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3. -Esperanza


—Mi hija, ¿dónde está?

—En la habitación de al fondo del primer piso, pasando el salón principal.

—¿Irá a verla? —preguntó Sam llegando a su lado. Estaba completamente sorprendido por la nueva actitud que había tomado Astria. No era ella, ahora frente a él era la mismísima dama Blanca.

—No, Sam. Debo intentar algo antes de ir. Bruno.

—Sí, dama.

—¿Dónde está Cedric?

—En el salón pequeño, ahí está también el rey.

Astria sabía que no podía encontrarse con Cedric, si lo hacía estaría perdida. Sabía que Cedric no estaría bajo su control y lo peligroso era que también poseía los poderes de Burak, claro que no tenían gran alcance, si se lo llegará a encontrar, mantenerse alejada de él era primordial.

—Bruno, ve y dile a Cedric que Hans ha escapado por el patio. Seguramente te seguirá, si no es así convencerlo para que salga del salón.

—Sí, mi dama —dijo su marioneta saliendo de allí.

—Tú —dijo hablándole a otro soldado—. Síguelo y avísame cuando Cedric se marche.

—Sí, mi dama.

Astria se detuvo a la luz de la luna, aunque se mostraba decidida y empoderada, estaba muerta de miedo. Sus manos llegaban a temblar, pero si algo había sacado de las palabras de Hans, debía intentarlo todo. Mirando la luz volvió a llenarse de energía devorando dos núcleos más.

"Recuerda que todo tiene energía. Si una planta muere, tú con energía puedes hacer que vuelva a la vida"

Merry... ¿Qué hubiera pensado la reina Elfa? ¿Le hubiera creído? ¿Le hubiera ayudado a escapar? Merry sabía mucho de una dama Blanca y esas habían sido sus palabras, si la energía era vida, quizás si había una esperanza, pero... ¿A qué costo?

—Sam.

—¿Si?

—Tengo miedo.

—Ya es tarde para sentirlo, mi reina —dijo Sam sonriéndole amargamente.

—¿Cómo puedo sacar un núcleo de mí?

—El núcleo es energía Astria, y sabes cómo proyectar tu energía, incluso, así como haces la esfera en tu mano. Solo concéntrate en tu núcleo y muévelo hacia tu boca, ¿Qué pretendes hacer?

—Traeré a Burak.

—¿Qué? Eso es imposible, lleva muerto más de ocho horas.

—Perderé mi vida Sam, igual que tú. ¿No crees que intentarlo sería bueno antes de que eso suceda? Si no funciona moriré y si me quedaba en esa celda también moriré, nada cambia.

—Cambiará la forma en la que mueras, pero tienes razón hay que intentarlo. Astria, los Átkozott no serán bondadoso contigo.

—Lo sé perfectamente.

El soldado que había ido a espiar que Cedric efectivamente saliera del salón, volvió con rapidez. Astria mirando a Sam siguió su camino hacia el salón.

Al abrir las puertas los soldados que estaban ahí se sorprendieron, incluso Gina que estaba custodiando el cuerpo del rey.

—Astria, ¿qué estás haciendo aquí?

—Compórtate o seguirás mis órdenes.

—¿Pero que...? —dijo ella asombrada mirando a Sam.

—Que nadie salga ni entre y si aparece Cedric lo retienen.

—Sí, dama —contestaron todos, incluso Gina.

Astria se aproximó lentamente, hacia un telar de color Burdeo, que caía desde el techo. Había una mesa enorme y elegante de color negro encerrada entre los telares. Desde su ubicación solo podía ver las botas del rey y lentamente comenzó a acercarse.

Respiró profundamente mientras subió los dos escalones ubicándose a su costado.

Llevaba puesto un hermoso traje de color negro con bordados rojos y dorados. Su piel había perdido el color y sus uñas de venían grises. Junto a sus labios que se entre cerraban, estaba verdaderamente sin vida.

—Burak —dijo ella tratando de tocarlo, pero cada vez que lo intento dudó. Sus lágrimas brotaron como un canal que no se podía detener. Acercó su frente con la de él mientras acarició su rostro.

