16.- Mirarte así
Al día siguiente las tribus que participaron en la guerra con Lomas y Luther, partirían hacia sus hogares después de estar un mes en la capital. La ciudad completa se reunió para darle las correspondientes despedidas. Eran vencedores, héroes de guerra y con la ayuda de Astria muchos heridos ya estaban listos para el viaje.
Toda la gente se reunió en el edificio posterior al Templo de la Luna. Burak saldría junto con los jefes de las tribus por uno de los balcones que tenía aquel edificio mientras que la gente aguardaría en las calles para poder escuchar lo que iba a decir, pero en especial, verlo. Nadie había visto al Rey desde que todo pasó y muchos Átkozott se mantenían intranquilos de que Burak estuviera vivo.
–¿Qué haces?– preguntó Cedric interponiéndose en el pasillo que daba hacia las escaleras. Con anticipación le habían avisado a Astria de este acto y asumió que también debía estar junto con Burak. Sus mujeres la vistieron elegantemente para la ocasión especial, pero cuando Astria se encontró con Cedric todo aquello se derrumbó.
Mirándola con seriedad él no le permitió dar un solo paso más.
–Soy la Reina, debería estar allí junto a mi esposo.
–Eres la Reina, una Reina que perdió todo el respeto de su propio Reino. Nadie te quiere allá arriba Astria y mucho menos al lado de Burak, él ni siquiera preguntó por ti. Vuelve al Castillo.
Palabras frías le golpearon el pecho, mientras aun miraba a Cedric, pero observándole a los ojos supo que no podría hacerle cambiar de opinión y creyó en sus palabras. Pensó que era Burak quien había dicho aquello y era de esperarse si ella era su esposa solo por un contrato.
Volteo sin decirle más nada, caminando de vuelta por el pasillo hacia los jardines, apretó fuertemente los puños. La relación con Cedric definitivamente se había roto.
–Astria– dijo Amy al verle devolverse con el rostro fruncido– ¿Qué paso?
–Nada– contestó ella pasando por su lado y caminó hacia el exterior.
–Mi Reina no puede estar sin escolta.
–No lo necesito– dijo ella mostrando los dedos de su mano derecha. En ellos una leve luz se posaba en cada uno de sus dedos con el poder de controlar a los Átkozott si era necesario.
Amy siguió a su Reina entre la multitud, habían soldados, consejeros, sirvientes entre todo la gente. Pero era bajo, lo más bajo que podía ser para una Reina estar entre todo ellos. La miraron asombrados sin entender porque ella estaba allí, muchos murmullos salieron de las bocas de ineptos que volvieron a culparla por todo, seguramente Burak había sentado cabeza y no la quería a su lado.
Hubiera sido diferente si Astria hubiera caminado mas al fondo donde la gente de la ciudad esperaba también ver al Rey, ellos no le guardaban rencor, porque a pesar de todo Astria era su Dama Blanca, algo que dentro del Castillo habían olvidado.
Astria no se detuvo, llegó hacia el frente donde estaba el camino donde pasarían los carruajes hacia el exterior de los muros y de allí observó el balcón.
–Mi Reina– le gritó Amy por toda la bulla
–Supongo que este es ahora mi posición– le contestó ella con una sonrisa falsa.
–¿Quién le ha dicho eso? Usted debería estar allá arriba.
–No todos piensan igual como tu Amy.
–Nuestro Rey se va a molestar si usted no va.
–Dudo que haya preguntado por mí.
Gina fue la primera en salir al balcón, y entre el bullicio de la gente Astria alzó la mirada y lo vio. Burak no tarde en aparecer, llevaba una hermosa vestidura azul marino con bordados en oro, sobre ella una armadura elegante y reluciente que lo hacía ver mucho más atractivo de lo que ya era.
La gente se enalteció al verlo, pero Astria, allí en el medio de toda la multitud se sintió empequeñecida. Era suyo, el hombre que estaba allí parado, pero mientras más lo miraba más lejano lo sentía.
–¡VIVA EL REY!– gritaron muchos.
Detrás de Burak aparecieron los 4 jefes de Tribus que también saludaron a la gente. Cuando Burak levantó la mano todo comenzaron a hacer silencio. Tranquilo se llevó rápidamente la mirada de todos. Pronunció palabras suaves comentando la guerra, la victoria y la declaración pública de los pactos rotos con Luther.
Mientras lo hacía, Gina miró a Amy y giró sus ojos hacia Burak como diciendo "¿Qué hace ella ahí? Debería estar aquí" Amy solo se llevó la palma de su mano a su frente y suspiró pesadamente. Se llevaría un reto por no haber llevado a la Reina al balcón.
A pesar del pacto roto por el Rey Jonathan, Burak anunció que no comandaría las tropas a Luther, que esperaba que la paz volviera a Reinar en su propio Reino antes de comenzar otro conflicto. Volvió a mencionar la unificación de su gente, anuncio un año de tranquilidad por los heridos y los perdidos en Guerra. La muerte del Rey Hans también llegó a los oídos de los presentes.
Después de los discursos de los jefes, se dio por finalizado los pequeños discursos. Los carruajes comenzaron a salir. La gente lanzando flores y estirando su mano a su pecho le deseó a cada tribu la bendición de la diosa.
–Mi Reina– dijo Amy. Ella quería llevarla dentro del edificio para poder encontrarse con el Rey y evitar un mayor regaño.
