11.- Ignorada
—Mi reina —dijo Amy al verla—. La iba a ir a buscar, pero no quería interrumpirla. —Amy tenía en su mano derecha a la bebé y en la otra una mamadera mientras la mecía.
—Dámela.
—Enseguida. —La bebé aún lloraba pidiendo ser alimentada y justo Astria llegó a tiempo para que Amy no le pasará la mamadera. Entre todo su llanto, Astria se desamarró toda su ropa de arriba mojada y la dejó en su cintura mientras agarraba a su hija.
—Ya mi hermosa. Mami está aquí —dijo con una voz dulce.
—Supe lo del rey, ¿ya lo vio?
—Sí.
—¿Entonces es verdad? Me alegra mucho escucharlo eso le hará más fácil las cosas.
—Oh Amy, no sé si eso hará que la cosas sean más sencillas. El aún no me recuerda, así que sigo siendo una extraña —dijo ella mientras se sentaba en el borde de la cama.
—Un paso a la vez Astria, un paso a la vez.
—Supongo que sí.
—Le prepararé el baño, una vez que está hermosa princesa se duerma —dijo agarrándole una de sus manitos—. Aproveche y vaya a bañarse. Debe conquistar nuevamente a su esposo.
—¿Con-conquistar?
—Sí, si el rey no recuerda nada entonces tienes que hacerle saber de la mujer que está hoy a su lado.
—¿Y si no logro que vuelva a quererme?
—Lo hará. Usted es su pareja y no hay nadie que cumpla con ese rol más que usted. Además, estoy segura que inconscientemente su cuerpo reaccionara al suyo.
—Sí, eso me lo han dicho muchas veces —dijo aun con un tono bajo, estaba desilusionada de sí misma, por haber creído falsamente que Burak había vuelto completamente.
Astria terminó de desvestirse una vez que hizo dormir a su hija y se metió al agua. En su mente solo tenía una sola imagen, Burak.
Él rechazó abrazarla, pero a pesar de haberlo hecho, la detuvo tratando de conversar con ella. Era increíble el cambio radical de su actitud, al Burak que había aparecido una vez que la vida volvió a tocar su cuerpo.
—Amy, ¿puedes tráeme la toalla?
—Claro —dijo Amy y la puerta rápidamente fue golpeada. Era Luz con una bandeja y unas cartas para Astria, mientras ella salió del agua, la criada la puso encima de la cama.
—¿Cómo está hoy mi reina? Le he traído algunas cartas que le han llegado. La reina Alice le envío una, otra es de los reportes del reino, el rey también tiene una, pero pidió que le entregaran una a usted ya que es la reina. Debe comenzar a tomar el puesto y el control de las cosas.
—¿Control de las cosas?
—Sí, bueno casi todo lo ve el rey y el consejo, pero el tema de la decoración, la infraestructura de la ciudad, la vegetación todo eso puede verlo usted —dijo Luz.
—Sí también las ceremonias y las fiestas del reino.
—¿Burak quiere que me encargue de esta preciosura y de todo eso también? —dijo mirando a su hija.
—Reina Astria.
—Astria, solo dime Astria —dijo ella mientras era vestida por Amy.
—Astria —repitió Luz—. El rey no le ha permitido que tome responsabilidades durante su embarazo y seguramente lo hubiera mantenido, pero como él aún no sabe cómo acercarse nuevamente a usted quizás, piensa que eso hará que no se sienta apartada.
—Sí, pensando cómo es nuestro rey el respetará su matrimonio, aunque no la recuerde.
—Amy —dijo Astria mirándola seriamente—. No quiero escuchar a cada rato que él me ha olvidado.
—Lo siento. No debí mencionarlo.
Astria puso atención en las cartas, se dio cuenta que Alice estaba pidiendo una audiencia con ella. Quería encontrarse en los límites de los dos reinos de forma urgente, pero Astria desechó rápidamente la carta tirándola a la basura. No olvidaba lo que había hecho Jonathan al unirse con su hermano para atacar Átkozott, seguramente quería pedir perdón o que le ayudará en algo. Astria no la perdonaba.
—¿Qué? — dijo encontrando una carta de su esposo entre las demás. Apretó los labios mientras la abría con cuidado. El sonido del papel sonó por sus oídos y se dio cuenta que era la letra de Burak.
Burak había aceptado un viaje al reino de los bosques después de la temporada de primavera y la carta era la forma en la que él la invitó a acompañarlo. Sorpresa para ella solo dibujo una sonrisa mientras intentaba suprimir alguna otra emoción.
Más tarde estaba la cena dónde Astria había dejado de participar hace meses, incluso mucho antes de la guerra por su embarazo.
—Astria —dijo Luz tocando la puerta—. El Rey pregunta, ¿porque usted no se ha presentado?
—¿Qué? Pero yo no sabía que...
—Él no lo sabe, pero quiere que vaya y se siente a su lado.
—Dioses —dijo Astria sentándose en la cama. Mientras aun escuchaba lo que había dicho Luz, trató de pensar en él. Esta tarde por fin había visto sus hermosos ojos dorados y esa mirada tranquila con la que la observaba. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando lo visualizó en su mente—. Amy.
—Enseguida —dijo ella buscándole un vestido y unos zapatos—. Yo me quedo con su pequeña y usted vaya junto a su esposo.