Estaba helado, tan frio como el invierno y su olor característico comenzaba a ser un poco asido. No podía creer lo que veía, era su esposo inerte, se había ido por culpa suya.

Astria cerró los ojos mientras el dolor en su pecho le carcomía el alma, negó con la cabeza incapaz de asumir que la muerte se había llevado a su compañero. Acarició su pelo carbón suavemente, este como finos hilos se acomodaron entre sus dedos, suave y hermoso.

A pesar de que lo habían limpiado, en su oído aún quedaba sangre al igual que en el borde de su boca. Las venas que habían sobresalido a causa del veneno, se plasmaron como un tatuaje quedando marcadas en su cuello como si un rayo lo hubiera alcanzado.

—Yo te amo —le susurró mientras sus labios temblaban.

—Astria, no hay tiempo para sentimentalismo —le dijo Sam mientras la miraba atento—. Lo que quieras intentar hacer, debes hacerlo ya.

Astria se secó las lágrimas con fuerza, mientras asintiendo con la cabeza se paró derecha. Tomando una bocanada de aire puso sus manos en el pecho frío del rey, sin dejar de apretar fuertemente sus dientes. Por más que luchaba por no desmoronarse, era imposible decirles no a sus lágrimas y estas siguieron brotando.

—Lo encuentro ilógico, puedes curar las heridas internas, pero ¿Qué hará que su corazón vuelva a....? —Astria no le contestó, le pegó solo una mirada decidida y cerró sus ojos concentrándose.

La respuesta a aquello, era la pregunta que ella misma le había hecho, era su núcleo.

Sus manos recorrieron todo el cuerpo de Burak desde sus pies hasta su cabeza, el color de la piel cambió como si volviera a la vida, pero aún el corazón no latía y no había energía.

—Astria, ¿es-es posible? —preguntó Gina mirándola asustada mientras se acercaba con temor.

—Cálmate, déjala a ella —dijo Sam—. Eso no lo sabemos aún.

El cuerpo de Burak estaba helado, frío como el hielo y cada vez que Astria posaba sus manos en otro lugar sentía la baja temperatura que la hacía apretar más los dientes. Deseaba salvarlo, deseaba que todo funcione, pero nunca se había visto esto en la historia.

La piel volvió a tomar color, y el frío comenzó a irse, pero cuando ella se detenía el cuerpo volvía a estar muerto. Su sangre fluía, pero ella era el motor, sin ella Burak aún estaba sin vida.

—Su cabeza Astria.

—Cállate Sam —le dijo amargamente, pero luego hizo lo que Sam había dicho. Si sangre brotó por sus oídos significaba que también algo allí se había roto.

Tardó unos minutos, cuando Astria pensó que ya era suficiente. No tenía el calor normal de Burak, pero ya no estaba helado. Sacó sus manos de su pecho y se concentró en hacer correr la energía de su núcleo. Sintió como comenzó a ahogarse, como si algo le apretara la garganta desde su interior, pero sabía que era su propio núcleo tratando de salir. Cuando sintió que este comenzó a subir por su garganta se aproximó al rostro de Burak y le abrió los labios. Antes de besarle la luz salió quedándose en la boca de él. Astria estiró su mano de la garganta de el a su pecho y el núcleo bajó desapareciendo por el interior de la boca del hombre. Lo repitió dos veces, luego, estiró su mano a la luz de la luna y tomó un núcleo de ella que devoró enseguida.

La luz que estaba proyectando de sus manos para curar, volvió a brillar con más intensidad regenerando todo lo que la muerte había hecho en el cuerpo de Burak.

—Ya —susurró a sí misma, luego, volvió a poner sus manos en su cuerpo haciendo fluir más y más la misma energía de curación.

—¡QUE MIERDA ESTA PASANDO AQUÍ! —La voz de Cedric se escuchó y un gran portazo resonó por el salón.

