26.-Vísperas de una fiesta Anhelada
Como ya se había planeado, al quinto día los invitados salieron por las puertas del Castillo embarcándose en un viaje devuelta a sus tierras. Jonathan llevaba su rostro marcado, cada Atkazott reconocía aquellas marcas, dos heridas en forma de lagrimas caían en cada una de sus mejillas desde el parpado hasta la mandíbula, una marca que todos reconocían como la traición hacia su gente.
Burak no sacó sus ojos de los carruajes hasta que traspasaran los muros y luego de eso desapareció entre sus hombres. Astria sintió un poco de pena con la despedida fría que tuvo con su hermana pero no podía aferrarse a su lazo hermanable ahora que Luther y Átkazott quedaron como enemigos, Burak no volvió a firmar pactos de paz con ellos.
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A los dias el clima cambio rápidamente y no específicamente hablando del calor o el frío sino de todo el cambio drástico de Átkozott. Miles de rosas rojas salieron forrando la ciudad, el castillo tampoco estuvo ajeno a aquello. Cómo cada año era esperado con ansiedad y alegría este año no sería la excepción.
En el Castillo no solo estaban decorando para una noche alocada y llena de pasión desenfrenada, sino que también había dos individuos que debían encerrar.
Burak pidió que se reforzará cada centímetro del Castillo en especial la planta baja, temía de el mismo ya que teniendo a Astria cerca junto con su pequeña sería peligroso.
Ella ignoró el hecho, sabía perfectamente que era lo que se acercaba y no quería ser involucrada, en cambio se concentró en su propia esencia y magia. Burak rechazó su propuesta, pero aun así la acompañaría al templo en unos días.
Sentía que estaba a punto de lograr una luna en su mano, y hacia días que se había obsesionado con lograrlo. Si podía tener una luna llena en sí misma, Cedric y Burak estarían bajo su control y ella estaría constantemente a salvó.
–Mi hermosa Reina, el Rey le manda a decir que cené sin él.
–¿No vendrá?
–Mi Reina Astria, debe entender que hoy a vísperas de...
–Lose Amy ¿Tu no participaras?
–No deseo quedar embarazada este año – dijo riéndose.
–Supongo que Gina sí.
Hace años que Gina no participaba en una luna llena y en las ceremonias de matrimonio real ella había confesado querer embarazarse y Astria sonrió al recordar aquello. Se imaginaba el embarazo de la soldado y como serían sus hermosos hijos.
–Sí, ella debe estar hoy pidiendo permiso para participar.
–Sí mi Reina– dijo Luz que estaba cambiando las sábanas de la cama– de hecho vi a su esposo aquí.
–¿Su esposo?
Astria tardó solo minutos en ser carcomida por la curiosidad, según Gina su esposo era mucho más guapo que el mismo Rey y además se comportaban con mayor caballerosidad que Burak.
Astria bajó sin escolta hacia la sala de reuniones, se dio cuenta que todos los soldados habían sido cambiado y en vez de ser hombres esta vez solo mujeres custodiaban cada rincón.
–Bruno– susurró al verlo en una fila fuera de la sala de reunión.
Increíblemente él la escuchó y volteo a verla sorprendido.
–Mi...mi Reina– dijo bajando su cabeza y así todos los que estaban en la fila bajaron sus cabezas. La fila era para el permiso que necesitaban los que trabajaban en el Castillo y faltar para el día siguiente.
Astria los miró atenta y se sintió un poco ebria, la mayoría eran hombres solteros que expedían una hermosura diferente a lo habitual. Astria bajó la cabeza analizando lo que sentía. Era el mismo sentimiento que sentía con Burak, pero solo un poco más suave.
Los hombres en primavera llamaban extrañamente a las mujeres.
–Mi Reina– dijo Gina, era la primera en la fila, tenía una cara con cejas arqueadas y lo bordes de sus ojos rojos.
–Gina ¿Estás bien?– dijo Astria acercándose.
Gina solo asintió con la cabeza mirando el papel apretado en sus dos manos.
–Aun no te lo firma– susurró Astria y pronto frunció el ceño mirando la puerta de la oficina de Burak– dámelo.
–No haga nada imprudente por favor.
–No esta vez Gina– dijo ella sonriendo y abriendo la puerta de Burak entró con cautela.
Dentro, Cedric estaba sentado en un pequeño escritorio firmando unos papeles. Burak para variar no estaba.
