29.- Luna de Primavera
Las palabras de Lucia rondaron constantemente en los pensamientos de Astria, ansiosa quería saber que era lo que significaba o lo que Sam podía descifrar en la tela de Burak.
–Pero mi Reina, no saque conclusiones antes de tiempo. Sam sabrá entender mejor el mensaje.
–Me causa ansiedad no tener una explicación con certeza– dijo Astria caminando por la habitación con su hija en brazos.
–Tranquila, de todas formas usted no ha pasado noches con su esposo. Es improbable que algún heredero venga en camino.
–Eso... Eso es verdad.
–Al menos...– dijo Amy mirándola. Astria le había contado lo que Lucía había dicho.
–¿Al menos qué?
–Al menos que nuestro Rey nunca pueda implantar la semilla en usted.
–¿Cómo?
–Usted dice que su hijo no llegara a nacer según Lucía pero ¿Por qué asume que lo perderá estando embarazada? Quizás...
–Si Burak no está tampoco habrá heredero.
Astria se detuvo pensando en aquello. Quizás la profecía ya estaba ocurriendo. No se podía saber con fecha exacta cuando comenzaría. Obviamente ella se centró en lo que tenía que ver con su futuro hijo, pero no entendía el texto en sí.
El collar que le regalo Mery no cambio de color, por lo tanto, tampoco estaba en días fértiles como lo estaba toda Átkozott.
El día completo había pasado. Burak y Cedric se desaparecieron completamente casi a las 6 de la tarde y los guardias rápidamente cambiaron el turno.
Para muchos Reinos anteriores, creían que la luna llena de Primavera era una noche perfecta para poder tener a los Átkozott distraídos y vulnerables, pero no podían estar más equivocados. La gente de afuera pensando que era una noche oportuna para atacar intentaban tomar alguna ciudad cercada a sus tierras. En su tiempo Cusco y Ridell lo habían intentado, confiados que los Átkozott estarían sumidos en acciones lascivas entraron a sus tierras. Contrario a eso, la luna no solo afectaba su sexualidad sino también la forma en ver la sangre, por lo tanto, si no había sexo que calmara sus cuerpos, volverse asesinos sin piedad era la otra parte de la moneda.
Los temblores comenzaron tarde en la noche. Astria se levantó asustada mientras su pequeña lloró por el estruendo.
–¿Amy?– dijo Astria levantándose rápidamente hacia la cuna.
–Mi Reina– dijo su dama abriendo rápidamente la puerta– no se asuste. La luna acaba de salir, todo ha comenzado.
Astria tratando de calmar a su pequeña ya en sus brazos se sentó en la cama calmando su respirar agitado. Miró por la ventana y la ciudad se había apagado, pero se veían leves luces rojas por todo el lugar.
–¿Te sientes bien?– miró a Amy que entró prendiendo unas velas y ella sonriéndole le contesto con amabilidad.
–Siento un poco de ansiedad, como cuando sabes que algo importante va a pasar y lo deseas, pero estoy tranquila.
–No es tan fuerte para ustedes ¿No?
–No mi Reina.
Los temblores no eran seguidos, pero si venían de vez en cuando como un pequeño remezón que hacia crujir todo, las ventanas y el suelo.
Astria pronto descubrió la razón.
Molesta por lo que ocurría pensó en Burak. Cada vez que el Castillo resonaba le hacía tener presente que su esposo estaba soltando la energía de sus poderes al igual que Cedric.
El Castillo y sus habitantes estaban acostumbrados a esto, pero Astria y su hija no, Selene no se calmó y siguió llorando sin detenerse a causa de los ruidos.
–Usted ya ha experimentado una noche como está.
–No Amy no lo menciones.
Su dama de compañía no pudo aguantar reír de la actitud de su Reina. No se podía imaginar cómo había sido Burak con Astria para que ella ni siquiera tuviera en su mente la opción de calmarlo.
–Preocúpese cuando esos temblores dejen de ocurrir.
–¿A qué te refieres?