Asustada miró a Sam mientras los soldados salieron rápidamente de sus posiciones y retuvieron a Cedric como Astria lo había pedido.

—¡CONCÉNTRATE! —le gritó Sam.

Los soldados comenzaron a luchar, pero más de alguno salió volando por los aires. Cedric no dudo en ocupar su poder y haciendo una diferencia con los demás.

—¡NO TIENES DERECHO DE VENÍR A VERLO DESPUÉS DE LOS QUE HAZ HECHO! —La voz de Cedric comenzó a ser más fuerte, lo que significaba que se iba acercando— ¡SERÁS LA DAMA BLANCA DE TODOS AQUÍ, PERO NO ME CONTROLARÁS A MÍ!

El telar fue rasgado fuertemente y aunque Astria trató de permanecer ahí la presencia de Cedric la hizo temblar.

—Príncipe Cedric, está la esperanza de...

—No te metas —dijo Cedric agarrando a Gina del cuello y la tiró resbalándola por el suelo.

La soldado cayó como un animal, si esto no resultaba, significaba que estaba revelándose contra la propia corona y seria ejecutada si ayudaba a Astria.

La pequeña reina no se movió, aunque estaba muerta de miedo no dejó de trabajar con sus manos. Solo vio a Gina correr detrás de ella y un fuerte golpe se sintió.

—No príncipe, usted no puede dañar a mi reina —dijo Gina interponiéndose.

—No me hagas reír, solo eres un soldado como todos los demás —dijo estirando su mano a ella—. Te lanzaré las veces que quieras. —Cedric volvió a sacarla de su camino de forma brusca—. Y tú ahora morirás —dijo.

Astria sintió como desde atrás de ella, Cedric la agarró con su poder y la volteó en el aire asfixiándola. Lo mismo hizo con Sam.

Cedric tenía unos ojos furiosos, apretando constantemente los dientes, estaba sudando y Astria supo que su energía estaba terminándose.

Ambos salieron fuertemente lanzados al otro lado del salón. El suelo duro y firme sonó en cuanto los dos cayeron, Sam rápidamente perdió la conciencia al chocar su cabeza con la puerta.

—Argg —gruño Astria y puso rápidamente sus manos en las partes adoloridas, su poder era rápido que pronto dejó de doler—. Cedric espera, puedo explicártelo.

—No tienes nada que explicar. Después de lo que has hecho tienes el descaro de presentarte aquí ¡Y CONTROLAR A MIS HOMBRES!

Cedric se acercó más a ella y la tomó del cuello con sus propias manos.

—Iba a ser generoso contigo y darte una muerte rápida, pero ahora... —Acercó su rostro al de ella y mientras la alzaba en el aire tomó uno de sus núcleos que salió agresivamente de su boca. Llenándose de energía, su poder volvió a ser fuerte—. Te despellejaré viva.

Gina se acercó nuevamente junto a otros soldados, pero Cedric los atrapó a todo golpeándolos con las paredes.

El aire no pasó por la garganta de Astria y la presión en sus ojos comenzó a ser tan fuerte que las lágrimas salieron, pataleo lo más que pudo para soltarse, pero Cedric tenía una fuerza descomunal.

Era su fin, si no moría allí, moriría por su energía, ya que Cedric, volvió a acercarse a ella y tomar otro núcleo más.

Uno más que fuera absorbido y ella realmente moriría. Cedric la soltó y ella cayó una vez más al suelo, apenas podía moverse, estiró su mano a la luz que entraba por los ventanales, pero Cedric la agarró de la mandíbula.

—No.... —susurró con las últimas fuerzas. Mirando a los ojos del animal sintió como su último núcleo y su alma se iban con él. La luz apareció por su boca y antes de ser absorbida, Cedric se detuvo. El núcleo volvió a su cuerpo.

El hombre no movió ni un solo músculo. Astria soltándose se arrastró hacia la luz de la luna y lo observó sin sacarle la mirada. Estaba aterrada, había estado a punto de morir, pero... ¿Por qué Cedric no se movió?




Próximo Capítulo 4.–Terror

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