Astria se vistió con rapidez, la cena había comenzado y era urgente que ella se presentará si Burak la estaba llamando. No lo había visto de la mañana y se sintió emocionada de poder hablar con él, aunque no la recuerde. Trató de pensar positivo, hacía mucho que no lo hacía, era bueno que él la llamara y aunque estaba muy lejos de lo que eran antes, un paso hacia adelante era suficiente.
La puerta se abrió y ella entró al comedor, ninguna persona le mostró respeto, solo Gina que se levantó sonriéndole para luego fruncir el ceño por la actitud de los demás. Todos siguieron conversando sin prestarle atención, pero Astria tragó saliva mostrando su mirada sería y caminó a la cabeza de la mesa.
En cuanto llegó, Burak la miró y se puso de pie, aguardo a qué ella se pusiera delante de la silla y en ese mismo momento, golpeó fuertemente la mesa. Todos giraron a mirarlo guardando silencio.
—¿Esto es normal? —preguntó sonriendo, pero Astria al verlo supo que realmente estaba molesto ¿Acaso había hecho algo malo? Rápidamente comenzó a sacar conclusiones, la alegría con la que había llegado se esfumó como el aire sale rápidamente de los pulmones.
—¿Qué es lo normal, mi Rey? —dijo Cedric frunciendo el ceño sin entender.
Burak al escucharlo bajo la cabeza y gruño con fuerza, luego las luces de sus manos se prendieron y todos excepto Gina enterraron la cara dentro de la comida.
—Frente a ustedes acaba de entrar la reina de Átkozott.
—Pero Burak ella...—dijo Cedric levantando la cara llena de comida.
—No me interesa —dijo mirándolo enojado a Cedric.
—Mi rey, nosotros...
—Ustedes nada, se me ponen de pie todos.
—Mi rey ella... —dijo un consejero.
—Lo que haya pasado o lo que haya hecho no me importa —dijo y chasqueo sus dedos. Los sirvientes que estaban cerca le miraron, Astria atónita no pensaba que él podía perdonarla de esa forma, de hecho, pensó que sería muy difícil volver a tener el respeto de la gente—. Retiren todo el alcohol —agregó su esposo.
—¿Qué? Pero Burak —dijo Cedric que estaba a su lado derecho.
—Tampoco te vi levantarte hermano —dijo acercando su rostro a él.
—Burak no te preocupes —dijo Astria tocándole el brazo.
—Esto pasa porque tú lo permites también —le dijo aún con el ceño fruncido—. Siéntate.
Astria se sintió regañada y al igual que todos guardaron silencio hasta que Burak se sentó. Cerdina que había venido a buscar un platillo sonrío levemente antes de marchar fuera.
—Comamos.
—¿Señor? —dijo un sirviente.
—Traigan agua. —Burak les quitó rápidamente algo que todos amaban, el vino.
Todos se sentaron luego de que el rey se los permitiera mientras se limpiaban las caras, Gina feliz por lo que él había hecho le guiño el ojo a Astria, pero está no pareció complacida, más bien preocupada.
—¿Ya no tienes fugaz? —preguntó Burak mientras se echó a la boca la única copa de vino que había en la mesa.
—No mi rey, todo está bien.
—Cuéntame Astria, ¿cómo es que nos conocimos? — dijo mirándola con un rostro relajado—. Come.
Astria con los servicios entre sus manos comenzó a cortar la carne mientras sentía la mirada de Burak en ella.
—No fueron en buenas situaciones.
—Algo leí, pero si me lo cuentas creo que entendería mejor —dijo él con interés en ella.
—Me secuestraste y me violaste. —Astria lo miró con seriedad y notó la sorpresa en la cara de él. Apretó los labios y la manzana de Adán de su garganta se movió.
—Oh... ¿Lo siento? —dijo volviendo a mirarla.
Justo en ese momento Astria se dio cuenta de algo. Ella tenía la ventaja, conocía mucho más de él que él de ella y podía jugar un poco con los recuerdos.
—Es mentira —dijo ella sonriéndole. El frunció un poco el ceño y dibujó una leve sonrisa mientras volvía a agarrar la copa de vino.
—No es una buena broma.
—Pero lo creíste cierto.
—¿Qué tanto me conoces? —dijo él atento a ella y al mismo tiempo le sirvió más papas y un poco de carne— Come —volvió a decirle.
—Burak no soy un Átkozott, no puedo comer tanto como lo haces tú.
—¿Y me llamas por mi nombre?
—Lo lamento.
—Eres muy delgada y estás amamantando. Deberías comer más.
—Sí, eso me lo decías seguido. —Burak notó el cambio de voz de ella, como si las palabras salieran nostálgicamente de sus labios. Astria miró al frente mientras bebía jugo dándole la oportunidad a el de mirarla con más atención.
Se fijó en su nariz hermosamente perfeccionada, sus labios finos, sus ojos celestes con un tono fuerte y su pelo que lo cautivo.
—De todas formas, me secuestraste —agregó ella mirándolo y se dio cuenta que Burak apoyando su cabeza en su mano la había observado todo el rato— ¿Qué?
—Eres una dama blanca —dijo y con su mano libre la estiró hasta su cabello y le agarró un mechón con sus dedos delicadamente— ¿Por qué tu pelo es así?
—Solo es así. Debería tenerlo blanco, ¿no?
—Sí —dijo él sin dejar de juguetear con su cabello.
Próximo Capítulo 12.- La sangre llama.
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