–Cedric no hace esto a menudo pero usted le prohibió participar y Burak tampoco lo hacía, y eso era porque había una mujer entre sus piernas.
–Amy.
–Es verdad. Imagine estar completamente mareada, desesperada, caliente y no poder deshacerse de esa sensación, que va en aumento mientras más pasan las horas. Es lo que nuestros hombres sienten, sumándole que nuestro Príncipe y Rey tienen el poder en sus venas. Es una locura.
–Cedric...
–Burak está casado con usted, pero en una noche como esta, su privilegio de ser la única puede cambiar un poco.
–Dijiste que los que tienen a su pareja se quedan para siempre con ella y que entre ellos se atraen en primavera. El esposo de Gina ni siquiera actuó de forma irracional conmigo porque la tiene a ella.
–Eso es correcto mi Reina, pero ¿Burak ya la considera como su pareja?– dijo deteniéndose y mirándola– Cualquier mujer puede llegar a pensar que es la indicada para apaciguar el celo de un hombre soltero.
–Pero...
–Eres una mujer con el don de curación Astria, ya no eres una mujer normal y el Castillo está lleno de mujeres débiles que podrán caer en tentación.
–No puedo creer lo que me estás diciendo
–¿Quieres que una mujer se meta dónde está el Rey y le ayude?
–No, claro que no.
–Recárguese lo suficiente y vaya. Yo me quedare con Selene– dijo y en cuando tomo a la bebe un nuevo remezón hizo tiritar.
–Lo castraré– dijo Astria alzando ambas manos delante de ella y la luz de la luna se fue juntando en sus manos.
–Entonces Lucia estará en lo cierto– rio Amy
Ninguna mujer se iba a meter donde estaba Burak, atreverse a hacerlo era una falta grave a la corona y no solo eso sino que soportar el aura que expedía era un dolor de cabeza si él no las aceptaba.
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Burak estaba bastante febril, tanto que sentía como su cabeza zumba. Amarrado completamente de su torso a un pilar sentía como su poder salía no solo de sus manos sino de cada poro de su piel.
Cada vez que sentía que enloquecería golpeaba su cabeza con el pilar y más poder se liberaba haciendo temblar todo el Castillo. Había pasado casi una hora soportando con dolor su ardiente deseo dominado por su naturaleza cuando la puerta se abrió.
–Sabueso.
–Ahhh...no...– la voz de ella llegó a sus oídos haciendo hervir su sangre.
Las cadenas rápidamente resonaron en la oscuridad. Astria no lo podía ver pero le habían dicho que habían tomado medidas preventivas de seguridad. Sus hermosos orbes dorados brillaban más fuerte que el mismo fuego que tenía en su interior.
Astria observó un poco el lugar y no había ni una pisca de Luz. Estaban en lo más profundo del Castillo en un sótano frío y tenebroso.
Burak no solo la escuchaba con sus sentidos agudizados sino también que su olor lo despertaba más. No había temor, desde que había vuelto a la vida la oscuridad era su enemiga, pero esta noche el miedo no llego a su cabeza.
Astria se acercó caminando a ciegas y en cuanto sintió temor alzó su mano al costado y la luz de la luna se formó en su palma.
–¿Pequeño conejo vienes en bandeja una vez más?
–No dejas dormir a nuestra hija, eres verdaderamente escandaloso.
–Entonces ayúdame.
–Dejaré esto por aquí– Astria con la luna llena en sus manos en forma de esfera dejó una en el suelo y luego hizo otra que dejó al otro extremo de la habitación.
Parándose frente a él sentía nuevamente que podía perderse en su mirada, en sus labios que apretaba fuertemente, en su cuerpo que pegaba lentamente temblores mientras se iba tornando brilloso por su traspirar. Burak simplemente la llamaba.
Astria había estado tanto tiempo sin ese tacto. De hecho había sido mucho antes de la guerra por precaución de su embarazo. Hoy lo deseaba, y aunque tenía miedo de lo feroz que podía volverse Burak, ella quería estar con él. Sabía cuánto inquieto podía volverse.
