12.- La sangre llama
Gina que disimuladamente estaba pendiente de ellos sonrió al ver a su rey tratando de acercarse a su reina, aunque no la conocía, ni recordaba nada de ella. Se sintió conmovida por ellos, aunque se imaginó lo que podían estar haciendo si fueran la pareja que ella conocía. Burak se hubiera sentado mucho más cerca de ella y sin duda le daría de comer antes que el mismo comiera. Después de la boda, su rey nunca volvió a esconder lo que sentía por su mujer. Constantemente le demostraba afecto y preocupación por Astria delante de todos.
—No estés tan alegre.
—Cállate Bruno.
—Ella no es de fiar.
—¿Aun no comprendes lo que pasó? —dijo dándole un codazo en el costado—. Ni siquiera tu hubieras podido evitar estar dentro de ese hechizo. Eso dijo Sam.
—Independiente de eso, estoy seguro que ella sabía de eso antes que ocurriera.
—Bruno no importa lo que pienses, o lo que piensen los demás. ¿No ves que el rey, aunque no la recuerda igual la ha aceptado? Mira como trata de acercarse a ella.
—Solo está cumpliendo.
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—Entonces te secuestré.
—Sí, después de matar a mi padre el rey León. Me llevaste contigo y me explícate lo que era —contestó ella mientras, se echaba un pequeño tomate a la boca—. Yo no sabía que era una estrella, ni mucho menos una dama blanca.
—Aun así, aunque te haya secuestrado, tenemos una hija en común y no soy un hombre que te tomaría a la fuerza.
—¿Sabes que me engañaste para acostarte conmigo?
Burak al escucharlo se volvió a acomodar en la silla y carraspeó la garganta.
—No es un buen tema para tocar en la mesa. Tienes mucha confianza en mí y eso lo noto —dijo sin mirarla. Ella era una extraña y se sintió avergonzado al escucharla—. Pero recuerda que yo no puedo sentir lo mismo que tú. Tocar esos temas ligeramente me hace sentir incómodo rodeado de tanta gente.
—Lo siento, es difícil dejar lo que era costumbre.
—Astria —dijo estirando su mano y la puso sobre la de ella—. No es tu culpa. Pienso que es algo que vamos a tener que ir aprendiendo de ambos.
—Ah... sí —dijo ella sorprendida. El solo toque de él hizo subir el calor a sus mejillas. Apartó rápidamente su mano y bajó su cabeza—. Mi rey, le ruego que no me toque tan casual.
—¿Te molesta? —Burak se arrepintió de lo que hizo. Sintió que realmente ella no le gustaba ser tocada en público y que debía mantener su distancia con ella. Lo que menos quería era que ella se sintiera incómoda, comprendía un poco lo que había vivido. Se imaginó olvidar a su madre o a su hermano y eso era bastante aterrador. Poniéndose en los zapatos de ella, sintió que debía esforzarse para volver a ser el hombre que ella estaba enamorada.
Astria era una mujer hermosa, sus ojos eran como el cielo de verano y le intrigaba la idea de saber ¿Por qué ella fue la elegida? Ya no sentía sentimientos negativos al escucharla, pero se sentía nervioso. Era la segunda vez que la veía y no quería parecer tan frio.
—¿Puedo acompañarte después de esto?
—Claro.
—Podemos retirarnos ahora sí gustas.
—Me parece bien —dijo Astria sonriéndole. Burak se puso de pie y estiró su mano a ella. Astria respiró profundamente antes de tragarse las ganas enormes que tenía de él.
Esta vez cuando ambos se pusieron de pie, todos volvieron a levantarse en silencio y los miraron hasta que se movieron a la salida. Una vez afuera volvieron a sentarse y conversar.
—Astria, leyendo unos documentos me dio a entender, que tu relación con tu padre era distante, ¿era verdad?
—Sí mi rey, mi padre me culpó por no ser su hija legítima y me abandonó en un castillo hasta cumplir la mayoría de edad. — Los pasos de ambos sonaron por el pasillo y a mirada de algunos sirvientes ellos se limitaron a reaccionar al ver a la sutil pareja nuevamente junta.