Pero para Astria, la imagen de Burak permaneció en su mirada bastantes minutos, se veía serio, autoritario y seguro. No era la mirada que había visto la noche anterior, él aún seguía siendo la persona que elegiría por sobre todas las demás. Su esposo, el padre de su hija y su amado Rey.
Tres carruajes pasaron tirados por 4 caballos, pero luego, un carruaje café claro, dirigido solo por dos caballos se detuvo frente a ella. La puerta se abrió, la tomaron rápidamente del brazo y la jalaron dentro. Fue rápido que Amy ni siquiera pudo decir nada.
Cuando el carruaje volvió a su marcha se alejó y Amy pudo ver a Gina sentada en la parte de atrás, como un animal agarrándose de los bordes.
Gina solo le hizo un gesto con una sonrisa. Estiró su mano a su cuello y se rebanó la garganta mirando a Amy.
–Mierda– soltó visualizando su fin.
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–Te escucho– la voz de Burak era ronca. Astria levantándose del suelo del carruaje se sacudió la ropa y se sentó frente a Burak. Hace un segundo estaba con los pies en el suelo y ahora dentro de un carruaje adolorida.
–¿Puedes ser más gentil?– dijo mirándose el brazo rastillado y frunció rápidamente el ceño.
–¿Cuál es tu escusa? Se supone que eres la Reina, pero no actúas como tal.
–Yo ya perdí esa posición.
–¿Si?– Burak no relajó su expresión, estaba molesto. En cambio, ella entendió que no debía rendirse, quizás si ella asumía ciertamente que su posición ya no valía, él la abandonaría.
–No– dijo bajando la cabeza– pero no sé cómo serlo.
Burak peinó su cabello y respirando profundamente se hecho en el asiento mirando el cielo.
–Lo lamento, tu hermano no me permitió subir– dijo ella desviando la mirada y sacando una luz en sus manos.
–¿Cedric?– él no se movió pero sus ojos se posaron mirando lo que hacia ella. Jamás había visto como Astria usaba los poderes de Dama Blanca y se dejó llevar por la curiosidad.
La piel de Astria rápidamente dejó de estar roja y se tornó un rosado claro curándose poco a poco. Burak como un animal no apartó su mirada y tampoco despegó sus labios.
Cuando Astria apagó la luz de su mano, la herida había dejado solo una pequeña marca que se iría al pasar los días. Astria suspiró desanimada, en cuanto lo hizo Burak se fue contra ella y le agarró firmemente el brazo.
–¡Burak!– soltó gritando cuando la jaló hacia él. Era brusco y no se media. De rodillas una vez más en el suelo su mano quedo en el muslo de él, mientras que su brazo en lo alto Burak lo miró con curiosidad.
–¿Es fácil para ti hacer eso?– preguntó soltándola.
–Tan fácil como es para ti tratarme de esa forma– dijo con el ceño fruncido.
–Lo siento– dijo soltando una leve risa– eres muy frágil.
–Cuídame entonces – dijo ella poniéndose de pie, pero Burak no le soltó la muñeca y la quedo mirando desde su baja altura.
Cualquier tacto que venía de él era algo que Astria quería evitar, porque si fuera por ella lo besaría una y otra vez. Antes debía prácticamente apartarlo constantemente pero ahora podía ser una de las cosas que más extrañaba de su esposo.
–Sin escusas ¿De verdad mi hermano no permitió que subieras?
–Pregúntale a él– dijo ella tratando recuperar su mano, pero no tuvo resultado.
El carruaje se sacudió fuerte y como ella iba de pie se fue hacia delante, Burak la sostuvo quedando sentada en sus piernas.
–Por favor no hagas esto– dijo levantándose con rapidez y sentándose a su lado. Apretó fuertemente los dientes tratado de pensar en otra situación. Quería ignorar el hecho de que el hombre que estaba ahí con ella no era realmente su esposo.
La reacción que había tenido el día de ayer la asustó un poco, pensando que el la rechazaría de ahí en adelante. Sorpresa para ella Burak la metió al carro sin dudar, al principio estuvo molesto, pero después de verla curarse la expresión de su rostro se suavizó.
–Te recuerdo– dijo mirando el cielo.
–¿Qué?
–Ayer cuando me acerqué a ti y te besé. Recuerdo ese día– hizo una pausa y su pecho subió y bajó profundamente. Astria se dio cuenta que hablaba enserio– Eres la única persona que logró, sobre todos los hechizos, piedras y poder, logró vencerme– agregó mirándola.
–No era mi intención Burak, eso lo sabes.
–Sí, lo sé. Por eso no te culpo. No te sientas mal por lo que ocurrió ayer, solo fue una reacción a causa de un recuerdo.
–Burak, ¿De verdad estas bien?
–Lo intento– dijo observándola directamente a los ojos– al igual que tú, hay que seguir intentándolo.
–Es difícil– suspiró ella y no dudo un segundo en apoyar su rostro en el hombro izquierdo de él. Burak la miró de reojo.
¿Sera cierto que ella lo era todo?
Astria lloró en silencio, mientras estaba apoyada en él, disfrutó aquella poca cercanía. No tenía idea a donde iba, pero pensó que ese único momento era mágico, donde apreció que él no la apartara de su hombro
Sabía que debía ir lento, pero el dolor en su pecho no desaparecía al pasar los días.
Próximo Capítulo 17.– Alice
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Negociemos por un capitulo más
¿Cuál era el pacto entre Burak y Jonathan? Sea sinceros sin devolverse a leer jiji
(El próximo cap que viene hablan de aquello asique esperaré 3 respuestas y subo cap)
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