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24.- Hermanas

–Señor.

–No digas nada Gina– dijo Burak deteniéndose– no tuve que pensarlo mucho si es lo que preguntas. Hay gente más cruel que yo, como su esposo– agregó subiendo las escaleras.

–Contendremos el altercado– dijo Gina pero Burak solo alzó la mano sin mirarle.

El Rey no fue a su habitación, contrario a eso, fue a la habitación de Astria, tomó a la pequeña Selene y se la llevó consigo mientras en el primer piso todo se volvió un caos junto con una pequeña guerrilla.

Bruno alcanzó a sacar a Astria de allí antes que los de Luther atacarán a los soldados de Burak armándose un pleito de proporciones menores. Rápidamente fueron reducidos y una vez más Jonathan que debía haber estado con su esposa, se lo llevaron a rastras junto con sus hombres.

Independiente de cómo habían resultado las cosas, Alice fue llevada a una de las habitaciones preparada con antelación. El doctor de Átkozott tenía todo listo para terminar de hacer el trabajo que las propias drogas habían hecho.

**************

Jonathan había perdido la conciencia mientras lo llevaron a los calabozos, sus hombres no se dignaron ni siquiera a intentar escapar, sabían perfectamente que de allí no saldrían por la mala. Pasaron unas horas cuando Bruno abrió las celdas.

Mientras el eco de una gotera sonaba continuamente, el Rey de Luther comenzó lentamente a abrir los ojos. La oscuridad del lugar le dificultó tomar conciencia de su situación teniendo el deseo de volver a dormir constantemente.

Burak que esperaba que el Rey despertara, le hizo una seña a Bruno, este se acercó a Jonathan para tomar de su cabellera y lo zamarreó fuertemente. Sam no se hizo notar, fuera de la celda observó entre los barrotes lo que ocurriría dentro.

–Arg...– soltó el Rey Jon parpadeando rápidamente– ¿Dónde...dónde estoy?– susurró mientras trataba de tomar conciencia.

Observó el lugar, y no lo reconoció. No sabía que había pasado, ni donde estaba, confundido llevó sus ojos a cada rincón hasta que en una esquina vio los orbes dorados de Burak.

–Tu...

–Eres un estúpido– soltó Burak.

–¿Cómo pudiste?– dijo poniéndose de pie pero Bruno que estaba justo detrás, lo agarró de los hombros y lo volvió a sentar. Aterrado miró al soldado comprendiendo que no podría salir de allí– tienes una hija ¿Cómo pudiste arrebatarme el mío?

–Tu te lo arrebataste solo. Sabías las consecuencias de traicionarme.

–No tienes piedad ¿Dónde está mi mujer?

–Con los doctores terminando el trabajo.

–Hijo de puta.

Bruno no se aguantó escuchar aquel insulto hacia su Rey y controlándose moderadamente golpeó la cara de Jonathan volteándosela, este sonó con fuerza con un gemido de dolor.

–No fuiste ni siquiera capaz de contarle a tu esposa las consecuencias. Si ya habías asumido unirte a la guerra de Lomas, le hubieras contado. La pobre mujer se tuvo que enterar por otro Rey que no fuiste tú.

–No quería lastimarla.

–No la amas lo suficiente, solo eres un maldito cobarde que pensó solo en sí mismo– dijo Burak sacando una caja de sus vestiduras y de ella se hecho un puro a la boca.

–Para empezar ¿Fue hechicería lo que hiciste? Deberías estar muerto.

–Las cosas no salieron como Hans había predicho y eso es una pena para ti, porque el ya no está, pero tú sí.

–No, es imposible, era imposible que te salvarás.

–¿Entonces si tuviste que ver con eso?– dijo Burak poniéndose de pie y soltando fuertemente el humo por su nariz.

La mirada aterradora de Burak hizo que Jonathan de quisiera morir literalmente, la poca valentía que había demostrado para poder decir alguna palabra se esfumó a medida que Burak llegó frente a él.

–Yo...yo..no, no participe– dijo mientras sus dientes rechinaban– ¡Yo...yo solo escuché su plan! Hans mencionó un hechicero, que sería totalmente efectivo porque te conocía.