—¿Hija ilegítima?, ¿yo nunca te mostré los documentos de los pactos de sangre de mi padre o los míos?
—No mi señor, ¿por qué lo menciona?, ¿me contará cuál era el pacto que hizo el rey León con el rey Altrice? —preguntó Astria asombrada por sus palabras. Burak en tanto solo se giró un poco para mirarla y sonrió levemente.
—Te lo mostraré en unos días.
—¿Yo no era una princesa? —dijo agarrando el brazo izquierdo de Burak y detuvo su caminar— ¿Él era mi padre?
—Tranquila, habrá tiempo para que leas los documentos. Son artos papeles.
Como Burak no la recordaba, Astria debió referirse a él con sumo respeto, no podía hablarle casualmente y eso era tan frio que le costaba escupir palabras como unos desconocidos. Sumándole a todo eso, la incertidumbre de saber si realmente León era su padre hizo que olvidara por unos minutos el nerviosismo.
Astria recordó algo que no había mencionado, y habló antes de llegar a su habitación.
—Burak yo no podía esperar a que vuelvas y tuve el atrevimiento de ponerle el nombre a mi hija, pero el consejo aún no lo aprueba sin tu consentimiento.
Lentamente llegaron a la habitación de Astria y al escuchar aquello el solo sonrió.
—¿Que nombre le has puesto?
La puerta se abrió y Amy se asombró a ver al rey en la entrada, rápidamente se puso de pie y bajó su cabeza caminando a él.
—Mi rey —dijo y sin medirse abrazó a Burak.
—Amy —dijo él un poco asombrado. Astria no dijo nada solo sonrió mirando como su dama de compañía se envolvía en un mar de lágrimas.
—Lo siento, lo siento mucho, pero yo... —dijo balbuceando mientras se apartaba de su pecho.
Era normal, era de esperarse. Amy fue la única persona que vio a Burak morir, había soñado muchas veces con esa escena, lloró a mares ese día, sintiéndose incapaz de hacer nada mientras él se iba. Abrazarlo allí delante de Astria fue solo una reacción que no pudo controlar.
—Está usted bien, está aquí —dijo volviendo a abrazarlo. Burak sabía de esto ya que Gina hizo exactamente lo mismo cuando el dolor de su despertar se había ido.
—Estoy bien.
Mirando a Amy de su altura le frotó la espalda tranquilizándola, el simplemente le permitió aquello, aunque no hubiera total confianza en comparación a su soldado.
—Lamento esto tan impropio —dijo soltándolo y dando un paso atrás mientras se refregaba fuertemente la cara. Miró a Astria y bajó su cabeza—. Discúlpeme también usted.
—No te preocupes.
Burak no dijo más nada, sin dudarlo dio unos pasos dentro y con la mirada relajada llegó a la cuna.
—Selene —susurró Astria llegando a su lado—. Ese es el nombre que elegí para ella.
—Como la reina Luna —sonrió Burak.
—¿Te...te gusta?
Burak dirigió sus orbes dorados hacia la pequeña criatura que tenía al frente y lo único que deseó en ese momento era tocarla.
—¿Puedo? —preguntó destapándola y bajando las mantas que la abrigaban.
—Mi rey, tenga cuidado con su cabeza, tiene que tomarla con cuidado. No va haber problema si se concentra en eso —dijo Amy sonriéndole. Con la afirmación de Astria, ella tomó lentamente a la bebé que aún dormía y se la entregó a Burak.
El no pudo evitar sonreír, no era primera vez que la tenía en sus brazos, pero, era la primera vez que se sintió responsable por algo tan pequeño y frágil, sintiéndose emocionado evitó mostrar todos los sentimientos que lo invadían. Por qué su propia sangre, llamaba.
