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18.- Pactos de Sangre

–Mierda.

–¡Astria!– dijo Amy riéndose– jamás la había escuchado maldecir tanto.

–Esto es una mierda ¿Por qué tengo que leer tanto papeleo? ¿No son cosas que el Rey debería hacer? Es tan aburrido, odio la política y las finanzas.

–Mi Reina pero también están los tratados con las tierras, los pactos todo. Tiene que saber de la historia, de las cosas que el Rey tiene que lidiar, respetar y hacer cumplir.

–Odio esto.

–Vamos le traeré unas frutas o podemos llevar algunos papeles e ir al jardín. Quizás un poco de aire libre le hará sentir mejor.

Astria se puso los zapatos con pereza mientras que Amy había tomado en sus brazos a la pequeña Selene. Burak nuevamente había desaparecido y eso sumando a lo último vivido con Cedric, la tenía al borde de la rabia misma.

Decidió que lo mejor que podía hacer era lo que había dicho Amy. Tomó un manojo de papeles y junto a su pequeña salieron a los jardines traseros. Esta vez al salir los  guardias y la gente que la vio bajaron sus cabezas hasta que ella se esfumara.

–Astria– dijo Catherine al verla. Ella había llegado antes al jardín y le sonrió al verla junto a su pequeña– León y yo estamos disfrutando del nuevo clima ¿Quieres sentarte con nosotros?

–Gracias, me sentaré a tu lado pero tengo mucho que leer, agradecería que no me interrumpieras.

–Entiendo, puedo ver a tu hija si estás tan ocupada.

–No te preocupes. Amy está cuidándola.

Astria aún no la perdonaba, pero por lo menos ahora sí le dirigía un poco la palabra. León el hijo de Catherine había crecido bastante desde que Astria lo había visto y aunque tenía tanto que hacer, no pudo evitar mirarle juguetear por el pasto y sonrió al imaginar a su hija en un años más.

"Pactos" leyó en uno de las carpetas y la abrió con cuidado. Primera vez que al ver uno de esos papeles le llamó la curiosidad. Abrió lentamente la carpeta y se encontró con hojas bastante viejas. Los primeros papeles llevaban la firma del Rey de Altrice y algunos estaban escrito en otro idioma que no pudo descifrar. A medida que fue hojeando descubrió el nombre de su padre.

–Dios– susurró al ver unas hojas archivadas detrás de la tapa principal. Al principio salía la hoja donde se mencionaba las consecuencias de romper el pacto y decía algo que todos los papeles de allí decían.

"Se cobraría en vida o mis sucesores los harán"

Nerviosa y ansiosa por saber que era lo que contenía los papeles miró a Amy y a Catherine para asegurar que nadie la estaba viendo. Ahora tenía miedo, no eran papeles que cualquier persona podía leer, solo el Rey y ahora ella siendo la Reina podía tener acceso a ellos.

Comenzó a leerlos detenidamente, el lenguaje era muy formal que a veces la idea se le complicaba y debía leerlo más de una vez. Comenzó leyendo las partes de cada uno de dónde provenía, quienes eran los ancestros de cada familia y luego el pacto en sí.

Sus ojos se concentraron tanto en lo que estaba leyendo que se perdió completamente del espacio exterior. Catherine y Amy se alejaron sin decir nada hasta la entrada y una sombra se hizo una con la de ella, cubriendo completamente la de Astria.

–Dios– susurró ella llevando su mano a la boca.

Burak había llegado, pero posando su dedo índice en su boca las damas se retiraron en silencio. Se acercó lentamente a Astria por detrás y la observó apoyando su mano en el respaldar de la silla. Podía leer lo que ella estaba viendo desde arriba y Astria no se dio ni por enterado.

–Mierda– soltó dejando caer su mano sobre la mesa– no puede ser pero...

Astria lo sabía, después de leer el pacto en detalle, tuvo que volver a leerlo una y otra vez. Su padre el Rey León era producto de un amor incestuoso, de su madre con su propio hermano y León era infértil.