–¿Me conocía?– Burak miró a Sam y este asintió.

–Rey Burak perdóneme yo... Bueno después de todo estás aquí ¿No? Nadie puede contigo y estás vivo.

El Rey de Átkozott lo escuchó y formó una sonrisa en su rostro, Jonathan nervioso también rio pensando que podía encontrar simpatía en las palabras de él.

Pero pronto sus pies dejaron de tocar el suelo. Burak con una sola mano lo agarró del cuello sujetándolo en el aire mientras tranquilamente se llevó el puro a la boca sin ninguna prisa. Jonathan trató de liberarse, rasguñando frenéticamente sus manos y golpeando con los pies, pero nada de aquello daño a Burak.

–Escucha rata traidora– dijo exhalando el humo que tenía en los pulmones. Jonathan lloró cuando sus ojos quedaron en contactos con el como si el propio humo le quemara– yo no perdonaré jamás a los que participaron en mi muerte, no por mí, sino por mi Reina y me encargaré de todos quienes le hagan daño. No aceleres tu muerte Jonathan, la próxima vez que mis ojos se encuentren con los tuyos será el día en que mueras, tenlo presente.

Burak luego de eso lo lanzó como si soltara una simple basura inservible sin voltear a mirarle, lentamente se dirigió a la puerta apagando el puro en el borde de ella.

–Eres un traidor y te irás de esta tierra siéndolo. Aquí, castigamos a los traidores– dijo antes de marcharse.

–Burak– dijo Jonathan tosiendo mientras se arrastraba en el suelo– no quiero morir

–No morirás– dijo Bruno interponiéndose mientras lanzaba una daga en el aire y la volvía agarrar.

Los gritos de Jonathan sonaron mientras Burak abandonaba los calabozos, tenía una ira contenida, quería acabarlo de la manera más cruel y dolorosa pero pensó en su esposa. Eso haría que ella más se distanciará de él y Burak lo único que quería era recuperar el tiempo perdido con ella. No la amaba pero ella era de él al fin y al cabo. Teniendo su imagen en su rostro su animal feroz se comenzó a tranquilizar.

–Mi Rey– dijo Sam.

–Ahora, nuestro candidato es más seguro ¿no?

–Yo debería...

–No Sam, creo que no deberías castigarte si al fin al cabo es tu hermano el responsable.

–Todo apunta a él, lo que Hunur estaba estudiando con el Rey Altrice, quizás continuo con aquellos experimentos.

–Quien sabe– dijo Burak sin detenerse mientras subían las escaleras hacia el primer piso– nuestra visita al Reino de la bosques será entretenida.

Gina que había aguardado en la entrada al subterráneo, bajó la cabeza al ver al Rey y se unió a él esperando algún espacio para poder hablar.

–Señor me gustaría retocar sus tatuajes, ¿Puede ir a verme un día de estos?

–Bien, pero no te olvides de la piedra para la hermana de Astria.

–Si Señor, veré a la Reina Alice ahora– dijo Sam retirándose.

–Mi Rey– dijo Gina– sus invitados están ya en sus habitaciones, la Reina Alice está siendo atendida en la habitación 5 del primer piso, Catherine está con ella... Ella...

–¿Y Astria? ¿La has visto?

–Ella... Ella está en sus aposentos pero no sé ha acostado, lo más probable es que baje a ver a su hermana.

-Si lo hace, déjala.

Gina tenía todo el reporte listo para poder anunciarlo fluidamente pero su Rey solo pregunto por su esposa, lo que hizo que sonriera y convirtiera el tono de voz en a uno más simpático.

–¿Qué?– Burak lo notó enseguida.

–Está preocupado por ella ¿no?

–¿Qué quieres que te diga?

–Nada mi Rey, si Astria comprendió que no se podía hacer nada para cambiar el pacto entonces seguramente no estará enojada con usted. Por lo contrario si está, deberá darle tiempo, ella debe entender.

–No sé qué hará.

–Mi Rey, usted es un buen hombre– Gina no pudo evitar alargarlo. Después de haber ordenado la mezcla de comida con la flor pavonis y provocado el aborto de la Reina Alice, Burak lo único que hizo después de eso fue encerrarse en su oficina con su pequeña.