Contemplándola con atención el vio la energía de su hija. Como si de colores se tratara, del celeste de Astria, del amarillo de el mismo y de su hija las dos energías girando juntas fue lo que vio en ella. Su propia esencia en una criatura tan pequeña, sin duda el lazo se unió con solo mirarla.
—Es perfecto —soltó.
—¿Ella?
—Ella, su nombre, su cara, todo —dijo sentándose en una silla con ojos achinados sin sacarle la mirada.
Amy miró a Astria con una sonrisa cautivada por ver a Burak teniendo a su pequeña en sus enormes brazos. A pesar de que se notó que él no quería mostrar su emoción, sus ojos decían todo y ellas lo notaron.
Como un animal que reconoce su propia esencia en sus cachorros, Burak sintió aquello al verle, al sentirle incluso al olerla. De ese momento, ella, esa pequeña criatura era de él.
—Tiene tu rostro —dijo mientras que con sus dedos le acariciaba las mejillas.
—Usted siempre dijo que los hijos que tuviera su esposa saldrían con su rostro, sus ojos y eso era perfecto.
—Y lo fue —dijo sonriendo—. Dime ¿Te ha gustado servirle a mi reina? Leí como fue todo para tomar este puesto.
—Por supuesto mi rey, fue una extensa prueba —contestó ella.
—Debiste de verdad ser muy importante para mí Astria —dijo echándose en la silla, pero la miró.
—¿De qué hablan? —No entendía nada, pero, aun así, fue agradable escuchar aquello de Burak.
—De las pruebas que hizo el rey para poder obtener a tus damas de compañía, generalmente se hacen dos o tres para la selección y una para elegirlas. Y yo hice diez, claro que eran muchas candidatas.
—Sí —dijo Burak riéndose—. Eso debió ser divertido.
Luego de aquello, Burak guardo silencio mientras observaba a su hija, pasaron unos minutos antes que separa sus labios y levantara lentamente el rostro. Su mirada había cambiado y se puso bastante serio.
—Cuéntame tu relación con Hans —dijo mirándola como si interrogara a un prisionero.
Astria rápidamente se puso más pálida de lo que era, respiró profundamente bajando su mirada. Amy se quedó con ella y puso su mano sobre su hombro para reconfortarla. Todos sabían lo difícil que era para ella recordar a su hermano, había sido un monstruo y aunque antes no recordaba, ahora si tenía en su mente todo lo que había hecho con ella.
— ¿Y bien? —repitió el esperando sus palabras.
—Él... él era un hombre cruel y malo.
—¿Qué te hizo?
—No quiero hablar de eso mi rey.
—¿Qué te hizo? —volvió a repetir con una voz más grave.
Astria suspiró grandemente, luego comenzó a relatarle todo lo que había hecho, tanto las cosas que se acordaba y las que en su momento había olvidado. Burak le habló como aquel día que lo vio por segunda vez en la tienda blanca, cuando había salido del castillo de Lomas. Frio, directo y autoritario.
Burak la escuchó sin sacarle los ojos de encima, Astria no quebró nunca su voz, pero sí se mostró un poco afectada, no tanto por el miedo a ese hombre sino por la ira que aun sentía por su hermano.
Cuando terminó de relatárle, Burak se acercó a Amy y le entrego a su pequeña, luego se giró hacia su esposa. Mirándola no había dicho ninguna palabra, la tomó lentamente de la barbilla y le subió el rostro.
—Se lo que hiciste en los calabozos. Bien hecho —dijo regalándole una sonrisa para luego irse con calma.
Amy y Astria solo se miraron sin entender, pero aun así sus palabras de aceptación hicieron que Astria suspirara fuerte, sacándose un peso de encima. Haber matado a su hermano conllevaba traer la culpa sobre sus hombros, haber hecho eso sin la aprobación del rey había sido también algo grave, pero Burak pareció comprender cada uno de sus relatos, seguramente, él hubiera hecho lo mismo o algo peor.
*Dato curioso: Selene en la mitología griega era el titán que personificaba la Luna*
Próximo Capítulo 13.- Minuto de Confianza.
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