–Astria– dijo Cedric poniéndose de pie.
–Qué bueno que te encuentro– dijo Astria. Los ojos de Cedric resplandecía lleno de una lujuria insaciable. Hombre aún soltero y a víspera de Luna de Primavera, su piel podía humear si le tiran un balde de agua.
Pero Astria no pensó en aquello, recordando lo que había aprendido y pensó que era la oportunidad perfecta.
–¿Puedo intentar algo contigo? – preguntó. Astria
Cedric respiró profundamente por esa pregunta. Y se preguntó si lo que sentía era porque la había visto de forma distinta el cual lo tenía prohibido o era producto de la proximidad de la luna llena de primavera. No había rencor ni enojo hoy.
Astria se acercó lentamente a él y a dos pasos de Cedric, se detuvo, alzó su mano a un lado y un pequeño remolino se formó en la palma de su mano. Tardó un minuto que aquel remolino sacara un orbe blanquecino y luego una luz potente. Era una esfera física que se podía tocar.
Hubo un tiempo donde Astria odiaba estar sola, odiaba ser ignorada y odiaba tener que vivir como si nadie notara su existencia. Cuando salió del Castillo lo primero que pensó fue que iba a hacer violada y encerrada nuevamente en un lugar. Pero ahora, creía incluso que podía haber pedido algo mucho más si portante que conocer un pueblo cuando hizo su primer pacto de sangre.
Ella misma se había dado cuenta lo tonta y lo inocente que había sido. Ahora, estaba segura de una cosa, solo le importaba su hija y recuperar a su esposo. No necesitaba nada ni a nadie más. Jamás volvería a aceptar que la traten con inferioridad. Astria era una Reina, y no cualquier Reina, sino, la Reina de Átkozott.
Astria bajó su rostro y la expresión de su cara cambió.
–Arrodíllate– le dijo firmemente.
Cedric pegó un leve asombro antes que sus ojos brillaron lentamente de color celeste y obedeciendo el mandato de la hija de la Reina Luna, este cayó de rodillas observándola.
–No quiero que muevas ninguna parte de tus extremidades, ni tu cabeza– dijo ella acercándose.
Paralizado solo pudo mirarla.
–Ahora, deja de respirar y escúchame– Astria se acercó lo suficientemente cerca para mirarlo a centímetros de sus ojos– jamás vuelvas a tratarme como lo has estado haciendo, no me volverás a tocar ni un solo pelo, ni siquiera faltarme el respeto. Desde hoy en adelante no me mirarás a los ojos, porque el día que lo hagas...–Cedric abrió más los ojos, su pecho pronto comenzó a temblar, le faltaba el aire que su propio cuerpo no podía proporcionarle–... juró que no necesitaré una luna llena para castigarte y créeme que ni Burak me detendrá.
Astria dio un paso atrás mirándolo aún enojada, no demostraba ni una pisca de apuro para dejar que el hombre respirara. Cuando Cedric comenzó a enrojecer completamente su rostro y a formarse lágrimas en sus ojos ella habló.
–Respira y muévete– dijo con dientes apretados
El hombre rápidamente cayó hacia el frente tosiendo y gimiendo desesperado. Llevó su mano a su garganta y cerró los ojos tratando de recuperarse. Astria lo miró como un perro arrodillado delante de ella.
–Espero que lo hayas entendido.
–Tu...– susurró y luces rojas comenzaron a aparecer en su mano izquierda.
Astria se preparó para ordenarle pero justo cuando ambos ibas a reaccionar, el carraspeó de la garganta de otro perro sonó por la habitación.
Astria rápidamente se asustó y la esfera de luna se disipó como una escarcha que caía lentamente al suelo.
–Burak...– susurró asustada.
–Lo...lo viste... ¿Cierto?– dijo Cedric poniéndose de pie lentamente.
–Sal de aquí– gruño Burak, sus ojos brillaban, pero había una seriedad en su rostro.
Hablaba muy enserio, no solo porque había entrado a la oficina justo cuando Astria se acercó a Cedric, sino también porque era su mujer y a un día de la luna llena de primavera no permitiría que ella estuviera cerca de un soltero.
Cedric tomó espacio de Astria y salió sin decir nada. Su rostro aún seguía de color rojo.
–Lo siento, puedo explicarlo– dijo ella mirando a Burak.
–No, no necesitas explicármelo. De vez en cuando es bueno que reafirmes tu autoridad, y en especial lo poderosa que puedes ser si te pasan a llevar– Burak paso a un lado de ella y se dirigió al escritorio.