¿Arrepentimiento? O simplemente sobreprotección para su hija después de sus actos.

–Gina, prepara los documentos para Lomas, el Reino es nuestro, pero Catherine volverá como la Reina madre hasta que su pequeño tenga edad suficiente.

–La noche se pone cada vez mejor– dijo Gina imaginando que ya no vería más la cara de esa mujer– organizaré un grupo para que pueda ir con ella y quedarse en el Castillo.

–Bien, hay que hacerlo antes de que marchemos al Reino...

–Puedo tenerlo listo antes de Primavera.

–Tu entusiasmo me agrada– dijo Burak riéndose– mantenme informado.

**************

Catherine no fue indiferente, para que Alice no se sintiera tan aterrada, fue con ella y la acompañó en cada momento. La joven Reina estaba destruida, no podía creer que lo que estaba viviendo y lloró todo el transcurso que duro la limpieza.

–Sé más suave– dijo Sam que desde la entrada observaba con respeto, había llegado hace pocos minutos y se mantuvo en silencio. Masajeaba constantemente una piedra entre sus manos mientras de vez en cuando le decía unas palabras.

–Estoy siendo delicado– reclamó el doctor.

Sam por orden de Burak supervisó el procedimiento, el Rey quería que todo saliera de la mejor manera, no quería que la mujer en la cama, la tratarán como una mujer normal, después de todo, era una Reina y hermana de su mujer. Sam una vez que todo terminó se acercó a Alice y le entregó la piedra amarrándolas a su muñeca.

–La realidad en tu tierra es muy distinta a la nuestra. Pero confiando que te recuperarás rápido y serás capaz de volver a procrear te concedo está piedra para ayudar con los dolores.

–No quiero brujería de gente como tu.

–No es brujería, son energía. Dudo que lo entiendas, pero ahora que está amarrada a tu muñeca dale una oportunidad, te sentirás mucho mejor en unos minutos.

Alice no tenía ni la fuerza para reclamarle a Sam. Estaba sudada, adolorida, le dolía todo allí abajo y tenía mucho sueño.

Increíblemente después de que Sam y el doctor se marcharan la piedra comenzó a pegar unos leves brillos, ella mirándose la muñeca extrañada sintió un adormecimiento en su parte inferior, luego, el dolor comenzó a disminuir.

Asombrada se sentó un poco en la cama frotando su barriga.

–Es un Hechicero, ha estado años con la familia Real de Átkozott– dijo Catherine acercándose- Sam no es malo.

–Deberías irte, no necesito tu lastima, ni que me hables de ellos.

–No estoy aquí por lastima Reina Alice, casi tenemos la misma edad y sabes que en estas ocasiones es bueno tener una amiga.

Todo el ala este del Castillo fue entregada a los invitados de Cusco. Por otro lado los de Luther quedaron bajo prisión en los calabozos. Catherine y Alice quedaron sola custodiadas solo por dos soldados en la entrada que prácticamente no se podía notar su respirar.

–¿Por qué estás aquí Catherine?

–¿Aquí contigo o por qué vine a Átkozott?

–Ambas, pensé que habías muerto en un principio con toda tu familia pero Astria me había contado sobre ti.

–Yo... Yo no debería estar aquí– dijo Catherine sentándose a un lado de la cama y pasándole un paño húmedo en la frente.

Catherine continúo contándole como habían sido los días en Lomas y todo lo que Hans había hecho con ella y con Astria. También le contó que tenía una deuda especial con Burak por haberla salvado y que su rostro era lo primero que vio después de casi morir.

–No puedo creer que sientas eso por esa cosa, ya ni siquiera lo llamaría animal.

–No es tan malo, yo también le jugué en contra a Astria– dijo riéndose.

–No Catherine, no por Dios. No puedo creerte.

–Tenía que intentarlo– rio ella luego de un rato ambas se quedaron mirándose en silencio.

Aunque Alice se veía más tranquila, el dolor en su interior estaba constantemente carcomiendo su corazón y no el dolor físico. El solo hecho de pensar en su hermana Astria la hacía sentir más molesta. Justo cuando pensaba en ella, la puerta se abrió con rapidez y los soldados bajaron sus cabezas anunciando la entrada de su Reina.

