinó hacia delante hasta que aquella muchacha posó los pies en tierra y soltó su agarré. Todos al ver aquel acto lo primero que hicieron fue voltear a ver a Astria. Su cara sorprendida se calmó cuando todos posaron sus ojos en ella.
–Olivia, compórtate ¿Quieres?–dijo Edgar bajando el ceño y llegando a un lado de Burak quien al verlo cambio su expresión– ¡Animal!– agregó estrechando un fuerte abrazo mientras le golpeaba la espalda.
–Edgar– dijo Burak sonriéndole– luego Mery también lo abrazó mientras sonreía– estoy impresionado, la última vez que la vi era solo una niña.
–Soy toda una mujer ahora Burak.
–Olivia– volvió a llamarle la atención Edgar, pero Burak negó con la cabeza mientras le sonreía.
Astria no sabía si acercarse o no, se mantuvo a distancia mientras miraba a su esposo saludar a los Reyes. La joven mujer aún lo tenía agarrado del brazo derecho
¿Quién era ella?
–Sam– dijo suavemente.
–No te preocupes, Olivia es la hermana menor del Rey. El la conoce desde que era un bebé.
–¡Astria!– dijo Mery pasando entre los dos gigantes y caminando a paso veloz hacia ella. Abrazándola firmemente le dio un beso en la mejilla y luego le agarró las manos– ¿Cómo estás? Te ves hermosa, ser madre te asentó muy bien– dijo soltándola y yendo hacia Amy que estaba a unos pasos atrás– Ohh si es hermosa, es igual a ti Astria– soltó una risa burlesca.
–Hemos estado bien.
–Tengo arto que preguntarte y cosas que me tienes que contar.
–Sí Mery, podemos conversar después.
–Dámela– dijo la Reina arrebatándole prácticamente a Selene de las manos de Amy– Dios mío, que exquisita y pequeña– agregó mientras la puso en su pecho y le palpó la espalda.
Burak llegó lentamente al lado de Astria y tomando su mano le sonrió.
–Deberías estar orgulloso, tu hija es igual a tu mujer. Menos mal que no heredó tu horrendo rostro.
–También me da gusto verte Mery– soltó él.
–Vamos, entremos– dijo ella dirigiéndose al Castillo. Amy la siguió de cerca, estaba tan acostumbrada a cuidar a la pequeña Princesa que al ser alejada de ella. Su instinto animal fue seguirla y no perderla de vista.
–Tranquila– Burak vio lo mismo en los ojos de Astria, cuando Mery fue y le mostró a su esposo la bebe.
–Se siente raro que alguien más aparte de mis damas se lleven a nuestra hija– dijo Astria. Burak le sonrió guiñándole un ojo para hacerla sentir más tranquila y mientras subían las escaleras hacia donde estaban los reyes, la voz de la joven mujer los interrumpió.
–¿Es tu dama de compañía Burak?– le preguntó la Princesa volviendo a tomar el brazo izquierdo de Burak.
–No Olivia ella...
–Olivia, es la hermana de mi esposo– le contó Merry acercándose– y Astria es la esposa de Burak asique compórtate.
–¿Tu esposa? Pero si solo hace un año estabas soltero.
–Las cosas cambian Olivia– le dijo Edgar.
–Bueno eso no importa. Tengo tanto que contarte...– agregó la muchacha.
Astria no dijo nada, guardó silencio sin mostrar ninguna expresión en su rostro y caminó escuchando a los Reyes quien como siempre bromeaban al lado de Burak.
Dentro del Castillo había muchos sirvientes en fila esperando alguna orden. El cielo era bastante alto y lleno de hermosos colores, además de muchas plantas interiores. Era como una pequeña selva que no había sido invadida, más bien todo lo contrario. Los elfos crearon todas sus estructuras respetando la naturaleza.
–Astria, te llevaré a conocer las habitaciones– dijo Mery– Burak, sería bueno que después subas, así se relajan un poco y bajan a comer ¿Les parece?
–Si mi amor, ya lo soltaré– dijo Edgar llevándose a Burak a la sala continúa.
–¿Puedo ir con ustedes?
–Claro que no Olivia.
Burak giró antes de marchar con el Rey Elfo pero Astria siguió rápidamente a Mery sin voltear a mirarle.
Subiendo rápidamente una escalera que parecía de plata, llegaron al segundo piso y la cara de Astria cambió radicalmente. La vegetación del lugar incluso crecía dentro del segundo piso del Castillo, luces azules como si fuera una flor que brillaba en la oscuridad estaban esparcidos por todo el cielo y en las esquinas. Astria lo encontró maravilloso como una tierra fantástica de esas que solo se podían encontrar en los libros de fantasía.
Riendo, tocando y dando vueltas Astria volvía a ser la mujer que había salido hace un tiempo de Lomas.
–Hacía tiempo que no la veía así– dijo Amy.
–Escuché algunas cosas que llegaron aquí. Debió ser duro para ella.
–No se imagina cuánto Reina Mery. Mi Reina Astria no es la misma que usted recuerda, sigue siendo duro para ella– Amy recibió con cuidado a la pequeña Princesa y Mery le sonrió antes de voltearse para mirar a Astria.
–Hay mucho que conversar entonces– dijo ella acercándose a Astria– ¿Te gusta?