Sorpresa para ella, él no le reprochó nada de lo que había dicho, de hecho, sintió que lo único que le faltó a Burak decir fue "buena chica"
–Has logrado algo por tu cuenta Astria, debo confesarte que estoy sorprendido.
–¿Cómo? Eso, eso fue algo que estuve estudiando– Astria le miró y rápidamente frunció el ceño– ¡Oye! No es la única cosa que he hecho por mi cuenta– le reclamó.
Burak solo se rio de ella y de lo lento que trabajaba su cabeza.
–Ninguna Dama Blanca ha hecho una luna llena en su mano. No que yo sepa.
–¿No estás enojado?
–No.
–¿De verdad?
–De verdad– susurró lentamente y Astria respiró más aliviada.
–Burak. Quiero que me lleves al Templo.
–¿A qué se debe eso? ¿Lo quieres hacer ahora ya?– dijo sin despegar los ojos de los papeles que estaban frente a él. Astria se acercó a su escritorio y tomó completamente todos los papeles que estaban allí– espera Astria– sin olvidar puso el papel de Gina entre ellos mientras él la miraba sorprendido.
–Tu madre quiere que la contacte, necesito saber cómo haces para saber algo de ella.
–Te puedo explicar pero tomara tiempo, después del día de mañana...
–No Burak.
–Astria.
–Escúchame– dijo leyendo uno de los papeles– firma. Mi propuesta aún sigue en pie.
–Pero...
–Firma.
Burak apretó levemente su ceño mientras la miraba, ella sin sacar sus ojos decididos de él le hizo darse cuenta que no cambiaría su decisión. Tomó el papel y firmó. Tan rápido como lo hizo Astria le puso uno nuevo encima del otro.
–La luna llena de Primavera no te afecta ¿Por qué estás así entonces?– preguntó él.
–Porque vengo días diciéndote que me lleves al templo– agregó volviendo a poner otra hoja. En cuanto vio que Burak comenzó a leerla acercó su dedo y tocó repetidas veces el lugar donde debía firmar.
–Oye...
–Firma. Tu madre dónde quiera que esté está tratando de advertirnos algo. Es importante que no esperemos.
Astria sabía que Burak era bastante astuto y que seguramente si seguía presionándolo él se daría cuenta que lo estaba haciendo firmar documentos sin echarle una leída.
El próximo fue el documento de Gina y Burak no dudo en volver a mover la pluma sin echarle una mirada.
–Sigo sin querer aceptar tu trato pero está bien, vamos al templo.
–¿Cómo supiste que podías conocer el futuro mediante ella? Pensé que cuando alguien dejaba este mundo la esencia de la persona se iba después de unos años.
–Sí, pero ella dejo artos escritos, como también dejo un frasco con su sangre. Junto con Sam pasamos horas investigando unos papeles que tenía, al final un hechizo que solo Altrice y yo podíamos hacer– dijo estirando su mano y Astria le entregó el resto de los documentos. Ella rápidamente agarró los que estaban firmados y los movió hacia un lado del escritorio. Burak se puso lentamente de pie.
–¿Entonces yo no puedo comunicarme con ella sino es mediante de ti?
–Exacto– dijo abriendo una caja y de ella sacó un papel– supongo que una parte de mi asumía lo que tarde o temprano iba a ocurrir.
Astria alzó su mano y tomó el papel, allí un texto un poco confuso se podía leer.
"El lomo de la bestia será rasurado, tierra seca llorara al Rey, un niño tomará la corona, pero en tierra fértil el mar cubrirá los ojos de los animales en rojo y los lobos aullaran porque la gran santa matará al cachorro más preciado"
Astria se le estrujó el corazón ¿Burak siempre había sabido que ella terminaría por quitarle la vida? ¿Sabía de aquello y decidió aun así continuar con su matrimonio?
–Hey, todo está bien– Burak como si le hubiera leído la mente supo que ella se llenaba de preguntas.
–¿Te casaste conmigo sabiendo esto?
–Supongo que llegue a creer que eso podía ser imposible. Me gustaría tener todas tus respuestas Astria.
–Lo sé.
–Yo de verdad te amaba... demasiado.
"Que palabras tan crueles" pensó mientras lo miraba y sus ojos se llenaron de lágrimas.
–Por favor no llores– dijo Burak acercándose a ella.