Alice al verla caminar por el pasillo hacia su habitación, puso los pies a un lado y trató de levantarse.

–Alice debes quedar en cama– dijo Catherine sosteniéndola del brazo, pero ella no dijo nada. Esperó pacientemente a que Astria llegará.

Astria se detuvo un poco en la puerta y miró a Alice aun choqueada. Ella no tuvo tiempo para tratar de convencer a Burak, se había dispuesto a ver a su hermana pero no dejaba de sentir culpa por lo que había ocurrido. Todo fue muy rápido y antes que hablara con Burak la droga ya había sido servida. De todos modos su esposo no cambiaría de opinión pero tampoco lo intentó suficientemente.

Astria se acercó a Alice y abrió su boca lentamente.

–Lo siento– dijo pero Alice no esperó un solo segundo y la cacheteo fuertemente llegando a doblar su rostro.

Los guardias gruñeron fuerte pero Astria levantó la mano y los miró deteniéndolos. Astria no era la misma de antes, y rápidamente pensó en el inicio de todo esto. Volteó a mirar a su hermana y a Catherine que la miraba sorprendida. Con un movimiento rápido le rasgo la cinta que sostenía la piedra de Sam, y con su otra mano le devolvió el golpe fuertemente a su hermana.

Los dolores rápidamente volvieron al cuerpo de la pobre Reina que quedó sorprendida mirando sus manos que agarraban con fuerza la cama para no caer.

Astria se había asegurado que su propio golpe fuera sentido completamente sin la ayuda de la piedra.

–Esto no hubiera salido así si no fuera por tu esposo– le dijo entre dientes.

–Ah...– gimió Alice de dolor mientras tomó su barriga y se fue cayendo al suelo.

–Astria, Alice– dijo Catherine tratando de ayudar a la Reina caída.

Alice entre su dolor pensó que Átkozott si había cambiado a Astria, era cruel y fría, ya no era su hermana dulce, tranquila y sumisa. Pensando en eso sintió que su mano volvía a posar la piedra. Astria con la mejilla izquierda roja y frunciendo el ceño le volvió a amarrar la piedra mágica.

Tiempo después la sentaron en la cama y ambas con la cara roja se miraron.

–¿Tú crees que mi Rey hizo ese pacto por maldad?

–Tu esposo es un animal.

–¡TU NO LO CONOCES! ¡Se suponía que tu esposo jamás rompería sus acuerdos! El pacto tenía consecuencias gravísimas solo para asegurar que se cumpliera. Tu esposo fue el que no pensó en ti.

–No puedes echarle la culpa a un hombre que cumple con su palabra– dijo Catherine.

–¿Te pondrás de su lado entonces?

Cleo entró mientras las tres discutían, ninguna escuchó el anuncio de su llegada.

–Reina Alice, le hemos preparado comidas para que pueda recuperarse– dijo trayendo una bandeja llena de platos altos en fibra, legumbres y carnes preparadas lo más natural posible.

Alice miró con desagrado la bandeja puesta en su cama y luego observó a Cleo frunciendo el ceño.

–No tiene veneno– dijo Astria sacando una cucharada y echándose a la boca. Alice luego de eso estiró su mano y Astria le pasó el cuenco con legumbres.

–Yo...– dijo Alice con una voz suave– yo nunca supe del pacto y tampoco supe que Jonathan atacó Átkozott, me enteré después cuando volvió.

–Dejaste de enviar cartas justo antes de...

–¡No! Yo seguí enviándote cartas. Jonathan dijo que había trabajos en ruta y que mis cartas tardarían.

Astria se sorprendió por lo dicho, se arrepintió grandemente de haber golpeado a su hermana pensando que ella había tenido algo que ver con la guerrera que se formó. Apretó fuertemente sus manos mientras pensaba que podía ayudar a que su interior se curará gracias a ella pero así como ayudó una vez a Catherine y después ella quería postular a Reina desecho rápidamente las ganas de ayudar.

Si Astria confesaba que no era una persona normal como Alice o Catherine seguramente ellas la traicionarían tarde o temprano.

–Nuestro hermano...– Astria se puso de pie cuando escuchó aquello y lentamente desvío la mirada a la ventana.