–Ya me conoces– dijo Burak mirándola. Astria se puso frente a él y le sonrió. Claro que lo conocía, ahora era él quien en su mente jamás había estado con ella.
–Portate bien, aunque sé que no lo harás.
–¿Tan malo soy?
Astria se hinco a centímetros de él y en cuanto lo hizo, vio que Burak saltó estirando aún más las cadenas que lo sostenían. La única reacción que había salido de él era tratar de agarrarla.
Astria dejó caer su túnica frente a él. La ropa interior era casi translúcida iluminada por sus dos orbes de luna.
–Tranquilízate– le ordenó ella en cuanto sintió como las cadenas chillaron. Burak había comenzado a hacer fuerza con ellas– tengo la llave y te soltaré pero primero demuéstrame que puedes ser un buen chico.
–¿Me tratas como si fuera un perro?– dijo Burak sonriéndole– te arrepentirás si me sueltas– dijo más seriamente– pero si no lo haces...tam..bien.
Astria le cortó rápidamente las palabras cuando se acercó a él y le tocó el pantalón. Burak respiró profundamente al sentir su calidad mano en su miembro.
Ella lo miró de cerca y con el respirar agitado se dio cuenta que estaba completamente hipnotizado por esa mujer.
Astria arrodillada entre sus piernas le fue soltando los botones de la camisa mientras Burak la miraba mojándose los labios. Como un imán, cada vez que Astria acercaba su rostro a él, él la buscaba. Sus ojos no podían están más brillantes.
Astria no pudo evitar verle el torso desnudo sin tocarlo, levantó levemente su mirada y paso sus manos por sus pectorales.
–Debería romperlo– dijo agarrando la camisa que quedó abierta– tú me debes muchos vestidos por hacerlo.
–Hazlo– le susurró al oído, podía sentir la piel de ella tan cerca pero aún no alcanzaba a tocarla.
Astria acercó su cuerpo a él y suspiró al sentir como su piel se juntaba con la piel de Burak. El no dudo en besarle el cuello y olerla abriendo así cada parte de sus poros.
Se besaron, Astria se sorprendió por lo lento que él lo hacía, abriendo su boca para agarrar sus labios. Cada beso se volvía más codicioso, Astria comenzó a frotarse con el lentamente mientras el calor subía a sus mejillas rosadas.
Mientras le daba atención a su boca un sonido de un leve chillido hizo eco en el lugar. Astria separó su rostro de él y le miró a los ojos. Burak también la miró pero lentamente una sonrisa se le fue formando en su rostro de forma aterradora.
Astria volvió a subestimar a su esposo. Se echó atrás rápidamente, pero Burak que entre aquellos besos le había robado la llave, se liberó rápidamente de las cadenas y le tapó la boca cayendo arriba de ella.
–No otra vez... no– pensó ella mirándolo asustada.
–No te haré daño– dijo relajando la expresión de su rostro– ahora dime ¿Te gusta la oscuridad?
Astria abrió sus ojos con aquella pregunta como si se fueran a salir de sus cuencas. Burak rápidamente alzó la mano y las esferas de luz se rompieron dejando un leve brillo como la escarcha que fue disminuyendo poco a poco la luz de la habitación.
–Es cruel que quieras controlarme, dijiste que no lo harías– el salió de encima de ella y literalmente desapareció en la oscuridad.
–Burak por favor no juegues conmigo– dijo ella tratando de ver, pero no había nada, sus ojos por más que trataban de observar algo solo había una oscuridad eterna. Se puso de pie lentamente escuchando con atención.
La hebilla del cinturón de él hizo eco por la habitación, ella entonces supo que él estaba justo detrás de ella.
–No estoy jugando contigo, justamente hoy, no lo voy a hacer.
–¿Puedes ver en la oscuridad?
En cuando habló, las manos de Burak le rodearon la cintura enterrando su cara en su cuello.