–Sabes que, no quiero que vuelvas a...– Astria estaba decidida a decirle que jamás vuelva a decirle que la amaba. Alzó la mirada y una vez más los orbes dorados de Burak brillaban más fuerte y tenía esa atracción física que había sentido antes. Sin duda alguna Luna de Primavera está pisándole los talones–...yo...
–Lo siento, aún me impresiona todo lo que yo he hecho por ti– dijo alzando su mano y le corrió una lágrima que se había escapado.
Astria sintió nuevamente ese calor excesivo en su dedo y suspiró recordando aquel día. Burak le sonrió levemente quitándole el papel de la mano para guardarlo una vez más en la caja.
–Te acompañaré al Templo, después volveré por los papeles. Eso sí, asume que la fila que está ahí afuera se molestará por haberme llevado lejos de mi oficina– dijo sonriendo.
–Asumo las consecuencias– Astria se acercó al escritorio mientras Burak terminaba de cerrar las tintas y volteó hacia la puerta caminando a ella. Entre sus vestiduras había alcanzado a guardar el papel de Gina con la intención de devolverlo más tarde.
–Astria– dijo Burak. Ella a punto de tocar la manilla de la puerta, se detuvo por sus palabras. Volteó lentamente y le miró que se había apoyado frente al escritorio y la miraba con los brazos cruzados. Lentamente abrió los labios y habló con una voz más ronca– Dámela.
–Yo...– trató de excusarse, pero Burak levantó una ceja y estiró la mano esperando que ella le entregará lo que había sacado.
–Tengo que leerlas, independiente que las haya firmado debo saber que firmé.
–Confía en mí– dijo Astria, fue lo primero que se le ocurrió. Burak se puso a reír de ella mientras su mano estirada la llevaba a su nariz.
–No se trata de confianza.
–Por favor– dijo ella acercándose a él y mirándolo como un perrito que espera un premio.
–Dámela– repitió parándose derecho y mirándola de su propia altura con una leve sonrisa.
Astria apretó un poco los labios reprochando el hecho que lo había subestimado y apartó la mirada ignorándolo.
–Que terca eres– dijo el acercándose más a Astria y apegando su torso al pecho de ella.
Astria siguió ignorándolo tratando de buscar alguna esperanza y apretó fuertemente las manos, no quería pasarle el papel doblado entre sus vestiduras.
–No sirve que te hagas la fuerte ¿Dónde la tienes?– Burak la agarró del cuello de forma suave y le levantó la mandíbula para que su rostro se levantara y ella lo miró desde su altura.
Burak rápidamente la acorraló empujándola al muro sin soltarla.
–No es bueno que empieces a jugar estos juegos conmigo.
Una sola mirada de Astria hacia su pecho y Burak supo dónde encontraría la carta.
–¿Qué tienes aquí?– dijo el acercando su rostro al de ella y quedaron mejilla a mejilla.
Astria parecía cubierta por su hombre, su contextura pequeña en comparación a él la tapo casi por completo. Su rostro cerca del hombro derecho de Burak solo hizo que mirara hacia al frente mientras sintió las manos de él bajando de su cuello a su clavícula.
Soltó un suspiro fuerte cuando el calor de la piel de él llegó lentamente entre sus senos.
No podía creer que una vez más sentía todas las ganas de entregarse a él como en bandeja. Sabía la mala experiencia que había vivido en un día parecido a este, pero, aun así, su mente deseaba una y otra vez ser tomada por él. Habían pasado meses, más de 6 meses sin ningún tipo de interacción sexual y su cuerpo estaba anhelando una caricia.
El papel sonó rápidamente cuando Burak llevó su mano entre sus dos montañas y lo sacó lentamente mientras se iba separando de ella. Astria se quedó inmóvil hasta que pudo mirarle a los ojos.
Sin duda alguna ambos se deseaban, la mirada de él le llamaba y Burak sentía exactamente lo mismo. Acercó lentamente su rostro al de ella mientras le miraba los labios. Su cabello que colgaba como finos hilos negros le rosaron la frente de ella.
–Señor ¿Puedo solicitar un poco de su tiempo por favor?– dijo una voz ronca pero bastante amigable detrás de la puerta.
Astria respiró de alivio por aquella voz. Nunca había estado tan aliviada por ser interrumpidos, pero gracias a eso Burak se alejó un poco de ella sin dejar de mirarle.
–¿Señor?