–El nunca más volverá a tocarnos– dijo con un rostro sin expresión.

–Átkozott te ha cambiado Astria, eres más fuerte que antes, además ninguna persona podría con tu esposo.

Astria bajó la mirada al escucharla, solo porque sabía que la palabra "Ninguna" no la incluía. Nadie había podido dañar nunca a Burak pero ella si lo había hecho, a pesar que había sido obra de Hans, ella fue quien lo besó envenenándolo y aún se sentía muy culpable.

–Creo que mi matrimonio se ha roto después de esto– dijo Alice, echándose unas cucharadas a la boca. Trató de evitar la sorpresa que le causó su paladar pero se siguió llenando la boca de comida mientras trataba de no llorar.

–¿Qué? No digas eso Alice– dijo Catherine– seguramente tu Rey tiene alguna explicación.

–Astria tiene razón, si Jonathan hubiera pensando en nuestro hijo, él nunca debió darle la espalda a Átkozott.

–Pienso que Hans le lavó la cabeza a tu Rey, tu esposo puede ser muy influenciable.

–Te llevas bien con Burak ¿no? Vi cómo se miraban y se comportaban en la cena. Te envidio Astria ¿Lo amas ya?

Astria una vez más quería ser sincera con su hermana, pero si lo hacía era darle una vez más esperanzas a Catherine de tratar de conquistar una vez más a Burak.

–No tienes nada de que envidiar– dijo con seriedad– aliméntate y descansa para que recuperes fuerzas. Una vez que te encuentres bien podrán marcharse– Astria después de eso volteó hacia la salida, no sin antes de ser detenida por las palabras de Alice.

–Mi esposo...

–Averiguaré de él– dijo Astria saliendo.

Apretó fuertemente las manos mientras salía. Su corazón dolía y su garganta estaba aprisionada por un enorme nudo. Dobló en la esquina del pasillo solo para sostenerse en él y quebrarse. Soltó un quejido inaudible mientras sus lagrimas comenzaron a salir.

–Tranquila– las manos de un hombre la sostuvieron mientras le palpaba la espalda.

Sam la había visto salir, la siguió con tranquilidad hasta encontrarla en el suelo hincada y llorando.

–Estoy harta– dijo entre balbuceos mientras enterraba su rostro en el pecho del hombre.

–Te entiendo perfectamente, pero no es bueno que una Reina llore en un pasillo. Nadie debe verla herida.

–Burak nunca recuperará su recuerdos ¿Cierto?

–No lo sabemos mi Reina, tienes que ser paciente, quizá si hicieran cosas que hicieron anteriormente pueda ayudarle. De todas formas iremos al Reino de los Bosques, allí pueden ayudarnos mejor de lo que yo mismo puedo hacer.

–¿Los elfos?

–Sí, pero nada es seguro.

–Oh Sam, quisiera que eso fuera real– Astria volvió a llorar, sentía que la esperanzas eran tontas y las palabras de su hermana retumbaban por su cabeza. Cómo si ella con Burak fueran realmente una buena pareja.

Sam siguió reconfortándola hasta que la mano pesada de un hombre le agarró el hombro.

–Mi Rey– susurró Sam. Astria levantó su rostro y Burak sin decir nada se acercó a ella y la tomó en brazos.

Gina y Bruno esperaban más atrás pero tampoco dijeron nada, solo aguardaron hasta que Burak se llevó a Astria sin decir una sola palabra.

Gina se sintió apenada, Astria había dejado de ser la mujer sonriente que todos conocían y a pesar de todo lo que había ocurrido muchos la culparon y eso le había afectado. Lo importante de todo, era que Burak no estaba resentido con ella y eso hizo que Gina estuviera segura de una cosa. Burak aún quería a Astria, él no hubiera sido considerado con Alice sino fuera por ella.

Próximo Capítulo 25.- Mi mundo

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Han sido lectores pacientes, les agradezco de corazón los mensajes de animo que me han hecho llegar. Se supone que el covid dura una semana pero aun me siento muy congestionada y de vez en cuando mi cabeza da vueltas, pero hay que darle jiji

Como era debido, les dejo los cap de esta semana, que lo disfruten :D

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