–Mery esto es hermoso– dijo Astria emocionada– ¿Dónde está mi habitación?
–La última del pasillo, ve.
Astria abrió la puerta sin dudarlo. No entendía porque se sentía tan feliz, quizás porque la luz que emanaba el propio Castillo le hacía acordar la luz de la luna. Se sentía con una enorme energía y podía sentir como su sangre corría fuertemente por su cuerpo. Después de tanto tiempo se sentía plena y en paz.
Entró a la habitación encontrando una enorme cama de colores rojo oscuro estaba frente a la puerta, cortinas azules tapaban el lugar y un gran tronco de un árbol pasaba por el lado derecho de la habitación. Detrás de una puerta había una gran tina en el suelo, que estaba apegada a una muralla negra dónde corría agua como un pequeño riachuelo haciendo una pequeña cascada silenciosa. Todo era muy mágico.
Amy y Mery aguardaron en la puerta mientas la observaban sin decir nada. Luego de un momento Astria se calmó y volvió a ser la de ahora. Mirando el suelo su mirada volvió a apagarse.
–Es muy bello– dijo mirando a Mery.
–Lo es– dijo ella entrando a la habitación. En cuanto lo hizo muchos sirvientes que habían aguardado en el pasillo, entraron a dejar las cosas de los Reyes.
–¿Burak se quedará aquí?– dijo Astria mirando las cajas que entraban.
–¿Dónde más?– preguntó Mery extrañada.
–¿Y él va a querer?
Mery frunció rápidamente el ceño, era extraño para ella que Astria siendo su esposa preguntara si su propio esposo pasaría las noches con ella.
El Reino de los bosques habían recibido la noticia de la muerte de Burak no entendían bien que había pasado y como, ya que la primera noticia que les habían anunciado fue la victoria de Átkozott contra Luther y Lomas. Luego de dos días lamentando el hecho supieron que Burak estaba vivo y que Astria había sido la culpable.
Mery y Edgar lo dudaron bastante pero antes de seguir escuchando rumores mandaron cartas a Átkozott para que pudieran visitarlos después de la Primavera.
–Astria, sin duda tienes muchas cosas que contarme, partiendo por el hecho de que preguntes si tu esposo dormirá fuera del lado de su propia esposa– dijo Mery acercándose y cruzando los brazos.
–Ah– soltó ella sentándose en el borde de la cama.
–Yo se algunas cosas que llegaron a mis oídos, pero quiero escucharlo de ti. Para mi es imposible que una mujer que amaba y sigue amando a su esposo haya participado en algún complot para quererlo muerto.
–Yo... Yo si lo hice– soltó ella pero no con una cara que pareciera un conejito herido. Astria levanto el rostro frío y con ojos decisivos
Mery al verla volteó a mirar a Amy y ella asintió con la cabeza.
–Cuéntame Astria ¿Burak...?
–Yo maté a Burak– dijo sin parpadear– lo hice y lo recuerdo bien. Pero no pude hacer nada para contrariar mis acciones– dijo mirando a otro lado. Mery se sentó a su lado y la escuchó sin mostrar enojo en su rostro.
–¿Fue un hechizo?
–Sí, recuerdo que todo se nublo, las palabras de un hombre diciendo que cuando yo me sentiría plenamente feliz mordería el collar que le di a Burak y le daría el veneno.
–Y lo hiciste...
–Sí, no te imaginas lo que sentí al verlo caer. Era mi esposo Mery, era el amor de mi vida muriendo frente a mí sin poder hacer nada– dijo Astria mientras sus ojos se cristalizaban, pero frunció el ceño sobreponiendo el sentimiento de indiferencia sobre la tristeza.
–Pero el hombre que está abajo está vivo.
–También hice eso– dijo mirándola de frente.
Astria le explicó todo con detalle, tenía confianza con aquella mujer que estuvo para ella desde que la conoció. Mery pareció sorprendida cuando supo cómo lo había traído a la vida, para ella era algo imposible. Ninguna Dama Blanca había hecho eso con una persona y ella jamás lo había pensado.
–Entonces lo que pasó en Lomas, la Luna llena...
–No lo recuerda.
–¿Nada?
–Pequeños fragmentos a veces logra recordar, pero no sabía ni siquiera quien era yo en un principio.
–Oh Astria– dijo ella abrazándola fuertemente– eres valiente, eres fuerte y te admiro– dijo mirándola a los ojos– volver a intentar conquistar su corazón es algo que ni yo me imagino poder hacer y levantarte después de todo lo que hiciste.
–Ahora ¿Entiendes ahora por qué pregunto si mi esposo se quedara aquí conmigo?
-¿No duermen juntos?
-No
–Lo hará mi Reina– dijo Amy– la luna llena paso y ambos participaron. El ya no la dejará.
–No te preocupes por eso pequeña estrella, estoy segura que las cosas se irán dando con el tiempo. Es importante que no pierdas las esperanzas.
Astria se sintió un poco reconfortada con las palabras de Merry, hasta el momento, nadie la había escuchado sin juzgarla por sus acciones. La Reina Elfa sin duda tenía una sabiduría mayor y madurez para pensar las cosas de la mejor forma. Mientras ambas se hacían cada vez más cercanas, en el primer piso del Castillo no todo sería flores y mariposas.
Próximo Capítulo 38.- El Diente.
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