–Pasa– dijo Burak sin dejar de mirar a Astria que se arregló rápidamente el busto. La puerta se abrió y un hombre con la misma contextura que Cedric entró.
–Oh... yo... creí escuchar darme el permiso– dijo incómodo de ver a ambos tan cerca.
–Te lo di, Riftan.
Astria llevó sus ojos al hombre. Jamás lo había visto después de estar más de un año conociendo Átkozott. Tenía la piel un poco más morena que Burak, su pelo negro caía igual que él, pero era más ancho de espalda y tenía una cicatriz en su rostro que pasaba desde su ceja derecha hacia su mentón.
–Astria– dijo Burak alejándose de ella y sentándose en el escritorio– él es Riftan ¿Lo conocías? – ella rápidamente negó con la cabeza.
–Mucho gusto mi Reina Astria– dijo el hombre acercándose y estirando su mano. Burak rápidamente gruño cuando se acercó a ella.
–Lo siento– se disculpó bajando su cabeza.
–Es un gusto para mí también– contestó Astria sin ninguna timidez.
Riftan bajó su cabeza al escucharla mientras le regaló una sonrisa y luego, miró a Burak.
–Mi Rey yo, por favor deseo que pueda darme permiso de llevar a mi mujer a nuestro hogar mañana.
Burak lo ignoró mientras abría el papel que había sacado del pecho de Astria y se dio cuenta a quien pertenecía.
–¿Todo bien con los escribas?
–Sí Señor.
–¿También te dieron el día de mañana?
–Sí Señor.
–Astria, Riftan todos los años ha venido para que le dé mi autorización para participar el día de mañana. La mayoría de mis soldados varones son incapaces de trabajar mañana, por eso las mujeres son las que custodian el Castillo. ¿Crees que debería darle permiso a su mujer para que no trabaje mañana, ignorando a todas las otras?
¿Era una prueba? Astria miró al hombre unos momentos, parecía que realmente era muy importante para el que su mujer participará en luna llena de primavera, pero quizás Burak quería ver si ella podía pensar con la mente fría sin conocer a aquel hombre. Pensando en eso abrió su boca creyendo en la mejor respuesta.
–No, debería ser igual para todos, siendo que estaremos falta de personal creo que no deberías dar el permiso a cualquier persona. Creo, que debes conocer la situación de cada una.
Burak sonrió por tal respuesta mientras el hombre mostró rápidamente su descontento frunciendo lentamente el ceño y apretando los labios desanimado.
–Es importante...– dijo Burak poniéndose de pie y caminando a ella–Que siempre tomes las decisiones del Reino sin que tus sentimientos se involucren. Buena respuesta.
Burak luego, caminó al hombre y le entregó el papel que Astria había tratado de esconder. Ella se sorprendió con ese acto, y entendió lo que había hecho. Aquel hombre parado frente a ella era ni más ni menos que el esposo de Gina.
Burak abrió la puerta mientras que Riftan abrió la carta y Gina rápidamente se asomó entrando sin permiso. Llegó al lado de su esposo viendo la firma y se devolvió abrazando a Burak.
–Hey– dijo el tratando de zafar su agarré.
–Gracias, gracias– le besó la mejilla.
–Me impresiona tu entusiasmo– dijo Burak mirándola– deberé asumir que después de mañana te tendré solo 8 meses conmigo.
–Es lo que siempre he querido Burak.
–Lo sé, agradecerle a ella.
Gina no dudo un solo segundo en voltearse y acercarse a Astria. Se arrodilló frente a ella y le tomó las manos para besarlas.
–Eres todo para mí– dijo.
–Gina yo...
Riftan sonrió al ver a su esposa tan animada, evitó la emoción frente a sus propios Reyes no tenía tanta confianza como lo tenía su mujer.
–Astria– dijo Burak alzando la mano– ¿Vamos?
Gina la soltó y lentamente fue con su esposo para rodear su cintura. Astria sonriendo se fue como un imán a tomar la mano de Burak.
–Hey animal– dijo Burak desde la puerta mirando a Riftan– la quiero en una pieza después asique ni te pases.
–Burak– susurró Astria. Creía que ese tema era propio de una pareja pero Burak no dudo en advertirle que tratará a su soldado con cuidado. Ni siquiera él había podido controlarse con Astria y ahora esperaba que Riftan tratara bien a Gina.
Su soldada solo sonrió para luego besar a su esposo sin importar las miradas.
Próximo Capítulo 28.-Manifiestate
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