–No puedo verte, pero puedo olerte– dijo tomando una bocanada de su olor– y puedo sentirte.
Astria sorprendida por las reacciones de su cuerpo sintió como sus muslos temblaron pensó que quizás después de haber tenido a su hija alguna parte de ella se había convertido en bestia por haber estado mucho tiempo deseando el calor y la caricia de su esposo. Estaba más segura, aunque Burak no la amaba, si la quería. Mostrándose como un hombre que la cuidaba y la escuchaba aprendiendo nuevamente quien era su propia esposa.
–Mi esposo– susurró ella recordando lo que realmente era.
Al decirlo sintió como Burak refregó más su rostro en ella y sus manos subieron para agarrarle los senos a través de la delgada ceda.
Cuando Burak volvió a la vida había sido terrible el hecho de que el mismo había tratado de acabar con ella. Pero cuando los meses pasaron comprendió que su esposo tal vez nunca volvería a recuperar sus recuerdos aun así le deseaba y reprimía aquel sentimiento para no mostrarse una mujer fácil. Pero para Burak, la mujer hermosa que tenía de esposa había despertado sus propios deseos, habían días que no se podía contener mirándola, la forma en la que hablaba, en cómo se expresaba incluso cuando se empoderada y se volvía peligrosa. Más lo excitaba.
Ambos se deseaban, pero pensando siempre en el otro no mostraron eso constantemente.
Esta noche Burak se sentía completamente afortunado, ella había venido, por fin podría verle y tocarle. Se imaginó muchas veces como era su rostro al excitarse, sus mejillas poniéndose rosadas, sus gemidos, sus ruidos, quería verla y escucharla a causa de él. El sentimiento de tenerla bajo control, de reclamar y monopolizar el propio cuerpo de aquella mujer lo haría perder la cabeza.
Claro que no esperaba que no hubiera luz alguna, pero era eso o ser controlado por ella.
–Burak– susurró ella mientras llevó su mano hacia atrás. El hombre aún llevaba puesto sus pantalones, pero su hombría ya lo tenía completamente dura.
Astria embriagada de aquel deseo dejó de lado el miedo, volteó con rapidez para besarle y se acercó a él.
–Hey– dijo riéndose cuando ella le besó en mentón– mi boca no está ahí.
Astria no dijo nada. Ignorándolo le soltó el botón del pantalón mientras que sus manos lo recorrieron sin detenerse. Burak prendió como una mecha, siguiendo lo que ella hacia buscó su boca y le lamió los labios con fuerza empujándola lentamente hacia atrás.
La pared de atrás pronto quedó en la espalda de ella y Burak la aprisionó allí.
–Ahh– gimió Astria al sentir como su cosa le tocaba el vientre.
Para Burak era todo nuevo, estaba tan embriagado por el día que era, que cada parte del cuerpo de ella lo hacía temblar. Quería introducirse profundamente en ella pero Astria no era un Átkozott que pudiera soportarlo. A pesar de que sus instintos contantemente querían salir de forma brusca trató de mantener la calma mientras la besaba.
Pero Astria tenía otra cosa en su mente. Dejando su boca bajó besando cada parte de su pecho, su abdomen que se endureció aún más por sus labios hasta que ella llegó a su entrepierna y se llenó la boca con su espada.
–Ahhh– soltó Burak con un leve gruñido ardiente– Astria...
No podía creer lo que le iba a pedir, pero las palabras para detenerla se quedaron amarradas a sus cuerdas vocales.
Astria podía sentir cada parte de la virilidad de su esposo entre las paredes de su boca. Su glande ya estaba mojado cuando se lo metió a la boca pero no lo pensó mucho, recordó lo que el mismo le había dicho "sin dientes"
Creyó que podía soportarlo pero Burak se endureció aún más. Y en el medio de la oscuridad el sonido de su boca se escuchaba como eco junto con la respiración agitada de su hombre.