–¡León era infértil!– gritó su interior– ¿Pero cómo?– dijo poniéndose de pie con fuerza y rápidamente se golpeó la cabeza con algo duro– Arg...

–Ah...– Burak también soltó un quejido después morderse la lengua por el golpe de su mujer.

–Burak, pero ¿Qué haces?– dijo mirándolo que estaba con los ojos apretados y llevando su mano a la boca dio unos pasos atrás.

–Estabas concentrada leyendo no te iba a interrumpí– dijo mirándose la mano y luego escupió un poco de sangre al suelo.

–¿Te hice daño?– ella rápidamente se olvidó del dolor en su cabeza y se acercó a él mirándolo con atención desde su altura– lo siento– dijo agarrando el puño de su manga entre sus dedos y acercándolo sin pensar a su labio inferior. Burak pareció tratar de evitarla levantando un poco más la cara para que no lo toque, pero mirando como ella cambio su expresión de preocupación a decepción, cambio su actitud.

Astria bajó la mirada al verle que la evitaba pero luego, Burak pensando más las cosas, agarró su muñeca y la miró a los ojos mientras el mismo acercó la mano de ella a su boca.

–Solo fue accidente.

–Sé te va a hinchar.

–Sí, eso ocurre con las heridas en la cara ¿Y tú?– dijo y llevó su mano a acariciar el pelo de ella.

–Eres duro– rio ella sin dejar de mirarle. Estaba sorprendida por el tacto de Burak que incluso respiró profundamente disfrutando de su leve caricia.

Al fin y a cuentas podía estar muy enojada con él, por todo lo ocurrido, pero, ahora solo encontraba que aquello era muy inmaduro de su parte enojarse por tonterías sin importancias.

–Para empezar, no deberías espiar a la gente– dijo dándose la vuelta y caminando a la mesa.

–No espiaba a la gente, observaba a mi esposa.

Astria volvió a mirarlo, Burak a pesar que no tenía sentimientos por ella como le había dicho, se esmeraba en llamarla siempre "Su esposa"

–¿Puedes explicarme lo que acabo de leer? ¿Cómo un hombre infértil puede...

–Shh...– hizo Burak con su boca y un dedo en su herido labio. Miró lentamente alrededor haciéndole entender a ella, que no era algo que se podía conversar a la ligera.

–Tú quiere que sepa esto, habla conmigo.

–Hablémoslo pero en voz baja– dijo acercándose a ella y echando una silla hacia atrás se sentó en ella.

Astria miró a Burak como se acomodaba en la silla y revisaba el documento. Agarró otro y lo puso justo frente a él lo suficientemente cerca como para que sus rodillas se rozaran y sintiera su calor.

–No es mi padre.

–No.

–¿Entonces como mis hermanos heredaron el pelo, o sus ojos? Incluso el pequeño León.

–Mi padre hizo una poción con una semilla de Átkozott, un mestizo de una humana normal. El contrato era simple.

–¿Simple? ¿Lo has leído? es muy enredado.

–No lo es Astria– dijo bajando la cabeza y apoyando sus codos en sus rodillas. Se acercó a ella y la miró detenidamente. Astria un tanto incómoda hecho la espalda hacia atrás hasta tocar el respaldar de la silla.

–¿Qué es esa poción? ¿Le entregaba fertilidad?

–Sí, mira Astria yo no sé quién es tu padre. Eres distinta a tus hermanos y realmente no eres hija del Rey León. En cambio ellos lo son, pero son solo productos de una poción hecha aquí.

–Sam...

–Sí.

–¿Qué ganaba Átkozott? ¿Qué ganaba tu padre con un pacto como ese?

–En el mundo hay mucha magia oculta Astria, muchas que ni tu ni yo comprenderíamos. Y mi padre le llamaba mucho la atención ese tipo de cosas. León solo debía entregar sangre.

–Pero la sangre de uno es parte de la esencia ¿no?