Las manos de Burak que habían quedado en la muralla bajaron con rapidez y el agarró su nuca empujándose aún más profundo provocándole una arcada. Ella intentó echarse para atrás, pero él no la dejo y volvió a producirle otra arcada. Su saliva se volvió mucho más espesa, miró arriba cuando logró respirar y los ojos dorados de él brillaron aterradoramente hacia ella.
–Eres osada– su voz le sacó la respiración. Extremadamente ronca hizo que ella se diera cuenta que había despertado a la bestia.
–Mierda– se dijo.
Una leve luz roja comenzó a pegar pequeños destellos de los dedos de Burak. Cuando visualizo su mano él la levantó lentamente y le agarró los labios con fiereza, la volteó de pie y su miembro quedó entre sus muslos refregándose con su entrada.
–Háblame– dijo ella sabiendo que en cuanto el comenzará a guardar silencio ya no respondería como una persona normal. Suerte para ella Burak acercándose a su oído le habló.
–Estoy seguro...–dijo mientras le abría las piernas y lentamente le levantó el muslo derecho. Su flor quedó expuesta completamente a él–Que no es primera vez que te digo eso.
–No– susurró ella con un suspiro mientras él le besó el cuello y se inclinó para seguir besándole su columna y los omoplatos.
Él se fue introduciendo lentamente. Astria soltó un suspiro grande enterrando sus uñas en el muro. Había deseado mucho tiempo sentirlo y ahora deseaba más.
Burak no fue suave, una vez dentro comenzó a embestirla fuertemente. Era difícil contenerse incluso para ser amable. Astria sintió el cambio de Luna Llena, Burak no tardó en venirse soltando un gruñido grave y como había sido la otra vez, su cosa no tuvo cambios y siguió moviendo sus caderas.
–No debí ser tan caballero contigo– soltó el entre respiraciones. Mientras ella parecía que más lo engullía, pensó que podía hacer esto toda la noche.
Astria gimió fuerte y cada vez más, lo que era evidente que con cada embestía que él le daba, su creciente clímax iba a llegar.
Burak deleitándose con aquello le agarró el seno derecho, con su pulgar y su índice le apretó el pezón.
La habitación pronto se llenó de la esencia de ambos. Astria no se contuvo y soltó un gemido tan potente que hizo que Burak volviera a correrse, pero no la dejó tranquila.
Girándole el rostro metió su lengua en su boca, lo suficiente como para dejarla sin aire y mientras lo hacía la volteó y la tomó en sus brazos. Cada una de sus piernas quedaron en sus antebrazos, para él era fácil tomarla y no requería mucha fuerza.
Astria en el aire rodeo el cuello del mientras le acariciaba el pelo. Podía notar como su cuerpo comenzaba a resbalar por la transpiración asique se agarró con más fuerza mientras él la penetró de pie. La espalda de ella nuevamente quedó al contacto con la muralla y sintió un poco de miedo por caer. Burak rápidamente la reconfortó.
–No te soltaré– aunque sus palabras podían significar claramente que no la dejaría caer, también podía referirse a qué realmente no la soltaría en toda la noche.
En la posición en la que estaba, la hombría de Burak entraba tan profundamente, que incluso le dolía un poco el útero similar a los días dónde ella sangraba.
En el Castillo ya había rumores. Estaban acostumbrados en especial las mujeres que quedaba de guardias a tener que soportar la energía y el aura que Burak soltaba desde lo más profundo del Castillo. Los temblores eran habituales en un principio, pero sorpresivamente esta noche esos temblores se terminaron de repente y más rápido que otras veces.
Las mujeres no eran tontas y rápidamente sacaron conclusiones. Su poderoso Rey anteriormente no había tenido una mujer a su lado y ahora que Astria estaba, seguramente ella supo cómo calmarlo con rapidez en una noche desenfrenada.
Su Reina era como él, osada y valiente, pero Burak la amaba, quien no amaba a su pareja no perdonaría lo que ella había hecho. Muchas tenían aquel pensamiento presente, él debía amarla mucho.
Próximo Capítulo 30.- Tú, mi Primavera.
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