–Si por eso hay que tener cuidado en especial personas como tú y como yo.

–¿Y León se los entregó?

–Sí, cada 6 meses debía hacerlo pero cuando mi padre murió él se hizo el desentendido. Tengo memorias de algunas cartas que le envié para que pagará su deuda pero a eso solo me ofreció una de sus hijas.

–¿Te ofreció mi mano?

–No, me ofreció a tu hermana Alice. Un pacto es un pacto y una mujer no estaba dentro de él.

–Nunca fuiste a buscar esposa.

–Supongo que no.

–¿Analizaste mi pelo?

–Sí, tengo un informe que lo dice.

Astria se sintió fatal ¿Cómo era que Átkozott sabía de un Reino que quedaba al otro extremo? Al fin y a cuentas su madre si había estado con otro hombre y lo que le habían dicho toda su vida si era verdad. León jamás fue su padre, por lo tanto, ella jamás debió ser una princesa, era solo una bastarda.

–Tu...– dijo poniéndose de pie y echando la silla hacia atrás– tu nunca debiste casarte conmigo.

–¿Te estás arrepintiendo?– dijo él con una sonrisa mirándola mientras apoyaba su mentón en su mano.

–Sí, no soy hija de León, no soy una princesa ni mucho menos tengo algo de valor. Debiste casarte con alguien más importante yo...

–Idiota– dijo cambiando su expresión. Se levantó con su rostro serio y agarró la carpeta de papeles– lo hecho, hecho está. Ahora Lee que te queda arto por leer– agregó pegándole suavemente con la carpeta en la cabeza y marchó al Castillo.

Nadie más sabía de los pactos más que Sam, Burak y ahora Astria. Para los ojos del mundo Astria ya era alguien importante como la Reina de Átkozott. No importaba ya de dónde provenía, su sangre y la de sus ancestros no importaban. El hombre que la había elegido para ser su Reina nada de eso le había importado y aun así quería que ella fuera su esposa.

Burak comprendió aquello, al principio se sorprendió que sabiendo la historia de Astria el mismo quiso continuar con su romance. El Burak de antes sin duda era un hombre que había caído completamente enamorado de su Dama Blanca y eso, aunque había cambiado Burak lo iba a respetar a toda costa. Sabiendo que quizás no sería un camino tan largo, ya que la mujer que hoy estaba a su lado era para envidiar a cualquiera. Solo era cosa de tiempo y de confianza. Superar sus propios traumas era un paso fundamental.

–Señor ¿Le traigo aloe vera?– dijo Amy al verlo acercarse con el labio rojizo.

–No– negó con la cabeza mientras que su atención se fue a la criatura en sus brazos– Dámela– dijo cambiando la expresión de su rostro y tomó a su hija dejándola en su brazo izquierdo y entró.

Selene aún se veía como algo tan diminuto y frágil al lado del animal de su padre. Estaba con los ojos abiertos, aún era muy pronto para saber el color de sus ojos, pero por lo claro que se podían apreciar, todos decían que ella tenía los ojos de Burak.

–Te ves bien– dijo Cerdina al verlo desde el pasillo. Pareces una montaña y ella un pequeña piedrita inofensiva– Hey tesoro hermoso ¿Cómo estás?– agregó acercándose y tocándole las mejillas con dulzura– ¿Qué te paso en el labio? ¿No me digas que las cosas con Astria se arreglaron?– Cerdina lo miró achinando los ojos e insinuando que ella lo había mordido.

–Eso hubiera estado mejor– dijo riéndose y le contó el pequeño accidente que vivieron hace unos minutos.

Cerdina de burló de su hijo y de su torpeza ya que atribuyó la culpa solo a él por molestar a su propia Reina.

–Debes pasar más tiempo con ellas Burak.

–¿No ves lo que estoy haciendo?– dijo mirando a su pequeña– si quieres me presento a la junta con ella.

–No eres capaz.

–Mírame.



Próximo Capitulo 19.- Con mi Reflejo en tu Pupila.

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